viernes, 19 de octubre de 2012

“Mi proyecto científico” (1985) - Jonathan R. Betuel

“Mi proyecto científico” (1985) - Jonathan R. Betuel

Para hallar buen cine fantástico juvenil y/o familiar, difícilmente haya mejor época que los ochenta. A lo largo de esta gloriosa e irrepetible década se realizaron numerables producciones a las que hoy día recordamos con gran cariño. Producciones con las que, a menudo, seguimos disfrutando como niños. 

Hay que reconocer que en ocasiones dicho disfrute radica más en la nostalgia que nos invade que en las propias virtudes del film, si bien no son pocas las películas cuya calidad es irrefutable y que, por ese motivo, siguen conservando intacto su valor cinematográfico y sus admirables niveles de entretenimiento.

Si nos fuéramos mentalmente hacia el año 1985, los títulos que nos vendrían a la memoria serían “Los Goonies”, “Lady Halcón”, “Teen Wolf (De pelo en pecho)”, “Exploradores”, “Cocoon”, “El secreto de la pirámide”, “Brazil”, “Enemigo Mío (tristemente olvidada) o “Regreso al futuro”, la joya de la corona y la película más taquillera de aquél año. Precisamente, un mes después de estrenarse esta maravillosa comedia de ciencia-ficción, llegó a las salas estadounidenses “My Science Project”, otro film cuya temática estaba conectada a los viajes en el tiempo.

A diferencia del éxito de Zemeckis, el film del debutante Jonathan R. Betuel tuvo una pobre acogida entre el público, algo que no es de extrañar si comparamos éste con otros de mayor calibre de aquél mismo año o de unos meses atrás. Y es que a nadie le apetece comerse una simple hamburguesa después de haber saboreado un delicioso estofado de carne, y con “Regreso al futuro” bien fresquita en la memoria, algo como “Mi proyecto científico” (My Science Project) sabía a poco.

La historia se inicia en 1957, cuando una nave del espacio exterior (léase OVNI) se estrella en medio del desierto. El objeto es descubierto por los militares y enviado a una base con el fin de estudiarlo con detenimiento. Sin embargo, los altos mandos, temiendo que los periodistas fisgoneen y la historia se escampe por todo el país, deciden deshacerse de las pruebas, como si nunca hubiera ocurrido nada.

En la actualidad (1985), la base militar se encuentra inoperativa y convertida en un cementerio de chatarra vigilado únicamente por un guardia de seguridad. Por la noche, el joven Mike y su cita, la empollona Ellie, se cuelan en la base y encuentran, entre los despojos y oculto en un almacén subterráneo, un extraño artilugio. Al principio, Mike ignora su procedencia y su utilidad, pero no tarda en descubrir que el aparato es un dispositivo capaz de abrir una brecha en el espacio-tiempo.

Un año antes de su debut como director, Jonathan R. Betuel escribió del guión de “Starfighter, la aventura comienza” (The Last Starfighter), una entrañable cinta de ciencia-ficción de corte juvenil que enseguida se ganó un rinconcito en la memoria cinéfila de toda una generación. Aquella fue uno de los intentos más efectivos de la competencia a la hora de rivalizar con Spielberg y sus fructíferas producciones bajo el sello Amblin. Esto último no era nada fácil de conseguir dado que el “Rey Midas” contaba siempre con las mejores historias, con un buen equipo detrás y con un holgado presupuesto para materializarlas en pantalla.


Con ese fin, Betuel siguió enfocando su trabajo en el género fantástico juvenil, dando lugar al guión de “Mi proyecto científico”, el cuál le dio la oportunidad de ponerse tras las cámaras.

Los protagonistas de esta historia responden irremediablemente a algunos de los estereotipos habituales de este tipo de cine. A saber: el chico guaperas de turno, el gracioso de su mejor amigo o los empollones cuatro ojos con aparatos dentales.

Mike Harlan es conocido en el instituto por ser un manitas con las máquinas, especialmente con los coches, a los que dedica gran parte de su tiempo. Sin ir más lejos, el amor de su vida es un Pontiac GTO rojo del 68’ que conduce todo orgulloso. Pero Mike no es muy buen estudiante, y necesita aprobar con urgencia su proyecto de ciencias si quiere graduarse.

Colándose en la vieja base militar espera encontrar algún cacharro que pueda serle útil para  arreglarlo y hacerlo pasar por su proyecto. Pero lo que ignora es que hará un descubrimiento increíble que podría poner patas arriba toda la ciudad e incluso el mundo entero.

En esta aventura, a Mike le acompañan Ellie, una rata de biblioteca con la que acepta salir por despecho tras la escandalosa ruptura con su novia; y su mejor amigo Vince, un tipo que por su vestimenta parece anclado en los años 50. 

De la boca éste último, un auténtico consumidor/devorador de la programación televisiva, surgen la mayor parte de referencias a series de televisión (Magnum, Dinastía, Mannix, Kojak) y a alguna que otra película (Los cañones de Navarone) que el guión de Bertuel acumula en un esfuerzo de ganarse rápidamente a la audiencia.  Incluso se permite un simpático guiño hacia la filmografía de uno de sus intérpretes, John Stockwell, cuando Vince le habla a Mike de una película acerca de un coche diabólico que mata gente, en clara referencia a “Christine”, de la que el joven Stockwell había sido co-protagonista dos años antes. De hecho, aquél sería su papel más conocido (así como su breve aparición en Top Gun), ya que su carrera como actor no ha dado mucho de sí, aunque en su faceta de director con cintas como “Inmersión letal” o “Turistas” tampoco es que le haya ido mejor.
A su compañero de reparto, Fisher Stevens, le recordamos con más cariño por aparecer en las dos entregas de “Cortocircuito” y, en lo personal, por encarnar durante cinco temporadas al pillo Chuck Fishman en la muy estimable “Edición anterior”.

Mención especial merece Dennis Hopper en su pequeña intervención como Bob, el profesor de ciencias de Mike, un tipo al que la madurez ha medio aplacado sus instintos más hippies. En un momento dado, y a modo de (enésimo) guiño cinéfilo, su personaje se presenta vistiendo las ropas que el propio Hopper lució en “Easy Rider”.
 
Más allá de estas referencia y la simpatía que desprende el conjunto, lo cierto es que “Mi proyecto científico” no es ninguna de esas maravillas ochenteras, y a ratos peca de ser un tanto ingenua o absurda (el rayo desintegrador con el que los militares se deshacen de la nave alienígena, el T-Rex agarrando a Vince con ¡sus patas delanteras!, etc.), e incluso poco coherente consigo misma (durante el primer contacto de Mike y Vince con la máquina, su percepción del tiempo se altera, y lo que para ellos han sido 10 minutos, en realidad son dos horas. Una circunstancia, ésta, que no vuelve a repetirse o siquiera mencionarse en ningún otro momento). 

La historia con la cuenta es atractiva pero está muy desaprovechada. Quizás su bajo presupuesto limitara las aspiraciones de Bertuel, que no explota debidamente las posibilidades que le ofrece una premisa apoyada en un artefacto capaz de conectar las distintas dimensiones en las que confluyen pasado, presente y futuro. Esta idea podía haber dudo mucho juego, pero solamente se le saca verdadero partido en la última media hora del film, con el instituto convertido en el centro neurálgico de la brecha espacio-temporal, y atrayendo hacía ese punto a personas y seres de otras épocas. De ahí que Mike y cía se topen con soldados nazis, gladiadores de la antigua Roma, insurgentes del Viet Cong o con la mismísima Cleopatra, amén de tener que hacer frente a unos mutantes de un presumible y lejano futuro postapocalítico o a un T-Rex de erróneas proporciones.

Quizás si la mayor parte del metraje hubiera girado en torno a ese escenario, desarrollándose la cinta como una gran aventura entre distintas dimensiones (con todo el abanico de posibilidades que ello ofrecería), el resultado hubiera sido mucho más elocuente y gratificante. No obstante, como producto de serie B que es, logra entretener de forma aceptable al dirigirse al espectador con honestidad y sin excesivas pretensiones.


Valoración personal:

4 comentarios:

Machete dijo...

No recuerdo haberla visto. ¿Puede caerme simpatica o tira más de nostalgia?.

pd. Te falta un no "lo cierto es que “Mi proyecto científico” es ninguna

Snake dijo...

Joer, la de veces que la ví en el videoclub y al final no acabamos alquilándola.

Santa mulita...

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Machete,
Yo no la vi nunca de pequeño y me ha resultado simpática.

P.D. Corregido. Thanks ;)

Sanke,
Con una carátula más molona seguro que hubiese caído, eh!

Saludos!

Machete dijo...

Entonces haré por verla.