lunes, 28 de febrero de 2011

Gala de los Oscars 2011 – El Rey ocupa su trono.

cronica Gala de los Oscars 2011
Como viene siendo tradición desde hace algunos años, servidor no suele perderse la ceremonia de entrega de los Oscars. Se trata de una cita ineludible para los amantes del séptimo arte, aunque ya sepamos que la mayoría de veces estos premios carecen de verdadero valor artístico.

La cuestión es que, al menos a mí, me gusta ver fuera del plató a todos aquellos (directores, guionistas, actores, actrices…) que me hacen disfrutar -o maldecir- el cine que veo a lo largo del año. Lástima que esta vez no pudiera compartir mis sensaciones y opiniones con los compañeros y lectores de TBDC, pues el servidor se vino abajo y nos quedamos sin el ya indispensable chat. Para paliar esa ausencia, la cobertura pudo seguirse vía Facebook y Twitter, y servidor aprovechó éste último para ir comentando la jugada.


La Gala de los Oscars 2011 ha padecido de los mismos males que en anteriores ediciones, es decir, que la ceremonia empezó muy bien, pero a medida que iban transcurriendo los minutos la cosa iba perdiendo gas, haciéndose eterna y finalmente tornándose un tanto aburrida, pese a la expectación por ver los resultados de algunos premios. En esta ocasión, además, habría que añadir que la insipidez y previsibilidad de la misma no ayudaron mucho a hacernos más ameno el paso de las horas (y no fueran pocas, pues como siempre, se alargó más de la cuenta)

La joven pareja protagonista formada por James Franco (nominado por su estupendo trabajo en “127 horas”) y Anne Hatthaway prometía como presentadores, a juzgar por los previos vídeos promocionales del evento. Sin embargo, el guión que tuvieron entre manos no dio para mucho, haciendo gala de un humor bastante blando y falto de chispa, salvo en contadas ocasiones (parece que Charlie Sheen es el objeto de todas las bromas en Hollywood). Hatthaway estuvo muy risueña y dinámica, pero su compañero fue toda una decepción, pues no pareció muy entregado a la causa. Si acaso, el único momento memorable que propiciaron fue aquél en el que ambos aparecieron travestidos; y la verdad, no dejaba de ser un gag un tanto facilón.

A la gala le faltó más espectáculo y más humor, y le sobraron muchas pausas publicitarias, que ralentizaron y mucho el ritmo de la misma.

Lo mejor de toda la ceremonia fue la inesperada e inmensa aparición del gran Kirk Douglas, toda una leyenda viva del cine que demostró gozar de un gran sentido del humor, que es precisamente lo que más echamos en falta el resto de la noche. Sólo el dúo formado por Robert Downey Jr. y Jude Law, que presentaron la categoría de Mejores Efectos Especiales, animó un poco la velada gracias a la química que hay entre ambos (que ya quedó patente en la recomendable “Sherlock Holmes”) y al buen rollito que desprendían. Mención especial también a la estelar pero breve presencia de Billy Crystal, que nos hizo echar de menos los viejos tiempos.

En cuanto a los premiados, lo cierto es que no hubo muchas sorpresas, ni para bien ni para mal. Como ya he comentado antes, todo resultó muy previsible.

Los galardones a actor y actriz principal estaban cantados, y tanto Firth como Portman se llevaron la preciada y merecidísima estatuilla. En la categoría de actor y actriz de reparto, los dos se quedaron para The Fighter, con Bale como vencedor indiscutible y una conmocionada Melissa Leo que durante su agradecimiento soltó un inoportuno taco, propiciando así una de las pocas anécdotas a comentar. Quizás su categoría era la más dudosa, y en caso de no habérselo dado a ella, creo que la segunda digna merecedora era Hailee Steinfeld por su papel en “Valor de ley” (aunque en mi opinión, debió competir en la categoría de protagonista y no de secundaria)


Otro cantado era el de Mejor Película de Animación a “Toy Story 3”, una auténtica delicia que, de ser por mí, se hubiera llevado el de Mejor Película a secas, dejando así la otra categoría “libre” para que la ganaran “Como entrenar a tu Dragón” o “El Ilusionista”, que también son dos buenas películas (aunque no tanto como la maravilla de Pixar)

La deplorable “Alicia en el País de las Maravillas” de Tim Burton se llevó dos de los tres a los que optaba: Mejor dirección artística y Mejor vestuario. El de Mejores Efectos Visuales se lo arrebató “Origen (Inception), cuya labor es encomiable tanto en el campo del CGI como en el artesanal.

Precisamente, la película de Nolan fue una de las más galardonas, empatando con “El discurso del Rey” en cuatro estatuillas. Eso sí, todas pertenecientes a aspectos técnicos, que de alguna manera pretendían compensar el desprecio que se le hacía en categorías mayores. De hecho, la cinta de Hooper se quedó con el que más merecía, es decir, el de Guión Original. Y el de Mejor Montaje, categoría en la que siquiera se la nominó (todo un sacrilegio), al final fue a parar a “La Red Social”, que también se embolsó el de “Guión Adaptado” (como era de esperar) y el de -para mi injustificable- Mejor Banda Sonora (cualquiera de los nominados le daba sopas con onda al mecánico trabajo de Trent Reznor y Atticus Ross)

Por otro lado, Inception se quedó con la Mejor Fotografía, que bien pudiera haber ido a parar a “Valor de ley”

Decepcionante también el Oscar a Mejor Canción para Randy Newman por su “We Belong Together” de Toy Story 3. A mi gusto, era la más floja de todas las candidatas, y sentí que el premio era más a toda una carrera (se le ha nominado una veintena de veces y sólo lo ha ganado dos, contando éste)

Otro discutible sería el de Mejor Director para Tom Hooper (El discurso del Rey), que aunque hace un buen trabajo, no deja de ser una dirección bastante funcional y muy académica, por así decirlo. Creo que aquí sí se lo podrían haber otorgado a Fincher o a Aronofsky, si bien lamento que esta vez ni se nominara a Danny Boyle por “127 horas” (parece que este año el estilo videclip ya no gustaba)

Y hablando de Aronofsky… si no fuera por Portman, su “Cisne negro” se hubiera ido de vacío, y es que está claro que ha sido una de las grandes perdedoras de la noche junto a “Valor de ley”. En mi opinión, no creo que mereciera mayor reconocimiento (una interesante propuesta, pero ni de lejos la obra maestra que me venden todos), y encuentro justo que el Oscar a Mejor Película se lo llevara “El discurso del Rey”, que me dejó mejor sabor de boca que sus más directas rivales. De todas formas, hay que decir que prácticamente la totalidad de las nominadas estaban bastante infladas (=sobrevaloradas) cara a los premios, aunque en mayor o menor medida todas me gustaron. Quizás el film de Hooper es más del gusto de la academia que otras propuestas, pero no creo que eso sea motivo para restarle méritos como gran triunfador de la ceremonia.


Se puede estar más o menos de acuerdo con los premios otorgados, pero lo cierto es que nadie duda que la gala fue de lo más sosa. Creo que Hatthaway debería repetir en la próxima entrega, pero esta vez junto a Hugh Jackman, que ya demostró sus aptitudes en los Oscars de 2009. Seguro que los dos formarían una buena pareja, y sólo faltaría que lo escrito por los guionistas estuviera a su altura.

Por lo demás, poca cosa a destacar salvo, quizás, el momento musical con la orquestra tocando conocidas bandas sonoras o Gwyneth Paltrow cantando del tema “Coming Home”, nominado a Mejor Canción Original (y mi favorita, por cierto). Creo que la actriz podría darle unas cuantas clases de canto a Scarlett Johansson (y ya que está, también unas cuantas de interpretación)

Saludos ;)

P.D.: ¿Se me pasó a mi u olvidaron mencionar a Jean Simmons en el repaso a los fallecidos?

P.D.: La ausencia de Di Caprio después de su trabajo en Inception y/o Shutter Island es algo que clama el cielo, más cuando ya lo ningunearon de mala manera por “Revolutionary Road”. Y grave también la ausencia del film de Scorsese, que podría haber rascado algo en categorías menores (fotografía, dirección artística…) o incluso en guión adaptado.

NECA – Primera exposición nacional del merchandising


El compi Miguel Díaz del blog Ultramundo me ha pedido que me haga eco de esta original exposición que se realiza en Asturias sobre el curioso mundo del merchandising cinematográfico. Lástima que servidor viva tan lejos, porque la iniciativa suena muy bien.

Aquí os dejo toda la información que me han facilitado:

Por primera vez en España se celebrará una exposición dedicada al apasionante mundo del merchandising de cine. El evento estará completamente centrado en mostraros figuras de la compañía NECA, que desde 2004 lleva una exitosa andadura fabricando figuras ultra-realistas de una gran cantidad de licencias de cine, videojuegos, cómic y música.

A la hora de realizar esta exposición nos hemos volcado en la vertiente cinematográfica de NECA. Podréis ver todo el material que ha lanzado sobre Predator, Hellraiser, Conan, Kill Bill, Cazafantasmas, 300 o Terminator y casi todo el de Piratas del Caribe, Alien, GrindHouse, Sin City y una enorme variedad de películas de terror, acción o ciencia ficción. En el campo de los videojuegos contaremos solamente con la presencia de la archiconocida Resident Evil y de Bioshock 2.

Características de la exposición:

-La entrada es gratuita.

-Se repartirán folletos gratuitamente.

-Se expondrán aproximadamente 200 figuras.

-Si queréis que se os de una charla sobre NECA, mandarnos un mail a ultramundomuestra@gmail.com.

-Se sorteará una figura de NECA, el concurso estará anunciado dentro de la propia expo.

jueves, 24 de febrero de 2011

"The Mechanic" (2011) - Simon West

critica The Mechanic 2011 Simon West Statham
De un tiempo a esta parte, Jason Statham se ha convertido en el héroe de acción número uno de la última hornada de action-men. El honor se lo ha ganado más por la cantidad de sus trabajos en el género que por la calidad de los mismos (la mayoría bastante olvidables y sólo unos pocos buenos o entretenidos) Y es que desde su debut allá por el ‘98 en “Lock & Stock”, el británico ha rodado aproximadamente una docena de películas inscritas, en mayor o medida, en el cine de acción, y que se han estrenado en cines prácticamente a una por año (a veces dos y hasta tres), lo que deja muy por detrás a sus principales “rivales”, Vin Diesel y Dwayne Johnson, que han sido bastante más irregulares.

Y ese estatus lo conoce hasta Stallone, que no dudó ni un momento en incluirlo como compañero en “Los Mercenarios”.

A diferencia de las estrellas de antaño como el propio Sly, Schwarzenegger o Willis, a Statham no le hacen falta grandes presupuesto para lucirse, y su mueve casi siempre por debajo de los 50 millones de presupuesto, lo que facilita que sus películas sean éxitos o que, como mínimo, resulten rentables.

The Mechanic es su última incursión en el cine de “tiros y explosiones”.

Arthur Bishop (Jason Statham) es un frío y metódico asesino profesional con un estricto código y un talento único para eliminar limpiamente a sus víctimas.

Bishop vive y trabaja solo para ahorrarse complicaciones. Sin embargo, después de la trágica muerte de su amigo y mentor Harry (Donald Sutherland), decidirá hacerse cargo del hijo de éste, Steve (Ben Foster), un joven descarriado y con un temperamento difícil de controlar. Bishop instruirá a Steve en el negocio del asesinato por encargo y le enseñará las técnicas y trucos del oficio, pero pronto las mentiras y los engaños convertirán esta alianza en el mayor de sus errores.

La película es un remake del film homónimo que protagonizó Charles Bronson a principios de los setenta y que aquí conocimos bajo el espantoso título de “Fríamente… sin motivos personales”. El responsable de aquella fue Michael Winner, que volvería a dirigir al actor varias veces más, siendo “El justiciero de la ciudad” la más famosa de este tándem (y que supuestamente iba a remakear Stallone allá por el 2008 en plena resurrección post-Rocky Balboa)

A cargo de esta nueva versión tenemos a Simon West, un director que en sus inicios apuntaba maneras, pero que luego fue a menos.

West debutó con la gloriosa “Con Air” (para un servidor, de lo mejorcito del cine de acción de los 90), y a ésta le siguió la muy correcta “La hija del General”. Luego el director cometió el tremendo error de adaptar un videojuego y el resultado fue la bochornosa “Lara Croft: Tomb Raider”. Aunque fue un éxito, al film de la Jolie le llovieron palos por todas lados, y West tardó cinco años en volver a ponerse tras las cámaras; y cuando lo hizo, fue para cascarse uno de los slashers más malos y aburridos que he tenido la mala suerte de contemplar, “Cuando llama un extraño”, que como en esta ocasión, también se trataba de un remake de una película setentera.

Con estos antecedentes, las esperanzas de ver algo potable en "The Mechanic" no eran altas, aunque no se puede obviar que el tráiler resultaba bastante apetitoso.


La historia en sí es de lo más simple, y no deja de ser la típica del asesino a sueldo al que sus jefes quieren darle pasaporte. Si acaso, la particularidad de la cinta reside en que se centra más en la relación mentor-pupilo que se establece entre Bishop y Steve, que en la parte de venganza. Eso deja al supuesto villano de la película en un segundo lugar, de modo que su presencia funciona más como macguffin que no otra cosa, además de servir de excusa para sacarse unas cuantas escenas de acción extra.
La trama escrita por Richard Wenk (16 calles) y Lewis John Carlino (autor de la original) es previsible de cabo a rabo, y aunque intenta darle algo de intriga a la misma, lo cierto es que no es difícil imaginarse cómo acabará todo. Pero la cuestión aquí no es tanto el qué sino el cómo, o dicho de otra forma, que aunque sepamos lo que va a pasar, lo que nos interesa es ver cómo se les va a ingeniar el director para darle suficiente empaque al conjunto y que todo quede resultón. Y en ese sentido cabe decir que West planifica con acierto las escenas de acción, aunque en ocasiones marea demasiado la cámara (un mal que afecta al cine de acción actual).

No se trata de una película sumamente espectacular, pero contiene las suficientes dosis de explosiones y tiroteos como para contentar al aficionado. Tampoco abusa en exceso del CGI, pero lo de añadir la sangre digital es algo que, a mí personalmente, sigue sin convencerme lo más mínimo (y es un molesto recurso que hoy en día se estila con bastante frecuencia)

Pirotecnia y montaje frenético aparte, lo más interesante de la película es el entrenamiento que recibe Steve (contado en modo ultrarrápido) a manos de Bishop; en cómo el muchacho tiene que ir aprendiendo a liquidar a sus objetivos de forma limpia y procurando que parezcan un desafortunado accidente. Lo malo es que Steve es un tipo demasiado bullicioso, y parece que el estilo sutil y trabajado de Bishop no va mucho con él.

Conforme avanzan en las lecciones, las pretensiones instructivas del maestro se van ofuscando al comprobar que las mentiras empiezan a flotar en el aire y que su pupilo resulta un aprendiz un tanto incontrolable y mete patas. Así que lo de enseñarle todo lo que sabe parece no estar siendo tan buena idea como al principio se imaginaba.



Respecto a los actores, decir que Statham hace de Staham. Así, sin más. Su habitual inexpresividad aquí encaja perfectamente con el tipo de personaje que interpreta (serio y de pocas palabras). De hecho, parece salido directamente de la saga Transporter. El Frank Martin de aquella no dista mucho del Arthur Bishop de esta, pero mientras que uno era un poco más amigable y bondadoso, éste en cambio no tiene escrúpulo alguno.

A Ben Foster se le dan bastante bien los personajes desquiciados, así que el tipo lo clava fácilmente. Aún así, le convendría elegir papeles con más enjundia (como en "The Messenger"), porque creo que tiene tablas para ello.

A Donald Sutherland siempre es un placer verle, aunque sea por unos pocos minutos (más o menos los mismos que tendría en "The Italian Job", también con Statham y también un remake)
Y finalmente nos queda Tony Goldwin, que cumple como villano de segunda categoría.

Con todo, “The Mechanic” es un violento y entretenido thriller de acción ideal para devorar palomitas. No se desmarca del producto “serie B” típico de Statham, pero sí es bastante mejor que muchas otras que ha protagonizado el erróneamente llamado sucesor de Bruce Willis (seamos serios, no le llega ni a la suela de los zapatos en carisma)



Valoración personal:

miércoles, 23 de febrero de 2011

Timun Mas presenta "30 días de noche"


La editorial Timun Mas presenta la serie de novelas «30 días de noche», ambientada en el mundo de la premiada serie de novelas gráficas y películas.

El mundo de «30 días de noche» supera al fin las modas vampíricas adolescentes y presenta la figura del vampiro como el depredador frío y bestial que siempre ha sido.La primera novela, Rumores de los no muertos, retoma la historia donde la dejó la primera película. Es el enganche ideal para iniciarse en las novelas.

Unos vampiros poco comunes:

En una época en la que triunfan los vampiros descafeinados, postadolescentes, enamoradizos y con un puñado de problemas existenciales a sus espaldas; la saga de «30 días de noche» nos presenta a una terrible bestia salvaje dominada por sus instintos y su sed de sangre. Su único objetivo es alimentarse, y para hacerlo no dudará, ni un solo instante, en arrasar la población de Barrow y llevarse por delante a todos sus habitantes.

El cómic de Niles y Templesmith desprende una furia y una irascibilidad incontenibles. La sangre y la violencia explícitas son protagonistas. Los vamprios de «30 días de noche» son cazadores. Animales enfurecidos que huelen el miedo en sus víctimas. Criaturas primarias y hambrientas desprovistas del encanto, la seducción y el carisma del vampiro clásico.Todos estos conceptos quedan perfectamente plasmados en el guión de Steven Niles, pero sobre todo en el arte de Ben Templesmith. Sus ilustraciones enérgicas, enfurecidas y agresivas; y sus composiciones en ocasiones caóticas, forzadas y con un punto anárquico, son el verdadero espíritu de una serie capaz de ofrecernos, en la actualidad, la versión más adulta y menos indulgente del mito vampírico.

«Si te gusta la auténtica literatura de terror, la encontrarás en 30 días de noche.» CLIVE BAKER


RUMORES DE LOS NO MUERTOS

Sinopsis:
El agente especial del FBI Andy Gray solía tenerlo todo controlado. Pero eso fue antes de que la aterradora criatura que una vez había sido su compañero y amigo atacara a su familia. Ahora Gray busca respuestas pero sólo encuentra más preguntas y todas ellas parecen conducir a la aislada población de Barrow, Alaska, un lugar que ya ha tenido su dosis de horror. Andy Gray no tiene ni idea de en qué se ha metido, y está a punto de descubrir lo peligrosas que pueden llegar a ser algunas leyendas cuando resultan ser reales...

Autor: Niles, Steve / Mariotte, Jeff

Fecha de publicación: 4 de Marzo de 2011


RESTOS INMORTALES

Sinopsis: Escondido entre las sombras y fortalecido durante la noche, un asesino en serie acecha el barrio residencia de Savannah, Georgia. Un terrible asesino cuya firma está llamando la atención de otros habitantes de la oscuridad.
Pero la realidad es mucho peor de lo que parece a simple vista, ya que tras los salvajes asesinatos se esconde una terrible verdad que está a punto de ser revelada. Una verdad que podría tener consecuencias nefastas para el futuro del mundo mortal...


Autor: Niles, Steve / Mariotte, Jeff

Fecha de publicación: 14 de Junio de 2011



viernes, 11 de febrero de 2011

“Valor de ley” (2010) - Joel & Ethan Coen

critica Valor de ley 2010 Joel & Ethan Coen
En 1969, John Wayne protagonizó “True Grit” (aka Valor de ley), un simpático western dirigido por el casi siempre eficiente Henry Hathaway, con quién el actor ya había trabajo en varias ocasiones (a destacar su colaboración en “Los cuatro hijos de Katie Elder”). La película era una adaptación de la novela homónima de Charles Portis, escrita tan sólo un año antes. Por su interpretación del duro y borrachuzo Rooster Cogburn, Wayne se llevó el primer y único Oscar de su carrera (además de un Globo de Oro), lo que muchos consideraron más como un premio a toda su carrera. Cuando El Duque subió a recoger la estatuilla dorada, afirmó que si lo hubiera sabido, se habría puesto el parche treinta años antes. Y es que a esas alturas, Wayne había rodado ya prácticamente las mejores películas de su carrera (a falta de cerrar la trilogía del oeste de Hawks con “Río Lobo” y protagonizar esa especie de autohomenaje que fue “El último pistolero”, su último film), y poco le quedaba ya para retirarse sin apenas haber recibido mayor reconocimiento a su labor que una anterior nominación por una poco conocida película bélica titulada “Arenas sangrientas”.

El éxito de “Valor de ley” propició una secuela igualmente estimable, “El rifle y la Biblia” (Rooster Cogburn, 1975), en la que esta vez era una madurita Katharine Hepburn la que acompañaba a Wayne, formando así una pareja de lo más entrañable (siendo, además, la única vez que ambos coincidieron en pantalla). Pese a repetir la fórmula de su predecesora, su éxito en taquilla fue más bien moderado, y aunque llegó a planearse una tercera parte, ésta finalmente nunca llegó a rodarse.

Ahora, más de cuatro décadas más tarde, nos llega un remake de aquella primera película a cargo de los hermanos Coen, quiénes llevaban tiempo queriendo rodar un western (lo más cercano que han hecho a “una del oeste” ha sido “No es país para viejos”)

Mattie Ross (Hailee Steinfeld), una chica de 14 años de edad, emprende una búsqueda para vengar la muerte de su padre a manos de un vagabundo llamado Tom Chaney (Josh Brolin). Para ello, contrata al alguacil Reuben J. Rooster Cogburn (Jeff Bridges), un oficial de policía tuerto, alcohólico y con sobrepeso. No sin ciertas reservas, Cogburn acepta el encargo de atrapar a Chaney en compañía, pese a su negativa, de la joven muchacha. A estos se les une el agente de los Rangers de Texas La Boeuf (Matt Damon), que también anda detrás del fugitivo.

Siendo un apasionado de los westerns, y habiendo visto tantos y tantos a lo largo de los años, quizás se me ocurran unos cuantos que pudieran ser perfectamente objeto de remake. Pero cuando esto le ocurre a aquellos que, en mi opinión, ya están bien tal como están, la primera palabra que me viene a la cabeza es “innecesario”. Sin embargo, con “El tren de las 3:10”, (actualización del homónimo de Delmer Davis), me llevé una grata sorpresa, y teniendo en cuenta que detrás de esta nueva versión de “Valor de ley” estaban los Coen, traer de vuelta a Rooster Cogburn no me pareció tan mala idea.

Los directores se justificaron argumentado que pretendían ser más fieles a la novela, de modo que esta vez el film no fuese un vehículo a mayor gloria de su estrella principal sino que el protagonismo recayese en el personaje de Mattie. Y para conseguir esto, los Coen han introducido una serie cambios, en algunos casos, sustanciales.

Para empezar, el prólogo y el desenlace le pertenecen a Mattie. Con ella se inicia la historia y con ella termina. Y pudiera ser que estas partes fueran claramente las más diferenciadoras respecto a la original, ya que el resto viene a ser, prácticamente, la misma película. Incluso buena parte de los diálogos son similares (o los mismos).



Esto me lleva a pensar que, quizás, la cinta de Hattaway no se distanciaba tanto del libro que adaptaba. O eso, o los Coen toman tantas referencias de la novela como de la película (entre ellas, el parche en el ojo de Rooster, que fue una aportación de ésta última y que aquí reaparece cambiado de lado, eso sí)

Mediante el habitual recurso de la voz en off, Mattie nos cuenta la historia de cómo su padre murió a manos del canalla de Chaney. Así pues, en cuestión de unos pocos minutos se sitúa al espectador en la historia. Este hecho es el que motiva el viaje de Mattie en busca de justicia para su padre.

La muchacha, increíblemente adulta, valiente y decidida para su edad, reclama a la policía que traiga a Chaney ante la ley para que se le juzgue. Sin embargo, éste ya está demasiado lejos del lugar del crimen y nadie parece dispuesto a darle caza, menos aún cuando en su huida se ha unido a una banda de forajidos. Es por ello que Mattie se ve obligada a contratar los servicios de un alguacil. Y no hay nadie mejor en la ciudad que Rooster Cogburn.

Cogburn es uno de los mejores en su trabajo, pero su eficacia a base de tiros es bastante criticada en los tribunales. Y es que nuestro tuerto oficial es de gatillo fácil; de disparar primero y preguntar luego. Aunque son muchos los bandidos que ha llevado ante la justicia, no son pocos tampoco los que han acabado en un ataúd antes de poder ser juzgados.

Y este es el tipo de hombre que busca Mattie. Un agente de la ley duro y sin contemplaciones. El único que sabe que podrá capturar a Chaney, ya sea vivo o muerto.

Pero un tercer e inesperado aliado se une a la caza. Ese es La Boeuf, un engreído y charlatán Ranger de Texas que lleva tiempo detrás de Chaney por el asesinato de un senador texano.
Pese a las continuas desavenencias, los tres unirán fuerzas para que Chaney rinda cuentas ante la ley.



“Valor de ley” es una road movie en la que el espectador contempla el viaje que inician tres personajes a la caza de un despreciable bandido. Tres personas muy distintas entre sí, pero a las que les une su sentido de la justicia. Puede que en la captura de Chaney cada uno tenga sus propios intereses (dinero, venganza o reputación), pero en el fondo, los tres perseguirán un mismo ideal: el de hacer lo que es correcto.

Para Rooster, Mattie y La Boeuf será, además, un viaje de aprendizaje. El primero antepondrá su sentido del deber al dinero; la segunda descubrirá que bajo una desaliñada y dura coraza de alguacil, late el corazón de un gran hombre; y el tercero comprenderá que la arrogancia sólo puede conducirle a una muerte segura.

Sin abandonar las pinceladas de humor que caracterizaban a la original, esta visión de los Coen es algo más cruda. Incluso con un cambio que podría considerarse trivial, como es el pasar de la alegre y viva primavera al frío y lóbrego invierno como estación en la que transcurre toda la acción, se advierte ya el tratamiento que los directores quieren darle a la historia. Y a ello se le una serie de modificaciones, como el distinto devenir de algunos personajes o un cierre mucho más melancólico, que contribuyen a hacer de “Valor de ley” un western más crepuscular y solemne. Un buen ejemplo de cómo, con un remake, se puede honrar a su predecesor y a la fuente madre a la vez, es decir, a la novela.



Los Coen han encontrado una historia a su medida y han construido un film en el que sus intérpretes juegan una gran baza.

La elección de la desconocida Hailee Steinfeld ha sido todo un acierto y un gran descubrimiento dada la naturalidad y convicción con las que la joven actriz lleva adelante su rol.

Estar a la altura de El Duque tampoco era fácil, pero si alguien podía encarnar de nuevo a al viejo e implacable alguacil, ese era Jeff Bridges, cuya previa interpretación en “Corazón rebelde” auguraba ya un genial Rooster Cogburn.

Matt Damon quizás lo ha tenido algo más fácil en el papel que antaño interpretó Glen Campbell, cuya verdadera vocación era la de cantante. Pero sin tener en cuenta eso, podemos decir igualmente que Damon ofrece una interpretación muy correcta y acorde con lo que se le pide, al igual que Josh Brolin y Barry Pepper en un plano más secundario.

Si acaso, el único pero, y perceptible sólo en la V.O.S, es que quizás el habla de Bridges y Brolin se siente algo forzado. Una enfatización demasiado pronunciada, a mi gusto (y que conste que esto es una apreciación muy subjetiva)

“Valor de ley” es otra muestra evidente de que aún se pueden seguir haciendo buenos westerns, aunque en este caso sea una nueva versión de uno ya existente.

Lo que en manos de Hattaway era una historia entrañable y simpaticona (aunque también crepuscular), en manos de los Coen es algo más dura y melancólica. Ni mejor ni peor, diferente.



Valoración personal:


jueves, 3 de febrero de 2011

"127 horas" (2010) – Danny Boyle

critica 127 horas 2010 Danny Boyle
Después de la aclamada y multipremiada “Slumdog Millionaire” (¿Me gustó? Sí, ¿merecía 8 Oscars, 4 Globos de Oro y 7 Premios BAFTA? Rotundamente, no.), Boyle cambia nuevamente de registro para producir, co-escribir y dirigir una historia verídica a la que éste le había echado el ojo años atrás. Esa historia es la de Aron Ralston Lee, un alpinista estadounidense que en 2003 tuvo un trágico accidente mientras hacía senderismo en Blue John Canyon (Utah). SPOILER POR SI ACASO --- Tras el desprendimiento de una roca, Ralston cayó en una grieta, con tan mala fortuna que la dichosa roca que cayó con él quedó trabada aplastando su antebrazo derecho y atrapándolo contra la pared del cañón. Después de cinco días tratando, sin éxito, de liberarse, y ya sin apenas agua que poder echarse a la boca, éste optó por amputarse el antebrazo con tal de poder escapar de aquella prisión. ---FIN SPOILER POR SI ACASO

Ralston logró salvar su vida y, al año siguiente, documentó su historia en la autobiografía Entre la espada y la pared (y nunca mejor dicho…). Este libro es precisamente el que ha servido de base a Boyle y al guionista Simon Beaufoy (que ya colaboraron juntos en Slumdog Millionaire) para llevar a la gran pantalla la hazaña de este joven alpinista.

Aron Ralston (James Franco) se dispone a pasar el fin de semana haciendo senderismo en el cañón conocido como Blue John Canyon (cerca de Moab, Utah) Después de aprovisionarse bien, lleva a cabo el viaje primero en coche, luego en bici y finalmente a pie hasta su destino. Mientras desciende por una grieta, la roca que hay bajo sus pies se desprende y juntos caen al suelo. La mala fortuna provoca que el antebrazo derecho de Ralston quede atrapado entre la roca y la pared del cañón. Pese a sus continuos intentos por levantarla o moverla, la roca no cede y el joven alpinista empieza a desesperarse.

Ralston se encuentra atrapado enun lugar recóndito en medio de la nada, y lo peor de todo es que nadie, ni sus amigos ni su familia, sabe que está allí.

Boyle deja de lado el romanticismo de su anterior trabajo y nos sumerge de lleno en una cruda y verídica historia de supervivencia. Las 127 horas que dan título a la película son el total de horas de sufrimiento que Aron Ralston padeció hasta ser rescatado. 127 horas de desesperación, pasando frío y hambre, gritando pidiendo ayuda y haciendo lo imposible para poder salir de ahí con vida. Las 127 peores horas de su vida.

Pese a lo reducido del escenario, Boyle no pierde su habitual dinamismo a la hora de rodar. De hecho, los malabarismos con la cámara son constantes en el transcurso de la película, sacándose además varios ases de la manga para que el desarrollo de la historia no sea monótono ni se haga pesado sino todo lo contrario, resulte sumamente entretenido y visualmente muy ágil. Lo que en pocas palabras podríamos definir como “estilo videoclipero”, pero que encaja como un guante (aunque puede que a algunos se les atragante).

Uno de los recursos más recurrentes es el de la cámara subjetiva, ubicada a veces en lugares de lo más insólitos. También se cambia constantemente el ángulo de la cámara para poder observar la escena desde diferentes perspectivas, de modo que tengamos una vista más amplia del entorno que rodea a Ralston, de lo reducido e incómodo que es el espacio en el que se encuentra trabado, de lo engorrosos y asfixiantes que resultan los pocos metros de los que dispone para su movilidad.



No son pocos los que han comparado esta cinta con la española “Buried”, de Rodrigo Cortés. Lo cierto es que ambos directores utilizan como mejor pueden los mecanismos de los que disponen, teniendo en cuenta lo limitado del escenario y la soledad del protagonista. Más allá de eso, son dos propuestas muy diferentes en muchos aspectos, aunque tengan algunos puntos en común.

Dicho esto, Boyle tampoco pierde demasiado el tiempo en preámbulos y va bastante directo a la trama en cuestión. No necesita explicarnos demasiados detalles de la vida del personaje principal, ya que le iremos conociendo a medida que transcurran los minutos con los habituales flashbacks. Así pues, no hace falta esperar mucho para ver a Ralston atrapado en la grieta. De ahí en adelante, se nos relatan los cinco días y pico de calvario que pasa el joven alpinista hasta que logra salir de su “prisión”.

En este tiempo somos testigos de los diversos y fallidos intentos para liberar su brazo. Vemos como pasan las horas y se va quedando sin provisiones; cómo sus fuerzas disminuyen y cómo la esperanza de salir de ahí con vida se va convirtiendo más en un sueño que en una posibilidad real.

Boyle logra meternos no sólo en la piel de Ralston sino también en su cabeza. Preso de la desesperación, Ralston va trayendo a su mente recuerdos de su infancia, de su juventud y de días pasados. Piensa en su familia, en sus amigos e incluso en su antigua novia. Pese a la solo y desamparado que se encuentra, esos recuerdos nunca le abandonan. Su gente está ahí, esperando a que vuelva, y eso es lo que hace que luche por su vida. Una maldita e insignificante roca no puede interponerse a todo eso. Una recóndita grieta no puede convertirse en su sepultura.

Además de los recuerdos de Ralston, el director plasma en pantalla también sus pensamientos y sus sensaciones (cuando tiene sed, por ejemplo) En una más que adecuada hora y media nos relata la historia de Ralston haciéndonos partícipes de ella, transmitiéndonos su angustia y su sufrimiento. Y se permite, además, dotar a la trama de algunos momentos de humor -humor negro, se podría decir-, que nos permiten tomar un poco de aire para afrontar la siguiente escena.


Uno de los momentos más duros del film es aquél en el que el protagonista SPOILER--- se amputa el brazo --- FIN SPOILER No estamos ni mucho menos ante una ejemplo de gore atroz y repulsivo al estilo Saw, pero la crudeza y realismo con el que se rueda (sí, hay sangre y se ve "todo" perfectamente), nos impacta e incómoda. De ahí a que uno se desmaye o vomite, como se informó meses atrás que ocurrió en un pase, hay un trecho. Pero ya sabemos que eso no son más que burdas artimañas publicitarias. Puede que no sea recomendable para estómagos sensibles, pero tampoco es para tanto.

Dicho esto, la película viene amenizada con animadas canciones que, en algunos casos, contrastan notoriamente con la dureza de las imágenes. Otras, cerca del final, son algo más acordes a lo que vemos en escena para poder transmitir con mayor intensidad las emociones de aquél instante. En ese sentido, funcionan perfectamente el bien escogido tema de Sigur Rós (claramente identificable para los que ya conocemos a esta banda islandesa) como la certera banda sonora de A.R. Rahman, solemne y estimulante a lo largo de todo metraje.

Recursos narrativos y visuales a parte, no podemos obviar que gran parte del triunfo de esta película se lo debemos al bueno de James Franco.

Aunque fueron otros (Cillian Murphy, Ryan Gosling…) los que postularon o sonaron para el papel principal, finalmente éste fue a parar a Franco, al que hacía tiempo se le debía un rol protagonista con cierta enjundia. Hasta ahora le habíamos visto participar en muchas películas como secundario (a destacar su papel en Mi nombre es Harvey Milk), a veces incluso con pequeños cameos. Sus papeles protagonistas también fueron varios (y algunos de ellos, bastante resultones), pero a excepción de su trabajo en el televisivo biopic de James Dean (que le valió un Globo de Oro), éstos pasaron mayormente desapercibidos. Ya tocaba, pues, que cayera en sus manos un papel tan jugoso como éste y con el que poder demostrar su talento. Y desde luego, lo hace con una creíble e intensa interpretación. Sobro sus hombre recae todo el peso del film, y supera la prueba con nota.

Con todo, Boyle convierte “127 horas” en un relato enérgico y esperanzador sobre la naturaleza humana y sobre la vida. Y es que pese a la terrible situación que vivió Ralston, éste jamás dejó de hacer lo que más le gustaba e incluso volvió al cañón en el que pasó esas desesperadas 127 horas. El destino puso una piedra en su camino y tropezó, pero volvió a levantarse.



Valoración personal: