viernes, 24 de febrero de 2012

“La invención de Hugo” (2012) - Martin Scorsese

Crítica La invención de Hugo 2012 Martin Scorsese
No fuimos pocos los que nos echamos las manos a la cabeza al comprobar que Martin Scorsese había caído víctima (otra más…) del embelesamiento del efecto estereoscópico. Más nos descoló el enterarnos que sucumbiría ante tan anodina moda con la adaptación de un libro infantil. ¿Scorsese dirigiendo un relato infantil y en 3D? Aquí había algo que no nos cuadraba.

Pero Scorsese es Scorsese, y algo tenía que tener “The Invention of Hugo Cabret”, el libro escrito e ilustrado por Brian Selznick, para que el director decidiera llevarlo a la gran pantalla. Y vaya si lo tiene…

París, años 30. Hugo Cabret (Asa Butterfield) es un niño de 12 años huérfano que vive escondido en la estación de tren Gare Montparnasse. El muchacho pasa los días ajustando los relojes de la estación, robando alimento para sobrevivir y trabajando en el proyecto más ambicioso de su difunto padre: la reparación de un autómata estropeado, un hombre mecánico supuestamente capaz de escribir con un pluma estilográfica.

Bajo un aterciopelado manto de infantilismo y ñoñería dignos del más empalagoso producto de la factoría Disney se esconde toda una declaración de amor hacia el séptimo arte, lo que sin duda hace ganar enteros a una película cuyo metraje resulta tan desigual y carente de emoción e interés en su primer tramo como cautivador y entrañable en su segunda mitad.

El director abre el telón con la sana intención de ubicarnos en el majestuoso París de los años treinta mediante un armonioso plano panorámico a golpe de infografía digital, y también con la más lucrativa intención de mostrarnos las bondades de su inmersión en la técnica estereoscópica. Enseguida comprobamos la destreza con la que Scorsese ha ido aplicando el efecto 3D aquí y allá para regocijo de los que disfrutan del cine cual infante en un parque de atracciones. La planificación de los encuadres y movimientos de cámara dan fe de que mucha secuencia ha sido pensada para que las tres dimensiones cobren vida y todo quede mucho más resultón, a costa incluso de que en algunas ocasiones se produzcan sensaciones de proximidad un tanto extrañas (objetos que parecen encontrarse a mayor distancia de la que realmente se le presupone) y se sacrifique la vivacidad/intensidad de los colores. Pero como casi toda película estrenada bajo este formato, el atractivo y la apreciación de dicho adorno se olvida pronto, y apenas caemos en la cuenta de su presencia salvo en las contadas ocasiones en las que algunos planos bien calculados nos recuerdan que seguimos con las oscuras gafas puestas.

Así pues, vayamos al meollo de la cuestión y a lo que realmente importa en una película: la historia.

Nuestro protagonista, el joven Hugo Cabret, podría pasar perfectamente por un personaje salido de la imaginación de un Charles Dickens al que se le habrían añadido ciertas reminiscencias “leonardodavincescas” (si se me permite la osadía de inventarme tal palabro).

En un bello entorno parisino (una majestuosa estación de tren) confluyen distintos personajes (cada uno de ellos implicado en su respectiva mini –pero que muy mini- subtrama) que, de algún modo u otro, intervienen en la rutina diaria de Hugo, un joven huérfano con ocupaciones poco comunes para un chico de su edad: poner en hora los relojes de una estación entera y robar a los comerciantes de la zona para poder alimentarse, ya que no hay ningún adulto que se haga cargo de él. Esto último le conlleva a sufrir constantes persecuciones por parte del principal –e implacable- representante de la ley en la estación, el Inspector Gustav (Sacha Baron Cohen, bufón polémico/actor cuando quiere), un hombre lisiado por culpa de la Gran Guerra que parece sentir muy poco aprecio por los ladronzuelos de corta estatura.

A medida que avanza el metraje vamos conociendo más detalles sobre el pasado de Hugo, descubriendo por qué está tan sólo y cómo una estación de tren ha terminado convirtiéndose en su hogar. Pero lo que más llama nuestra atención es su empeño por reconstruir un autómata de inexpresivo semblante. Y eso nos lleva hasta la tienda de juguetes de Georges (Ben Kingsley), lugar del que Hugo sustrae la mayoría de las piezas que necesita para tal empresa.


En un principio creemos que el dichoso robot es la clave de la película, y que la búsqueda de una pieza fundamental para su correcto funcionamiento será el pilar de la trama. Pero no. Lo que el guionista John Logan nos quiere contar es algo muy distinto, y por un momento nos quedamos algo desconcertados porque esto no se parece en nada (por suerte, debo decir) a la épica aventura infantil que nos estaban vendiendo (aquí la mayor aventura consiste en trastrabillar subido a una silla). Es entonces cuando empiezan a saltar las alarmas, más sabiendo que por el momento no están ocurriendo grandes cosas y que el protagonista está resultando demasiado insulso para sostener todo el peso de la película él solito (miedo me da lo que pueda ocurrir con la adaptación de “El juego de Ender”).

Pero a poco a poco se van vislumbrando las verdaderas intenciones de tan tremendo despliegue visual y de producción; se van conectando ciertos acontecimientos y se va comprendiendo la presencia de ciertos personajes. Aún no queda claro dónde quiere llevarnos Scorsese (¿empezará ahora esa gran aventura que le promete Hugo a su nueva amiga Isabelle?), pero ya hemos encontrado el camino hacia la luz, y ahí es cuando esto empieza a funcionar con la precisión de un reloj suizo. Ha habido que aguantar alguna que otra licencia infantiloide y una narración un tanto arrítmica, pero cuando el mago (Scorsese) pone todas las cartas sobre la mesa es cuando realmente disfrutamos del gran truco que nos ha estado preparando.

Porque aquí hay magia, muchísima magia. Pero no aquella de ancestrales hechiceros sino de la de virtuosos ilusionistas. Porque aquí, lo que hay, es la demostración de la más pura y excelsa magia que el ser humano ha podido jamás alcanzar: la magia del cine (y me consta que ya he repetido cinco veces la palabra magia, contando esta última). El poder de la imaginación puesta al servicio de unos pioneros y verdaderos visionarios (palabra que hoy en día se la adjudican a cualquiera) que dieron vida a historias de todo tipo para crear un arte que ha ido maravillando a generación tras generación; un arte que ha evolucionado de forma increíble década tras década hasta nuestros días. Scorsese y cía recuperan y transmiten la ilusión de aquellos primeros pasos del celuloide a través de los ojos de un impresionable niño de 12 años, aunque al final, quién menos nos importe de toda esta historia sea, precisamente, el triste niño huérfano (y de su amiga Isabelle casi que ya ni nos acordamos).


Este gran homenaje al cine en el que deviene “Hugo” no convierte a ésta en la gran película que debiera ser (aunque estoy seguro que a muchos sí se lo parecerá), principalmente por el descompensado torrente de emociones que transmite a lo largo de sus dos horas y el artrítico desarrollo de personajes, amén de un protagonista sin mucho interés que, por suerte, cede al final su protagonismo al verdadero amo y señor de esta historia (y no diré nombres para no chafar la sorpresa). El resultado no posee el equilibrio perfecto de las grandes obras, y la principal razón de ser del filme reside principalmente en su último tercio, donde se echa toda la carne en el asador y se despliega toda la artillería cinéfila para cautivar los corazones de los amantes de este, a veces, asombroso arte. Es imposible no caer rendido a los pies de Scorsese durante esos entrañables y gozosos minutos que ya de por sí justifican el visionado de su último (pero no mejor) trabajo. Pero valorando el conjunto y dejando a un lado la cinefilia y la nostalgia más embriagadoras, Hugo no es, a ojos de un servidor, esa gran obra maestra que tanto se proclama a los cuatro vientos. La emoción está ahí, buscando atraparte con una hora y pico de retraso, y por ello no cala en la magnitud debida. Y la gratuidad de secuencias como el accidente ferroviario, metida con calzador en el ya clásico momento onírico (aquí, además, premonitorio) no son una solución muy lícita, que digamos.

De todos modos, es innegable que el paso de Scorsese por el cine para todas las edades (más familiar que infantil) es una agradable y constructiva experiencia de la que quizás otros habrían salido escaldados y de la que él ha salido totalmente reforzado (la crítica y el público ha sido prácticamente unánime en cuanto a alabanzas). Porque Scorsese es un cineasta con mayúsculas, y después de esta amable y evocadora lección de historia jamás nos atreveremos a dudar de sus futuras elecciones, aunque éstas no estén siempre a su altura. “Hugo”, que tiene detrás el Scorsese más personal y cinéfilo que se ha visto hasta la fecha, tiene las de ganar precisamente con la comunidad cinéfila más que con el espectador de a pie (serán los números de taquilla los que me den o quiten la razón).

P.D.: Para homenaje al cine me quedo con “The Artist”, en donde la magia empieza desde el minuto uno y ya no termina hasta que aparecen los créditos finales.




Valoración personal:

martes, 21 de febrero de 2012

Doctortrade de cine con los Premios Goya

Doctortrade.com de cine con los Premios Goya

El pasado 19 de febrero tuvo lugar la 26ª edición de los Premios Goya, gala en la que se repartieron las estatuillas de forma bastante equitativa entre algunas de las mejores propuestas cinematográficas de nuestro cine reciente (o al menos para las que estaban nominadas; no es el caso de la estupenda “Mientras duermes”, una de las grandes ausentes).

El notable thriller policiaco de Enrique Urbizu, “No habrá paz para los malvados” se hizo con seis estatuillas, entre las cuales figuran categorías de peso como Mejor película, Mejor Director y Mejor Actor para José Coronado, que consiguió –merecidamente- el primer Goya de su carrera.

Otra de las triunfadoras fue “Blackthorn. Sin destino”, el excelente western dirigido por Mateo Gil, que consiguió cuatro estatuillas; si bien es una lástima que todas ellas fueran exclusivamente en categorías técnicas (fotografía, vestuario, dirección artística y de producción). Por su parte, el drama de ciencia-ficción “Eva” logró tres estatuillas de las doce a las que optaba, siendo la más cantada la de Efectos Especiales y la más celebrada la de Mejor Director Novel a Kike Maíllo.

Mientras esperamos que algunas de estas películas terminen su recorrido comercial en salas de cine para poder disfrutarlas de nuevo en el salón de casa, en doctortrade han pensado que es un buen momento para ofrecernos algunas de las ofertas disponibles de películas que han sido premiadas en anteriores ediciones de los Goya. Por ejemplo, podéis conseguir la edición en DVD de “Pa negre”, “Volver” (en edición normal o Edición coleccionista), “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Buried (Enterrado)”, “Lope”, “Celda 211”, “Camino” o “La vida secreta de las palabras”, desde 4 Euros. Además, seguro que podréis encontrar otras buenas ofertas en las ediciones en Blu-ray.

Ah, y no olvidéis que aún podéis aprovechar el descuento de 5 Euros introduciendo el código DT5REBAJAS en vuestras compras superiores a 25 Euros.


Saludos ;)

viernes, 17 de febrero de 2012

“Infierno blanco” (2012) – Joe Carnahan

Crítica Infierno blanco 2012 Joe Carnahan
Hace tiempo que el bueno de Liam Nesson no se involucra en un proyecto de gran calado cinematográfico tipo “La lista de Schindler” o “Michael Collins” (en mi opinión, dos de sus mejores trabajos), prefiriendo dejarse ver en productos mucho más ligeros que engrosen su cuenta corriente sin procurarle demasiado esfuerzo. Pero como es un actor cumplidor, y de vez en cuando también tiene buen ojo, en estos últimos años nos ha dejado perlas como “Enfrentados”, “Venganza” o –la poco apreciada- “El equipo A”, películas sin mayor pretensión que hacernos pasar un buen rato y que, desde luego, lo consiguieron.

Precisamente el director de esta última, Joe Carnahan, es quién le dirige en este helado y contundente survival.

Un grupo de hombres que trabajan en el norte de Alaska para una compañía petrolífera toman un avión que les lleva a la ciudad a pasar sus días libres. Durante el viaje, el mal temporal que atraviesan afecta al avión, que termina estrellándose en medio de la nada. Los pocos supervivientes que quedan deben enfrentarse no sólo al duro clima sino también a una manada de lobos salvajes.

Temiendo no ser rescatados a tiempo, los seis hombres emprenderán una huida hacia el sur. Otway (Liam Nesson), un cazador experimentado, se convertirá en su líder.

En una entrevista reciente, Carnahan reflexionaba sobre la posibilidad de reestrenar su película en octubre de cara a las nominaciones a los Oscars, habida cuenta de algunos halagos recibidos por su trabajo y el de su protagonista. Todo sabemos que, taquilleramente hablando, a Nesson le fue muy bien estrenar “Venganza” en Enero, pero en lo que a premios importantes se refiere (Oscars, Globos de Oro, BAFTA…), hay una especie de amnesia colectiva que afecta a los votantes y les hace olvidar muy fácilmente toda película que se haya proyectado en salas estadounidenses a principios de año. Por eso motivo, exhibirla de nuevo en cines a finales de 2012 le permitiría estar más fresca en la memoria de los presentes y abrirle la posibilidad de rascar alguna que otra nominación.

Con una propuesta de estas características uno ni se plantea ganar premios, y puede que las palabras de Carnahan suenen demasiado optimistas, pero lo cierto es que bajo esa máscara de “producto cañero para devorar palomitas” se encuentra una película mucho más introspectiva de lo que a simple vista pudiera parecer. Y eso, señores, le hace ganar muchos puntos.


Tener a Nesson en plan “badass” enfrentándose a una jauría de lobos es algo que ya de por sí suena absolutamente irresistible; un “must see” en toda regla. En primer lugar porque Nesson mola un rato largo (si conocéis a alguien a quién no le mole, borradlo inmediatamente de vuestro Facebook), y en segundo lugar porque un survival en medio de un bosque helado gana en truculencia si le añades el factor “enemigo al acecho”, como ocurre en este caso con unos antipáticos lobitos.

Gracias a la rebosante originalidad de nuestras distribuidoras, “Infierno blanco” comparte retitulación con una (discreta) cinta de principios de los 50 protagonizada por John Wayne. Ya sea por coincidencia o de forma intencionada a la hora de adjudicar dicho título, lo cierto es que ambas películas guardan algunos puntos básicos en común. En aquella, no obstante, era un avión militar (durante la II Guera Mundial) el que sufría un aparatoso accidente. Sus ocupantes, mejor preparados físicamente para las situaciones extremas, quedaban varados en medio de nadie sabe dónde soportando las bajas temperaturas del lugar, y a la espera de ser rescatados. Años más tarde, cambiando el bosque por un desierto, y en consecuencia, el frío por el calor, Robert Aldrich reformularía la premisa en lo que es, sin duda, todo un clásico del cine de aventuras, “El vuelo del Fénix”. Y en la mente de muchos, y también en la de los protagonistas de esta película, está “Viven”, cruda película basada en escalofriantes hechos reales con un grupo de jugadores profesionales de rugby sobreviviendo a un terrible accidente de aviación.

En este caso, y retomando el filme de Wayne, no hay más que cambiar el contexto y añadirle a un puñado de lobos para convertir esta típica aventura en un feroz survival.

El frío y la escasez de víveres pasan a ser el menor de los problemas de los protagonistas en el momento en el que estos peludos cuadrúpedos les hacen una primera visita.

Ottway, cuya principal función en la compañía es, precisamente, encargarse de cazar a los lobos de la zona para que no se zampen a ningún trabajador, tiene bien claro que quedarse en campo abierto sólo les servirá para convertirse en presa fácil, por lo que deciden huir hacia el bosque.

En este momento empieza la verdadera carrera por la superviviencia con un depredador, molesto por ver invadido su territorio, que irá dándoles caza uno a uno.


Puede que el esquema que sigue no sea, ni mucho menos, el colmo de la originalidad, pero en donde “Infierno blanco” destaca y gana peso como película es en el factor humano. Y los primeros minutos ya nos advierten de ello.

Carnahan, que también firma el guión junto a Ian Mackenzie Jeffers (Sentencia de muerte), no va con prisas y sabe cuándo el ritmo debe ser trepidante y cuándo debe tomarse un breve descanso en la narración. Con una sencilla pero certera pincelada de diálogos y anécdotas, nos permite conocer un poco a los personajes protagonistas. Y eso es muy importante si de verdad si quiere implicar mínimamente al espectador en la historia.

La carga dramática no es excesiva, pero la sutileza de los recuerdos, de esos flashbacks y esos momentos oníricos (con alguna potente transición de por medio), dan algo de fondo a una historia que bien podría haber ido por el camino más fácil y convencional (convertir a Nesson en un Rambo de las nieves que le patease el trasero a los lobos, por ejemplo).

Sus responsables saben que aunque caigan en algún estereotipo común (el tipo engreído encarnado por un buen Frank Grillo), en realidad lo que tienen entre manos son hombres y no trozos de carne puestos ahí para acabar en las fauces de sus perseguidores. Hombres que además de luchar contra unos lobos deben hacer frente también a sus propios miedos, a sus propias debilidades…

Quizás por ello los lobos tampoco parecen unos simples lobos, y se les confiere un aura casi mística que acongoja todavía más, si cabe, a sus pobres víctimas, y que de algún modo nos recuerda a la que se le atribuía a los leones de “Los demonios de la noche”.

Detrás de la labor de efectos especiales, por cierto, se encuentra Greg Nicotero, todo un especialista que se les apaña suficientemente bien (tampoco es que estamos ante una superproducción…) como para que el trabajo digital no se convierta en un hándicap. En parte, gracias a la sutil utilización de un correcto CGI mezclado con unos efectivos animatronics.

Un Nesson atormentado pero con la mente muy fría es el que hace frente, junto a otros valientes, a las temibles fieras en este estimulante y brioso survival. Un intenso corre que te pillo tan cruel como necesariamente humano, y con un final perfecto (cualquier otro hubiera sido un error).




Valoración personal:

viernes, 10 de febrero de 2012

“El invitado” (2012) - Daniel Espinosa

Crítica El invitado 2012 Daniel Espinosa
Tras rodar un par de dramas sin mucha repercusión, el sueco (de origen chileno) Daniel Espinosa pegó el campanazo en 2010 gracias a un thriller criminal titulado “Snabba Cash”, o tal como nosotros lo conocimos, “Dinero fácil”. El filme en cuestión fue todo un éxito en su país natal, Suecia, y recibió un buen puñado de elogios durante el Festival de Cine de Berlín de aquél año, lo que motivó a los estudios yanquis a iniciar una dura pugna para agenciarse los derechos de distribución. The Weinstein Company fue la que se llevó el gato al agua, mientras que en otra batallita comercial Warner Bros. hizo lo propio para poder realizar el correspondiente remake americano (con Zac Efron como pretendido protagonista).

Mientras tanto, a Espinosa se le abrieron de par en par las puertas de Hollywood, y como viene siendo norma habitual en la “casa”, le encargaron un producto sin demasiadas complicaciones para ponerle a prueba y comprobar cómo se maneja con un presupuesto –presuntamente- más holgado y con una estrella de la lista A al frente. La carta de presentación resultante es: “Safe House” (o “El invitado”, como prefiráis; cualquiera de los dos es válido en este caso).

Tras diez años estando en paradero desconocido, el legendario traidor Tobin Frost (Denzel Washington), un altamente cualificado ex agente de la CIA, reaparece en Sudáfrica con una valiosa información bajo el brazo. Frost está dispuesto a vender dicha información al mejor postor, pero antes tiene que deshacerse de aquellos que quieren evitar que la venta tenga lugar.

Jugando su última carta para salvarse de una muerte segura, decide buscar protección en el Consulado Americano. De allí es trasladado a un piso franco para ser interrogado por agentes de la CIA. Tan pronto como empiezan las torturas para sonsacarle el motivo de su regreso, un grupo de mercenarios asalta el piso franco. El agente al cuidado del lugar, Matt Weston (Ryan Reynolds), es el único superviviente al ataque, por lo que decide huir con el recluso hacia el siguiente piso franco. La empresa que tiene Weston por delante será toda una prueba de fe: su prisionero no le pondrá las cosas fáciles y sus perseguidores, sean quienes sean, no descansarán hasta verles muertos.

Washington se embarca en otra película de acción (la cuarta en menos de cinco años) interpretando a un peligroso renegado que antaño fue uno de los mejores agentes encubiertos de la CIA. Tras una década estando ilocalizable, Tobin Frost vuelve a dar señales de vida para ganarse la jubilación anticipada a costa de una información que puede costarle la vida. El plan, sin embargo, no sale como era de esperar, y se encuentra huyendo de sus perseguidores al lado de Matt Weston, un agente novato que le ayuda a escapar para llevarle hasta un sitio seguro y entregarlo de nuevo a la CIA.

Este es el punto de partida para esta road movie con ecos a “16 calles” o “Asalto al distrito 13” (el remake) y cuya trama se basa en el ya clásico “ir del punto A al punto B” pero con un buen puñado de persecuciones, tiroteos y mamporros de por medio.

Lo más interesante de todo es el choque ético y moral que se establece entre la pareja protagonista. Por un lado tenemos a Frost, el veterano; por el otro a Weston, el novato; uno es un traidor que se ha dedica a vender secretos militares y el otro un joven idealista que aspira a conseguir un ascenso en la Agencia. En el momento en el que los caminos de ambos se cruzan, sus destinados quedan ligados a un único fin: hacer lo que es correcto.


El problema es que los intereses personales de cada uno entran en conflicto. Frost quiere lucrarse con la información que posee y Weston quiere demostrar que es un buen agente para abandonar su aburrido trabajo de “cuidador” de un piso franco.

Weston es un tipo leal a la Agencia y a su país, pero se encuentra una situación extrema en la que no sabe en quién confiar. Frost no es, precisamente, un ejemplo de conducta, pero salta a la vista que el asalto al piso franco no podría haber sido orquestado sin un chivatazo desde dentro, es decir, que hay un topo en la CIA.

Disponen de muy pocas horas para llegar al siguiente piso franco, así que Weston debe decidir pronto si sigue obedeciendo órdenes o si empieza a pensar por sí mismo. Decida lo que decida, su objetivo no deja de ser el mismo: entregar a Frost, cueste lo cueste.

Esta especie de unión a la fuerza y confrontación de ideales es lo más destacable de una trama que resulta bastante previsible. Sabemos cómo van a actuar los personajes, tanto el héroe de turno (Weston) como el antihéroe (Frost), y no hay intriga alguna por descubrir quién es topo porque se huele a kilómetros. Y sin embargo, eso no es óbice para que uno pase un par de horas de lo más entretenido.

Tenemos a un Washington como pez en el agua, y eso se nota. El actor está en su salsa en modo “soy el **** amo” interpretando a un tipo cínico, vacilón, cabreado con el mundo y sin ideales. Y Reynolds es capaz de ofrecerle una buena contra con su sufrido personaje, un Weston que las pasa canutas sorteando un obstáculo tras otro mientras ve peligrar su puesto de trabajo y su relación con su novia.


Además, a su alrededor se encuentra un elenco de secundarios de pata negra: Brendan Gleeson, Sam Shepard y Vera Farmiga (aunque ésta última en un papel bastante insustancial, todo sea dicho). Si hasta tenemos a Robert Patrick, que por muchas películas que haga, siempre será nuestro querido T-1000.

Espinosa, por su parte, ofrece el recital que se estipula en estos casos, otorgándole un ritmo frenético y enérgico a la historia y sabiendo desenvolverse con bastante oficio tanto en las escenas de acción como en los pertinentes momentos de respiro entre persecución y persecución. Lo mejor de todo es que prescinde de añadidos digitales, lo que otorga algo de autenticidad a dichas secuencias; lo peor es que no se despega del “estilo Greengrass” que han adoptado los directores de hoy día, por lo que la cámara sigue moviéndose más de la cuenta para gusto de un servidor. La acción no es demasiado fantasiosa y quizás por ello al final de la proyección no queda ninguna escena memorable para el recuerdo, pero los enfrentamientos cuerpo a cuerpo (otro legado de Bourne) son de los que duelen al espectador ajeno. Vamos, que no me extraña que Reynolds le dejara un ojo morado a Washington durante el rodaje…

El “El invitado” es un thriller de acción tan rutinario como efectivo y tan previsible como disfrutable. Podría haber aspirado a más en la parte de denuncia política, pero lo compensa con unos buenos personajes y ofreciendo un placentero entretenimiento por el que luego no sentirse culpable (para dejarse el cerebro en casa ya están otros).




Valoración personal:

martes, 7 de febrero de 2012

Promoción fantasma – Entrevista a Anna Castillo y Alex Maruny

Promoción fantasma – Entrevista a Anna Castillo y Alex Maruny

Los jóvenes Anna Castillo y Álex Maruny interpretan a los personajes de Ángela y Dani, respectivamente.

¿Cómo definiríais vuestros personajes y qué es lo que más y menos os gusta de ellos?

AC: Ángela es la típica empollona un poco repelente, pero a la vez es muy dulce y con una sensibilidad reprimida por la música. También es muy tímida. Lo que más me gusta de Ángela es que comparto con ella ese punto de resabidilla, como bien saben mis compañeros. Y también comparto el gusto por la música, que me gusta mucho, y la lectura. Aunque yo no soy nada tímida, y ese punto quizás no me gusta tanto. Pero Ángela me cae super bien.

AM: Dani es el rebelde del grupo o, mejor dicho, un chico que va de rebelde, que es como planteamos al personaje. En realidad es un chico que se siente muy solo y que necesita mucho cariño y mucho afecto. Dani se crea una especie de coraza con la que protegerse. Es un personaje que siempre lleva la contraria a Modesto porque no le interesa que el profesor asuma el rol de líder. Yo soy el líder y yo mando.

Lo que más me gusta de él es precisamente ese poder, o al menos eso es lo que se respira en escena; el que tenga el control de la situación. Y también me gusta ese punto triste que tiene, ese lado oculto que se va descubriendo a medida que se va desarrollando la película. La verdad es que al final se le acaba queriendo.

Bueno, yo diría que se le quiere desde el principio, o al menos las chicas, a las que les suele gustar ese toque macarra.

AM: Pues te tengo que decir que eso tuvimos que trabajarlo bastante con Javi, y también me ayudaron muchísimo Raúl y mis compañeros; sobre todo Anna que es muy sincera, todo hay que decirlo

AC: Es que Álex es un buenazo, y ese punto macarra como que no le pega mucho, así que tuvimos que sacárselo.

Aunque tiene su puntito emotivo, “Promoción fantasma” es, ante todo, una comedia. ¿Cuál ha sido la escena más divertida de rodar? ¿Alguna anécdota especial que podáis contarnos?

AC: La verdad es que yo me he reído muchísimo, sin poder parar, en muchísimas escenas. Con mis compañeros teníamos alguna coña y yo les suplicaba que pararan porque me moría de la risa. Pero así en concreto, me reí mucho con la escena en que Pinfloy posee a Silvia Abril. La escena fue brutalmente divertida, y es que Silvia es una crack y es muy graciosa.

Pero la verdad es que nos reíamos todo el rato, y por cualquier tontería.

¿Hacía eso que os costara más meteros en las escenas, digamos, más dramáticas?

AM: Pues también fueron divertidas porque le daban otro toque al rodaje. Entre corte y corte todo el mundo se estaba riendo en esas escenas, aunque es cierto que eran un poco más comprometidas.

Las escenas en las que más nos reímos son aquellas en las que Pinfloy vomita. Ahí teníamos que mantener la concentración para no reírnos.

AC: Además es que vomitaba de verdad. Le ponían un líquido que manchaba a todo el mundo, y resultaba muy gracioso.

AM: Necesitábamos recambios de ropa constantemente. Y nos reíamos y nos cargábamos la escena.

La película contiene muchas referencias al cine americano adolescente y sobre todo al cine de los ochenta. Quizás resulta chocante encontrarse algo así en una comedia española.

AM: Sí, es una película romántica y divertida con muchos clichés americanos pero manteniendo un poco el humor de la casa, el humor español. Pero un humor con dos dedos de frente, todo hay que decirlo.

Sí, digamos que no es un “Fuga de cerebros con fatasmas”. Aquí no prima el humor escatológico, y el poco que hay está bastante dosificado.

AC: Sí, es otro tipo de humor; es más tierno.

AM: Lo divertido de esta película es que te hace en reír sin forzar a los personajes. Te hace reír con las situaciones que se producen con los fantasmas, con Modesto o con Otegui, el personaje de Carlos Areces. Bueno, es que con Areces siempre te ríes.

Bueno, lo cierto es que estáis rodeados de cracks del humor como Areces, Silvia Abril o Joaquín Reyes. ¿Eso os ha intimidado un poco durante el rodaje?

AM: Yo soy un gran fan de Muchachada [Muchachada Nui], y acosé a Carlos Areces a preguntas durante el rodaje. Le preguntaba de todo.

Al principio sí que impone mucho porque estás ahí con gente a la que admiras mucho, pero tienes que normalizarlo; y esa es la mejor manera de trabajar.

AC: Te impone un poquito porque realmente son muy buenos y piensas “a mí me van a ver como una patata al lado de ellos.” Pero el peso cómico lo llevan ellos y tú tienes otras responsabilidades, así que te olvidas un poco y acaba funcionando.

¿Qué tipo de personajes os gustaría interpretar en futuro o qué clase de papel os gustaría que os ofreciesen?

AM: Yo soy muy fan (y no lo digo por decir porque ya hemos trabajado con él) de los personajes que interpreta Raúl Arévalo. Son personajes muy entrañables, y a mi me fascina mucho el trabajo de Raúl. Son personajes que a mí me gustaría interpretar en un futuro. Ahora, puestos a pedir, pues yo admiro mucho a Al Pacino, a Robert De Niro… y un Padrino no lo negaría. Igual hay que reforzar un poco el inglés…

AC: Pues la verdad es que cuando me llegó el personaje de Ángela me hizo mucha ilusión porque yo no había hecho personajes así. Ahora, por ejemplo, tengo un proyecto así entre manos que hago de maltratada… Y me resulta muy interesante porque tampoco lo había hecho nunca. Creo que a cada personaje que te den puedes sacarle mucha chicha, a todos puedes moldearlos y darles mucha vida.


Ambos habéis hecho cine y televisión. ¿En qué formato os sentís más cómodos o cuál os gusta más? ¿Qué es lo mejor y lo peor de cada uno?

AC: Pues yo por ejemplo he hecho televisión aquí en Barcelona y me gusta, pero va todo muy rápido. El cine te permite profundizar más, y por eso me gusta. Con el cine me siento más cómoda y me siento más feliz actuando.

AM: Lo que pasa con la tele es que trabajas con prisas y el tiempo es limitado.

AC: Además los actores de tele lo aprenden todo muy rápido y luego cuando hacen cine parece que lo tienen todo muy por la mano. Y eso es muy admirable. A mí, en cambio, me cuesta más pillarlo todo tan rápido.

AM: Yo odio trabajar con prisas, y en la tele te dan prisas.

AC: O te cambian una secuencia de un día para otro…

AM: Y lo que es muy bonito del cine es que ves el principio y el final del personaje en la película. Tú te trabajas ese arco del personaje, esa historia, y puedes profundizar mucho más. En cambio, en la televisión te dan los guiones pero nunca sabes hacia dónde te diriges. Nunca sabes lo que le va a pasar a tu personaje, y vas descubriendo cosas de él a medida que te van mandando los guiones. Quizás por eso no lo disfrutas tanto. Vas más al resultado y no profundizas tanto. En el cine hay mucha más calma y quizás le pones más ilusión al proyecto porque sabes que es un proyecto de dos o de tres meses, por ejemplo, y que los vives como tal, con todo el equipo volcándose. En la televisión es más como una empresa, donde acabas fichando y donde sobre todo lo que se busca es la audiencia.

Precisamente hablando de televisión, en el reparto de la película están Jaime Olías y Aura Garrido, de la serie “Ángel o demonio” en la que tu, Alex, también actuaste. ¿Cómo ha sido reencontrarse con ellos? ¿Conoceros de antemano ha facilitado vuestra interacción con el plató?

AM: Pues mucho, la verdad. A Anna, por ejemplo, la conocí un año atrás en Eolia, donde estuvimos dando unos cursos de interpretación. Y con Jaime y Aura ha sido también muy fácil trabajar porque nos hicimos muy amigos en “Ángel o demonio”. Además, a Aura y a mí nos lleva la misma representante, y siempre mantenemos un poco el contacto.

Así es mucho más fácil trabajar porque ya no tienes que crear una relación, directamente confías.

AC: También hicimos mucha piña durante el rodaje. Y antes, en los ensayos, Raúl nos ayudó mucho con el tema de la unidad. Y es que en la película teníamos que ser amigos porque llevamos 25 años juntos.

AM: Hemos creado un grupillo muy divertido, y a la hora de trabajar era un gustazo. Y a la vez también estamos quedando fuera del rodaje, lo cual es muy bonito. Y yo creo que esa química del grupo se nota en pantalla. Trabajábamos muy relajados, y cuando teníamos alguna duda sobre cómo trabajar alguna escena… [le corta Anna]

AC: … Podías pedir consejo. Tienes esa confianza de poder preguntar, y eso se agradece.

AM: Objetivamente hablando nos criticábamos y nos comentábamos las cosas.

AC: Tuvimos le suerte de que eso se pudiera hacer, de que el otro te permitiese la crítica o el consejo.


¿Recordáis cuál fue vuestra primera escena delante de una cámara?

AC: Pues no sé si me acuerdo. Yo lo primero que hice fue una tv movie siendo muy pequeña, con 13 o 14 años, y creo que mi primera escena fue con Ferrán Carbajal. Y yo tenía que darle un beso teniendo él (creo) treinta y pico…

AM: Mi primera escena fue en teatro y fue horrible. Fui allí y solté el texto, y nadie entendió nada. No vocalicé, tenía los nervios por todo el cuerpo… Creo que disfruté más el proceso de ensayo que la propia escena. Y delante de una cámara fue en “Tres metros sobre el cielo”, donde tenía que ir en moto y llevar a Nerea Camacho de paquete. Y para meterme más presión me dijeron “Oye, no es por nada, pero la que vas a llevar es una de las chicas más jóvenes en ganar un Goya en la historia de España”. Y bueno… fue una experiencia un poco surrealista.

Hablando de experiencias… En la película sois unos fantasmas que aterrorizan a los estudiantes (y profesores) de un colegio. Pero en la vida real, ¿habéis vivido alguna experiencia paranormal?

AC: No y espero no tenerla. Yo soy muy cagada, y a la mínima que oigo algún ruido extraño y tal ya lo atribuyo a algo desconocido…

AM: Yo tampoco y espero no tenerla.

Vuestros personajes aprovechan su condición de fantasma para poseer a los vivos. ¿Si tuvierais la oportunidad de poseer a alguien en la vida real, a quién sería?

AC: Ui, pues no sé… A actrices como Natalie Portman para ver qué se siente. O a Angelina Jolie y así conocer a Brad Pitt [entre risas].

AM: Pues yo me metería en el cuerpo de Brad Pitt y así estaría con Angelina Jolie y Anna Castillo. Dos pájaros de un tiro [entre risas].

Ya para terminar la entrevista, os pido que vendáis la película. Decidme varios motivos para ir a ver “Promoción fantasma” para que el espectador no cuente con una idea equivocada.

AC: Pues es una película muy familiar, muy divertida y muy tierna. Es muy completa porque también tiene ese puntillo romántico con una historia de amor muy bonita. Yo creo que la gente se va a reír y se va a emocionar.

AM: Sin querer ser pedante, pero creo que sobre todo es una película con dos dedos de frente. Al menos la gente que ha estado detrás (director, guionistas, productor, actores…) son gente muy centrada que tenía las ideas muy claras y que sabían perfectamente lo que querían. Y es un humor especial, un humor sensible.

Javi, además, es muy buen director y es un tío muy inteligente. Es muy modesto pero es la hostia. Cuando te pones a hablar con él, cuando te dirige… es otro nivel. Sabe cómo tratar a los actores y sabe qué darle a cada uno para que funciones bien en el rodaje y trabajes tranquilo y relajado. Y eso se refleja en la película desde el primer momento. Te transmita mucha seguridad y por eso el resultado de la película es el que es.

AC: Aprendes muchísimo con él, y te sientes muy tranquilo porque sabes que lo tiene todo muy claro y muy controlado.

Veo que estáis encantados de trabajar con él y que os gustaría repetir la experiencia. De todos modos, y ésta sí que es la última pregunta, ¿con qué otro director español, con el que aún no hayáis coincidido, os gustaría trabajar?

AM: Pues con Daniel Sánchez Arévalo, que es un gran director. Y con J. A. Bayona.

AC: Con Kike Maíllo aunque sólo haya visto “Eva”, que me pareció espectacular.

lunes, 6 de febrero de 2012

Promoción fantasma – Entrevista a Silvia Abril

Promoción fantasma – Entrevista a Silvia Abril

En la película, Silvia Abril, actriz y cómica a la que reconocemos sobre todo por sus trabajos en televisión, interpreta a Manuela, la secretaria del prestigioso colegio Monforte.

Empecemos por la pregunta menos seria. En esta película los fantasmas aterrorizan a los estudiantes (y profesores) de un colegio. E incluso a tu personaje llega a poseerlo uno de los jóvenes fantasmas. En la vida real, ¿Has vivido alguna experiencia paranormal?

Me encantaría poder decirte que sí, pero no. Mi vida es muy aburrida y no he tenido nunca contacto con fantasmas. Bueno, algún fantasma…

Los fantasmas terrenales abundan, ¿no?

Sí, todos nos hemos encontrado a lo largo de la vida con algún fantasma, evidentemente. Pero de experiencias como la que tengo en la película, nada.

Precisamente de esa experiencia quisiera que me hablaras un poco porque se trata de una secuencia muy loca... ¿Cómo fue su rodaje?

Pues Javier, que me conoce muy bien y confía mucho en nosotros, me dejó libertad absoluta. Me dijo “haz lo que te dé la gana y ya luego en el montaje arreglaremos lo que rodemos”.

En eso, Javier chapó. Es un gustazo trabajar con él. Te respeta, te ayuda en todo lo que puede y te da libertad creativa para que tú puedas aportar como actriz lo que te apetezca. Y eso es importantísimo porque a veces un director tiene una idea preconcebida que no cuadra nada con la tuya, y no puedes echar toda la carne en el asador. Y con Javier es todo lo contrario; él te escucha, quiere saber qué piensas y qué idea preconcebida tienes tú… Y entonces ahí creamos los dos un potaje… Y eso está muy bien.

Tardamos todo un día para rodar esa secuencia. Yo empecé muy bien y acabé destrozada [asegura entre risas]. Es una secuencia muy enérgica y que tiene muchos planos. Fueron muchas horas y mucha rodilla.

Además, en el momento de la llamada de teléfono, no sólo estás tú sino que supone la integración de los otros cinco personajes con los que compartes mismo plano.

Sí, sí, en esa escena nos reímos mucho. Yo tenía que imitar más a Pinfloy, imitar su voz… Pero como a mí la imitación pura y dura no se me da muy bien, se me ocurrió dirigir la interpretación hacia el lado truño que tiene Pinfloy, un colgao que se pasa toda la película intentando poseer a alguien para enrollarse. Entonces le dije a Javier, “¿por qué no probamos a sobarme?”. Tiene un cuerpo en sus manos, a su disposición… pues hagamos que Pinfloy meta mano al cuerpo que ha poseído.

La verdad es que nos lo pasamos muy bien.

Supongo que también el volver a trabajar de nuevo con Javier y con otros compañeros de "Spanish Movie" habrá facilitado mucho el trabajo.

Pues facilita y complica porque como ya nos conocemos, a veces abusas de la confianza [entre risas]. Me junté con toda la familia; con Alejandra, con Carlos... Con Raúl es la primera vez que coincido, pero es un amor. Y es que Javier tiene magnetismo con la buena gente.


¿Estar trabajando dentro del género de la comedia facilita también a que se cree un clímax más ameno entre el equipo?

Pues yo he trabajado haciendo comedia no soportando a alguno de mis compañeros… [entre risas]. Eso a veces pasa. Y con ellos, con Javier, Carlos, Alejandra y Joaquín tengo muy buena relación. Es maravilloso trabajar en familia.

Te tenemos un poco fichada sobre todo por tu faceta cómica pero ¿qué otro tipo de personajes te gustaría interpretar o qué clase de papel te gustaría que te ofreciesen?

Pues por ejemplo en “Spanish Movie” Javier me dio la oportunidad de hacer un papel que todavía no había tenido ocasión de hacer. Allí tuve que trabajar mucho la contención porque mi papel era el más dramático de todos. Tan dramático que acababa siendo cómico.

Es un personaje que sufre, que ha perdido a un hijo, tiene otros hijos raritos… Y yo no había hecho nada en esa línea. Es más, Eneko (el productor), me decía “pues das para hacer un dramático”.

La vida me ha llevado por los derroteros de la comedia, pero tengo muchas ganas de pegarme un buen dramón.

Bueno, lo cierto es que la propia “Promoción fantasma”, a pesar de ser una comedia, también tiene su puntito emotivo y entrañable.

Sí, es que Javier es un puñetero. La primera vez vi la película me emocioné, y ayer volviéndola a ver en el estreno me volví a emocionar.

Quizás la promoción no llega a mostrar del todo el tipo de película que es “Promoción fantasma”. Además, está plagada de referencias ochenteras…

Es un homenaje a géneros y a películas, un poco en la línea de Spanish Movie. Es una película muy para nosotros, para una generación que está entre los 35 y los 45 y a la que los ochenta les marcó mucho.

Te hemos visto haciendo cine, teatro y televisión. ¿Con cuál te quedas? ¿Cuál te reporta mayores satisfacciones?

A mí me tiene muy pillada el teatro, a pesar de que es lo que menos hago. Me encanta tomar las riendas de la situación cuando estoy actuando. Es decir, en el teatro, cuando se encienden las luces y empieza la función… ni director ni nada. No hay manipulación posible; es la pureza del trabajo de un actor. Ahí tú tomas las riendas (junto a tus compañeros, evidentemente), y ese momento de soledad ante el público es incomparable. Y el retorno es en directo, el feedback es al momento. Si no hace ni gracia, te lo comes.

Para mí la esencia de un actor está ahí, en el teatro, subido a un escenario. Aunque yo he tenido la suerte de hacer televisión en directo, que une el poder que sientes encima de un escenario y a la vez te permite llegar a millones de personas.

El cine, por ejemplo, te permite trabajar con la sutileza, que es algo que el teatro no te permite, y la televisión tampoco. El cine te permite un trabajo super preciso. Con que levantes una ceja en la pantalla, la lectura es impresionante.

Son trabajos muy diferentes, y los tres super atractivos, pero quizás para mi es más suculento el subirme a un escenario. Aún así, los tres me gustan y me aportan cosas muy diferentes.

¿Y para cuándo un papel de protagonista absoluta en una película?

Bueno, eso no es algo que me obsesione. En absoluto. Eso si tiene que llegar, llegará. Hay grandes secundarios en la historia del cine a los que yo admiro, y creo que ser un buen secundario también es todo un oficio.

Pues ya para terminar dinos, para a aquellos espectadores indecisos, qué es lo que se puede esperar de “Promoción fantasma”.

Pues van a ver una comedia muy divertida, valga la redundancia, pero con un toque super bonito y super tierno; con momentos para la lagrimilla. Eso para mí es catártico… Estar riéndote y luego que te hagan llorar es algo que hace que salgas del cine un poco en estado de shock emocional. También van a descubrir a cinco nuevos actores que están muy bien.

Hay que ir a verla porque con la que está cayendo hay que reírse. Es una película que va a permitir reírse a los de 40 y a los más jóvenes. Es ideal para todos los públicos.

domingo, 5 de febrero de 2012

Promoción fantasma – Entrevista a Raúl Arevalo

Promoción fantasma – Entrevista a Raúl Arevalo

El actor Raúl Arévalo asume el rol protagónico de la película en la piel de Modesto, un profesor de literatura que desde niño tiene el don de ver a los muertos que le rodean.


¿Hay algo de ti en el personaje de Modesto? ¿O algo de él en ti?

Pues imagino que el personaje de adolescente tendrías cosas mías, seguro. Pero el Modesto más adulto no.Enlace Javi me ha ayudado mucho porque yo soy muy nervioso, hablo muy rápido… Soy muy culo inquieto, vamos. Y aquí yo tenía que ser muy apagado, soso y casi sin vida. Y eso era un reto para mí. Con el personaje de “Primos” tampoco tengo mucho que ver, pero lo tengo más a mano. Tengo amigos de esos… [entre risas] Pero colegas como Modesto no tengo, la verdad.

¿Y tuviste en tu adolescencia algún profesor como Modesto?

Tampoco. Mis profesores eran tíos con carácter; algunas para mal y otros para bien.

¿Qué recuerdos tienes de tu época de instituto?

Aquello eran unas risas, un éxito… ¡Qué va! Aquello era una mierda. Granos, muchos granos. Y muchos traumas. Pero nada graves, eh… Los típicos de adolescente. Y salir los fines de semana a ligar y no ligar, emborracharme… Y así pasando los días.

Supongo que yo lo pasé como la mayoría: regular. Lo recuerdo con cariño pero no volvería a mi época de instituto ni pa’atrás.

En la película hay mucha referencia al cine ochentero americano y muy especialmente a “El club de los cinco” de John Hugues. ¿Cuáles son tus películas favoritas de la década de los 80?

Pues de pequeño era muy de videoclub y me las veía todas. ¿Favoritas? Regreso al futuro, por supuesto; Indiana Jones, Karate Kid, Los Cazafantasmas… Hay algo en la película que homenajea, aunque no de manera directa, a todas esas películas. “Promoción fantasma” recuerda a muchas, pero no es ninguna en concreto. Tiene claramente esa estética y ese claro homenaje al cine de los ochenta con el que ha crecido Javi (el director), yo y tantos de nosotros.

Creo que ese es uno de sus encantos. El cariño con el que está hecha, lo tierna que es… Me recuerda a esas películas que yo veía cuando era pequeño y que hoy en día me las encuentro un domingo en la tele y me quedo a verlas.

Quizás esas referencias tan ochenteras hagan que la película conecte mejor con el espectador más talludito que con el espectador adolescente actual, ¿no?

Sí, totalmente. Es verdad que es una película dirigida a la gente joven, pero este tipo de cosas de las que estamos hablando ahora es más para la gente de treinta, treinta y tantos. Y poder abarcar todo eso es muy guay para la película.

Hay una cosa que me ha encantado de los pases y es que la gente mayor (gente de cincuenta y de sesenta años) que ha ido con los hijos o los sobrinos ha salido encantada, diciendo qué bonita o qué buen rollo de película.

De hecho, no es una película tan gamberra como pueda parecer, sino que tiene un tono también muy cándido e incluso emotivo.

Sí, me parce una película muy divertida; con un toque gamberro y con elementos fantásticos, pero sobre todo muy mona, muy tierna.

Sobre todo al final…

El final es Spielberg total.

Aún con ese puntito emotivo que comentamos, “Promoción fantasma” no deja de ser, ante todo, una comedia. ¿Cuál ha sido la escena más divertida de rodar? ¿Hay alguna anécdota especial que puedas contarnos?

Pues ha sido un rodaje muy ameno y muy tierno. Hay una secuencia que tenemos Alexandra [Alexandra Jiménez] y yo, sonando Bonnie Tyler y bailando juntos, en la que tuvimos la suerte de que nos pusieron la música en directo. Mientras íbamos bailando y nos acercábamos, te ibas imaginando la cámara lenta que iban a poner, el travelling circular… Y nos entraba la risilla de complicidad al imaginarnos la escena con el travelling y el subidón de la música. La verdad es que esa secuencia fue maravillosa.

Tu personaje, Modesto, vive un poco traumatizado y deprimido por culpa de sus visiones fantasmales, pero en la vida real ¿Cuál ha sido la experiencia más paranormal que has tenido, si es que has vivido alguna?

Pues yo no es que ni crea en los fantasmas o deje de creer. De hecho, creo que no quiero creer porque soy muy miedoso. Si las fantasmas tuvieran el buen rollo de los de la película… Pero creo que los fantasmas son feos y malos, y no quiero que existan. Y tampoco he tenido experiencias paranormales. Siempre hay amigos que te cuentan alguna, pero yo en mis propias carnes no las he sufrido.


Eres un actor versátil que ha demostrado que vale tanto para la comedia como para el drama. De todos modos, ¿con qué registro te sientes más cómodo y/o con cuál disfrutas más?

Pues no pienso en que sea comedia o drama. Depende del proyecto, de los compañeros, el director… En el momento en que lo estás haciendo te das cuenta de la facilidad o no facilidad de la historia, pero no porque sea comedia o drama.

Cine, teatro o televisión. ¿Con cuál te quedas? ¿Cuál te reporta mayores satisfacciones?

Pues es similar a la otra respuesta. También depende del proyecto. Pero bueno, así a trazos gordos… sobre todo soy cinéfilo como espectador, y como actor dónde disfruto mucho es en el teatro; disfruto mucho con la forma de hacerlo. Ahora bien, he hecho obras en las que me he aburrido muchísimo y películas en las que me lo he pasado muy bien. Y haciendo televisión también me lo he pasado muy bien. Creo que depende sobre todo del valor humano del proyecto.

Hablando de televisión…
Empezaste en la serie “Compañeros”, y tus jóvenes compañeros de reparto también proceden de la televisión. ¿Crees que de un tiempo a esta parte la ficción televisiva nacional se ha convertido en un escaparate para nuevas promesas de la interpretación? ¿La televisión es una buena forma de poder llegar a hacer cine o a veces es la única?

Pues eso depende cómo te conteste a la pregunta. A nivel de popularidad, eso lo da la televisión, desde luego. Estás dos meses en la tele y ya te conoce mucha gente. Para la gente joven, sobre todo, es lo que tú dices, un escaparate. Pero bueno, hay diferentes formas de hacer una carrera y de conseguir hacer trabajos interesantes, ya sea en la tele o no.

Ganaste el Goya a Mejor interpretación masculina de reparto por “Gordos”. ¿Ha influido de algún modo en tu carrera, ya sea para bien o incluso para mal, el haber ganado ese Goya?

Yo personalmente eso no lo he notado, ni para bien ni para mal. No me ha afectado de ninguna manera.

Por lo general, la academia suele tener más en cuenta aquellos papeles que son serios y/o dramáticos. ¿Crees que no se valora tanto al actor, a su interpretación, cuando se trata de papeles cómicos o destinados a películas más comerciales?

Sí, sí, lo creo. Si tú le preguntes a la gente que se dedica a esto siempre te contestan que “hacer comedia es muy difícil”. Eso se dice y se dice de verdad, pero luego no se considera muy premiable la comedia. Y yo ahora estoy nominado al Goya por “Primos”, y lo que más ilusión me hace es estar nominado por una comedia. [...] Pero bueno, el premio de estas películas es el que la gente se lo pase bien, porque están hechas para que disfruten. Ese es el éxito. Hacer una comedia y que la gente no se ría es el gran bajón, y ya te pueden dar todos los premios que quieras…

Y de los papeles que has interpretado hasta ahora, ¿cuál te ha supuesto mayor dificultad?

Pues todos los personajes tienen sus contras. Para mí siempre es difícil encarar uno u otro, parezca o no más sencillo. Ahora me vienen a la memoria, aunque quizás no tenga mucho que ver, cosas de “Primos”, que fue todo un aprendizaje como actor. Lo pasé muy mal en algunas secuencias, sufriendo mucho. Y luego ves en el cine esa secuencia de comedia y recuerdas lo mal que lo pasaste, y te sorprendes al ver lo bien que funciona. Quiero decir, que veces que hay escenas que parecen muy fáciles y lo pasas fatal, y otras que a lo mejor parece que costaron mucho y te lo estabas pasando muy bien.


sábado, 4 de febrero de 2012

Promoción fantasma - Entrevista al director Javier Ruiz Caldera

Promoción fantasma - Entrevista Javier Ruiz Caldera

Este viernes se ha estrenado en nuestras carteleras “Promoción fantasma”, segundo largometraje del director barcelonés Javier Ruiz Caldera tras su exitoso debut en 2009 con “Spanish Movie”. Con motivo de su estreno, parte del equipo está de gira promocional por España, y un servidor ni quiso desaprovechar la oportunidad de charlar con ellos durante su visita a Barcelona, así que me desplacé hacia el lugar de encuentro (el Hotel Room Mate Emma) para entrevistarme con el mencionado director, su actor protagonista, Raúl Arévalo, y otros componentes del reparto como Silvia Abril y los jóvenes Anna Castillo y Alex Maruny. Un total de cuatro entrevistas (una de ellas doble) que os iré ofreciendo a lo largo de estos días.

Primero de todo, qué mejor que empezar con uno de sus máximos responsables, Javier Ruiz Caldera, el hombre detrás de las cámaras que ha dado forma al guión escrito por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor.


¿Cómo nace un proyecto como “Promoción fantasma” y cómo llegas tú a él?


Pues llego a él sobre todo por “Spanish Movie”. Una de las cosas buenas de haber hecho un éxito de taquilla es que pude hacer otra película inmediatamente después. Cuando me hicieron la propuesta vi el potencial (yo era muy fan de las spoof movies) y pensé que esa película tenía que hacerla yo. Y por ello me sentí muy afortunado. Luego fue un éxito, pero era una película muy arriesgada que no se había hecho antes. Y con ésta ocurre igual.

Una película de institutos cómica, gamberra y con fantasmas es algo que tampoco se había hecho. Quizás es que somos unos inconscientes, pero a los productores y a mí eso nos estimuló mucho. Precisamente porque quizás estamos un poco hartos de que el cine español esté siempre en lo mismo. Y está muy bien el cine de autor, y yo soy un gran consumidor de cine autor y cine experimental, pero tiene que haber una cartelera con un abanico de propuestas diferentes. Creo que eso es lo que le gusta al público, y que existan distintas propuestas es de lo más sano. A mí me flipa Rosales y Javier Rebollo, pero también quiero de vez en cuando ir al cine a pasarlo bien. Y si puede ser el cine español el que me dé eso, pues mejor.

¿Crees que la Academia de Cine valora o recompensa debidamente este tipo de cine español más comercial y de género, tipo “Promoción fantasma”, que menudo es el que hace que nuestra industria gane dinero y siga adelante?

Yo soy un gran fanático del género fantástico; era y sigo siendo uno de esos freaks del Festival de Sitges, y creo que es el género en el que mejor se ve a un director con talento porque es donde más se maneja el cine a nivel plástico. […] Es un buen género en el que empezar y formarse como director. En cambio, eso luego no tiene ningún reconocimiento.

Y con la comedia hay una contradicción muy habitual, y es que se suele decir que es el género más difícil de hacer. Sin embargo, luego nunca lo valoran. Pero bueno, esto ha sido siempre así, desde la época de Lubitsch y Billy Wilder hasta ahora. Y está bien que sea así porque los que hacemos comedia tenemos un premio que no tiene ningún otro género, y es escuchar en directo, en una sala de cine, la respuesta del público en forma de risas. Que una sala reviente a carcajadas (y eso es algo que yo he vivido y viví ayer en el pase de la película) es genial.



Y eso que no siempre sabes si esa película va a causar ese efecto o no, o si tal escena funcionará debidamente y provocará esa carcajada…

Por eso hacemos algún test screening con jóvenes y gente de la calle. Hay bromas que a ti ya no te hacen gracia de tanto verlas o bromas que dudas si funcionarán. Entonces, si ellos ríen, la broma se queda; y si no ríen, no se queda.

En este caso, no obstante, hay mucha referencia ochentera al cine juvenil americano (con el que muchos hemos crecido) y muy especialmente a “El club de los cinco” de John Hugues. ¿Crees que eso puede hacer que el espectador más adulto, aquél que ronda la treinta y cuarentena, conecte mejor con “Promoción fantasma” que el espectador adolescente actual?

Lo cierto es que la premisa ya es un poco como “qué hubiese pasado si los de “El club de los cinco” se hubiesen quemado en la biblioteca y se hubieran quedado como fantasmas”. Pero yo nunca me he planteado hacer ni un homenaje ni mucho menos una película nostálgica. Tengo esas películas en la cabeza, y hago algunas referencias directas, pero nunca pensé en hacer esta película para nosotros. Yo quería hacer una película gamberra de instituto para los chavales. La sorpresa que me estoy llevando es que a los de nuestra generación les está gustando y les está haciendo recordar esas pelis. Ahora bien, ¿cómo metes a los de nuestra generación a ver esta película? Yo no lo sé.

Cierto. Parece complicado porque la propia promoción no termina de mostrar esa película que, en el fondo, se aleja un poco del concepto habitual que tenemos del cine juvenil español. Vamos, que no es un “Fuga de cerebros con fantasmas”, precisamente.

Sabemos que la promoción está encarada hacia esa gente que realmente se junta en el cine con los amigos a echar unas risas, pero esperemos que luego el boca a boca genere un tipo de público más disperso. Aquí los productores son muy buenos en promoción, y a la vista está lo que hicieron con “Spanish Movie”. Saben marcar muy concretamente al público, porque si dispersas a ese público en dos, puede que no funcione.

En el trailer está todo aquello que puede gustar al adolescente. Aquello que no se ve es quizás lo que más nos puede gustar a nosotros. Luego hay clips de la película por Internet en donde puedes encontrar, por ejemplo, uno que se titula “Corazoncito”, y que lo podríamos considerar más ñoño, más estilo “Ghost”.

Pero en definitiva es una comedia, y mi misión ha sido no pasarme y saber cortar donde toca. Hay momentos más edulcorados y otros que van a más a saco, pero creo que hay un equilibro entre ambas partes.

Ahora que hablas de equilibrio y de control, ¿hasta qué punto es controlable ese grupito de fieras del humor como Carlos Areces o Silvia Abril

Carlos es controlable y es un gran actor. La primera película que hizo fue “Spanish Movie”, y a la vista está la evolución que está teniendo y cómo está siendo reconocido. Silvia Abril sí que es incontrolable [comenta entre risas]

Siendo ésta tu segunda película, ¿has contado con más libertad creativa durante el proceso de rodaje o todo ha estado muy atado desde el guión?

Bueno, la diferencia es que con “Spanish Movie” tienes un género muy concreto y yo, como director, debía desaparecer. Hubiese podido rodar planazos, pero sé que no puedo hacerlo en favor del género que estoy tratando. Aquí, aunque también es una comedia, es otra cosa distinta. Es lo que hablábamos de que el género siempre te permite lucirte más como director, y dado que aquí había esa mezcla, he podido disfrutar en otro sentido. Como director, mi trabajo es adecuarme al género, saber lo que estoy contando y ponerme al servicio de la película aunque sea en detrimento de mí como nombre o como director. En ese sentido, intento no estar por encima de la película.


Con películas en nuestra cartelera como “Promoción fantasma” o la inminente “Lobos de Arga”, ¿crees que la comedia fantástica en un filón a explotar dentro del panorama cinematográfico español?

Pues aún falta por demostrar cómo les va a ir a estas películas. Creo que la clave del éxito no existe, y ojalá la supiéramos. Y sí existiese, se harían películas como churros y el juego sería muy aburrido. A veces apetece hacer algo que te gustaría ver en pantalla, y luego te pones a ello y esperas que la gente reaccione bien ante la propuesta. A veces la gente va a verla y otras veces no, lo que también depende mucho de la promoción. Hay películas buenas y propuestas interesantísimas que pasan desapercibidas. Nunca se sabe…

Si van bien películas como ésta y “Lobos de Arga”, de repente saldrán diez películas así hasta que se agoten, hasta que la gente diga basta y aparezcan otro tipo de películas. Mira cuando salió “El orfanato”... Antes no se apostaba por películas así. El cine funciona así, aquí y en todo el mundo.

Precisamente con “Spanish Movie” tuvimos carta blanca para hacer “Spanish Movie 2”, pero no quisimos a pesar de lo mucho que disfrutamos haciendo la primera. Si la hacemos algún día, será cuando ya nadie la espere. Quizás de repente deseemos hacer otra cosa y ya ni siquiera se llame “Spanish Movie”. No queremos repetirnos e ir a lo fácil. Si hacemos otra película es porque realmente creemos en ella.

Por lo que se puede ver, a la hora de elegir tus proyectos te decantas hacia la comedia y hacia unas referencias muy concretas. ¿Te veremos en un futuro dirigiendo algo tan opuesto como un drama, por ejemplo?

Sí, sí. De hecho espero tener una evolución hacia un cine más nominable… [entre risas] Luego ya si eso vuelvo de nuevo a las chorradas sin prestigio [risas de nuevo].

Me guío mucho por los guiones que me llegan. Sí que me gusta mucho el género, y seguro que si hago cualquier cosa, algo de humor va a tener. “Los descendientes” por ejemplo, es un drama con algo de humor y me gusta. No son géneros incompatibles.

El reparto también es algo muy importante, y en esta ocasión vuelves a contar con buena parte del elenco de “Spanish Movie”. Pero a la hora de elegir al resto de intérpretes y sobre todo a los más jóvenes, ¿cómo fue el proceso?, ¿tenías ya a alguien en mente para los distintos roles?

Con Alexandra y los demás lo tenía claro: quería repetir con ellos. Y para el protagonista quería al mejor actor de esta generación. Y ya sé que suena a tópico, pero se lo está ganando a pulso. Siendo un papel complicadillo, me fui a por Raúl [Raúl Arévalo] que es una apuesta segura.

También quería a Aura Garrido, que es una pedazo de actriz. Desde que la vi en “Planes para mañana” me dije “Ésta va a ser Elsa”. Y los demás chavales hicieron castings. Anna Castillo, por ejemplo, aparecía en “Blog”, una película muy pequiñita, y también me parece una pedazo de actriz que creo que va a pegar fuerte.

La verdad es que estoy muy contento. Pero ese es mi trabajo: escoger a los actores que le darán el tono a la película. Cuando leo el guión pienso en los actores y el tono que tienen que transmitir […] Te suelen proponer ciertos nombres que igual no los ves para el papel. Pero los productores son personas con las que se puede dialogar. Yo he tenido mucha suerte con los míos; ha sido un lujo, y todo el mundo me lo dice. Parece que a veces tienes el enemigo en casa, pero en mi caso el apoyo ha sido brutal.

¿Y con el tema de la promoción/publicidad, que no siempre juega a favor de la propia película, te has podido implicar de algún modo?

No. Yo confío mucho en ellos. Ellos confían en mi trabajo y yo confío en el suyo. Mira “Spanish Movie” y cuánta gente la vio. Han invertido también un dinero y lo están haciendo muy bien.



Y con esta última pregunta concluyó la entrevista con Javier. Desde aquí le deseo mucha suerte con “Promoción fantasma” y con sus futuros proyectos.

En breve, seguiré con las entrevistas al resto del equipo de la película.

miércoles, 1 de febrero de 2012

“Promoción fantasma” (2012) - Javier Ruiz Caldera

Crítica Promoción fantasma 2012 Javier Ruiz Caldera
En 2009, y tras dirigir un par de cortos, Javier Ruiz Caldera debutó en el largometraje con “Spanish Movie”, un (fallido) intento de trasladar el subgénero “spoof movie” al mercado español mediante la parodia de algunas de las películas más exitosas del reciente cine patrio (El Orfanato, Mar adentro, Volver, Los otros, El laberinto de Fauno…). La promoción despertó bastante interés entre el respetado al juntar a Leslie Nielsen, todo un especialista de las parodias, con Chiquito De La Calzada, uno de los humoristas televisivos más populares (e imitados) de la España de los 90. Desgraciadamente, aquello que precisamente no pertenecía a la película (era un simple spot) acabó siendo lo más destacable de la misma, pues pese a empezar con buen pie, a los 20 minutos la frescura se desinflaba y se convertía en una sucesión de gags sin demasiada gracia y sin un hilo conductor decente. El resultado final quedaba bastante lejos de lo que antaño lograron tipos como Jim Abrahams o los hermanos Zucker (Hot Shots, Top Secret…), aunque por suerte tampoco llegaba al nauseabundo nivel de Jason Friedberg y Aaron Seltzer, responsables de “Casi 300”, “Epic Movie” y demás carroña paródica. De todos modos, “Spanish Movie” hizo buenos números en taquilla, doblando su coste en recaudación y convirtiéndose en una de las producciones españolas más vistas del año.

Ahora, cuatro años después, el director contraataca con otra propuesta cómica con, nuevamente, cierto regustillo yanqui.

Modesto (Raúl Arévalo) es un profesor que en ocasiones ve muertos. Esto no solo le ha costado una fortuna en psiquiatras sino que también ha hecho que le despidan de todos los colegios donde ha trabajado. Su suerte cambia cuando consigue plaza en el Monforte, un colegio de prestigio aterrorizado por cinco alumnos. ¿Y qué tienen de especial estos alumnos? Pues que están muertos, y Modesto es el único que puede verles y ayudarles a saldar su cuenta pendiente en la tierra para que dejen de vivir como fantasmas y reciban el descanso que se merecen.

Caldera vuelve a reunirse con gran parte del elenco con el que trabajó en su opera prima; esto es, la estupenda Alexandra Jiménez, que aquí encarna a la directora del colegio Monforte; Silvia Abril, que da vida a la singular secretaria; y dos de los componentes/artífices del programa de humor Muchachada Nui, Carlos Areces y Joaquín Reyes, que interpretan respectivamente a un padre metomentodo miembro de la Asociación de Madres y Padres del colegio (AMPA) y a un pésimo psiquiatra que aconseja inútilmente al protagonista.

A este grupete lo encabeza un traumatizado Modesto en la piel de Raúl Arévalo, al que ya vimos el año pasado en la muy recomendable “Primos”. Y como plus, tenemos también al veterano Luís Varela (Camera café), otro espectro que pulula por la pantalla no sin cierto desconsuelo.

No hay duda que semejante reparto ya es un punto a favor, pero tal como se pudo comprobar con Spanish Movie, eso no es suficiente para llevar a flote una película. En este caso, más que tirar de constantes gags, lo que se ha intentado es hacer una comedia entrañable y nostálgica para tratar de encandilar a un espectador que probablemente se escape del target habitual de este tipo de propuestas. Y eso, en parte, podría costarle una buena taquilla.

Los que esperen encontrarse con un “Fuga de cerebros” en versión fantasmal probablemente se lleven un chasco, puesto que se trata de una comedia mucho más ligera y menos gamberra de lo que parece a simple vista. Los gags escatológicos y de mal gusto aparecen de forma puntual, cosa que al menos un servidor agradece enormemente. Ese tipo de humor es el que, en mi humilde –y poco compartida- opinión, suele estropear cualquier comedia, sea española o de donde sea. Sin embargo, es evidente que este humor vulgar y soez tiene su público y es el que a menudo suele llenar las salas.

“Promoción fantasma” apuesta más por el diálogo jocoso, lo que permite que tipos como Joaquín Reyes nos arranquen alguna que otra buena carcajada. Lástima que su presencia en la trama sea escasa, porque cada vez que aparece lo borda. Claro que, a veces, a este tipo de cómicos es mejor disfrutarlos a bocados pequeños para no empacharse luego.


Si algo resulta un tanto chocante y chirriante es esa mezcolanza de cine juvenil de instituto a medio camino entre lo yanqui y lo español. Y es que no resulta muy habitual que en nuestros colegios se celebren “bailes de fin de curso”, que a los alumnos se les cite por megafonía o que el rompecorazones de turno (uno de los fantasmas, en este caso) parezca el quaterback del equipo de fútbol.

Esto responde, en buena medida, al cine al que sus responsables han querido rendir tributo, homenajeando claramente a uno de los clásicos por excelencia del género adolescente: “El club de los cinco”, del especialista John Hugues (una de mis películas de cabecera, dicho sea de paso). Homenaje perceptible desde el afiche promocional con los cinco alumnos fantasmales emulando el cartel de la citada película hasta la repetición de los bailecitos que se marcaban Emilio Estévez y cía en un momento dado de la misma. Además, estos cinco jóvenes representan varios de los estereotipos estándar de aquella y de cualquier otra comedia juvenil que se precie: desde el joven rebelde al deportista pasando por el/la empollón/a o la “facilona” del colegio (que aquí, para más señas, es una preñada prematura). A estos se le añade un estereotipo muy patrio, el “fiestero de Pachá” de allá por los 90, que recae en el personaje de “Pinfloy”, quién como fantasma “vive” condenado a una eterna borrachera dado que en el momento de su muerte se encontraba completamente ebrio.

Además, los cinco vagan por la escuela porque SPOILER-- murieron juntos cuando un incendio se propagó en la biblioteca, lugar en el que se encontraban castigados -- FIN SPOILER, por si la referencia aún no había quedado clara.

A otra película que recuerda “Promoción fantasma” es a aquella desconocida pero muy estimable comedia fantástica de principios de los noventa titulada “Corazones y almas”, en la que un jovencísimo Robert Downey Jr. tenía que lidiar con cuatro fantasmas adultos a los que debía que ayudar a resolver sus cuentas pendientes para así poder ir, por fin, al cielo. Eso es exactamente lo mismo que le ocurre a nuestro Modesto con sus cinco alumnos. Claro que el procedimiento aquí es algo distinto y mucho más cómico, amén de que las “posesiones” (cuando el fantasma se introduce dentro del cuerpo de un vivo) no afectan al protagonista sino a las personas de su entorno.

Por ello, por esa cinefilia nostálgica y por esa música tan ochentera (escuchar el “Total Eclipse Of The Heart” de Bonnie Tyler en una sala de cine te eriza la piel), es posible que “Promoción fantasma” conecte mucho mejor con el espectador que ronda la treintena y cuarentena, que con el quinceañero de ahora.


Para las nuevas generaciones, eso sí, existe el atractivo (a modo de reclamo) de encontrarse a esa cantera de jóvenes actores y actrices que pueblan o han poblado la ficción televisiva de nuestro país. Entre los cinco espectros nos encontramos a Andrea Duro (Cuestión de sexo, Física o química), Jaime Olías (Ángel o Demonio), Anna Castillo (Doctor Mateo), Alex Maruny (Ángel o Demonio) y Javier Bódalo (El comisario, Los Serrano); además de a Aura Garrido, que encarna a una marginada antisocial (gótica, para más inri) y que protagoniza la subtrama amorosa más ñoña de la película junto al personaje de Olías, Jorge (el deportista de la cazadora “USA style”).

Como podéis comprobar, algunos provienen incluso de la misma serie, y es que la televisión les ha abierto a todos (a algunos antes que a otros) las puertas del cine. Ignoro cuántos de ellos caerán en el olvido en cuestión de años, cuántos superarán su etapa de “forracarpetas” para madurar como intérpretes o cuántos subsistirán gracias a su cara bonita (estilo Amaia Salamanca o Mario Casas), pero lo que es seguro es que todos pasan el examen con un aprobado. Quizás a Maruny se le vea, en alguna ocasión, algo menos cómodo con su actitud de “rebelde sin causa”, pero en líneas generales los cinco ofrecen una buena contrapartida al elenco de adultos de les acompañan. Y teniendo en cuenta quiénes son esos adultos, el mérito es doble.

Como comedia que es, “Promoción fantasma” se ve con agrado, sacándote algunas risas y numerosas sonrisas. Cuenta con la baza referencial y generacional a su favor, logrando captar la esencia de aquellas propuestas ochenteras que nos solían llegar del otro lado del charco, y añadiéndole el toque sobrenatural.

Tampoco es descartable que la chavalería actual le encuentre su punto, siempre y cuando no anden buscando la comedia chorras de turno. Pero como ya he comentado, la comicidad será mucho mayor con los que ya dejamos atrás la edad del pavo.

Quizás con algo más de gamberrismo y cero escatología (porque gamberro no equivale a escatológico), hubiera quedando más redonda, pero a falta de pan, buenas son galletas, y poco hay que reprocharle a lo que han logrado Caldera y cía: hacer una comedia juvenil simpática y muy amena.



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