martes, 20 de octubre de 2015

SITGES 2015 - DÍA 8


Películas vistas: 6

Grado de satisfacción: Bajo

Computo de frikismo: Medio



Brand New U

De qué va: en un futuro indeterminado, existe una empresa llamada Brand New-U que permite a sus clientes localizar y eliminar a sus Idénticos, dobles exactos que llevan una vida mejor a la de ellos.

Qué ofrece: un incomprensible y pretencioso thriller futurista con una premisa, a priori, interesante, pero que a lo largo de su desarrollo no nos lleva a ninguna parte. La trama, que ya peca de ser poco coherente al principio, se vuelve directamente ininteligible a partir de cierto punto en el que espectador, completamente desorientado, sucumbe al hartazgo. Flashbacks reiterativos hasta decir basta, diálogos mecánicos e irritantes, abuso de planos detalles decididamente gratuitos… Todo un complejo surtido de sinsentidos que hacen su visionado realmente insoportable.

Lo más: la fotografía.

Lo menos: todo lo demás.



I Am A Hero

De qué va: Hideo es un dibujante de manga que lleva una vida miserable. Trabaja muchas hora como asistente, ganando poco dinero y ahora, harta de vivir junto a un fracasado, su novia le deja. ¿Podría irle peor? Sí, para colmo se ha levantado un apocalipsis zombie en todo Japón.

Qué ofrece: adaptación de un manga escrito y dibujado por el autor japonés Kengo Hanazawa, y otro caso claro de que los live-action de mangas/animes son, a menudo, un fracaso. Y es que lo que funciona bien en papel no siempre resulta en pantalla con acotres de carne y hueso.
Shinsuke Sato, director que ya sacó adelante las dos entregas de “Gantz” (otro fallido live-action), se encarga aquí de mostrarnos el enésimo apocalipsis zombie. Y durante su primera mitad, la cosa no puede ir peor. Escenas ridículas a más no poder y un protagonista con el que es muy difícil empatizar. A medida que avanza la historia, ésta adquiere un tono algo más serio, interrumpido en ocasiones por momentos cómicos que rayan lo estúpido. Los elementos que intentan darle un toque de originalidad al subgénero, como el hecho de que los zombies tengan comportamientos afines a cuando estaban vivos (de ahí la presencia de un ¡zombie olímpico!), son un poco absurdos o carecen de explicación lógica (¿qué es exactamente la amiga del protagonista? ¿una superNOzombie?). Al final llega el desfase, y se convierte un festival gore, ofreciendo litros y litros de hemoglobina para deleite de los espectadores ávidos de carnaza.

Lo más: el tramo final, cuando el protagonista deja a un lado la cobardía y empieza a aniquilar zombies a diestro y siniestro.

Lo menos: que de haber mantenido un tono más serio habría sido una cinta mucho más disfrutable.



The Boy And The Beast

De qué va: Kyuta es un niño solitario que vive en las calles de Tokio. Un buen día, el joven cruza la frontera al mundo imaginario y entabla amistad con Kumatetsu, una criatura sobrenatural que se convierte en su amigo y maestro.

Qué ofrece: Hosoda, que nos maravilló con películas como “La chica que saltaba a través del tiempo” o “Los niños lobo”, ofrece aquí una historia sobre la amistad y la madurez algo carente de la magia de sus anteriores trabajos. Por supuesto, la animación (mezclando hábilmente 2D con pinceladas de 3D) sigue estando a un altísimo nivel, pero la historia se diluye entre dos mundos que no terminan de cuajar. Si bien la historia entre Kyuta y Kumatetsu resulta divertida y por momento entrañable, su historia con la chica humana carece de gancho. A la cinta la falta el suficiente calado emocional para tocarnos la fibra sensible, y en el transcurso de su desenlace simplemente se deja llevar por la acción y los efectismos.

Lo más: la bonita relación paternofilial que establecen los dos protagonistas.

Lo menos: lo innecesario de incluir “un villano” en la historia, y lo poco desarrollado que está éste.



The Pack

De qué va: El sueño de Adam de vivir en su granja y continuar el negocio familiar se va al garete cuando encuentra todo su ganado brutalmente masacrado. Pero ese será el menor de los problemas cuando la hambrienta jauría responsable del desastre empiece a asediarlo a él y a su familia.

Qué ofrece: parece que los australianos la tienen tomada con los animales. Primero fue un cocodrilo (Black Water), luego tiburones (The Reef), y ahora perros. Cualquiera diría que el perro es el mejor amigo del hombre viendo la jauría de perros salvajes que acecha a la familia protagonista. Una cinta más cercana al “Cujo” de King que a la película “Infierno blanco” de Liam Neeson. Eso sí, por muy amenazadores que sean estos perros, lo cierto es que parecen no tener muy buen olfato, puesto que son incapaces de detectar a sus presas aun teniéndolas a menos de un metro de distancia. En más de una ocasión los protagonistas se libran por los pelos de terminar en las fauces de estas fieras con tan sólo quedarse bien agazapados (sic).
Un survival más bien casposo y carente de tensión, pero medianamente entretenido si se le perdona lo chapucero de su guión.

Lo más: los perros.

Lo menos: los humanos.



High Rise

De qué va: El doctor Robert Laing se acaba de mudar a la Torre Elysium, un enorme rascacielos dentro del cual se desarrolla todo un mundo aparte, en el cual parece existir la sociedad ideal. Sin embargo, la aparente armonía reinante no tardará en sucumbir al caos más absoluto, llevándose por delante a todos los inquilinos del edifico.

Qué ofrece: marciana adaptación de la novela del escritor inglés J.G. Ballard; una auténtica y monumental ida de olla. Si bien al principio parece conducirnos hacia una especie de metáfora  sobre la sociedad  y sus distintos estratos sociales, no tarda demasiado en perder el norte, abandonando la sutil alegoría de la diferencia de clases para ofrecer un atroz espectáculo de depravación sexual y violencia desatada. Una desfase que hunde por completo cuales fueran las intenciones discursivas de su director/guionista. Una parábola que pronto sucumbe a sus propios excesos, agotando mentalmente al espectador.

Lo más: que por momentos parezca estar dirigida por un híbrido entre Cronenberg y Gilliam.

Lo menos: que la gente se empeñe en llamarla “la Snowpiercer vertical”, cuando poco o nada tienen que ver una con la otra. Es más, la comparación ofende.

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