miércoles, 30 de enero de 2008

"La invasión de los ultracuerpos" (1978) - Phillip Kauffman

La primera y única incursión del director Philip Kauffman (Elegidos para la gloria) en el campo de la ciencia-ficción fue con este remake del clásico de Don SiegelLa invasión de los ladrones de cuerpos“.

Dejando a un lado el marcado carácter político de aquella, Kauffman aborda esta nueva versión con notable solvencia aportando leves cambios que ayudan a adaptar la historia a los tiempos que corrían.

Tras unos créditos iniciales que nos dejan entrever la procedencia de los invasores, el director nos presenta poco a poco los personajes y también nos informa de cómo empieza toda la invasión (los primeros planos a las plantas, los niños recogiendo las flores, etc)

La acción se situa en San Francisco, con Elizabeth (Brooke Adams) y Matthew (Donald Sutherland) como principales protagonistas. Es la primera la que empieza a percibir cambios en el comportamiento de su marido y la que recurre al segundo para que la ayude.
Pero no es su marido el único caso, sino que rápidamente otros ciudadanos empiezan a mostrar una actitud pasiva y fría antes sus semejantes. A medida que los casos van augmentando, Elizabeth y Matthew empiezan a sospechar que algo o alguien esta interfiriendo en la conducta de la gente, aunque desconocen el cómo y el porque.

A nuestros protagonistas se les une una pareja de amigos interpretados por Jeff Goldblum (aún no muy conocido por aquella época) y Veronica Carwright; y también un psiquiatra encarnado por Leonard Nimoy (el televisivo Spock de “Star Trek”). Juntos tratan de descubrir que está sucediendo y porque todos actuan de esa manera.


Alejándose del tópico de una invasión alienígena con platillos volantes, aquí se nos presenta la posibilidad de que los seres invasores se introduzcan en nuestro planeta mediante esporas que infectan nuestras plantas y las muta de tal forma que surja una nueva especie. Como si de un parásito se tratara, esta nueva planta ataca al ser humano copiando su ADN y fabricando una copia exacta, un clon, carente de cualquier tipo de emoción y que sustituye al “original”.


Poco a poco el número de plantas augmenta y el número de infectados es cada vez mayor. Si nada lo detiene, en muy poco tiempo -quizás en cuestión de semanas o meses- toda la población del planeta Tierra estará sometida al invasor. No quedará resto del ser humano, pues sus nuevos pobladores serán simples réplicas incapaces de tener ningún sentimiento.
A su modo de ver, es la mejor forma de crear una civilización igualitaria que pueda vivir en perfecta armonía sin que interfiera el odio, la envidia, la ambición u otras emociones que tan sólo aportan al hombre la desgracia y su propia autodestrucción.

De forma pausada Kauffman nos introduce en la trama y nos muestra como avanza la invasión y como los protagonistas, desesperados, tratan de buscar ayuda y evitar que la plaga se extienda.
El suspense es constante a lo largo del film, aunque en algunos momentos decae debido sobretodo al exceso de metraje (hora y media hubiera sido más que suficiente) y una cierta falta de ritmo. También la sucesión de acontecimientos es bastante esquemática y los personajes aparecen y reaparecen a veces sin demasiada justificación, lo que nos impide considerarla como una obra redonda.

No envano, la ambientación está lograda, con una fotografía apropiada que juega a menudo con las sombras, y una música tan o más estridente que los propios sonidos que emeten los alienígenas (que, a modo de curiosidad, resultan ser chillidos de cerdo)


Como remake queda por debajo de su antecesora, pero aun así consigue crear un climax de inquietud que le hace ganar puntos, un terror psicológico que se apodera del espectador y que concluye con un escalofriante final (lo mejor del film, sin duda) que ya ha pasado a los anales del género. Además cuenta con un reparto de lo más competente y unos efectos especiales modestos pero efectivos.

Por último, citar los cameos de Kevin McCarthy -protagonista de la versión anterior- como el hombre que se lanza sobre el coche de Matthew; el de Robert Duvall al inicio del film columpiándose en un parque (bastante innecesario, la verdad); y Don Siegel como taxista.


Valoración personal:

martes, 29 de enero de 2008

"Monstruoso" (2007) - Matt Reeves

Mucho revuelo ha causado el nuevo proyecto del idolatrado J.J.Abrahms. Rumores, fakes y un inteligente marketing viral han hecho que “Cloverfield” -mejor nombrarla por su título original- esté en boca de todos.
Los americanos ya han podido comprobar por sí mismos si todo ese misterio era para tanto o no, pero los españoles no lo podrán averiguar hasta el 1 de Febrero, día en el que el monstruo se paseará por nuestras pantallas.

Por mi parte intentaré no desevelaros demasiados datos de la película para que podais acudir al cine lo más “vírgenes” posibles, ya que es ahí donde uno debe llevarse las sopresas -buenas o malas- y no frente al ordenador.

Para empezar os tranquilizaré diciendo que el monstruo SÍ se llega a ver pefectamente. De hecho, hay un buen primer plano hacia el final de la película en el que podreis verle bien de cerca los afilados dientes que posee.

No os voy a contar que aspecto tiene el bicharraco, aunque ya circulan por internet algunas imágenes, a modo de ilustraciones, del susodicho (si los más ansiosos lo deseais, en los comentarios os dejaré el link). Es mejor no desvelar nada ya que es un factor clave no saber como es para que a lo largo de la película uno se mantenga intrigado y ansioso por descubrirlo. Sí os puedo decir que no se parece a un dinosaurio como el Godzilla de Emmerich, por si alguno temía eso.

De todas formas, aquí la historia se centra mucho más en los personajes que sufren el ataque que no en el atacante en sí. Cierto es que hay escenas en la que apreciamos al monstruo destruyendo edificios o siendo atacado insistentemente por los militares, pero realmente lo que importa es ver, de forma subjetiva, como viven los ciudadanos esa destructiva invasión.


Con un prólogo inicial de unos 20-25 minutos aprox. el director Matt Reeves (elejido por el propio Abrahms) nos presenta a los personajes para que podamos conocer quienes son y como son, y que vínculo les une entre ellos (amistoso, familiar, amoroso...). Pasados esos minutos iniciales empieza la acción, por lo que tampoco hay tiempo suficiente para desarrollar perfectamente sus personalidades. No en vano, con esos minutos tenemos suficiente para empatizar o no con ellos, para entender sus reacciones ante lo que les está sucediendo y sobretodo para meternos en su piel.

Y es que a lo largo de hora y media les acompañaremos en una intensa carrera por la supervivencia, siendo testigos de lo mismo que ellos ven y sabiendo lo poco que ellos saben sobre lo que está sucediendo.


Precisamente el origen del monstruo o su inesperada aparición seguirán siendo una incógnita sin resolver para el espectador, puesto que ahí es donde reside parte del suspense del film. Poco importa de dónde viene la bestia o el porque esta allí. Lo que realmente importa es lo que está sucediendo en ese preciso instante y cómo nuestros protagonistas intentan, por todos los medios, sobrevivir al caos desatado. Así que no espereis aquí ningún discursito solemne de algún científico o algo por el estilo. Teneis 90 minutos para idear vuestras propias hipotesis (si no lo habeis hecho ya)

Quizás algún día conozcamos más cosas sobre el acontecimiento en sí en la rumoreada secuela. Secuela que por otra parte estaría, como muy pocas veces, justificada. Siempre y cuando se parta desde otro punto de vista del ataque, algo perfectamente factible. Por el momento, habrá que contentarse con lo que tenemos aquí.


Técnicamente la película está bien realizada. Los efectos especiales no son la leche, pero cumplen. No es que haya un festín de pirotecnia, por lo que las secuencicas más impactantes están bastante conseguidas dentro de lo que el presupuesto permite (extraños 30 milloncecos para ser un blockbuster)

La filmación es mucho más agradecida para nuestros ojos que otras de similar índole como “REC”, en la que Plaza y Balagueró abusaban, en mi opinión, de desenfocados, escenas oscuras y demás efectismos para causar tensión. A diferencia de la gran mayoría, a mí eso me tocaba bastante la moral.

Aquí la cámara se agita constantemente pero los movimientos parecen mucho más estudiados, dejándonos ver más cómodamente algunas escenas y en otras impidiéndolo de forma menos grotesca que la anteriomente citada (hay escenas oscuras, pero están mejor resueltas). De hecho, poniéndonos muy tiquismiquis, podríamos hasta decir que la filmación es demasiado profesional como para estar hecha por un aficionado sumido en medio de una catástrofe. Pero eso ya que cada uno lo valore como desee.


El reparto es semidesconocido para el gran público y eso ayuda a hacerlo todo más creíble. Algunos de los actores seguramente os suenen por haber aparecido en series de tv.
Personalmente no le voy a poner pegas a sus actuaciones, aunque sí puede que haya algún personaje que resulte un tanto desquiciante, como el propio cámara, que es el típico amigo bocazas que no se calla ni debajo el agua. Aunque hay que decir también que algunos simpáticos toques de humor vienen por su parte.

La música aparece sólo en los créditos finales. Y es que en la vida real no nos envuelve ninguna banda sonora. Así que bien empleada es esa ausencia. Además con los imprescindibles efectos sonoros hay más que suficiente.


En definitiva, una película recomendable porque cumple con dos objetivos primordiales. El primero, ser entretenida; y el segundo, ser realmente angustiosa.

Pero más allá de estar filmada en primera persona y centrarse más en los protagonistas que en el propio monstruo, sigue siendo una película de “monstruito machaca-ciudades” como cualquier otra. Precisamente por el segundo motivo (centrarse en los protas) muchos se podrán sentir decepcionados o hasta estafados, sobretodo teniendo en cuenta la campaña publicitaria que se ha hecho y que hacía presagiar que lo que veríamos sería algo bestial (en lo que a destrucción metropolitana se refiere)


Francamente, para mí ha estado bastante bien, pero no me ha parecido un peliculón. Así que al tanto con las altas espectativas porque os pueden jugar una mala pasada (o no...)

Para los fans de Abrahams y sus series, hay algún guiño que otro para vuestro regocijo.


Ah! Y el monstruo no viene sólo... hasta aquí puedo escribir.


Valoración personal:


miércoles, 23 de enero de 2008

Ciclo: Invasores - "Se ocultan entre nosotros"


¿Estamos solos en el Universo? Quien más quien menos se ha hecho esta pregunta alguna vez y su respuesta, a día de hoy, sigo siendo un misterio para todos nosotros.

A través del cine o la literatura siempre se ha fantaseado sobre la posibilidad de que la respuesta a tan intrigante cuestión fuese un “No, no estamos solos”.
La presencia de seres extraterrestres en la Tierra o la posibilidad de encontrarlos en otros planetas de la galaxia ha dado pie a numerosos relatos y películas (algunas de ellas, adaptaciones de obras literarias) y la imagen de esos seres no siempre ha sido positiva.


Por norma general, el ser humano suele temer aquello que desconoce, por lo que no es de extrañar que la imagen que se ha dado de los alienígenas sea casi siempre negativa. Salvo, eso sí, excelentes excepciones, a menudo de la mano de Steven Spielberg (bien sea dirigiendo o produciendo)

Ejemplos de seres de otros planetas con buenas inteciones tendríamos varios, pero en relación con Spielberg podriamos destacar clásicos indiscutibles del género como “E.T.” o “Encuentros en la Tercera Fase”, ambas dirigidas por el Rey Midas de Hollywod. Ejerciendo de productor, citaría una simpática cinta de la que guardo un cariño especial y que se titulaba “Nuestros Maravillosos Aliados”.
Aunque estos no fueron los únicos, como bien nos mostró John Carpenter en “Starman” o Ron Howard en “Cocoon”.

Pero ya habrá tiempo de comentarlas, ya que ahora lo que toca es hablar del lado oscuro de estos seres y especialmente de las invasiones que perpetran en nuestro querido planeta.


Estas invasiones bien pueden darse de forma silenciosa, como la que se tratará en este ciclo, o bien invadiendo los cielos y atacándonos con todo su arsenal. Sobre lo segundo ya se creará en un futuro un ciclo especial en que se repasen algunas películas emblemáticas.

Lo que ahora nos atañe es repasar esas invasiones que se producen sin que nos demos cuenta, infiltrándose y ocultándose entre nosotros; urdiendo maquiavélicos planes para someter a la raza humana y apoderarse de nuestro mundo.

En el cine, diversas películas se han dedicado a esta temática y aunque no voy a citarlas todas, sí destacaré dos títulos que a un servidor siempre le han impactado.

Uno de ellos es “Invasores de Marte”de 1953 y dirigida por William Cameron Mezies, siendo éste creo, su tercer y último film antes de ejercer como productor.
En esta modesta película (no olvidemos que nos vemos dentro de la serie b) un niño es testigo de una invasión que empieza con sus padres como primeras víctimas. Posteriomente y bajo el sello de la Cannon Films (!!), Tobe Hooper (La Matanza de Texas) realizaría un remake de mismo título y con guión de Dan O'Bannon.


En 1956 el estimable Don Siegel haría su primera incursión en el campo de la ciencia-ficción con “La invasión de los ladrones de cuerpos”, una excelente adaptación de un relato de Jack Finney que el director supo trasladar con sobriedad y magnetismo al mismo tiempo.

Es precisamente este film el motivo de mi primer Ciclo de Invasores, puesto que en él voy a reseñarla junto a los posteriores remakes que se han hecho hasta la fecha. Recordemos que el último (y más innecesario) de ellos se estrenó el pasado 2007 y no con demasiado fortuna en lo referente a calidad y taquilla.


El primer y mejor remake vino de la mano de Philip Kauffman con el título de “La invasión de los ultracuerpos”, protagonizada por el siempre efectivo Donald Sutherland, que a mediados de los noventa aparecería en un apreciable telefilm -Alguien mueve los hilos, 1994- de mismo argumento, aunque basado en la novela de Robert A. Heinlen, “Amos de títeres” (por lo visto, muy similar a la de Finney)

En 1993 vino un segundo remake del, a mi juicio, sobrevalorado Abel Ferrara. En éste lo mejor eran sus ya avanzados efectos especiales.

Y por último, como ya he citado anteriormente, hemos tenido “Invasión”, protagonizada por dos estrellas de Hollywood como son Nicole Kidman (o un duplicado suyo de cera, quién sabe...) y Daniel Craig (el último Bond). El director a cargo fue Oliver Hirschbiegel (El Hundimiento), aunque a la cinta se le añadió metraje por orden misma de los productores, que no quedaron convencidos del todo con el montaje final del alemán.


Además de los numerosos/demasiados remakes, la cinta de Siegel sirvió de inspiración a otras películas como la satírica y tronchante “Están vivos” del Maestro Carpenter o esa especie de versión teen que Robert Rodríguez dirigió a finales de los 90 con el nombre de “The Faculty” (francamente entretenida, a mi gusto).

También David Twohy, director de la estupenda Pitch Black, hizo su particular versión con la fallida “Han llegado”, protagonizada por un Charlie Sheen ya en horas bajas.


Tema a parte y con el que ya finalizo este post-avance, son las series de tv que surgieron también con una propuesta calcada a la de estos films.
Entre ellas destacan principalmente “Los Invasores”, creada en 1967 por Larry Cohen y de la que siempre recuerdo la forma en que morían los “visitantes”: tornándose sus cuerpos de color rojo y desapareciendo sin dejar rastro alguno (lo que dificultaba la posibilidad de demostrar la invasión).

En el 95 se realizó una especie de continuación en forma de miniserie que constaba de 4 episodios. Estaba protagonizada por el curtido en ci-fi, Scott Bakula (el prota de la olvidada y reivindicable “Quantum Leap/A través del tiempo”).

También muchas aventuras de los Agentes Mulder y Scully de “Expediente X” bebieron de la misma fuente.

Las últimas incursiones en el tema vienen por parte de “First Wave” (conocida en España como “El elegido”), una producción de Francis Ford Coppola de la que, aunque no haya visto demasiados capítulos, podría decirse que es casi lo mismo, sinó lo mismo, que la serie de Cohen.


Y por último tenemos “Invasión”, una serie que desgracidamente se dejó inconclusa al cancelarse antes de finalizar su primera y única temporada. ¿Motivos? Ser emitida en USA de madrugada y después de “Lost/Perdidos”, lo que hizo que tuviera una audiencia bastante pobre.
Y para un servidor es una lástima, porque además de ser una serie entretenida y cargada de intriga, aportaba ideas muy interesantes en un tema que otros se habían limitado a repetir sin originalidad alguna.


Aquí concluyo el avance. Intentaré en la medida de lo posible intercalar críticas de otras películas para que el ciclo no se haga demasiado pesado.


Propicios días ;)

lunes, 21 de enero de 2008

"La Criatura Perfecta" (2006) - Glenn Standring

Esta coproducción anglo-neozelandesa es una nueva vuelta de tuerca al tema vampírico, y en ella se mezclan las constantes de este (maltratado) subgénero junto con elementos de ciencia-ficción.

Nos encontramos ante unos hipotéticos años 60 -con el aspecto de los años 30- en el que humanos y vampiros conviven en pefecta armonía. Pero esta armonía corre el peligro de quebrarse cuando uno de estos vampiros empieza a matar humanos indiscriminadamente.
Para capturarlo, una brigada de policía humana contará con la ayuda de un vampiro que conoce a la bestia perfectamente, pues no es otro que su hermano.


La premisa es original y atractiva, especialmente lo primero teniendo en cuenta que surge de la mente de su guionista y director Glenn Standring y no de un libro, cómic o videojuego, como suele ser habitual.

En esto mundo creado por Standring los vampiros son el resultado de los experimentos de un alquimista del siglo XV que pretendía erradicar la peste y otras enfermedades de la época. La alteración en el ADN humano da origen a esta nueva raza de seres que, además, traerán la cura a la humanidad. Pero para evitar que algunos humanos incrédulos los aniquilen, el alquimista decide crear una especie de Hermandad en la que estos puedan vivir en paz.

Pasados 300 años, momento en el que se desarrolla la historia “La criatura perfecta”, los humanos y los vampiros han aprendido a convivir juntos, ayudándose mutuamente. Los primeros proporcionan el alimento necesario para que los segundos puedan subsistir, es decir, sangre; y éstos les ayudan a erradicar las enfermadades. Precisamente, para que no surgan nuevos brotes o nuevos virus, se prohibe toda experimentación genética.

Sin embargo, ese resistente equilibrio se ve amenazado cuando un hermano -así se denomina a los vampiros- empieza a cazar humanos sin razón alguna. Su nombre es Edgard y sus motivaciones no son otras que crear una nueva raza de vampiros que someta a la raza humana.


Edgard experimentaba en secreto con ADN para que su raza puediera procrear de nuevo, pues en estos últimos 300 años no ha nacido ningún vampiro más. En vez de eso, lo único que consigue es crear una nueva mutación que convierte al vampiro en una bestia ávida de sangre. Edgard es, además, el portador de este nuevo virus y no dudará en espacirlo por toda la ciudad.

Su hermano Silus (Dougray Scott), un respetado miembro de la Hermandad, intentará darle caza en solitario, pero tras los nulos resultados, finalmente colaborará con la policía, intentando ambos mantener en secreto la misión para que no cunda el pánico y no se rompa la tregua entre ambas razas.

Entre los miembros de la policía destaca Lilly (Saffron Burrows), que entablará una relación especial con Silus.


Lo más destacable de esta particular cinta es, pese al aparentemente limitado presupuesto, su ambientación. Ese aire retro-futurista (muy similar a ese joya que es “Dark City”) con un toque sombrío y decandente (al estilo “Blade Runner”) dotan a la película de un halo misterioso que se adhiere perfectamente a la historia que se nos cuenta.
El problema es que dicha historia, por muy interesante que nos pueda resultar, va perdiendo fuelle a medida que avanza la trama y eso es problema de un guión poco consistente, que además dota a los personajes de una frialdad que aleja al espectador de cualquier posible empatía con ellos.

Todo se desarrolla como a trompicones, como si a la película le faltara metraje desechado en alguna sala de montaje. Tampoco ayuda que el director no sepa imprimirle algo más de ritmo y unidad al asunto.
Sobre lo primero, podemos decir que la película se hace un tanto lenta y empalagosa, pese a que no dura más de hora y media. Y en lo segundo, parece que Standring no acaba de decidirse por un tipo de filmación en concreto, ya que pasa de secuencias hiperveloces a otras a cámara lenta tipo “Matrix”, como lo del tiempo bala que tan de moda puso la cinta de los Wachowski (aunque ya aparecía en la citada “Dark City”, película de la cuál los hermanitos copiaron muchísimo)


Aunque haya coherencia en los acontecimientos y tiempo suficiente para poder desarrollarlos (tampoco es que sea muy complicada la trama), algunos temas quedan un tanto descolgados.
Los sentimientos de Silus hacia Lilly tienen un peso importante, pero no están lo suficientemente bien explicados como para que podamos comprender las acciones y reacciones de los personajes. Por decirlo de otra manera, el amor y la correspondencia del mismo se me antojan muy repentinos y funcionan más como macguffin que no otra cosa, es decir, una manera de propiciar y justificar los posteriores actos del enemigo de turno.

Las escenas de acción también están rodadas con muy poco brío y por momentos hasta torpes (la pelea final entre Silus y Edgard no podría ser menos insatisfactoria)

Tampoco las interpretaciones del reparto ayudan demasiado ya que parece que no estén muy por la labor.

Saffron Barrows no está muy inspirada y eso impide cogerle cariño, algo básico si va a ser la protagonista y nuestra heroína.

Dougray Scott se muestra hierático durante toda la película, algo ya habitual en el actor, pero que aquí se acentua hasta el extremo. Desde luego, su personaje pedía una mayor expresividad para dotarlo de esa humanidad que el guión clama a gritos pero que Scott no transmite ni a ostias.

Ni Leo Gregory como loco vampiro cuativa en exceso. Al principio promete bastante, pero luego su aura maligna se diluye como gotas de agua en un charco de sangre.

Quizás el más apañado sea Scott Wills, el compañero de Lilly. Aunque su personaje está más visto que el tebeo, por lo menos el actor le da cierta credibilidad.


Si cogiésemos una coctelera y mezclaramos en ella un poco “Underworld”, “Van Helsing”, “Ultravioleta” y “Matrix”, tendriamos como resultado “La criatura perfecta”, una película interesante pero fallida, en donde su director presta más atención a lo visual que a lo argumental y cuyos personajes no calan en el espectador.

De todas formas, es muy probable que encuentre entre el público un pequeño séquito de fans que la encumbren al estatus de obra de culto, por aquello de estrenarse con retraso (se supone que es del 2004 y no del 2006), pasar desapercibida en taquilla y aportar una idea fresca a un tema -el de los vampiros- que en estos últimos años no ha dado más que bodrios del calibre de “Blade Trinity”, “Van Helsing” o la infecta “Drácula 2001”.


Aunque finalmente no sea una película lograda, tampoco se puede decir que sea un bodrio ni que su visionado suponga una pérdida de tiempo absoluta, o almenos no lo ha sido para un servidor.
La verdad es que la historia prometía y quizás con otro reparto y un director más competente hubieramos tenido una buena película de vampiros, que falta nos hace (a la espera estoy que llegue “30 días de oscuridad”...)

Por el momento queda como una curiosidad entre tanto remake, secuela y refrito de historias ya conocidas y mil veces vistas. A falta de originalidad en Hollywood, bienvenido sea un poco de aire fresco en la cartelera, aunque sea más una peli de videoclub y aunque luego los resultados no sean del todo satisfactorios (peor hubiera sido con Uwe Boll tras la cámara)


Valoración personal:

martes, 15 de enero de 2008

"El último hombre sobre la Tierra" - Sidney Salkow, Ubaldo Ragona (1964)

Esta co-producción italoamericana fue el primer intento de llevar al cine la novela de Richard Matheson. Para ello, se contó con el protagonismo de un Vincent Price ya experimentado en el campo del terror y el fantástico, que servía además de reclamo para el público.
No obstante, la película no tuvo demasiado éxito y fue tildada por la crítica de mediocre.

Con el paso del tiempo, esta versión de Sidney Salkow y Ubaldo Ragona (más del primero que del segundo) está considerada, pese a algunos cambios en la historia, como la más fiel al libro. Viendo las posteriores versiones ya reseñadas en este blog, no dudo de tal afirmación.
Es curioso que siendo ésta la que más se acerca al espíritu de la novela, sea la que el propio Matheson rechazó. Y es que su guión fue posteriormente reescrito, algo que no agradó en absoluto al escritor y de ahí que acabara firmando con el seudónimo de Logan Swanson.


No se puede decir que sea una gran película, pero si tiene unas innegables virtudes que la hacen digna de ser recordada. Aún contando con escasos medios se consiguió darle ese toque apocalíptico. Los planos generales de la desierta ciudad plagada de cadáveres o esa apagada fotografía en blanco y negro consiguen transmitir la sensación desoladora que invade al propio personaje.

Vincent Price logra encarnar sin problemas a un Robert Morgan (aquí no mantuvieron el apellido Neville) astiado por la soledad y el aburrido y monótono transcurso del tiempo. A la luz del día, recorre las calles en busca de provisiones, especialmente gasolina y ajos. Esto último, junto a los espejos, lo usa para auyentar a las terribles bestias que han sucedido a la raza humana en la colonización del planeta.
Estos seres estan a camino entre un vampiro y un zombie. Por un lado, temen reflejarse en los espejos y no sorportan el hedor del ajo ni la luz del sol, y al igual que los vampiros, también se les mata con estacas en el corazón (estacas que el propio Morgan fabrica en casa). Por otro lado, su parentesco con los zombies radica en su lentitud y aspecto haraposo.
Su presencia supone una molestia a la que Morgan ya se ha habituado (no tiene otro remedio). Protege su casa con tablones, que junto a los ajos y los espejos, impiden la entrada de estos seres.


Mediante un único y extenso flashback, se nos cuenta el origen de estos seres, que no son más que el resultado de un exraño virus que ha afectado a toda la población. También conocemos la anterior vida de Morgan como un científico que vivía con su esposa e hija y que trataba por todos los medios erradicar la maldita enfermedad.
Sin embargo, sus intentos no obtuvieron resultado alguno y poco a poco la raza humana, tal como la conocíamos, empezó a exintiguirse. La debilidad física y la ceguera eran los primeros síntomas de la afección, y un abatido Morgan fue testigo de como ello afectaba a su propia familia sin poder hacer nada al respecto.

El sentimiento de impotencia acompañará a Morgan durante toda la película. La única forma de mantener el recuerdo vivo es visionando viejas cintas o visitando la “simbólica tumba” de su esposa. Y digo simbólica porque todos los infectados, por orden estricta del gobierno, son quemados en fosas comunes para intentar, inutilmente, contener la plaga.
En el caso de la esposa de Morgan suponemos que éste, tras negarse a quemarla y ésta “revivir” después de su muerte, le clava una estaca y le da una sepultura digna.

Morgan es el único superviviente de la catástrofe y aún o sabe muy bien por qué. Tiene una teoría, pero ni a él ni a un servidor le convencen demasiado.
Su esperanza aparece como por arte de magia cuando encuentra a otra superviviente. Desgraciamente, la suerte de éste no mejorará dados los posteriores acontecimientos. Y es que dicha superviviente no es más que otra infectada que logra contener algunos síntomas de la afección mediante unas inyecciones de sangre desfibrilada (según palabras del propio personaje). Ella, junto a otros de su misma condición, forman una nuevo grupo que de algún modo pretenden repoblar la Tierra como la nueva raza surgiente del virus. Desean exterminar a los vampiros que deambulan por las calles, pero también pretenden desahacerse del último humano que queda, y ese no es otro que Morgan.


Por último, y ya concluyendo este repaso a las adaptaciones de la novela “Soy Leyenda”, decir que esta versión es bastante difícil de conseguir y que un servidor sepa, no tiene edición en dvd en España. Podría ser incluso que sea una película inédita en nuestro país.

Corre por la red una versión en V.O.S., para quien pueda interesarle conocer y comparar las tres versiones existentes de la obra de Matheson.

De todos modos, espero que estas reseñas os hayan servidor para haceros una idea sobre las semejanzas y parentescos que hay no sólo con la novela, sino entre ellas mismas. Cada una es, al fin y al cabo, la visión de un mismo relato según la época en que se ha rodado y su mira comercial para con la misma. Mientras la Price se mueve dentro del terror y el suspense, la de Heston es más una cinta de acción. Y aunque todo apuntaba lo contrario, la última versión con Smith es más intensa en el tono dramático que en la acción, aunque eso sí, guarda muchos más puntos en común con la del 71.

Decidir cuál es mejor dependerá de los gustos de cada uno, aunque pienso que tanto una como otra tienen sus virtudes y sus defectos y que en general son un notable ejemplo de películas de género.


Valoración personal:

jueves, 3 de enero de 2008

“El último hombre...vivo” (1971) - Boris Sagal

Como resultado de una devastadora guerra bactereológica entre Russia y China, la humanidad se ha convertido en una especie en peligro de extinción.

El silencio se ha apoderado del planeta. Los cadáveres putrefactos se esparcen por calles y establecimientos. Las ciudades, vacías y desgarbadas, adquieren un matiz fantasmagórico.
En medio de este apocalíptico mundo se encuentra Robert Neville (Charlton Heston), un superviviente al terrible virus que ha asolado nuestro mundo.

De día, Neville mata el tiempo recorriendo las solitarias calles de Los Ángeles, rifle en mano y disparando a cualquier cosa que se mueva y le resulte sospechosa. Y es que nuestro último hombre vivo no está solo. Unas criaturas que emerguen en la oscuridad de la noche le acechan constantemente en cuanto el sol se oculta.
Estas criaturas antes eran hombres y mujeres como nosotros, pero el virus les hizo mutar en extraños seres albinos que temen la luz y que desprecian cualquier cosa que les recuerde al mundo moderno al que antes pertenecieron.
A la luz del día, Neville se convierte en su exterminador, pero por la noche él es la presa a batir.


Siendo la segunda vez que se adaptaba la obra de Matheson, lo suyo hubiese sido acercarse más el tono profundo, melancólico y catastrofista de la novela. No obstante, los guionistas, responsables entre otras cosas de la quinta y última entrega de la saga de los simios, “Batalla por el planeta de los simios”, decidieron obviar esos elementos y, según ellos, modernizar el relato.

Por un lado, se cambiaron los vampiros de Matheson por unos mutantes de aspecto albino (bastante cutres, por cierto) que temen la luz y que odian a Neville por ser algo que les recuerda a su pasado más inmediato. Para ellos, Neville es lo que queda del hombre autodestructivo que dominaba la Tierra.

Los mutantes, que se hacen llamar “La Familia” y que se tratan entre ellos como “hermanos”, quieren acabar con este humano que personifica la corrupción del ser, el último hombre de la era tecnológica. Para ello, no hay nada mejor que cazarlo y quemarlo en una hoguera.
El fuego les sirve para purificar a aquellos que como Neville, resisten al ataque del virus y también aquello que estos respresentan (todo tipo de electrodomésticos y demás)


La religión es un elemento implícito en la historia, con una evidencia descarada en varios momentos de la película.
Por un lado, tenemos a unos infectados que a modo de secta y vistiendo ropajes estilo monje, proclaman su raza como la nueva dominadora del mundo. Sus ideales fundamentalistas chocan con la visión de un Neville amparado en la tecnología como único medio de supervivencia (se refugia en su casa debidamente fortificada y acondicionada tecnológicamente, utiliza el rifle como arma de defensa, etc)

El odio hacia a Neville y al viejo mundo les empuja arrasar todo cuanto está a su paso.
Condenados a ocultarse de la luz, viven como una gran manada en los sitios más reconditos de la ciudad.

Por otra lado, tenemos el personaje de Heston, que se erije como una especie de salvador de la humanida, un mesías que traerá la cura y el renacer de nuestra civilización. Todo ello, eso sí, adaptado a unos tiempos (los setenta) donde el movimiento hippie causaba furor entre las masas.

Hay un momento del film en el que una ingenua niña le pregunta a Neville si él es Dios, a lo que él responde con un desorientado silencio. Si bien la cinta trata de mostrarnos a éste como un rudo y aguerrido salvador de una forma más o menos evidente, el final no deja duda alguna de sus claras connotaciones, con un Neville que yace moribundo en una postura que simboliza la crucificción de cristo. Ese evocador y esperanzador final en el que aún quedan supervivientes para repoblar la Tierra, nos viene a decir que Neville es el hombre que se sacrifica por el bien del resto de la humanidad.


Pero no nos engañemos, pues a pesar de estos símiles y esas connotaciones religiosas, la cinta de Boris Sagal no deja de ser una película de acción (más que de ciencia-ficción) post-apocalíptica para lucimiento de un Charlton Heston que se pasa casi todo el tiempo enseñando sus peludos pectorales.
La soledad y la frustración del protagonista son tratadas de una forma superficial. Sus inquietudes se reducen a aniquilar a los infectados, recordar y añorar viejos tiempos y practicar el coito con otra superviviente.

El estilo setentero se apodera de la película y la influencia del cine blaxploitation es más que evidente, especialmente por el carácter y la raza de la co-protagonista feminina, Lisa.

Sagal realiza una correcta dirección, aunque habiéndose curtido en el mundo televiso, la película no deja de antojársenos una tanto obsoleta incluso para su época. Y como película de acción que es, las escenas más trepidantes, como los ataques de los infectados, dejan bastante que desear.

Sin embargo y a pesar de su limitado presupuesto, el director saca partido de las panorámicas de la ciudad para crear ese ambiente desolador que aflige al prota (se rodaron a primera hora de la mañana y durante los fines de semana, lo que supuso un ahorro en decorados). La carencia de recursos tan sólo hace mella en el casposo aspecto de los infectados, además de tener una apariencia demasiado sectaria como para tomárselos en serio o simplemente temerlos.

Aún con sus defectos (en materia de guión, la forzada mutación de Lisa) y su reprochable carga religiosa, se trata de una película entretenida y en cierto modo básica para entender algunos de los valores de la sociedad de los setenta (la relación interracial entre Neville y Lisa o cuando el primero está viendo Woodstock en un cine, son elementos a destacar). Eso no quita que la obra de Matheson quede reducida a las cenizas.


Valoración personal: