Año 2045. Debido al
aumento progresivo de las temperaturas, la humanidad creó unas mastodónticas
máquinas capaces de cambiar el clima a su antojo, logrando así reducir el
calentamiento global del planeta. Sin embargo, un buen día llegó el frío,
empezó a nevar y ya nunca más cesó ni volvió a asomar el sol en el cielo.
Ahora, la humanidad no
tiene más remedio que (sobre)vivir en búnkeres subterráneos para escapar del
frío extremo. Pero las condiciones de esta nueva vida son precarias, y a la
escasez de alimentos se suma una enfermedad viral que en estos días de frío
eterno, y con pocos medicamentos al alcance, se ha convertido en algo mortal:
el resfriado común.
“The Colony”, proyectada recientemente en el Festival de
Cine Fantástico de Sitges, es una producción canadiense en cuyo reparto
aparecen sólidos intérpretes sobradamente conocidos para el espectador como Laurence
Fishburne o Bill Paxton, entre otros rostros algo menos populares, como el
joven Kevin Zegers, quién quizás os suene por su participación en películas
como “Frozen” (Bajo cero, 2010) o “Dawn of the Dead” (Amanecer de los muertos,
2004).
Zegers es, en realidad, el principal protagonista de esta
cinta, mientras que los otros dos ejercen roles algo más secundarios. Zegers
interpreta a Sam, uno de los supervivientes de la Colonia 7, un búnker subterráneo
liderado por los soldados Briggs (Fishburne) y Mason (Paxton), quienes dictan y
aplican las duras reglas de convivencia del lugar. Una de esas reglas es bien
simple: si enfermas, te dan la opción de elegir entre abandonar el búnker e
iniciar una larga caminata a través de la nieve, o cortar por lo sano y acabar
con una bala en la cabeza. No hay una tercera opción.
Algo que en nuestros días, el resfriado común, es una enfermedad
leve y pasajera, en el 2045, en una constante
e interminable era glacial y sin apenas medicamentos con los que aliviar
sus síntomas, se ha convertido en la principal causa de mortalidad entre la
humanidad superviviente. Por ese motivo, y dado su elevado factor de contagio, al
mínimo indicio de poseer el virus, el individuo es sometido a cuarentena, y si
en unos días no mejora, es expulsado de la comunidad. Y esto último garantiza,
irremediablemente, una muerte segura, bien por la vía rápida a manos de Mason (persona
asignada para ejecutar -nunca mejor dicho- tan desagradable e inhumana tarea), o
bien a causa del implacable clima imperante.
Pese a lo inhumano de esta actitud, esto no significa que
las comunidades supervivientes hayan perdido su sociabilidad, y entre algunas
existen pactos de colaboración mutua en los que unos y otros se ayudan si las
circunstancias lo requieren.
Ese es precisamente el motivo que lleva a los protagonistas a
iniciar una misión de reconocimiento/rescate a la Colonia 5, lugar desde el que
han recibido un mensaje de socorro. Al no obtener respuesta alguna por radio
con los residentes de la colonia, Briggs y un par de voluntarios (entre ellos,
Sam), deciden aprovisionarse y dirigirse hacia allí para averiguar qué es lo
que está ocurriendo.
Una vez llegados a su destino, descubrirán la terrible verdad
que ha llevado a la Colonia 5 a unas condiciones de vida alarmantes que han situado
a sus residentes al borde del exterminio.
La dolorosa realidad a la que son sometidos los últimos
habitantes de la Tierra ha provocado el resurgimiento del instinto de supervivencia más básico y primario del ser humano;
aquél que no nos diferencia de cualquier otro animal hambriento. La desesperación
ha vencido a la razón, y la hambruna se ha convertido, después del frío mortal,
en el peor enemigo del hombre. Por consiguiente, aquellos que han descendido a
la más salvaje condición de depredadores, de caníbales sin escrúpulos, ocupan
ahora la cima de la cadena alimenticia.
El panorama, más desolador que nunca, sitúa a nuestros protagonistas
en una posición verdaderamente delicada, por lo que a medida que transcurren
los minutos la historia va adquiriendo tintes
survival en los que la violencia más salvaje cobra un gran protagonismo. En
ese sentido, se agradece que el director no se ande con demasiados remilgos,
algo que en una superproducción estadounidense destinada al gran público sería algo
difícil de ver.
Y lo cierto es que se advierte en “The Colony” un intento por
aproximarse al habitual blockbuster postapocalíptico de Hollywood, si bien es
evidente que los recursos son algo limitados para alcanzar ese propósito. Con
todo, la película ofrece un look
atractivo, y aunque en ocasiones los efectos digitales se muestren algo
insuficientes para llevar a buen término algunas secuencias (las explosiones en
el puente y en la Colonia 5, por ejemplo), en líneas generales el trabajo
infográfico es más que aceptable y permite dar credibilidad en pantalla a la inclemente
era glacial que el director nos propone. La cuidada ambientación y el cumplidor reparto, unidos al buen ritmo de la cinta, convierten a “The
Colony” en una propuesta nada desdeñable dentro de su subgénero, aunque la idea,
probablemente, pudiera haber dado más de
sí con un presupuesto más holgado.
No obstante, su principal
defecto reside en el pobre desarrollo de los personajes (especialmente
flagrante en el caso del protagonista y su guapa novia). Y quizás el hecho de
que sus cimientos se basen en un reciclaje de ideas y conceptos ya vistos con
anterioridad en el género deje al espectador algo insatisfecho o indiferente.
Pero en lo personal, me ha parecido un “producto
de serie B” resultón y entretenido al que no se le puede exigir mucho más.
Y en vista de los antecedentes fílmicos del director (cuyo currículum está plagado
de baratos telefilmes), lo cierto es que el resultado es hasta cierto punto
milagroso.
Valoración personal: