sábado, 27 de octubre de 2012

“The Cabin in the Woods” (2012) - Drew Goddard

Crítica The Cabin in the Woods 2012 Drew Goddard

Cada vez es más difícil innovar en el campo del terror, y cada vez más se llena nuestra cartelera de copias, refritos y remakes no deseados que terminan por agotar la paciencia de los aficionados.

Quizás por ese motivo resulta tan refrescante y placentero toparse con una película como “The Cabin in the Woods”. Y no es que la susodicha sea algo estrictamente original, pero sí es lo suficientemente osada como para reciclar y reinterpretar los cánones del género en post de ofrecer un producto distinto, alocado y, en cierto modo, transgresor.

Pero el camino hasta aquí no ha sido fácil. 

Drew Goddard, guionista de “Cloverfield” y de distintos episodios de “Perdidos” y “Alias”, y Joss Whedon, creador de series como “Buffy, cazavampiros” o la injustamente cancelada “Firefly”, se reunieron para formar equipo en un nuevo proyecto de horror con la intención de revitalizar el género.

Su rodaje concluyó en 2009 y se fijo febrero de 2010 como mes idóneo para su estreno en salas comerciales (estadounidense, of course). Sin embargo, por aquél entonces el estudio (MGM) se declaró en quiebra y su estreno quedó aplazado indefinidamente hasta que por fin el pasado año Lionsgate adquiriera los derechos de distribución.

Con siete meses de retraso con respecto a su lanzamiento en EE.UU., se fijaba en España su llegada a los cines para este mes de octubre. Pero para desgracia de los aficionados (muchos que la esperaban como agua de mayo y muchos otros que querían repetir la experiencia tras disfrutarla en el Festival de Sitges), Vértice Films, encargada de su distribución en tierras patrias, anunciaba recientemente la cancelación del estreno en salas para ir directa al mercado doméstico. ¿Motivos? Diversos no  especificados y, por supuesto, el rastrero y victimista argumento de culpar a la piratería de ello, cuando resulta que otras películas que ya llevan tanto o más tiempo en Internet se han estrenado sin problemas en nuestra cartelera e incluso han logrado una taquilla más que respetable.

Probablemente esta medida contribuya a obsequiarle un mayor estatus de “culto” del que ya se le presupone debido a sus problemas para la luz, a su extravagante trama y, sobre todo, a los numerosos halagos recibidos a un lado y al otro del charco. 

Curt (Chris Hemsworth), Jules (Anna Hutchison), Dana (Kristen Connolly), Marty (Fran Kranz) y Holden (Jesse Williams) se preparan para pasar el fin de semana en una remota y aislada cabaña situada en el bosque. Al llegar ahí, empieza la fiesta: las risas, la borrachera y el colocón. Bien entrada la noche, descubren que el sótano de la cabaña oculta una extraña colección de reliquias. Entre todas ellas, se encuentra un diario que habla de la antigua familia de psicópatas que ocupó la casa… 
  
A priori y con semejante sinopsis, uno puede pensar que lo que nos van a contar Goddard y Whedon va a ser lo mismo de siempre. Pero no es así, y eso es algo que se percibe ya en los primeros minutos.


La narración se va alternando alrededor de dos grupos de personajes que, como no tardaremos mucho en averiguar, están estrechamente conectados entre sí. Dicho conexión, y algunos detalles puntuales al principio de la película (ese halcón…), nos ponen sobreaviso de que lo que vamos a presenciar no tiene nada que ver con la posible idea preconcebida que pudiéramos tener en mente antes de su visionado.

Y es que Whedon y Goddard han conseguido darle una vuelta de tuerca al género recurriendo,  precisamente, a todos sus clichés; mofándose de ellos y explotándolos dentro de un pastiche de géneros y subgéneros que hará las delicias de muchos aficionados.

Los homenajes y guiños al cine de terror son abundantes. La propia película podría definirse como un cruce entre “Posesión infernal” y “Cube”, sólo que esto sería una definición un tanto inexacta teniendo en cuenta que abarca mucho más referencias de las que uno pueda imaginar. Casi todo el imaginario monstruoso del género está condensado en una sola película bajo un contexto no del todo bien detallado (falta información que nos explique cómo demonios SPOILER -- han conseguido confinar a tanto bicho en un único emplazamiento -- FIN SPOILER) pero sí justificado

Cierto es que se generan muchas dudas y preguntas en el transcurso de la trama, y que muchas de ésta se quedan sin resolver. Pero por suerte eso no es motivo para privarnos de la hora y tres cuarto de irreverente y cruel diversión que nos proporciona la propuesta. Desde “Scream”, allá por mediados de los noventa, que una película de terror no ofrecía una clase de metacine tan magistral como la que nos obsequia “The Cabin in the Woods”.

Es difícil hablar de sus virtudes (y sus defectos, que también los tiene) sin entrar en el terreno del spoiler.


A grandes rasgos, diría que uno de sus puntos más flojos es la parte que funciona como mero slasher, mientras que una vez descubierto el pastel por los propios protagonistas, la película va ganando enteros convirtiéndose en un festival (gore) de deliciosas referencias. En ese preciso instante alcanza también algunos de sus momentos más álgidos (SPOILER -- el soberbio plano en travelling inverso que nos desvela el bestiario que esconde la cabaña en el subsuelo --FIN SPOILER),  aunque también es justo reconocer que la idea daba para más, y quizás si la segunda parte contara con igual o más minutos que la primera, la satisfacción sería mucho mayor.

El reparto funciona de forma desigual pero, al fin y al cabo, aceptable. Richard Jenkins y Bradley Whitford son de lo mejorcito de la misma por su veteranía y porque en ellos recae la mayor parte de la sátira que desprende el guión. En el bando de los cinco adolescentes no hay mucho de dónde rascar. Ninguno destaca especialmente ni muestra carisma alguno; ni tan siquiera aquellos que aguantan estoicamente el primer asalto de la función.

Por sus aires de serie B, su incontestable sarcasmo y su atrevida mezcolanza de géneros, “The Cabin in the Woods” merece ganarse un rinconcito en el corazón del aficionado. Aunque tampoco sea la panacea del género que muchos proclaman a los cuatro vientos. 


Valoración personal:

viernes, 19 de octubre de 2012

“Mi proyecto científico” (1985) - Jonathan R. Betuel

“Mi proyecto científico” (1985) - Jonathan R. Betuel

Para hallar buen cine fantástico juvenil y/o familiar, difícilmente haya mejor época que los ochenta. A lo largo de esta gloriosa e irrepetible década se realizaron numerables producciones a las que hoy día recordamos con gran cariño. Producciones con las que, a menudo, seguimos disfrutando como niños. 

Hay que reconocer que en ocasiones dicho disfrute radica más en la nostalgia que nos invade que en las propias virtudes del film, si bien no son pocas las películas cuya calidad es irrefutable y que, por ese motivo, siguen conservando intacto su valor cinematográfico y sus admirables niveles de entretenimiento.

Si nos fuéramos mentalmente hacia el año 1985, los títulos que nos vendrían a la memoria serían “Los Goonies”, “Lady Halcón”, “Teen Wolf (De pelo en pecho)”, “Exploradores”, “Cocoon”, “El secreto de la pirámide”, “Brazil”, “Enemigo Mío (tristemente olvidada) o “Regreso al futuro”, la joya de la corona y la película más taquillera de aquél año. Precisamente, un mes después de estrenarse esta maravillosa comedia de ciencia-ficción, llegó a las salas estadounidenses “My Science Project”, otro film cuya temática estaba conectada a los viajes en el tiempo.

A diferencia del éxito de Zemeckis, el film del debutante Jonathan R. Betuel tuvo una pobre acogida entre el público, algo que no es de extrañar si comparamos éste con otros de mayor calibre de aquél mismo año o de unos meses atrás. Y es que a nadie le apetece comerse una simple hamburguesa después de haber saboreado un delicioso estofado de carne, y con “Regreso al futuro” bien fresquita en la memoria, algo como “Mi proyecto científico” (My Science Project) sabía a poco.

La historia se inicia en 1957, cuando una nave del espacio exterior (léase OVNI) se estrella en medio del desierto. El objeto es descubierto por los militares y enviado a una base con el fin de estudiarlo con detenimiento. Sin embargo, los altos mandos, temiendo que los periodistas fisgoneen y la historia se escampe por todo el país, deciden deshacerse de las pruebas, como si nunca hubiera ocurrido nada.

En la actualidad (1985), la base militar se encuentra inoperativa y convertida en un cementerio de chatarra vigilado únicamente por un guardia de seguridad. Por la noche, el joven Mike y su cita, la empollona Ellie, se cuelan en la base y encuentran, entre los despojos y oculto en un almacén subterráneo, un extraño artilugio. Al principio, Mike ignora su procedencia y su utilidad, pero no tarda en descubrir que el aparato es un dispositivo capaz de abrir una brecha en el espacio-tiempo.

Un año antes de su debut como director, Jonathan R. Betuel escribió del guión de “Starfighter, la aventura comienza” (The Last Starfighter), una entrañable cinta de ciencia-ficción de corte juvenil que enseguida se ganó un rinconcito en la memoria cinéfila de toda una generación. Aquella fue uno de los intentos más efectivos de la competencia a la hora de rivalizar con Spielberg y sus fructíferas producciones bajo el sello Amblin. Esto último no era nada fácil de conseguir dado que el “Rey Midas” contaba siempre con las mejores historias, con un buen equipo detrás y con un holgado presupuesto para materializarlas en pantalla.


Con ese fin, Betuel siguió enfocando su trabajo en el género fantástico juvenil, dando lugar al guión de “Mi proyecto científico”, el cuál le dio la oportunidad de ponerse tras las cámaras.

Los protagonistas de esta historia responden irremediablemente a algunos de los estereotipos habituales de este tipo de cine. A saber: el chico guaperas de turno, el gracioso de su mejor amigo o los empollones cuatro ojos con aparatos dentales.

Mike Harlan es conocido en el instituto por ser un manitas con las máquinas, especialmente con los coches, a los que dedica gran parte de su tiempo. Sin ir más lejos, el amor de su vida es un Pontiac GTO rojo del 68’ que conduce todo orgulloso. Pero Mike no es muy buen estudiante, y necesita aprobar con urgencia su proyecto de ciencias si quiere graduarse.

Colándose en la vieja base militar espera encontrar algún cacharro que pueda serle útil para  arreglarlo y hacerlo pasar por su proyecto. Pero lo que ignora es que hará un descubrimiento increíble que podría poner patas arriba toda la ciudad e incluso el mundo entero.

En esta aventura, a Mike le acompañan Ellie, una rata de biblioteca con la que acepta salir por despecho tras la escandalosa ruptura con su novia; y su mejor amigo Vince, un tipo que por su vestimenta parece anclado en los años 50. 

De la boca éste último, un auténtico consumidor/devorador de la programación televisiva, surgen la mayor parte de referencias a series de televisión (Magnum, Dinastía, Mannix, Kojak) y a alguna que otra película (Los cañones de Navarone) que el guión de Bertuel acumula en un esfuerzo de ganarse rápidamente a la audiencia.  Incluso se permite un simpático guiño hacia la filmografía de uno de sus intérpretes, John Stockwell, cuando Vince le habla a Mike de una película acerca de un coche diabólico que mata gente, en clara referencia a “Christine”, de la que el joven Stockwell había sido co-protagonista dos años antes. De hecho, aquél sería su papel más conocido (así como su breve aparición en Top Gun), ya que su carrera como actor no ha dado mucho de sí, aunque en su faceta de director con cintas como “Inmersión letal” o “Turistas” tampoco es que le haya ido mejor.
A su compañero de reparto, Fisher Stevens, le recordamos con más cariño por aparecer en las dos entregas de “Cortocircuito” y, en lo personal, por encarnar durante cinco temporadas al pillo Chuck Fishman en la muy estimable “Edición anterior”.

Mención especial merece Dennis Hopper en su pequeña intervención como Bob, el profesor de ciencias de Mike, un tipo al que la madurez ha medio aplacado sus instintos más hippies. En un momento dado, y a modo de (enésimo) guiño cinéfilo, su personaje se presenta vistiendo las ropas que el propio Hopper lució en “Easy Rider”.
 
Más allá de estas referencia y la simpatía que desprende el conjunto, lo cierto es que “Mi proyecto científico” no es ninguna de esas maravillas ochenteras, y a ratos peca de ser un tanto ingenua o absurda (el rayo desintegrador con el que los militares se deshacen de la nave alienígena, el T-Rex agarrando a Vince con ¡sus patas delanteras!, etc.), e incluso poco coherente consigo misma (durante el primer contacto de Mike y Vince con la máquina, su percepción del tiempo se altera, y lo que para ellos han sido 10 minutos, en realidad son dos horas. Una circunstancia, ésta, que no vuelve a repetirse o siquiera mencionarse en ningún otro momento). 

La historia con la cuenta es atractiva pero está muy desaprovechada. Quizás su bajo presupuesto limitara las aspiraciones de Bertuel, que no explota debidamente las posibilidades que le ofrece una premisa apoyada en un artefacto capaz de conectar las distintas dimensiones en las que confluyen pasado, presente y futuro. Esta idea podía haber dudo mucho juego, pero solamente se le saca verdadero partido en la última media hora del film, con el instituto convertido en el centro neurálgico de la brecha espacio-temporal, y atrayendo hacía ese punto a personas y seres de otras épocas. De ahí que Mike y cía se topen con soldados nazis, gladiadores de la antigua Roma, insurgentes del Viet Cong o con la mismísima Cleopatra, amén de tener que hacer frente a unos mutantes de un presumible y lejano futuro postapocalítico o a un T-Rex de erróneas proporciones.

Quizás si la mayor parte del metraje hubiera girado en torno a ese escenario, desarrollándose la cinta como una gran aventura entre distintas dimensiones (con todo el abanico de posibilidades que ello ofrecería), el resultado hubiera sido mucho más elocuente y gratificante. No obstante, como producto de serie B que es, logra entretener de forma aceptable al dirigirse al espectador con honestidad y sin excesivas pretensiones.


Valoración personal:

domingo, 7 de octubre de 2012

Concurso: Sorteo de un Blu-Ray de Sombras Oscuras (Dark Shadows)

Concurso: Sorteo de un Blu-Ray de Sombras Oscuras (Dark Shadows)

Tras una larga temporada de sequía, vuelven los concursos a Amazing Movies. En esta ocasión,  por cortesía de Warner Bros.

El pasado 2 de octubre fue el lanzamiento en Dvd y Blu-Ray de “Sombras Oscuras (Dark Shadows)”, la última película de Tim Burton. En ella, Johnny Depp interpreta a Barnabas Collins, un vampiro que ha permanecido atrapado durante dos siglos por una malvada bruja (Eva Green) quien resulta ser una antigua amante. Barnabas tiene que lidiar con la vertiginosa década de los 70 y salvar el negocio de su familia. 

Si os gustó la película y aún no os habéis hecho con ella, en Amazing Movies tenéis la oportunidad de conseguir una copia por la patilla. Cómo, os preguntaréis. Pues es muy fácil.

Bajo estas líneas tenéis una curiosa aplicación en la que entraréis memes de la película, un original Horóscopo, el Horroróscopo; un Trivial y un Cuestionario. Con cada sección podéis desbloquear clips y descargas exclusivas del filme.
 
Aplicación eliminada tras el fin de la promoción.

Pues bien. Para entrar en el sorteo de un Dvd/Blu-Ray de “Sombras Tenebrosas” tan sólo tenéis que hacer lo siguiente: realizar el cuestionario “¿Eres lo bastante escalofriante para ser un residente de Collinwood?” y mandar el resultado al correo del blog (amazingmovies arroba gmail punto com) bajo el asunto “Amazing Movies Concurso Sombras Tenebrosas”. Y al final del texto deberéis firmar con vuestro Horroróscopo. 

Os pongo un ejemplo para que lo veáis más claro:

“Soy… RESULTADO DEL CUESTIONARIO.  
Firmado: vuestro Horroróscopo”

Deben aparecer ambas cosas y en ese orden para poder dar por válida vuestra participación. En el caso del resultado del cuestionario, no es necesario que incluyáis toda la definición. 

Como veis, el mecanismo es muy sencillo y sólo os llevará unos pocos minutos. El plazo para participar en el sorteo empieza hoy y termina el martes 9 de octubre a las 00.00h (hora española).

A cada participante que responda correctamente se le asignará un número. Una vez cerrado el plazo, utilizaré la herramienta de http://www.random.org/ para ingresar los números y sacar uno de forma aleatoria.  A quién le haya correspondido dicho número, será el ganador. 

Me comunicaré con el afortunado mediante correo electrónico para hacerle saber la noticia y tomar nota de sus datos personales para que desde Warner Bros. puedan hacerle entrega del premio, el cual se enviará por mensajería (FedEx o UPS). 

Un servidor no se responsabiliza, en ningún caso, del envío del premio. 

IMPORTANTE: 
 
- Solamente podrán participar aquellos que sean residentes en España.
- No se admitirán apartados de correos.
- Desde el momento en el que se le comunique al ganador la noticia, éste tendrá un plazo de 72 horas para responder al e-mail y facilitarme sus datos. De no obtener respuesta por su parte, será descalificado y el sorteo se reiniciará para sacar un nuevo número y, por consiguiente, un nuevo ganador.

¡Mucha suerte a todos!

¡ACTUALIZACIÓN!:

La afortunada y flamante ganadora del sorteo ha sido Rebeca Vecino Pérez, de Zamora. Enhorabuena y que disfrutes del premio.

Anunciado esto, no me queda otra que agradeceros a todos vuestra participación y desearos suerte para futuros concursos.

Saludos!

viernes, 5 de octubre de 2012

“Venganza: Conexión Estambul” (2012) - Olivier Megaton

“Venganza: Conexión Estambul” (2012) - Olivier Megaton

De todas las cintas que Luc Besson produce cual cadena de montaje desde su compañía Europa Corp., de vez en cuando suena la flauta y acaba saliendo un producto medianamente decente o por encima de la media. Esto es lo que ocurrió en 2008 con “Taken”, thriller de acción que por estos lares conocimos bajo el título de “Venganza”. 

El argumento de la susodicha no tenía nada de especial y ni mucho menos original. A saber: un exagente de la CIA interpretado por Liam Neeson se embarcaba por su cuenta en el rescate de su hija Kim (Maggie Grace), raptada en París por una banda de albanokosovares que se dedican a la trata de blancas.  

Lo dicho, originalidad cero. Sin embargo, la película proporcionaba hora y media de habilidoso  entretenimiento, en gran parte gracias a la acertada dirección de Pierre Morel y a la presencia de Neeson, un actor con empaque.

La buena acogida que tuvo la película en Europa (se proyectó en el Reino Unido y España, además de en su Francia natal) hizo que los americanos le echaran el ojo y decidieran estrenarla también allí, convirtiéndose en un éxito instantáneo y rotundo al embolsarse nada menos que 145 millones de dólares. Eso sí, los yanquis no pudieron disfrutar de la versión íntegra de la película hasta su edición en formato doméstico, ya que la versión que se estrenó en salas fue censurada para adherirse a la calificación PG13 (lo que por otro lado benefició sobremanera su taquilla).

Con estos números en la mano, no es de extrañar que Besson se haya decidido a producir una secuela.

La historia acontece dos años después de los sucesos narrados en la primera entrega. El padre de uno de los albaneses que secuestraron a Kim jura vengarse del asesinato de su hijo en manos de Bryan Mills (Liam Neeson), y aprovecha las vacaciones de la familia en Estambul para llevar a cabo su plan. Bryan se verá de nuevo obligado a utilizar todos sus recursos y habilidades como agente de la CIA para salvar tanto la vida de su mujer y de su hija como la suya propia. 

“Venganza” supuso un punto de inflexión en la carrera de Liam Neeson, un actor poco dado a prestarse a este tipo de producciones. Sin embargo, ahí nos descubrió su faceta más “badass” demostrando que daba la talla –y de sobras- para este tipo de papeles.


La excusa para encarnar de nuevo al exagente especial Bryan Mills es simple: los familiares de aquellos a quienes mató para salvar a su hija deciden ajustar cuentas yendo directamente a por él y a por su familia. Así que no le queda otro remedio que volver a repartir estopa para defenderse de la agresión y proteger a su mujer y a su hija.

La continuidad, por tanto, se mantiene, y aunque no deje de ser una secuela sacada de la manga, al menos la excusa para ello se sostiene.  Y es que los malos también tienen familia, y aunque sus hijos, padres o hermanos hubieran tomado el camino de la delincuencia, eso no les impide clamar justicia ante su verdugo. Así que Bryan tendrá que lidiar con toda una milicia sedienta de sangre.

En esta ocasión, la hija es la única que consigue librarse del rapto, así que tendrá que echarle un cable a papaíto para poder solucionar el problema. Por suerte, los guionistas (el propio Besson y Robert Mark Kamen, autores de su predecesora) no han convertido a la chica en una discípula de Mills. Es hija de su padre, no hay duda, y se las apaña bastante bien para huir de sus perseguidores, pero sigue siendo una chica normal y corriente enfrentada a una difícil situación, por lo que el instinto de supervivencia sale a flote, pero en lo que a pelear y matar se refiere, la cosa queda en manos de su progenitor. Él solito debe resolver nuevamente la papeleta. Y no hay duda que lo conseguirá.

Desgraciadamente, en esta ocasión tenemos tras las cámaras no a Pierre Morel sino a Olivier Megaton, otro de los mercenarios de Euro Corp., y responsable éste de lindezas como “Transporter 3” (bodrio donde los haya) o “Colombiana”.  Megaton (me ahorraré el chiste fácil) es uno de esos incompetentes que se cree Paul Greengrass, y para su desgracia -y sobre todo la nuestra- ni se le acerca. Su dirección resulta tosca y mareante, especialmente en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, donde la cámara se mueve sin ton ni son, con encuadres estridentes, cansina sucesión en ráfaga de planos cortos, cámara en modo epiléptico y un nulo sentido de la planificación. Semejante forma de dirigir manda al garete los méritos del coreógrafo de turno y estropea aquellos momentos destinados a nuestro mayor disfrute.


Esto le pasa factura a la película, que se siente muy por debajo del nivel de satisfacción que proporcionaba la primera entrega. De todos modos, el guión, que es igual de simplón que en aquella, va al grano y eso ayuda a que, de nuevo, la hora y media se pase volando. Eso y la sólida e intimidante presencia de Neeson son sus dos puntos fuertes y los que salvan la película de la quema. 

De paso nos reencontramos con el bueno de Rade Serbedzija, que ya tiene experiencia encarnando a villanos de Europa del Este, y que aquí interpreta al cabeza de familia vengativo y máximo responsable del plan de secuestro de los Mills. En cuanto a las féminas, tanto Grace como Famke Janssen (que con el paso de los años está más rica, si cabe) aguantan bien el envite.  

P.D.: A Neeson se le ve más cascado o, para no ser desconsiderado, menos en forma. Y es que los 60 tacos que lleva encima se empiezan a notar. Aún así, cualquiera le pide la hora en un callejón sin salida…



Valoración personal: