miércoles, 1 de febrero de 2012

“Promoción fantasma” (2012) - Javier Ruiz Caldera

Crítica Promoción fantasma 2012 Javier Ruiz Caldera
En 2009, y tras dirigir un par de cortos, Javier Ruiz Caldera debutó en el largometraje con “Spanish Movie”, un (fallido) intento de trasladar el subgénero “spoof movie” al mercado español mediante la parodia de algunas de las películas más exitosas del reciente cine patrio (El Orfanato, Mar adentro, Volver, Los otros, El laberinto de Fauno…). La promoción despertó bastante interés entre el respetado al juntar a Leslie Nielsen, todo un especialista de las parodias, con Chiquito De La Calzada, uno de los humoristas televisivos más populares (e imitados) de la España de los 90. Desgraciadamente, aquello que precisamente no pertenecía a la película (era un simple spot) acabó siendo lo más destacable de la misma, pues pese a empezar con buen pie, a los 20 minutos la frescura se desinflaba y se convertía en una sucesión de gags sin demasiada gracia y sin un hilo conductor decente. El resultado final quedaba bastante lejos de lo que antaño lograron tipos como Jim Abrahams o los hermanos Zucker (Hot Shots, Top Secret…), aunque por suerte tampoco llegaba al nauseabundo nivel de Jason Friedberg y Aaron Seltzer, responsables de “Casi 300”, “Epic Movie” y demás carroña paródica. De todos modos, “Spanish Movie” hizo buenos números en taquilla, doblando su coste en recaudación y convirtiéndose en una de las producciones españolas más vistas del año.

Ahora, cuatro años después, el director contraataca con otra propuesta cómica con, nuevamente, cierto regustillo yanqui.

Modesto (Raúl Arévalo) es un profesor que en ocasiones ve muertos. Esto no solo le ha costado una fortuna en psiquiatras sino que también ha hecho que le despidan de todos los colegios donde ha trabajado. Su suerte cambia cuando consigue plaza en el Monforte, un colegio de prestigio aterrorizado por cinco alumnos. ¿Y qué tienen de especial estos alumnos? Pues que están muertos, y Modesto es el único que puede verles y ayudarles a saldar su cuenta pendiente en la tierra para que dejen de vivir como fantasmas y reciban el descanso que se merecen.

Caldera vuelve a reunirse con gran parte del elenco con el que trabajó en su opera prima; esto es, la estupenda Alexandra Jiménez, que aquí encarna a la directora del colegio Monforte; Silvia Abril, que da vida a la singular secretaria; y dos de los componentes/artífices del programa de humor Muchachada Nui, Carlos Areces y Joaquín Reyes, que interpretan respectivamente a un padre metomentodo miembro de la Asociación de Madres y Padres del colegio (AMPA) y a un pésimo psiquiatra que aconseja inútilmente al protagonista.

A este grupete lo encabeza un traumatizado Modesto en la piel de Raúl Arévalo, al que ya vimos el año pasado en la muy recomendable “Primos”. Y como plus, tenemos también al veterano Luís Varela (Camera café), otro espectro que pulula por la pantalla no sin cierto desconsuelo.

No hay duda que semejante reparto ya es un punto a favor, pero tal como se pudo comprobar con Spanish Movie, eso no es suficiente para llevar a flote una película. En este caso, más que tirar de constantes gags, lo que se ha intentado es hacer una comedia entrañable y nostálgica para tratar de encandilar a un espectador que probablemente se escape del target habitual de este tipo de propuestas. Y eso, en parte, podría costarle una buena taquilla.

Los que esperen encontrarse con un “Fuga de cerebros” en versión fantasmal probablemente se lleven un chasco, puesto que se trata de una comedia mucho más ligera y menos gamberra de lo que parece a simple vista. Los gags escatológicos y de mal gusto aparecen de forma puntual, cosa que al menos un servidor agradece enormemente. Ese tipo de humor es el que, en mi humilde –y poco compartida- opinión, suele estropear cualquier comedia, sea española o de donde sea. Sin embargo, es evidente que este humor vulgar y soez tiene su público y es el que a menudo suele llenar las salas.

“Promoción fantasma” apuesta más por el diálogo jocoso, lo que permite que tipos como Joaquín Reyes nos arranquen alguna que otra buena carcajada. Lástima que su presencia en la trama sea escasa, porque cada vez que aparece lo borda. Claro que, a veces, a este tipo de cómicos es mejor disfrutarlos a bocados pequeños para no empacharse luego.


Si algo resulta un tanto chocante y chirriante es esa mezcolanza de cine juvenil de instituto a medio camino entre lo yanqui y lo español. Y es que no resulta muy habitual que en nuestros colegios se celebren “bailes de fin de curso”, que a los alumnos se les cite por megafonía o que el rompecorazones de turno (uno de los fantasmas, en este caso) parezca el quaterback del equipo de fútbol.

Esto responde, en buena medida, al cine al que sus responsables han querido rendir tributo, homenajeando claramente a uno de los clásicos por excelencia del género adolescente: “El club de los cinco”, del especialista John Hugues (una de mis películas de cabecera, dicho sea de paso). Homenaje perceptible desde el afiche promocional con los cinco alumnos fantasmales emulando el cartel de la citada película hasta la repetición de los bailecitos que se marcaban Emilio Estévez y cía en un momento dado de la misma. Además, estos cinco jóvenes representan varios de los estereotipos estándar de aquella y de cualquier otra comedia juvenil que se precie: desde el joven rebelde al deportista pasando por el/la empollón/a o la “facilona” del colegio (que aquí, para más señas, es una preñada prematura). A estos se le añade un estereotipo muy patrio, el “fiestero de Pachá” de allá por los 90, que recae en el personaje de “Pinfloy”, quién como fantasma “vive” condenado a una eterna borrachera dado que en el momento de su muerte se encontraba completamente ebrio.

Además, los cinco vagan por la escuela porque SPOILER-- murieron juntos cuando un incendio se propagó en la biblioteca, lugar en el que se encontraban castigados -- FIN SPOILER, por si la referencia aún no había quedado clara.

A otra película que recuerda “Promoción fantasma” es a aquella desconocida pero muy estimable comedia fantástica de principios de los noventa titulada “Corazones y almas”, en la que un jovencísimo Robert Downey Jr. tenía que lidiar con cuatro fantasmas adultos a los que debía que ayudar a resolver sus cuentas pendientes para así poder ir, por fin, al cielo. Eso es exactamente lo mismo que le ocurre a nuestro Modesto con sus cinco alumnos. Claro que el procedimiento aquí es algo distinto y mucho más cómico, amén de que las “posesiones” (cuando el fantasma se introduce dentro del cuerpo de un vivo) no afectan al protagonista sino a las personas de su entorno.

Por ello, por esa cinefilia nostálgica y por esa música tan ochentera (escuchar el “Total Eclipse Of The Heart” de Bonnie Tyler en una sala de cine te eriza la piel), es posible que “Promoción fantasma” conecte mucho mejor con el espectador que ronda la treintena y cuarentena, que con el quinceañero de ahora.


Para las nuevas generaciones, eso sí, existe el atractivo (a modo de reclamo) de encontrarse a esa cantera de jóvenes actores y actrices que pueblan o han poblado la ficción televisiva de nuestro país. Entre los cinco espectros nos encontramos a Andrea Duro (Cuestión de sexo, Física o química), Jaime Olías (Ángel o Demonio), Anna Castillo (Doctor Mateo), Alex Maruny (Ángel o Demonio) y Javier Bódalo (El comisario, Los Serrano); además de a Aura Garrido, que encarna a una marginada antisocial (gótica, para más inri) y que protagoniza la subtrama amorosa más ñoña de la película junto al personaje de Olías, Jorge (el deportista de la cazadora “USA style”).

Como podéis comprobar, algunos provienen incluso de la misma serie, y es que la televisión les ha abierto a todos (a algunos antes que a otros) las puertas del cine. Ignoro cuántos de ellos caerán en el olvido en cuestión de años, cuántos superarán su etapa de “forracarpetas” para madurar como intérpretes o cuántos subsistirán gracias a su cara bonita (estilo Amaia Salamanca o Mario Casas), pero lo que es seguro es que todos pasan el examen con un aprobado. Quizás a Maruny se le vea, en alguna ocasión, algo menos cómodo con su actitud de “rebelde sin causa”, pero en líneas generales los cinco ofrecen una buena contrapartida al elenco de adultos de les acompañan. Y teniendo en cuenta quiénes son esos adultos, el mérito es doble.

Como comedia que es, “Promoción fantasma” se ve con agrado, sacándote algunas risas y numerosas sonrisas. Cuenta con la baza referencial y generacional a su favor, logrando captar la esencia de aquellas propuestas ochenteras que nos solían llegar del otro lado del charco, y añadiéndole el toque sobrenatural.

Tampoco es descartable que la chavalería actual le encuentre su punto, siempre y cuando no anden buscando la comedia chorras de turno. Pero como ya he comentado, la comicidad será mucho mayor con los que ya dejamos atrás la edad del pavo.

Quizás con algo más de gamberrismo y cero escatología (porque gamberro no equivale a escatológico), hubiera quedando más redonda, pero a falta de pan, buenas son galletas, y poco hay que reprocharle a lo que han logrado Caldera y cía: hacer una comedia juvenil simpática y muy amena.



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