miércoles, 29 de abril de 2009

¡Pliskeen chatea con Alex Proyas!


Tal como reza el título, un servidor tuvo la gran oportunidad, junto a otros afortunados, de realizar un breve chat con el director Alex Proyas, responsable de esas dos joyitas del género fantástico que son “El Cuervo” y “Dark City”, o más recientemente, la entretenida –aunque irregular- “Señales del futuro/Knowing”.

El evento fue organizado por DeAPlaneta, y a través de varias webs colaboradoras, entre ellas Scifiworld, se realizó un concurso que consistía en enviar cuatro preguntas -o cinco, dependiendo de la web- que a los posibles participantes les gustaría hacer al director.

Envié mis cuatro preguntas y días más tarde me llamaron para informarme de que había sido uno de los seleccionados para participar en el susodicho chat. Me dieron instrucciones, fecha y hora, y allí estuve como un clavo, preparado –no sin nervios- para la ocasión.

Debido al ajustado tiempo (una hora de duración) y a la cantidad de participantes (un total de 10), mis cuatro preguntas fueron reducidas a tres, si bien una vez iniciado el chat y debido a dificultades técnicas, sólo dos de ellas llegaron a formularse y a ser contestadas por el sr. Proyas. Aún así, fue una grata experiencia que nunca olvidaré, y que me gustaría compartir con todos vosotros, mis fieles lectores.

Las preguntas que pude realizar fueron:

¿Teme usted terminar sometido a los designios de los productores, ante la dificultad de llevar a cabo proyectos personales en una industria cada vez más preocupada por hacer negocio?

¿Dracula: Year Zero es más un sueño lejano o una realidad próxima?


Y estas son las preguntas que se quedaron en el tintero:

¿Qué opina de Matrix, película que, en mi opinión y en la de muchos otros, plagió descaradamente no pocas cosas de su magnífica Dark City?

¿Tras los incesantes remakes, secuelas e innumerables adaptaciones de cómics, cree que aún quedan en Hollywood suficientes personas capaces de ofrecer historias novedosas al público?


Para conocer las respuestas a esas cuestiones y a otras tantas que se le hicieron al director, tan sólo tenéis que acceder a la transcripción en español que os dejo en el siguiente enlace:

http://www.scifiworld.es/articulos.php?id_articulo=656

Hubiera deseado publicar la transcripción directamente en mi blog, si bien he preferido ser cauto y evitar así infringir algún tipo de copyright; por ello enlazo directamente a la web colaboradora. No obstante, los comentarios que queráis hacer, podéis dejarlos aquí. También me gustaría conocer vuestra opinión sobre el director y/o qué preguntas le hubierais hecho vosotros.


Saludos ;)

lunes, 20 de abril de 2009

"The Deaths of Ian Stone" (2007) – Dario Piana


Muchas veces topamos con películas de las que apenas sabemos nada; sus actores no son demasiado conocidos y/o el director o el guionista no son una referencia segura. No obstante, algunas veces esas películas tienen un argumento tan curioso, que decides echarles un vistazo y arriesgarte.

Algo así es lo que me ha sucedido con The Deaths of Ian Stone, una cinta que no llegó a estrenarse en España, pero que sí lo hizo de forma limitada en EE.UU. en el After Dark Horrorfest de 2007. Para los que no lo sepan, el After Dark Horrorfest es un festival de cine de terror independiente que se lleva celebrando cada año desde el 2006, y en el que se distribuyen, durante unos días y de forma limitada, una serie de películas de terror independientes, de las cuales la mayoría terminan apareciendo directas a dvd.

Visto lo visto, no es un festival en el que destaque la enorme calidad de las producciones, pero siempre se puede encontrar alguna que otra cinta que deje un buen sabor de boca.


La premisa de The Deaths of Ian Stone es de lo más intrigante, y se centra en el personaje de Ian Stone -valga la redundancia-, un joven que parece condenado a morir y revivir continuamente, día tras día, sin poder hacer nada para evitarlo. Con cada muerte, Ian reaparece en una nueva vida, sin recordar la anterior. Hasta que un día, un insólito personaje tratará de guiarle por el buen camino.

Estamos ante una de esas películas extrañas, cuya intriga nos atrapa desde el primer momento y ya no nos suelta hasta el desenlace. El misterio de la trama se nos va revelando a cuentagotas a lo largo del metraje, y no es hasta bien llegado el final, cuando empezamos a comprender todo lo que está sucediendo. La historia nos desconcierta sobre todo al principio, pero a medida que avanzan los minutos, vamos atando algunos cabos.

Puede que su sinopsis nos recuerde en cierta a manera a esa joyita de los noventa titulada "Atrapado en el tiempo (Groundhog Day)", sin embargo, al poco rato de empezar, nos damos cuenta que nada tienen que ver la una con la otra, aunque compartan algunos rasgos. No es ni tan siquiera una versión macabra de aquella, ya que ésta tiene su propia identidad. Incluso podría haber surgido de la mente del mismísimo Clive Baker, aunque no es el caso, pues se trata de una historia original del guionista Brendan Hood.


El por qué de todo, más un buen suspense y unas correctísimas interpretaciones, es lo que nos mantiene atentos a la pantalla. El desconcierto del protagonista está la par que el del espectador, es decir, que Ian va aclarando el misterio al mismo tiempo que nosotros, y eso nos permite implicarnos en la historia en un mayor grado.

La agonía de Ian va en aumento a cada muerte, a cada resurrección. Cada vida es peor que la anterior y el desgaste de Ian es mayor, pero poco a poco empieza a recordar parte de las anteriores vidas, y eso le permite llevar cierta ventaja.

No puedo revelaros más datos de la trama, ya que es mejor ir descubriéndola por vosotros mismos. La mezcla de thriller y terror funciona bastante bien. Se hace entretenida en todo momento, y a cada paso que da, nos va sorprendiendo un poco más. El descubrimiento del enigma podrá gustar más o menos, pero por lo menos se puede decir que resulta original, aunque tenga elementos que nos recuerden a otras películas (un poco de Dark City, por lo de las distintas vidas, o a Matrix, por las vestimentas de los perseguidores de Ian, por ejemplo)

Reitero lo de “película extraña”, porque al igual que “Donnie Darko” o “El efecto mariposa”, tanto te puede gustar como no. Puede parecerte una tomadura de pelo o puede sorprenderte para bien. En mi caso, diría que es uno de los films más curiosos con los que me he topado últimamente, dentro del género fantástico y de terror. Valoro muy positivamente su originalidad (dentro de lo que cabe), su cuidada puesta en escena (además de unos correctos efectos especiales obra de Stan Winston Studios) y su capacidad para mantenerme intrigado y expectante en todo momento. El reparto, aunque no muy conocido, cumple con su cometido, y el entretenimiento está asegurado si dejas llevarte por la historia. Tiene sus clichés y bebe un poco de otras películas, pero de seguro no dejará a nadie indiferente.

Es por ello que voy con cautela a la hora de recomendarla. No me ha causado el mismo entusiasmo que las ya citadas “Donnie Darko” y “El efecto pariposa” (dos películas que particularmente, me encantaron), pero está en su misma línea de aceptación y accesibilidad. Si este tipo de cine no os atrae demasiado, el film de Dario Piana probablemente no sea la excepción. Si por el contrario, y aún a riesgo de salir decepcionados, es provoca cierta curiosidad, entonces comprobad por vosotros mismos si realmente merece la pena o no.

Para ser una de esas cintas que terminan en las estanterías del videoclub, la verdad es que es bastante superior a la media y a muchas otras que sí se estrenan en nuestras carteleras.



Valoración personal:

martes, 14 de abril de 2009

“Dead Snow” (2009) - Tommy Wirkola


Teniendo en cuenta que en los últimos años el subgénero zombie se ha puesto muy de moda, cada vez más hay que ir con pies de plomo para distinguir la calidad de entre la imperante mediocridad. No todo lo que reluce es oro, así que no toda película con no-muertos de por medio tiene nuestro gozo asegurado.

La temática zombie se está haciendo muy fuerte sobre todo dentro de la serie B y la serie Z. Con muy pocos medios, sangre a borbotones y algún que otro argumento descabellado, tenemos película al canto. Pero de vez en cuando, entre tanto subproducto de escaso interés, sobresale una película que por los motivos que sea, capta nuestro interés. Y ese es el caso de “Dead Snow”, una cinta de serie B procedente de la gélida Noruega, y cuyo mayor reclamo son un grupo de zombies nazis (sic) deseosos de hincarle el diente a unos jóvenes excursionistas.

El punto de partida es simple y tópico hasta la médula (como casi toda la película). Un grupo de amigos decide pasar unos días de fiesta en las nevadas montañas de Oksfjord (Noruega), instalándose en la cabaña de la novia de uno de ellos. Todo son risas, cerveza, cachondeo y algo de sexo, hasta que un tipo misterioso, salido de la nada, aparece para contarles una terrorífica historia que tiene que ver con el lugar. Los jóvenes procuran no tomarse demasiado en serio las advertencias del extraño, quién sugiera que el lugar está maldito desde tiempo atrás.

Sin embargo, pronto las palabras del misterioso individuo empezarán a tener a sentido…


No es la primera vez ni tampoco será la última, que los nazis se convierten en decrépitos zombies sedientos de sangre. Sus orígenes datan ya de los años 70 y 80, con casposas producciones como Shock Waves (1977) o la francesa Le Lac Des Mors-Vivants (1980). Si bien la ya comentada “El Bunker” (reseña aquí) sería uno de los ejemplos más recientes de esta corriente zombie-nazi.

En todo acaso, la particularidad de Dead Snow reside en su procedencia noruega, ya que pocos son los films de dicho país que consiguen causar un poco de revuelo en la blogosfera (la correcta “Cold Prey” sería uno de esos casos aislados). Pero gracias a su bizarro argumento y a un tráiler prometedor, la película de Tommy Wirkola ha conseguido llamar nuestra atención y crear una notable expectación entre los aficionados al subgénero zombie. Obviamente, las distribuidoras de nuestro país tienen la mirada tan puesta en la industria yanqui, que difícilmente este tipo de películas lleguen a aterrizar en nuestras carteleras. A lo sumo y con un poco de suerte, llegan directas a DVD. De todas maneras, la cinta en cuestión tampoco es que vaya más allá de ser un simple y simpático producto de videoclub para echarse unas risas como los amiguetes (o a solas, si así se tercia)


Los primeros minutos son el obligado preámbulo en el que se nos pone en situación y se nos presenta a los personajes. Teniendo en cuenta que los protagonistas son un grupo de jóvenes, es de cajón que la mayoría de los diálogos sean banales y a menudo referidos al tema del sexo o del ligoteo. Aún así, Wirkola consigue que los personajes, entre los que se incluye un friki del cine de terror, nos resulten hasta simpáticos. Y es que a aunque sean simple carnaza para los zombies, es de agradecer que no sean el típico grupo de adolescentes borrachos, fumetas y con encefalograma plano a los que les deseamos la muerte nada más empezar. Incluso llegado el momento, todos harán acopio de sus fuerzas para hacer frente a la amenaza zombie. Cualquier objeto punzante a su alcance, se convertirá en un arma infalible para zurrar y acribillar a todo no-muerto que se cruce en su camino.


Gracias a que no se toma en serio a sí misma, a sus pinceladas de humor negro, a sus eventuales referencias cinéfilas y a su incontrolado gore, Dead Snow consigue caer en gracia, convirtiéndose en una divertida propuesta que consigue su objetivo primordial: entretenernos.

No por ello está exenta de ciertos errores argumentales. Por ejemplo, la presencia del extraño individuo está metida con calzador, justificándose como mera excusa para contarnos el escabroso pasado nazi del lugar, no encontrando sus guionistas un recurso mejor para hacerlo (un viejo diario o cualquier otro detalle, aunque poco original, hubiera sido más acertado que el incrustar a dicho personaje por la fuerza). El por qué el destacamento nazi termina convirtiéndose en zombies también queda sin resolver. Aunque la verdad, poco nos importa.

Pequeños detalles que hubiera que pulir, pero aún así, insignificantes para perjudicar el desarrollo de la trama. Quizás lo peor sea la torpeza con la que se filman algunas secuencias de acción y la excesiva fijación que tiene Wirkola por los intestinos. Pero por lo demás, la cinta entretiene a base de bien.


Guiños a Evil Dead I y II (atención al momento de la motosierra y la autoamputación), y a Braindead entre otros; gore a mansalva (litros de sangre salpicando la inmaculada blancura de la nieve) y momentos cómicos hilarantes, son los mayores alicientes de un cinta a la que quizás le podamos reprochar que deje lo mejor para el final. Eso sí, esa sádica traca final es bastante disfrutable y logra compensar la espera (aunque gracias a alguna que otra muerte y a ciertos momentos de lograda tensión dentro y fuera de la cabaña, tampoco se puede decir que su primera hora se haga pesada, ni mucho menos)

Tras debutar con una parodia del Kill Bill de Tarantino (y que prefiero ahorrarme), Wirkola sorprende con una descabellada y sangrienta película de zombies nazis que hará las delicias de todo buen aficionado al terror cómico y sobre todo al gore. Ahora bien, tampoco hay que exaltar en demasía sus cualidades, pues dejando de la lado su nacionalidad, no deja de ser un producto un tanto chorra con el que pasar un buen rato. Sus humildes pretensiones se ven cumplidas, así que esperemos que el director siga en esta misma línea en sus futuros trabajos. Por cierto, ¿alguien duda que, con o sin él, caiga una secuela de Dead Snow? Pues eso.



Valoración personal:

jueves, 9 de abril de 2009

"Señales del futuro (Knowing)" (2009) - Alex Proyas


Mucho ha llovido desde la genial “El cuervo” y la magnífica “Dark City” (peliculón que se mea, con perdón, en Matrix). Después de tan notables trabajos, Alex Proyas despertó el interés de los avispados productores de Hollywood, y sin abandonar la ciencia-ficción, se embarcó en un gran proyecto, “Yo, Robot”, adaptación de una novela de Isaac Asimov. La idea fue convertir dicha adaptación en un espectacular blockbuster para puro lucimiento de su estrella protagonista, Will Smith. Y en base a eso, Proyas cumplió con creces el encargo de los productores (no es que me entusiasmase en exceso, pero entretenida lo era un rato), si bien parece que su experiencia bajo el mando de la Fox no le dejó muy contento.

Así que tras rechazar la dirección del spin-off de Silver Surfer para la citada productora, Proyas se embarcó en otro producto destinado a barrera las taquillas, Knowing, película que ahora toca reseñar.

La historia de este film nos sitúa primeramente en 1959, en un colegio en el que los estudiantes depositan dentro de una cápsula del tiempo varios dibujos que representan el mundo que ellos creen que les esperará en un futuro. Lucinda, una de las niñas, en vez de realizar un dibujo, guarda en la cápsula un papel que ha llenado de números. Cincuenta años más tarde, en pleno aniversario del colegio, la cápsula del tiempo es desenterrada y Caleb (Chandler Canterbury), el hijo de John Koestler (Nicolas Cage), un profesor de astronomía viudo, acaba recibiendo la misteriosa nota de Lucinda. Pronto y de casualidad, su padre descubrirá que esos números esconden predicciones escalofriantes, algunas de las cuales han ido sucediendo con el paso de los años, y otras que están a punto de ocurrir.

A partir de ese momento, John tratará de averiguar qué hay detrás de tan misterioso papel, quién era Lucinda y cómo llegó a escribir esos números prediciendo catástrofes futuras. Y deberá resolver el enigma antes de que sea demasiado tarde…


La premisa de la cinta es bastante interesante, y en casi todo momento Proyas se mueve dentro del thriller fantástico como pez en el agua, manejando muy bien el suspense y haciendo uso de la pirotecnia cuando toca y sin abusar. El problema es que llegado un punto, el guión empieza a hacer aguas por todos partes, y la única forma de resolver la papeleta es estirar un poco más el misterio y colarnos alguna otra escena espectacular para reactivar nuestro interés por la trama.

La mezcla de géneros (thriller, fantástico, ciencia ficción, catastrófico…) no termina de encajar a la perfección, aunque Proyas hace todo lo posible para que el film no se hunda en un cúmulo de sin sentidos.

La película va al grano nada más empezar. Una vez cae el dichoso papel en manos de John (Cage), éste resuelve el enigma que esconden los números en un santiamén, haciendo las comprobaciones pertinentes e informando del asunto a todo aquél que cree que puede ayudarlo, en menos de 24 horas. Como ya he indicado en la sinopsis, los números que escribió Lucinda en el papel predicen catástrofes que en esos cincuenta años han ido sucediendo en diferentes partes del mundo en las fechas que ella indicó, y otras tantas que aún están por suceder. Son esas venideras catástrofes, las que el personaje de Cage tratará de descifrar y evitar.


Ahí encontramos las primeras “trampas” -por llamarlas de alguna manera- del guión, pues las catástrofes aún por ocurrir, sucederán bien cerquita de donde está Cage (para así poderse desplazar en coche hacia el lugar de los futuros hechos) y en un espacio de tiempo muy breve (toda la acción transcurre en cuestión de días). Ese apresuramiento en los acontecimientos le resta algo de credibilidad a la premisa, pero aún así resulta casi inevitable proceder de este modo, ya que de no ser así la trama se haría algo pesada y el suspense terminaría por agotarse demasiado pronto.

En el momento en que las cosas empiezan a ponerse feas (más aún si cabe), es cuando la intriga se deja un poco de lado y empieza la acción más frenética, con un Cage que va de arriba abajo intentando cuadrar las últimas piezas del puzle, y un vaivén de géneros que terminan por despistar al espectador. Escenas catastrofistas con espectaculares efectos especiales, seres que parecen salidos de algún capítulo de Expediente X y huídas frenéticas por la autopista, son algunos de los ingredientes que conforman el tramo final de la película.

El mayor problema es que todo el embrollo debería tener una sentido, un fin justificable, pero esto no es así, y las preguntas que cómo espectadores nos hacemos, parecen no tener respuestas coherentes.
SPOILER --- ¿Qué sentido tiene predecir tantas catástrofes si ni John ni nadie podrá evitarlas? (incluso su personaje llegar a hacerse esa misma pregunta en un momento del film) ¿Cuál es objetivo del papel con los números, aparte de asustar a Cage y ser totalmente inútil durante cincuenta años bajo tierra?
En cierto modo, su existencia puede deberse al intento, por parte de los “susurradores”, de que John comprenda que su rol no es el de salvador del mundo, si no el de liberador. Así pues, la única forma de convencerle quizás sea demostrándole que el fin del mundo es algo real y que el único modo de salvar a la humanidad es dejando que su hijo se marche con sus extraños salvadores. ¿Pero realmente la premisa del argumento era necesaria para llegar a ese fin, o no es más que un relleno para entretenernos sin cuestionarnos demasiado los por qués? Al fin y al cabo, a los niños los convencen sin problemas, y la resistencia de los padres no es, en ningún momento, un impedimento para llevárselos, ya que lo harán por las buenas o por las malas (en vistas de cómo los secuestran al final, no cabe duda de que el personaje de Cage no pinta nada en la historia, más que ser el catalizador través del cual nosotros la conocemos) --- FIN SPOILER

La esencia de la trama no es más que una excusa para tener a un grupo de personajes pasando unos apuros intrascendentes, y poder meter, de poder medio, un par o tres de escenas impactantes para el disfrute del espectador más palomitero. Siendo así, la labor de Proyas se nos antoja adecuada, ya que consigue mantener nuestra atención hasta el final. Pero el desenlace nos deja prácticamente indiferentes, ya que no sentimos apego por los personajes y todo lo que venga después, sabiendo ya de antemano como terminará todo, nos trae sin cuidado.


El suspense y un poco de espectacularidad mantiene nuestra mirada fija en la pantalla, pero una vez aclarado el misterio, lo único que nos queda son una par de escenas pretendidamente dramáticas, una secuencia destructiva impactante -aunque nada que no hayamos visto antes- digna del mejor Roland Emmerich (que de seguro, tendrá la oportunidad de emularla con su “2012”) y unas escenas finales vistosas y muy oníricas (el “panfleto” religioso está presente en toda la película sin disimulo, y la estampita final con el árbol de la ciencia del bien y del mal es ya toda una declaración de intenciones, que gustará más o menos dependiendo de vuestras creencias)

En cuanto al reparto, poco que decir. El hijo de John, Chandler Canterbury, es un niño sabiondo, repelente e inexpresivo como un robot sin pilas. La labor de Rose Byrne no es muy destacable, aunque al final su personaje opta por la histeria, y termina cayéndonos mal. Cage está en su línea; quizás algo mejor que en sus últimas apariciones en pantalla, pero muy lejos de ser el actor que una vez fue (de ahí que la relación padre-hijo que aquí vemos no resulte apenas creíble). De todas maneras, gracias a la labor de Proyas, podríamos considerar “Señales del futuro” uno de sus trabajos más decentes de los últimos años, pues sin ser buena, entretiene y te hace olvidar esas caritas de perro apaleado que tantas veces nos pone el actor.

Por tanto, “Knowing” se consume y se digiere tan fácilmente como se olvida. Suspense y algo de espectacularidad para una cinta que empieza mejor que acaba, y que a mí me ha dejado más bien indiferente. Por ello ansío que llegue pronto el “Drácula: Year Zero” de Proyas, porque parece que de momento su cine va menguando en calidad, en vez de aumentar (claro que yo la culpa se la echaría a los guionistas, y no tanto a él)



Valoración personal:

jueves, 2 de abril de 2009

"La Señal" (2007) - David Bruckner, Dan Bush, Jacob Gentry


Llevaba tiempo detrás de esta cinta, aunque también he ido retrasando su visionado para evitar influenciarme en exceso de los abundantes elogios recibidos durante su presentación en el Festival de Sitges del pasado año. Y es que es mejor evitar crearse expectativas para poder juzgar mejor la película en cuestión y, en última instancia, evitar una posible decepción. Además, la experiencia me dice que las opiniones globalizadas y los films premiados en festivales de cine son muy poco de fiar, y más en el caso de Sitges, que a cada año que pasa pierde, a mi juicio, mayor credibilidad.

Sin llegar a nuestras salas de cine, The Signal se ha abierto paso entre los fans del terror gracias a su curioso planteamiento: Una interferencia en la señal de los televisores transmite a través de las pantallas una serie de imágenes psicodélicas que una vez observadas, causan un grave trastorno en el cerebro y transforman a las personas en maníacos homicidas.

A partir de este punto, aquellos que no hayan sido afectados por la señal, iniciarán una carrera por la supervivencia, haciendo frente a todo aquél que les acerque con malas intenciones. Si bien llegará un momento en el cuál será difícil distinguir los que matan por enloquecimiento de los que matan por defenderse y sobrevivir.


La historia se apoya básicamente en tres personajes que conforman un trío amoroso. Y a través de ellos somos testigos del caos y la desesperación durante las primeras horas que transcurren tras la emisión de la señal.

Los artífices de esta película son David Bruckner, Dan Bush y Jacob Gentry, quienes han dividido la historia en tres partes, escribiendo y dirigiendo cada uno de ellos una parte distinta. Y ahí es donde radica el mayor error del film, ya que cada uno lleva la historia por el camino que le interesa, y aun manteniendo una trama unificada, los tratamientos son tan opuestos que chirrían entre sí, desconcertando y saturando al espectador a más no poder.

Bruckner es el responsable del primer y mejor segmento. Esta primera media hora introductoria nos presenta a los personajes y nos muestra el inicio del caos en un punto concreto de la ciudad, con unos personajes a los que seguiremos la pista hasta el final.
Cuando la señal empieza a afectar a todos aquellos que se encuentran frente al televisor, es cuando se desata la catástrofe. La cinta se vuelve violenta, radical y altamente perturbadora. La angustia se apodera de los protagonistas y del espectador, haciendo difícil diferenciar quien se ha vuelto loco y quién lucha por permanecer cuerdo y vivo. Es entonces cuando seguimos a nuestra protagonista en su huída por las calles, intentando ignorar todo cuanto acontece a su alrededor. La joven procura aislarse de la locura, del infierno que a su alrededor se ha desatado sin causa lógica.


Desgraciadamente, todo el clímax conseguido en esta primera parte se va al traste con un segundo tramo (esta vez a cargo de Dan Bush) absurdo y cargado de un chocante humor negro que, de haber sido así des de un principio, nos hubiera parecido hasta divertido, pero al ser la continuación directa de algo diametralmente opuesto, no hace sino descolocarnos, crisparnos y sobretodo, aburrirnos.

Perdemos de vista a nuestra protagonista y nos centramos en su perseguidor. La historia se desarrolla en una casa, con mucho gore y situaciones delirantes que, como ya digo, llegan a cansar y mucho. Además, las “reglas” establecidas en lo que a la locura y al comportamiento de los afectados se refiere, cambian al antojo del director, perdiendo el mejor hilo conductor de la trama, la “infección”. El cambio de enfoque explota en nuestra cara, sin previo aviso. Y aunque sus responsables lo pretendan, la mezcla no funciona de ninguna de las maneras, siendo ese insulso tramo, responsable de casi agotar nuestra paciencia.


Entonces llega la tercera y última parte, donde parece que se recupera parte del ambiente malsano del inicio. Lamentablemente, su responsable Jacob Gentry ya no sabe hacia dónde dirigir una trama que parece ahogarse en su propio charco de sangre. Se rescatan personajes una y otra vez, sin importar que debieran estar ya muertos tras previos y brutales ataques/palizas (¡estos tipos resisten más que los luchadores de la WWE!). También se juega al despiste mezclando la verdadera realidad con la falsa realidad que los afectados se crean en su cerebro; y la verdad, el recurso termina agotándose/agotándonos, y la narración se vuelve cada vez más desquiciante.

Por tanto, “The Signal” parte de una buena premisa y contiene una primera media hora sensacional, pero tras ésta, la película pierde fuelle a marchas forzadas. Desconcierta a la par que aburre, con una trama alargada hasta el tedio y unos personajes mal definidos a quienes Bush y Gentry manejan como vulgares marionetas. Y es una lástima, porque el reparto realiza un trabajo muy creíble pese a la deficiencia del inconexo guión, y la crítica -que se intuye- hacia el atontamiento y adoctrinamiento que inducen los Mass Media en nuestra sociedad es, cuanto menos, interesante (además de plantearnos la cuestión de si responder con violencia a la violencia, no nos vuelve tan violentos e irracionales como nuestros atacantes)

Lo diferente y arriesgado no siempre es sinónimo de bueno. Y este experimento es, a todas luces, fallido.


Valoración personal: