domingo, 23 de febrero de 2014

“Monuments Men” (2014) – George Clooney

Al tiempo que su carrera como actor cinematográfico (tras sus comienzos en televisión) se ha ido consolidando (con un Oscar y tres Globos de Oro en su haber), George Clooney ha flirteado también con las labores de dirección y guión que le hicieron debutar en 2002 con la extraña (y fallida) “Confesiones de una mente peligrosa”.  Más tarde llegaron sus dos mayores logros en este campo: “Buenas noches, y buena suerte”, con 6 nominaciones a los Oscar; y la más reciente “Los idus de marzo”, en opinión de un servidor un drama político magnífico y su mejor película hasta la fecha.

Entre ambas cintas el actor reconvertido en director/guionista rodó “Ella es el partido”, una comedia romántico-deportiva muy al estilo del Hollywood clásico (Cary Grant hubiera estado encantado de protagonizarla), y que pese a resultar un simpático trabajo libre de pretensiones no terminó de cuajar entre el público y mucho menos entre la crítica.

Pero ahora, con más experiencia sobre sus espaldas y con el buen sabor de boca dejado por su anterior filme, lo cierto es que uno esperaba bastante más de su última incursión como cineasta. Sin embargo, podemos afirmar desde ya que se trata de un filme olvidable.

Con “Monuments Men” Clooney nos traslada a finales de la II Guerra Mundial para relatarnos la gran epopeya (basada en hechos reales) de un grupo de hombres -formado por historiadores y expertos en arte- a los que se les encomendó una importante y peligrosa misión: recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la guerra. Desgraciadamente, y dejando de lado las licencias artísticas en las que se hubiera podido caer (imagino que no pocas), lo cierto es que la aventura que se nos presenta aquí no tiene ni pizca alguna de épica. Ni tan siquiera unos mínimos de intriga para tenernos enganchados a la pantalla pendientes de la acción. De hecho, el relato tiende a ser bastante irregular e insulso (parece que no arranque nunca ni ocurra tampoco gran cosa a lo largo del metraje), resultando por momentos incluso algo aburrido. Y eso pese a que cuenta con un reparto plagado de buenos intérpretes y algunos momentos realmente conseguidos.


El problema radica en la inconsistente y poco acertada mezcla de humor y drama que se intenta homogenizar en un film que hubiese requerido ubicarse en un género concreto. Y es que había dos posibilidades de alcanzar la gloria con “Monuments Men”: o bien rodando un sólido drama o bien una desinhibida comedia. Clooney, que escribe el guión junto a su habitual colaborador Grant Heslov, ha elegido las dos opciones al mismo tiempo y ha fracasado en el intento. Y es que por un lado la parte humorística resulta algo insípida y con gags algo fuera de lugar (la secuencia con el joven francotirador).  Si bien no se le puede negar que por momentos sí logra despertar la simpatía del espectador (la secuencia de la mina) gracias, principalmente, al carisma de actores como Murray, Goodman o Dujardin (estos dos últimos muy desaprovechados, todo hay que decirlo).

Por otro lado, en un intento de otorgar profundidad a todos sus personajes y perseguir momentos de memorable dramatismo, Clooney y Heslov no pueden evitar caer directamente en el melodrama más burdo y barato. Prueba de ello es la forma de resolver algunas de las bajas del equipo protagonista, empleando maniobras (la carta en manos de Clooney y voz en off de fondo) que buscan a toda costa el encuentro de lacrimosas emociones durante su visionado. Y de la secuencia de Murray en la ducha mejor ni hablemos…

Y es una lástima, porque hay segmentos en los que la dirección de Clooney está a un paso de alcanzar la excelencia. Precisamente a la hora de mostrar la primera baja de la misión, rodando la secuencia de la funesta muerte fuera de plano. Desgraciadamente, esa sutileza se va a hacer puñetas inmediatamente después cuando Clooney opta por acercar lentamente la cámara hasta conseguir el plano del moribundo en cuestión. Error fatal, pues no era en absoluto necesario. Como tampoco lo era abusar del reiterado discurso acerca de la importancia de la misión (hasta en tres ocasiones nos recalca lo vital de la misma).


De este modo, la cinta va avanzando sin el menor interés, dejándose caer en el drama o en la comedia según le convenga y restando por el camino cualquier atisbo de credibilidad para con la historia. Una película que no engancha y que deja la encomiable misión de aquellos valientes hombres a la altura de una discreta aventurilla de boy scouts.


Valoración personal:

domingo, 2 de febrero de 2014

“Jack Ryan: Operación Sombra” (2013) – Kenneth Branagh


Hasta la fecha, tres fueron los intérpretes que encarnaron al literario agente Jack Ryan en el cine. Ryan, personaje creado por el fallecido escritor Tom Clancy y protagonista de una quincena de sus novelas de espionaje, hizo su primera aparición en la gran pantalla bajo el rostro de Alec Baldwin en “La caza del Octubre Rojo”, del gran John McTiernan. Más tarde sería Harrison Ford quién asumiría y perpetuaría ese rol en sus dos posteriores secuelas, “Juego de patriotas” (1992) y “Peligro inminente” (1994), ambas dirigidas por el australiano Philip Noyce. 

De mediados de los noventa debemos hacer un salto hasta principios de la década pasada, cuando Paramount decidió reiniciar la franquicia con “Pánico nuclear”, una especie de precuela/reboot de las cintas anteriores con Ben Affleck en la piel del agente de la CIA.

Si bien ésta última funcionó bastante bien en taquilla, lo cierto es que Affleck no terminó de convencer al personal, y (con razón) se consideró a esta entrega como la más floja de todas. Quizás por ese motivo el estudio desechó la idea de darle continuidad…

Ahora, en un nuevo intento por devolver al personaje al celuloide, se estrena “Jack Ryan: Operación Sombra”, la primera de las aventuras cinematográficas del agente que no está basada en una novela de su creador.

Jack Ryan, encarnado esta vez por Chris Pine, es un joven veterano de guerra reclutado por la CIA para llevar una doble vida como agente analista y ejecutivo de Wall Street. Gracias a sus habilidades, Ryan detecta un meticuloso complot terrorista orquestado para hundir la economía norteamericana. Para tratar de impedirlo, éste es enviado por sus superiores al corazón de Moscú a fin de desenmascarar a su artífice, un peligroso oligarca ruso que responde al nombre de Viktor Cherevin.

Lo que en principio parecía un sencillo encargo burocrático pronto se convierte en una complicada misión de campo en la que no sólo pondrá en riesgo su vida sino también la de su amada prometida. 

La Guerra Fría, el KGB o el IRA han sido foco de atención en las novelas de Clancy y, por ende, en sus respectivas adaptaciones cinematográficas, ubicadas todas ellas entre las décadas de los 70 y los 90. Pero eso ya es cosa del pasado… 

 
“Jack Ryan: Operación Sombra” es una puesta al día del personaje en un marco actual, aunque no desista en reutilizar a los rusos como antagonistas de la historia. Un reciclaje que pasa por llevarnos hasta los orígenes del personaje para contarnos cómo y por qué ingresa en la CIA y de qué modo, de la noche a la mañana, pasa de ser un audaz analista de la agencia a un crucial agente de campo en medio de un crítico complot terrorista.

Aunque considere “La caza del Octubre Rojo” la mejor película de la saga, lo cierto es que es Ford, con dos cintas a sus espaldas, quién queda para el recuerdo como el agente Jack Ryan. En este reboot, Chris Pine es el elegido para asumir el relevo, y vale decir que se lo adjudica de forma notable, como ya hizo con el emblemático Capitán Kirk en la renovada “Star Trek”.

Esta vez nos encontramos a un joven e inexperto Ryan recientemente prometido y que deberá poner en práctica su formación como Marine para solventar una misión que amenaza a su país y al resto del mundo. Un viaje de descubrimiento para un analista que jamás se imaginó como agente de campo y que deberá, entre otras cosas desagradables, aprender a matar para salvar el pellejo.

Acercarnos a su lado más humano así que como al punto más frágil y vulnerable de su persona, es decir, su relación/compromiso con una guapa enfermera (Keira Knightley), es uno de los aciertos del filme, así como el saber dosificar la dosis de pirotecnia a la largo del metraje. De este modo, Branagh, que ejerce no sólo el rol de villano (con un inmaculado acento ruso) sino que también asume las funciones de dirección, logra huir del mero vehículo de acción al estilo Misión Imposible para acercarse de forma más consiste al (tecno)thriller de espías con sus álgidos puntos de suspense y tensión (la infiltración de Ryan durante la cena con Cherevin o la posterior persecución por las calles neoyorquinas). Un Jack Ryan redefinido y muy del siglo XXI que convence tanto si empuña un arma como si utiliza únicamente su intelecto. 

 
Por contra, al otro lado de la balanza nos topamos con un exceso de propaganda patriótica nada disimulada (más bien todo lo contrario). Desde los primeros minutos del filme, con un puntual recuerdo al trágico atentado a las Torres Gemelas, hasta el recibimiento del heroico Ryan en el despacho oval, el tufillo patriotero se hace demasiado palpable. 

Claro que desde “Juego de patriotas” se nos ha vendido a Jack Ryan como el gran héroe americano (papel que tan bien sabe encarnar Ford), atributo todavía más acentuado en esta entrega y que quizás indigeste a más de uno a la hora de dejarse llevar por el buen entretenimiento que han sabido ofrecer Branagh y cía. Y es que a excepción de este particular detalle, todo lo demás funciona sorprendentemente bien, siendo meritorio que el invento no se alargue a las dos horas o dos horas y pico como parece ser norma general en casi todos los blockbusters. 

Como curiosidad, resaltar la incorporación como secundario de peso (y mentor del protagonista) del veterano Kevin Costner, actor que en su momento rechazó (a favor de su oscarizada “Bailando con lobos”) encarnar a Ryan en la citada “La caza del Octubre Rojo”. 


Valoración personal: