domingo, 20 de octubre de 2013

“The Colony” (2013) - Jeff Renfroe


Año 2045. Debido al aumento progresivo de las temperaturas, la humanidad creó unas mastodónticas máquinas capaces de cambiar el clima a su antojo, logrando así reducir el calentamiento global del planeta. Sin embargo, un buen día llegó el frío, empezó a nevar y ya nunca más cesó ni volvió a asomar el sol en el cielo.

Ahora, la humanidad no tiene más remedio que (sobre)vivir en búnkeres subterráneos para escapar del frío extremo. Pero las condiciones de esta nueva vida son precarias, y a la escasez de alimentos se suma una enfermedad viral que en estos días de frío eterno, y con pocos medicamentos al alcance, se ha convertido en algo mortal: el resfriado común.

“The Colony”, proyectada recientemente en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, es una producción canadiense en cuyo reparto aparecen sólidos intérpretes sobradamente conocidos para el espectador como Laurence Fishburne o Bill Paxton, entre otros rostros algo menos populares, como el joven Kevin Zegers, quién quizás os suene por su participación en películas como “Frozen” (Bajo cero, 2010) o “Dawn of the Dead” (Amanecer de los muertos, 2004).

Zegers es, en realidad, el principal protagonista de esta cinta, mientras que los otros dos ejercen roles algo más secundarios. Zegers interpreta a Sam, uno de los supervivientes de la Colonia 7, un búnker subterráneo liderado por los soldados Briggs (Fishburne) y Mason (Paxton), quienes dictan y aplican las duras reglas de convivencia del lugar. Una de esas reglas es bien simple: si enfermas, te dan la opción de elegir entre abandonar el búnker e iniciar una larga caminata a través de la nieve, o cortar por lo sano y acabar con una bala en la cabeza. No hay una tercera opción.

Algo que en nuestros días, el resfriado común, es una enfermedad leve y pasajera, en el 2045, en una constante e interminable era glacial y sin apenas medicamentos con los que aliviar sus síntomas, se ha convertido en la principal causa de mortalidad entre la humanidad superviviente. Por ese motivo, y dado su elevado factor de contagio, al mínimo indicio de poseer el virus, el individuo es sometido a cuarentena, y si en unos días no mejora, es expulsado de la comunidad. Y esto último garantiza, irremediablemente, una muerte segura, bien por la vía rápida a manos de Mason (persona asignada para ejecutar -nunca mejor dicho- tan desagradable e inhumana tarea), o bien a causa del implacable clima imperante.


Pese a lo inhumano de esta actitud, esto no significa que las comunidades supervivientes hayan perdido su sociabilidad, y entre algunas existen pactos de colaboración mutua en los que unos y otros se ayudan si las circunstancias lo requieren.

Ese es precisamente el motivo que lleva a los protagonistas a iniciar una misión de reconocimiento/rescate a la Colonia 5, lugar desde el que han recibido un mensaje de socorro. Al no obtener respuesta alguna por radio con los residentes de la colonia, Briggs y un par de voluntarios (entre ellos, Sam), deciden aprovisionarse y dirigirse hacia allí para averiguar qué es lo que está ocurriendo.

Una vez llegados a su destino, descubrirán la terrible verdad que ha llevado a la Colonia 5 a unas condiciones de vida alarmantes que han situado a sus residentes al borde del exterminio.

La dolorosa realidad a la que son sometidos los últimos habitantes de la Tierra ha provocado el resurgimiento del instinto de supervivencia más básico y primario del ser humano; aquél que no nos diferencia de cualquier otro animal hambriento. La desesperación ha vencido a la razón, y la hambruna se ha convertido, después del frío mortal, en el peor enemigo del hombre. Por consiguiente, aquellos que han descendido a la más salvaje condición de depredadores, de caníbales sin escrúpulos, ocupan ahora la cima de la cadena alimenticia.


El panorama, más desolador que nunca, sitúa a nuestros protagonistas en una posición verdaderamente delicada, por lo que a medida que transcurren los minutos la historia va adquiriendo tintes survival en los que la violencia más salvaje cobra un gran protagonismo. En ese sentido, se agradece que el director no se ande con demasiados remilgos, algo que en una superproducción estadounidense destinada al gran público sería algo difícil de ver.

Y lo cierto es que se advierte en “The Colony” un intento por aproximarse al habitual blockbuster postapocalíptico de Hollywood, si bien es evidente que los recursos son algo limitados para alcanzar ese propósito. Con todo, la película ofrece un look atractivo, y aunque en ocasiones los efectos digitales se muestren algo insuficientes para llevar a buen término algunas secuencias (las explosiones en el puente y en la Colonia 5, por ejemplo), en líneas generales el trabajo infográfico es más que aceptable y permite dar credibilidad en pantalla a la inclemente era glacial que el director nos propone. La cuidada ambientación y el cumplidor reparto, unidos al buen ritmo de la cinta, convierten a “The Colony” en una propuesta nada desdeñable dentro de su subgénero, aunque la idea, probablemente,  pudiera haber dado más de sí con un presupuesto más holgado.

No obstante, su principal defecto reside en el pobre desarrollo de los personajes (especialmente flagrante en el caso del protagonista y su guapa novia). Y quizás el hecho de que sus cimientos se basen en un reciclaje de ideas y conceptos ya vistos con anterioridad en el género deje al espectador algo insatisfecho o indiferente. Pero en lo personal, me ha parecido un “producto de serie B” resultón y entretenido al que no se le puede exigir mucho más. Y en vista de los antecedentes fílmicos del director (cuyo currículum está plagado de baratos telefilmes), lo cierto es que el resultado es hasta cierto punto milagroso.



Valoración personal: