viernes, 31 de octubre de 2008

Películas imprescindibles para Halloween


Hoy es 31 de Octubre, víspera de El Día de Todos Los Santos, celebración cristiana que se lleva a cabo de distintas formas -e incluso en distintos días- según el lugar en el que nos encontremos. En Estados Unidos, por ejemplo, se celebra Halloween, fiesta que cada vez se ha extendido más y más por occidente hasta el punto que en España se mantienen ciertas tradiciones de dicho festejo, como por ejemplo los disfraces de carácter terrorífico.

La también conocida como Noche de brujas, sirve de excusa para que los más jóvenes se disfracen y hagan aquello del “truco o trato”, aunque aquí esta práctica no es usual y todo se queda reducido al mero disfraz (y los mayores, a ir de copas, por supuesto)
También es un buen momento para pegarse una sesión de cine nocturna con una buena ración de títulos del género de terror. Y este es el motivo que le sirve a un servidor para realizar este pequeño post (ilustrado convenientemente por la voluptuosa Elvira xD) y cuya intención no es otra que ofreceros un breve listado personal sobre aquellos títulos que considero ideales para pasar una noche como esta.

Por supuesto, esta lista es meramente subjetiva y en ella no figuran todas los películas de terror que me gustan, pero sí aquellas que me parecen imprescindibles para echarse una buena sesión cinéfila para la noche que nos ocupa.

Primero empecemos por los clásicos de antaño. Dos títulos con dos de los monstruos cinematográficos (y literarios) por excelencia como son Drácula y Frankenstein:

El Doctor Frankenstein (Frankenstein) de la Universal Pictures.

Drácula, de la Hammer.

Dso obras cumbres del género de imprescindible visionado.


Sigamos con algunas de las cintas más espeluznantes del terror moderno:

La Semilla del Diablo (Rosemary's Baby)

El Exorcista (The Exorcist)

La Noche de Halloween (Halloween)

El Resplandor (The Shining)

Al Final de la Escalera (The Changeling)

La Cosa (The Thing)

Posesión Infernal (Evil Dead)

Drácula, de Bram Stoker (Bram Stoker's Dracula)

En la Boca del Miedo (In the Mouth of Madness)

Abierto Hasta el Amanecer (From Dusk Till Dawn)


Y ya para terminar, finalizamos el listado con algunas de las producciones más impactantes de los últimos años.

Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead)

The Descent

Las Colinas Tienen Ojos (The Hills Have Eyes)

La Niebla de Stephen King (The Mist)

À l'intérieur


Y una vez terminada mi selección, os toca a vosotros, mis fieles lectores, citar aquellos títulos que para vosotros son imprescindibles para pasar una noche de Halloween de lo más terrorífica.

domingo, 26 de octubre de 2008

"Las Crónicas de Riddick - Montaje del Director" (2004) - David Twohy


Después de un telefilm, Huida a través del tiempo, y de su interesante pero irregular primer largo, Han llegado, David Twohy dirigió el que es, aún a día de hoy, su mejor trabajo, “Pitch Black”. Una modesta pero sumamente satisfactoria cinta de ciencia-ficción y terror ambientada en un planeta hostil en dónde un grupo de supervivientes de un accidentado trayecto espacial debían hacer frente a unas criaturas alienígenas con muy malas pulgas. En ella se nos presentó a uno de los antihéroes más atractivos de la cinematografía reciente: Riddick. Un personaje duro y letal al que las adversas circunstancias le convierten en la única esperanza para la supervivencia de los tripulantes de la nave accidentada; nave en la que el susodicho viajaba como prisionero.

Aunque su paso por cines fue más bien discreto (un servidor fue de los pocos que acudieron a una sala de cine a dejarse sorprender por esta estupenda película), con el tiempo ha ido ganando adeptos, hasta el punto de considerarse una de las mejores muestras de lo que puede dar de sí un film de bajo presupuesto con una buena y efectiva historia detrás.

Para nuestra sorpresa, cuatro años más tarde el director nos traería una segunda parte mucho más ambiciosa y costosa. Desgraciadamente y pese a un trailer que auguraba todo lo contrario, la mayoría de los seguidores de la primera entrega nos llevamos un chasco enorme viendo aquella farragosa y ampulosa secuela.

Ahora, tras el anuncio de Twohy en proseguir con las hazañas de Riddick con un par de películas más (cuyos guiones ya está escribiendo) y con una edición del “montaje del director” ya disponible, parece un momento idóneo para rescatar esa decepcionante película y comprobar si la cosa ha mejorado y/o si hay suficientes alicientes como para darle una nueva oportunidad a las venideras secuelas.


Los Necróferos son una raza de guerreros que viajan por el espacio con afán conquistador, sometiendo y/o aniquilando toda civilización que encuentran a su paso. Los pocos que se revelan contra ellos apenas tienen posibilidades de derrotar a su poderoso ejército, pero cuando todo parece perdido, aparece en el horizonte el nombre de un salvador, Riddick, uno de los pocos descendientes vivos de su estirpe, los furianos, y el único capaz de derrotar al imperio necrófero.

Han pasado los años y nuestro (anti)héroe sigue siendo un fugitivo de la ley al que le trae sin cuidado lo que le ocurra al resto del universo. Sin embargo, la petición de auxilio de un viejo amigo le hará cambiar de opinión y los siguientes acontecimientos harán que se tome su destino como algo personal contra los malvados necróferos.


El distanciamiento de “The Chronicles of Riddick” respecto a su predecesora es más que evidente. Existe un abismo entre una y otra, tanto en pretensiones como en su historia y tratamiento, además de los distantes resultados finales.
Con esta cinta Twohy apuntaba muy alto, y le acompañaba un presupuesto a medida y un eficaz equipo técnico suficientes como para que la cosa funcionase sin problemas. Sin embargo, la pretenciosidad del proyecto fue mayor que la pericia del director/guionista para llevarla a cabo.

En este “montaje del director” se han añadido 15 minutos más de metraje, si bien al tener un recuerdo bastante vago de la versión proyectada en cines no puedo asegurar si existe una mejora palpable en esta reedición. Lo que sí puedo decir es que un segundo visionado, sabiendo ya las diferencias existentes entre una y otra entrega, ha mejorado un poco mi opinión respecto a ella.

Como ya me ocurriera la primera vez, debo alabar efusivamente al departamento creativo, que ofrece unos originales e impresionantes diseños conceptuales que abarcan desde naves y planetas hasta armaduras y armamento. La recreación de la nave nodriza de los Necrófiros es un deleite visual, con ese aspecto barroco plagado de minuciosos detalles; su exterior mantiene una inusual apariencia formada por unos rostros humanos más propios de la escultura que de la arquitectura.

La concepción de los escenarios es muy atractiva e incluye tanto el planeta Crematoria (planeta con temperaturas infernales de unos 375º C durante el día y unos 175º C durante la noche) como su prisión, el Slam, que se encuentra a kilómetros y kilómetros del subsuelo. También tenemos el planeta Helion, lugar donde aterrizan los Necróferos, y los helados páramos donde se encuentra nuestro protagonista al inicio del film.
Distintos lugares que ambientan a la perfección la trama.

Como condimento, tenemos el avanzado armamento de los villanos y sus metálicas armadura, cuyo diseño recuerda a esa rojiza armadura que Gary Oldman lucía en el Drácula de Coppola. Todo ello es obra de, entre otros, Holger Gross, diseñador de producción que trabajó con Roland Emmerich en Stargate (se notan las influencias), película cuyos Goauls, además, recuerdan a los Necróferos de Twohy (curioso, cuanto menos); y Matthew Codd, ilustrador de arte conceptual responsable, por ejemplo, de “Juez Dredd”.

A este magnífico despliegue visual se le une una adecuada banda sonora a cargo de Graeme Revell, que coincide con el director por tercera vez consecutiva.

Pero pese a todos esos aciertos, tenemos también la prometedora historia que nos relata Twohy, que pretende abarcar demasiado en muy poco tiempo. Quedan algunos cabos sueltos que requieren de una continuación para ser aclarados, como por ejemplo el cómo y el por qué de las visiones de Riddick o el qué son exactamente los Necróferos.
La intención de elaborar un complejo y detallado mundo propio similar al “Dune” de Herbert se queda a medias, siendo la novela un medio más propicio para recrearse con total libertad (y no una película destinada a hacer taquilla con un action-man como protagonista). Por tanto, la historia es demasiado densa y no queda muy bien explicada, y eso topa de frente con los aires a blockbuster que, para bien o para mal, arrastra la película. Y como desgraciadamente ocurre con muchos otros directores de la actualidad, las escenas de acción están filmadas con mucho movimiento y cuesta percibir con exactitud quién pega/dispara a quién.

El reparto es convincente e incluso la inexpresividad habitual de Diesel encaja perfectamente con su rol a desempeñar (como ya hizo en Pitch Black), pero no son bazas suficientes para darle categoría a un film que se queda a medio gas.

Por tanto, “The Chronicles of Riddick” es una cinta que mejora en un segundo visionado y que funciona medianamente como entretenimiento (buenos diálogos, acertadas dosis de humor, trepidante acción aunque a ratos confusa, escenarios atractivos, espectaculares efectos especiales…), pero resulta fallida en sus pretensiones de hacer algo más grande, más épico.

No obstante, David Twohy sigue siendo un director a tener en cuenta dentro del cine fantástico, y esperemos que su regreso al personaje de Riddick nos deje mejores sensaciones.


Valoración personal:

miércoles, 22 de octubre de 2008

Amazing Movies en la 3ª Edición de los 20 Premios Blogs



Quizás algunos ya se han dado cuenta que desde las últimas semanas figura, en el margen izquierdo del blog, la misma imagen que aparece en este post. Dicha imagen corresponde a la 3ª Edición de los Premios 20blogs, concurso que organiza el periódico 20minutos. para galardonar, por categorías, a los mejores blogs en lengua castellana que hay en la red.

Gracias al aviso del compañero Chacal, un servidor decidió inscribir su humilde en blog en la categoría de Mejor blog de cine (y de paso y por increíble que parezca , también en la de diseño), pues como se suele decir en mi casa, "por probar no se pierde nada". Obviamente mis posibilidades de ganar eran escasas, por no decir nulas, pero pensé que sería una buena forma de dar a conocer "Amazing Movies" a otros blogueros apasionados también de este maravilloso séptimo arte.

El 15 de cotubre se inició el proceso de votación y éste finaliza el próximo 2 de noviembre. Solamente pueden votar otros blogueros inscritos en el concurso y a un único blog por categoría.

Por lo que un servidor ha estado observando, es común dar a conocer el concurso a los lectores, y de ahí que haya realizado este post. Para conseguir el voto algunos blogueros optan por la honesta petición, el intercambio de votos o incluso el spam. En mi caso y como tampoco pretendo llevarme ningún premio "a la fuerza", descartaré las dos últimas opciones y me limitaré simplemente a animar a aquellos que estén inscritos y suelan visitar o hayan visitado este blog, que voten por él si consideran que éste es merecedor del premio o del simple voto.

Por el momento llevo dos votos, lo cuál ya me llena de satisfacción. Ignoro quienes me han votado, pero les estoy muy agradecido por ello, de veras. Considero el voto como una muestra del aprecio o el reconocimiento hacia el blog, así que ser votado por otros blogueros ya me parece un buen motivo para sentirme orgulloso, además de tener a mis pocos pero fieles lectores habituales (a ellos no me cansaré de agradecerles su aportación), que son el motivo por el que un servidor sigue al pie del cañón (xD)

Dicho esto, os dejo el enlace para realizar la votación en el caso de que, como ya he comentado antes, alguien considere este blog digno de merecerlo. Sin compromiso alguno, puesto que con más o menos votos, yo seguiré aquí con el mismo entusiasmo de siempre :)

http://www.20minutos.es/premios_20_blogs/categorias/cine/A/

Saludos y gracias de antemano!

domingo, 19 de octubre de 2008

"El reino prohibido" (2008) - Rob Minkoff


No todos pueden presumir de tener, en la misma película, a dos de los cracks de las artes marciales más populares, consagrados e internacionales del panorama cinematográfico actual.
Jackie Chan y Jet Li se han ganado su fama a base de patadas y puñetazos, en el mejor sentido de la palabra. Dos virtuosos de las artes marciales que tienen legiones de fans y que, por primera vez, participan juntos (pero no revueltos) en una misma película. Eso ya es un buen motivo para que esos fans se sientan atraídos por esta producción, si bien los propios actores ya han admitido textualmente que la cosa “no es para tanto”.

Tras el visionado de esta “The Forbidden Kingdom” a un servidor no le queda otra que darles la razón. El mayor atractivo de la misma reside básicamente en la presencia de estos dos actores, aunque ese cara a cara puede saber a poco para los que esperaban en encuentro mucho más impactante. Al fin y al cabo, sus personajes son secundarios, y el verdadero prota de la función es el joven y poco conocido Michael Angarano (¿a nadie más le ha parecido un clon de Shia Labeouf?)


Jason es un muchacho aficionado –pero no practicante- al Kung-Fu y a todas las películas made in Hong Kong. Un día, de visita a una pequeña casa de empeños del barrio chino, descubre un legendario báculo de un sabio guerrero chino conocido como el Rey Mono.
Tras una serie de acontecimientos, el báculo revela su poder y teletransporta a Jason cientos de años atrás, hasta la China medieval. Una vez allí, su misión consistirá en devolver el báculo a su verdadero dueño (el Rey Mono), y para hacerlo deberá enfrentarse a un malvado emperador y a su poderoso ejército. Pero Jason no estará sólo, y en esta increíble aventura le acompañarán tres curiosos personajes: un luchador borracho (Jackie Chan), un monje silencioso (Jet Li), y el Gorrion Dorado (Yifei Liu), una bella joven en busca de venganza.


La historia se inspira ligeramente en populares leyendas chinas como la del Rey Mono, pero adaptando el rol del personaje principal a nuestros tiempos y desarrollando el habitual concepto de viajes en el tiempo (al estilo de la tercera entrega de “Las Tortugas Ninja”) para hacerlo más atractivo para el público no asiático.

La trama es sencilla y lineal, centrándose básicamente en el entrenamiento del prota para dominar el arte del kung-fu y posteriormente en seguir su viaje hasta el lugar de destino (con sus obstáculos pertinentes). Por ello podemos decir que la originalidad es más bien escasa y todo cuanto acontece resulta sumamente previsible.

En la cinta priman sobre todo las peleas cuerpo a cuerpo, y es ahí donde ésta saca mayor partido a sus dos estrellas, Chan y Li. Tener a los dos en movimiento, sea cara acara, luchando juntos o por separado, ya merece gran parte del visionado (aunque no de la entrada).
Las coreografías están conseguidas y más o menos los dos se lucen al mismo nivel. Nada más hay que lamentar el ya habitual -y a mi gusto, detestable- “wire-fu”, técnica que consiste en atar con cables a los luchadores para obtener peleas más espectaculares y emocionantes, ignorando por completo las leyes físicas naturales. Como ya digo, este recurso barato me parece muy molesto, ya que en la mayoría de ocasiones se me antoja ridículo y chapucero, y le quita todo el encanto –y el mérito- a las peleas (y por consiguiente, el trabajo de sus actores y/o especialistas). En el caso que nos ocupa, y tratándose de una cinta con componentes fantásticos, se puede llegar a tolerar, pero eso no quita que en ocasiones sea más un perjuicio que un beneficio.


En lo interpretativo, tanto Chan como Li siguen en su línea habitual. Uno (Chan) con su característico toque cómico y mostrando tantas muecas como le sea posible, y el otro (Li) con su habitual inexpresividad. Al segundo además lo tenemos por partida doble, interpretando –es un decir- a dos personajes distintos, a cada cual peor (el monje, hierático perdido, y el Rey Mono demasiado risible)

Por su parte, Michael Angarano cumple con el habitual rol de chico tímido (y un tanto friki) al que los matones del barrio tienen atemorizado. Con la ayuda de estos dos maestros aprenderá a defenderse y a afrontar cualquier situación por peligrosa y difícil que sea. Vamos, el típico papel de “pequeño saltamontes”.

Si acaso, el verdadero punto flaco, en lo que a reparto se refiere, lo tenemos en el villano, Collin Chou, que nunca llega a ser un malvado imponente, ya sea por lo poco acertado que está el actor o por su aspecto un tanto amanerado.


Por lo demás, la película logra su objetivo de entretener gracias a las citadas peleas y a unos efectos especiales competentes. Sus 70 millones de presupuesto lucen bastante bien en pantalla y van acompañados de una buena fotografía, bellos paisajes y una adecuada e inspirada banda sonora.
Su director, especializado en cine familiar (empezó en la Disney y ha realizado las dos entregas de Stuart Little para Warner Bros.), no consigue transmitir la épica suficiente para otorgarle intensidad a la película, pero pese a eso, el resultado es bastante simpático aunque de vez en cuando se pase de infantiloide.

Así pues, si sois fans de Jackie Chan y/o de Jet Li, seguramente paséis un buen rato con este ligero entretenimiento que, sin duda, es lo mejor que ha hecho Chan en años, algo fácil viendo lo mayormente mediocre que es su filmografía (las imposibles piruetas que se monta suelen ser el único motivo para ver semejantes esperpentos). Más o menos lo mismo se podría decir de Li, aunque éste de vez en cuando participa en productos más decentes y se deja ver en agraciadas superproducciones épicas.


Valoración personal:

sábado, 11 de octubre de 2008

Robots en el cine - Parte II


Seguimos con el repaso de los robots, cyborgs y demás seres de inteligencia artificial que poblaron nuestras pantallas. Esta vez le toca al turno a los más destacados de la década de los 70, desde los más bondadosos hasta los más temibles.



Esta pareja de robots “lucasianos” fueron una suerte de Gordo y Flaco de la ciencia ficción.
C3PO, de aspecto dorado, era un androide de protocolo programado para el trato con todo tipo de seres galácticos.
R2D2 era un droide astromecánico utilizado para conducir y reparar todo tipo naves.

Bajo la apariencia robótica de R2D2 y C3PO se encontraban los actores Kenny Baker y Anthony Daniels, respectivamente. Ambos participaron en la totalidad de la saga de Lucas (incluyendo la reciente trilogía). Por su estatura, Baker siguió trabajando con el director en otras de sus producciones, como “Dentro del laberinto” o “Willow”.
Por su parte, Daniels se dedicó básicamente a su carrera teatral (obras de Shakespeare, sobretodo), por lo que fue su caracterización de C3PO de las más recordadas dentro del cine, participando luego en pequeños papeles de secundario en otros films.

Esta pareja de robots componen la parte más cómica de la saga galáctica de Lucas y resultaron ser, sin duda alguna, unos aliados indispensables de nuestros heroicos protagonistas para poder derrocar a las fuerzas oscuras del Imperio Galáctico.


Robot pistolero, Yul Brynner (Almas de metal)

Un parque de atracciones provisto de los últimos avances tecnológicos permite a los visitantes interactuar con robots humanoides en distintos escenarios: el Oeste, la Antigua Roma y la Edad Media. Estos robots están diseñados para cumplir las órdenes de los humanos y hacer que disfruten de su estancia en el parque, pero tras un fallo en el sistema éstos terminan revelándose contra sus creadores.

Yul Brynner, ataviado con la misma vestimenta que lucía en “Los siete magníficos”, encarnó a un robot pistolero cuyo único adjetivo era matar a todo aquél que se cruzaba en su camino.

Tres años más tarde se estrenó su secuela bajo el título de “Futureworld” (mientras que el título original de su predecesora fue "Westworld")



Vivía solo en una caverna de hielo. Su trabajo consistía en congelar, con su pistola de hielo, a los animales que servían de alimento a los habitantes de la cúpula.

Otros de los robots que hicieron acto de aparición en esta década fueron: los robots policía de "THX 1138"; Max de“El abismo negro”; las perfectas e inmaculadas mujeres (ginoide o fembot) de "The Stepford Wives" (que en el 2004 tuvieron un remake a cargo de Frank Oz); y los entrañables Huey y Dewey, dos de los robots “Drone” de “Naves Misteriosas” (1972)


Como de costumbre, os invito a completar la lista a través de los comentarios, en el caso de que recordeis algún otro robot (o cyborg, etc.) que un servidor no haya incluido en este listado.

En la próxima entrega, echaremos la mirada aún más atrás en el tiempo.

domingo, 5 de octubre de 2008

"Death Race: la carrera de la muerte" (2008) - Paul W.S. Anderson


"En el año 2000 atropellar conduciendo no es un crimen, es el deporte nacional"

Así rezaba el cartel de “Death Race 2000” (aka La carrera de la muerte del año 2000), una cinta delirante, a la par que aberrante, de mediados de los 70, producida por el incombustible Roger Corman, dirigida por Paul Bartel y protagonizada por David Carradine y por un jovencísimo Silvester Stallone en uno de sus primeros papeles como protagonista, aquí ejerciendo como antagonista.
La película era una de esas casposas y gamberras producciones tan típicas de Corman, sacando aquí partido de unas violentas carreras y añadiéndole un toque kitsch bastante hortera tanto para los coches como para las vestimentas de los pilotos.

El temible –aunque de vez en cuando correcto- Paul W.S. Anderson (Resident Evil, AlienvsPredator, Mortal Kombat) nos trae un remake que toma prestado el punto de partida de la cinta homónima de Bartel y algunos de sus personajes, pero dándole un nuevo enfoque y un completo -y agradecido- lavado de cara. Adiós a la estética feísta, a su bizarrismo pretendido y a la denuncia del sistema, pues Anderson ha realizado una actualización que pasa por ofrecer una estética mucho más decadente y sucia, con unos automóviles más recargados y amenazadores, y unos pilotos más rudos y sin ningún tipo de escrúpulo. Al frente de todo esto, Jason Statham, el más productivo, resolutivo y cotizado actor de la última hornada de action-men.


En el año 2012, la economía de Estados Unidos ha caído en picado y el paro ha aumentado considerablemente. El único modo de entretener a la amargada y furiosa plebe es ofreciéndoles violentos y sangrientos espectáculos, como si de la Antigua Roma y sus coliseos se tratara.

Isla Terminal, una de las peores cárceles que existen, retransmite a través de Internet lo que han denominado como Death Race (La carrera de la muerte), una competición automovilística donde los presos compiten por su supervivencia y en donde la recompensa es, tras cinco carreras ganadas, la libertad. Hay un circuito pero no hay normas. Los coches van equipados con potente armamento y sólo los mejores pilotos cruzan la meta con vida. A esta cárcel llega Jensen Ames, un tricampeón de velocidad al que han acusado falsamente de un asesinato. La fría y cruel directora de Isla Terminal le coacciona para que participe en la citada “carrera de la muerte”, convirtiéndose ésta en el único billete de salida de su injusto encarcelamiento. Ames acepta a regañadientes sustituyendo al enmascarado “Frankenstein”, el piloto más popular del show.


El punto de partida del film de Anderson se asemeja al de “Perseguido/The Running Man” o “Rollerball”, otras cintas futuristas en el que un juego sanguinario sirve de entretenimiento para el público. Aquí, no obstante, el trasfondo crítico hacia el sistema y hacia una sociedad deshumanizada y reprimida, queda enterrado a favor del puro espectáculo.

Con un presupuesto reducido, aunque superior al de la cinta original, Anderson ofrece espectaculares secuencias de acción, rodadas con nervio y sin apenas utilizar efectos digitales, lo que le otorga un mayor -y necesario- realismo. Los coches se abollan, explotan y dan vueltas de campana, de verdad. Los especialistas se ganan el sueldo y el espectador goza de encarnizadas y adrenalíticas carreras donde los casquillos y la metralla cubren el asfalto.

Aunque aquí ya no se trate de atropellar a los transeúntes como en la cinta de Bartel (de ahí salió la inspiración para el videojuego “Carmageddon”), y el circuito quede anclado en un reducido aunque acondicionado espacio, la violencia sigue estando a la orden del día. Probablemente sea tratada de forma un poco más políticamente correcta, pero no por ella es menos satisfactoria. Además tenemos algunas secuencias donde la sangre es la protagonista, que aunque sean pocas y puntuales, son de agradecer en un género que cada vez se está volviendo más light.
Teniendo en cuenta que son las carreras el principal reclamo de la cinta y las que ocupan la mayor parte del metraje, es necesario que éstas sean atractivas y estén bien rodadas, algo que el director cumple sobradamente (videocliperas, sí, pero menos mareantes que las de un Peter Berg o un Michael Bay)


La trama está al servicio de la acción. Simple, sin complicaciones y sin profundizar en los personajes, pero lo suficientemente bien “engrasada” para resultar interesante y efectiva como complemento a las competiciones.

En general, el reparto está bastante correcto. Statham, con la misma cara de palo de siempre (ni de lejos es el nuevo Bruce Willis), cumple sin más. Se ha especializado en el cine de acción y este tipo de personajes le vienen como anillo al dedo. Hay menos patadas/puñetazos de lo habitual, pero su presencia impone igual.
Joan Allen resuelve con sobriedad el típico papel de despiadado/a alcaide/sa; Ian McShane como mecánico y jefe de equipo, es el idóneo para un personaje de esos que suelen ejercer los veteranos de turno como Robert Duvall (véase Días de trueno o 60 segundos); Tyrese Gibson, un poco más macarra de lo habitual, está en su línea; y la desconocida Natalie Martinez no es más que la maciza de turno, que como tal, exhibe sus gracias para deleite del sector masculino, mayormente. El resto son los tipos malos que ponen cara de malo, y con eso nos basta.

Esta nueva “Death Race” no es un remake al uso. Anderson reescribe enteramente la historia, le da un tono más serio y mesurado, se adapta a los cánones del cine de acción moderno y mejora una película ya de por sí muy mejorable, tomando como referente más cercano la sucia estética de películas tipo “Mad Max” (con el monstruoso camión de Warlords of the 21st Century/Battlestruck incluido). Su gran baza pues, ha sido renovar el concepto de la carrera de la muerte para hacerlo más apetecible al espectador actual. Copiar o intentar imitar a su homónima hubiera sido un craso error.

Vista con moderadas expectativas (ese ha sido mi caso), “Death Race” resulta ser un sencillo pero eficaz entretenimiento de escasas pretensiones y mucha testosterona. Poco de ciencia ficción -el contexto histórico no difiere mucho de la actual crisis económica ni de los abundantes reality-shows basura- y mucho de acción.
Ambiente carcelario, carreras suicidas, violencia gratuita y tías buenas. Un cóctel que bien combinado, deja buen sabor de boca. Exigirle más sería contraproducente.


Valoración personal: