sábado, 28 de abril de 2012

“Los Vengadores” (2012) – Joss Whedon


Crítica Los Vengadores 2012 Joss Whedon
Pasito a pasito y haciendo bien los deberes, Marvel ha conseguido por fin alcanzar su ambicioso objetivo: reunir a sus icónicos superhéroes en un único y épico blockbuster.

En el momento en el que la editorial comiquera decidió asumir las riendas de las adaptaciones cinematográficas de sus personajes (o al menos de los que aún conservaba los derechos de explotación, que no son pocos), se optó por unificarlos a todos en un mismo universo con tal de poder llevar a cabo su “superpelícula”. La primera semilla se plantó en 2008 con “Iron Man” durante un escena postcréditos en la que el protagonista, Tony Stark, se encontraba con Nick Furia, director de la agencia internacional pacificadora conocida como S.H.I.E.L.D, y principal impulsor de la iniciativa “Vengadores”. A partir de este momento, los esfuerzos se concentraron en conectar al resto de superhéroes (Hulk, Thor y Capitán América) entre sí mediante las distintas adaptaciones individuales de cada uno de ellos, e insertando en éstas y en la secuela del hombre de hierro (Iron Man 2) al resto de personajes (Viuda Negra, Ojo de Halcón) que posteriormente formarían parte del “equipo vengador”.

Con mayor o menor acierto, todos ellos se han visto representados a la gran pantalla, y ahora es cuando llega el momento de verlos juntos en acción, luchando codo con codo contra un poderoso enemigo.

Nick Furia (Samuel L. Jackson), director de S.H.I.E.L.D., inicia una operación de reclutamiento a escala mundial para reunir al equipo de “Los Vengadores” con el fin de derrotar a un enemigo inesperado que amenaza la seguridad y la supervivencia del planeta.

A pesar de reunir a un potente dream team de superhéroes, Furia y su confidente de siempre, el Agente Coulson (Clark Gregg), tienen que encontrar la forma de convencer a los elegidos para que cooperen juntos y recuperen el Cubo Cósmico, cuyo poder ilimitado se encuentra ahora en manos del temible Loki (Tom Hiddleston). 

Llevar a cabo un proyecto de esta magnitud no es tarea fácil, menos aún cuando las expectativas de los fans están por las nubes.

No todos recibieron con los brazos abiertos la elección de Joss Whedon, quizás debido a su escasa trayectoria cinematográfica. No obstante, la experiencia que le avala va mucho más allá de sentarse en una silla de director. Para empezar, ha sido el creador de dos series de televisión de culto: Buffy Cazavampiros y la injustamente cancelada Firefly, la cual tuvo luego su cierre (aunque sólo quedara realmente cerrada la trama principal) a modo de película con la estimable “Serenity”. Uno de los puntos en común de ambas series es que el protagonismo es prácticamente coral, con lo cual Whedon ya tiene mano en esto de manejar a un grupo de actores. Por otro lado, también ha hecho sus pinitos en el mundo del cómic, por lo que el tema no le viene de nuevo.

De todos modos, es cierto que su elección era arriesgada, aunque seguramente no menos que la de cualquier otro candidato que se sugiriese para el puesto. Y ahora, en vista del resultado, no se puede hacer otra cosa que felicitar a Marvel por tener tan buen ojo y a Whedon y compañía para haber logrado lo inaudito: que una película repleta de superhéroes funcione a las mil maravillas.

 Uno de los mayores temores cara a esta reunión de personajes era que unos eclipsaran a otros. Sin embargo, el protagonismo está bastante bien repartido, y la mayoría tiene sus minutos de gloria para su lucimiento personal. Evidentemente, alguno de los personajes, así como el actor que lo interpreta, goza de mayor carisma que el resto de sus compañeros (véase Stark/Downey Jr.), pero Whedon ha sabido equilibrar ese aspecto para que ninguno devenga en el centro de atención por encima de los demás.

Cada uno es una pieza clave e imprescindible de ese gran engranaje que es Los Vengadores, y funcionan tanto por separado, cuando desde el guión se perfilan las características que los definen; como en conjunto, cuando deben hacer piña y ayudarse mutuamente para alcanzar la victoria frente al enemigo.


Es innegable que Tony Stark/Robert Downey Jr. se sale, y eso de algún modo nos compensa por el mal sabor de boca que a la mayoría nos dejó la secuela del hombre de hierro. Su personaje posee algunas de las líneas de diálogo más jocosas de toda la película, algo muy en consonancia con la socarronería que le caracteriza. Sus vaciladas, sus salidas de tono y sus puyitas al resto de compañeros son constantes, y no hay ocasión en que su ácida lengua no nos saque una amplia sonrisa o incluso una sana carcajada.

Y aquí hay que hacer un breve inciso para remarcar uno de los ingredientes básicos en la receta de Whedon: la generosa cantidad de humor que imprime en la historia, siendo participes de ello tanto Stark como el resto de personajes, y muy especialmente Hulk, que protagoniza un par de momentos que sólo se pueden calificar de hilarantes, en el mejor sentido de la palabra (SPOILERS-- cuando salda una anterior rencilla con Thor soltándole a éste un buen e inesperado mamporro o cuando le corta el rollo a Loki –paliza mediante- en pleno discurso ególatra --FIN SPOILERS). El tono cómico resulta acertado para aligerar tensiones y sorprende en ocasiones lo caricaturesco que puede llegar a ser, aún sin caer en lo ridículo ni resultar demasiado bobalicón, como le ocurría al Thor de Branagh. 

El Capitán América (Chris Evans) se erige como el líder nato del grupo, un soldado capaz de guiar a sus hombres a la batalla y de concienciarlos de la actitud que deben mostrar ante la amenaza que se les avecina. Existe cierto choque de personalidad entre él, un tipo relajado y sensato, y Stark, un playboy descreído y fanfarrón, pero nada que no se resuelva luego por el bien común.

Algo parecido ocurre con Thor (Chris Hemsworth) y Hulk, los dos miembros más fuertes del grupo. El primero tiene motivaciones mucho más personales de cara al enemigo, pues Loki no deja de ser su hermano (o hermanastro), y el segundo no parece estar muy comprometido con la idea de sacar su lado oscuro para ayudar al grupo más allá de sus aportaciones intelectuales como científico, pero ambos dejan a un lado sus intereses para formar esta alianza invencible.

Thor se muestra mucho más maduro que en su primera llegada a la Tierra, y Hulk es, sin lugar a dudas, el mejor de cuantas versiones se han visto hasta ahora. No ya sólo por su recreación como el poderoso gigante verde, contando con un acabado más realista y un aspecto mucho más fiel al cómic (amén de ofrecer un mayor parecido con su alter ego) sino porque Mark Ruffalo es idóneo para encarnar al retraído Bruce Banner. No es por menospreciar la labor de Edward Norton, que estuvo fantástico en su papel en “El increíble Hulk”, pero poca duda cabe que Ruffalo posee un físico y una actitud mucho más adecuados para el rol de Banner.

Scarlett Johansson como Viuda Negra sigue siendo, en mi opinión, el punto negro del casting, si bien debo admitir finalmente que cumple con su cometido y que en sus minutos de lucimiento -que son varios- da el pego. Quizás ella, Nick Furia y Ojo de Halcón (Jeremy Renner) sean quienes cuenten con menor protagonismo, pero es algo lógico si tenemos en cuenta que son los únicos que no poseen superpoderes y que la situación a la que se enfrentan les supera. Aún así, ambos hacen todo lo humanamente posible para ayudar en la batalla y su participación resulta indispensable.


Como villano, Loki ofrece una buena contrapartida al grupo de héroes, mostrándose torturado tras su fracaso al intentar apoderarse del trono de Asgard, pero a la vez luciendo la suficiente energía e inteligencia para seguir adelante con sus maquiavélicos propósitos aquí en la Tierra.

En cuanto a la trama, si de algo se la puede acusar es de ser un tanto simple, pero lo cierto es que la película tampoco necesita mayor complejidad. Whedon no se anda por las ramas y otorga a cada personaje los minutos de intimidad justos y necesarios para el buen desarrollo de la premisa inicial, la cual se reduce a evitar que Loki abra un portal con el dichoso cubo e invite así a su ejército a invadir nuestra planeta para subyugar a la raza humana (más o menos lo mismo que pretendían los Decepticons en la última entrega de “Transformers”, e incluso uno de los monstruosos bicharracos venido del espacio luce un diseño muy parecido al del filme de Bay, pero justo ahí terminan las similitudes entre ambas). Por supuesto, luego hay ciertas vicisitudes que le dan juego a la trama, como la rivalidad entre Loki y su hermano Thor o el escaso entendimiento inicial que hay entre los superhéroes, que no logran avenirse hasta que las cosas empiezan a ponerse feas de verdad. Entre medio, buenos y malos urden sus propias estratagemas para vencer al rival: Loki, por ejemplo, poniendo en marcha una habilidosa medida de distracción que le permita mantener al grupo ocupado mientras ultima los detalles finales de su pérfido plan; y Furia tendiendo una astuta trampa a éste para, precisamente, descubrir sus oscuras intenciones.

Así que aunque el guión no destaque por su profundidad dramática, algo que, insisto, tampoco necesita, sí se muestra bien armado para lograr que la película no sea sólo un mero festín de fuegos artificiales. De hecho, la sensación general es similar a la que se vive en una montaña rusa, con los momentos de calma y los momentos álgidos distribuyéndose concienzudamente a lo largo del trayecto. La acción es frenética y, en su tramo final, majestuosa, pero sin llegar a apabullar y cansar al espectador. Los notables combates cuerpo a cuerpo se suceden durante todo el metraje hasta la llegada de la gran traca final, donde Whedon echa toda la carne en el asador y logra una de las batallas más épicas y espectaculares que nos ha brindado últimamente un blockbuster.

Los efectos especiales están a la altura del ostentoso despliegue pirotécnico y las secuencias de acción se muestran dinámicas y con buen pulso (nada de marear la cámara sin ton ni son), destacando entre todas ellas un estupendo plano secuencial que recorre el campo de batalla mostrándonos a cada héroe enfrascado en su lucha personal contra el invasor.

Con todo, cualquier defecto que se le pueda achacar a “Los Vengadores” es ampliamente compensado por sus virtudes, lo que hace de él un entretenimiento muy digno y cien por cien disfrutable tanto para los fans acérrimos de los cómics como para el espectador neófito (caso de un servidor). Dos horas y media que se ven en un suspiro (que ya es mucho decir), con una sonrisa en la boca y sin la sensación –habitual con el cine palomitero hollywoodiense- de que le estén a uno lobotomizando el cerebro.



Valoración personal:

viernes, 20 de abril de 2012

“Los juegos del hambre” (2012) - Gary Ross

Crítica Los juegos del hambre 2012 Gary Ross
Con lo bien abonado que está el campo de Hollywood abordando sagas literarias de carácter juvenil, no es de extrañar que de vez en cuando, y tras tanto tiro fallido, alguno dé en la diana. Tras la jubilación de unos magos adolescentes y con unos vampiritos luminiscentes y hombres-lobo a puntito de enterrar el hacha de guerra, hacía falta otra franquicia que arrastrase a los jóvenes (y no tan jóvenes) a las salas de cine. Para ello, qué mejor que tirar nuevamente de un superventas para llevarse el gato al agua. En esta ocasión es Lionsgate quién está detrás y la elegida es la trilogía de “Los juegos del hambre” de la escritora estadounidense Suzanne Collins, autora de otra aclamada saga titulada “Las crónicas de las Tierras Bajas”.
Esta primera película, correspondiente al primer libro, nos sitúa en Panem, las ruinas de lo que antaño fue Norteamérica y gobernado ahora, tras décadas de caos y guerra, por el Capitolio, órgano de poder que tiene sometido al pueblo a una dura y represiva dictadura.

Para evitar cualquier nuevo levantamiento, el Capitolio organiza anualmente los conocidos como Juegos del hambre, un cruel y sádico acontecimiento retransmitido por televisión en el que 24 jóvenes participantes son obligados a luchar a muerte hasta que sólo uno de ellos quede en pie. Los participantes son elegidos por sorteo -siempre que no se presenten voluntarios- entre los adolescentes que viven –o malviven- en los doce distritos que componen Panem. Cada distrito debe enviar a un chico y a una chica adolescente a competir y luchar por su vida.

La protagonista de este (clásico) futuro distópico que nos presenta la obra de Collins es Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), una joven de dieciséis años de edad que se presenta voluntaria para participar en los juegos en lugar de su hermana pequeña. Katniss, residente del Distrito 12 (una humilde comunidad minera), es llevada bajo custodia junto al elegido masculino, Peeta (Josh Hutcherson), hasta el Capitolio, lugar en el que son entrenados para enfrentarse al resto de participantes y, en especial, a los despiadados “Tributos profesionales”, voluntarios que proceden de los distritos más ricos de Panem y que llevan toda su vida preparándose para los Juegos. Durante los días previos, ambos trabajan baja la supervisión de un antiguo –y ahora alcohólico- vencedor de los juegos, Haymitch Abernathy (Woody Harrelson), quién trata de afinar su instinto de supervivencia y convertirlos, con la ayuda de Cinna (un estilista “interpretado” por Lenny Kravitz) en estrellas mediáticas para ganarse la admiración del público y así conseguir patrocinadores mediante los cuales poder aumentar sus posibilidades de ganar.


Precisamente es en estos minutos en los que “Los juegos del hambre” se nos muestra como un producto con cierta entidad, mostrando unos mimbres que ya quisieran otras producciones juveniles. De hecho, el estreno de la cinta ha venido precedido por una especie de campaña difamatoria (porque no se la puede tildar de otra forma) al ser comparada con la obra crepusculiana de Stephenie Meyer. Nada más lejos de la realidad.

Es cierto que en la película hay romance, pero dudo que alcance las cotas de “ñoñería de telenovela barata” que ostentan los films de Pattinson y cía. Es más, pese a que se sugiere un triángulo amoroso entre la pareja protagonista y un tercero en discordia, nunca se da la sensación de que esto sea el motor de la historia (principalmente, porque no lo es), amén de que este triángulo cojea de una pata: Katniss. SPOILER-- Peeta deja entrever sus sentimientos hacia su compañera de distrito, pero éstos no son correspondidos hasta que ello supone una ventaja para la supervivencia de ambos, es decir, Katniss aprovecha el romance para ganarse al público, aunque eso no signifique que a lo largo de la aventura germinen sentimientos de aprecio hacia su compañero --FIN SPOILER.

El verdadero motor de la historia es el juego en sí y lo que ello supone para las gentes que lo padecen. Desgraciadamente, no se puede decir que el tema esté suficientemente bien aprovechado. Ya desde la vertiente crítica se nos muestra muy escuetamente cómo el público de la alta sociedad disfruta del dantesco espectáculo, y poco menos se nos enseña al público más humilde sufriendo por él, con lo que la decadencia cínica de esta sociedad futura se pinta a muy finas pinceladas. No es suficiente diferenciar a las clases sociales a golpe de estilismo (¿se habrán gastado la mayor parte del presupuesto en laca para el pelo?) haciendo que unos vistan como en la casa de la pradera y otros parezcan vivir en un permanente y escandalosamente hortera desfile de moda para talibanes del buen gusto. Hay que apuntalar con mejores cimientos la visión distópica que se nos está ofreciendo…

 En cuanto a la implicación de los presentadores en el evento (los personajes interpretador por Stanley Tucci y un desaprovechado Toby Jones), queda ésta tan limitada, que la sensación de “entretenimiento para las masas” se ve reducido a la mínima expresión, lo que por otro lado limita la implicación del espectador en el show.


Además, nos topamos de nuevo con el problema de la blanda clasificación por edades (un anodino PG-13) en respuesta al ansia de los estudios por ampliar el rango de público objetivo al que se destina el producto y así poder hacer más caja. Por supuesto, no les importa que por el camino se degrade la esencia misma de la historia, y es que con un escenario tan violento asombra lo poco perturbadora que resulta la ferocidad del juego. Y eso, queramos o no, reduce considerablemente la intensidad y fulgor del mismo, el cual queda encorsetado dentro del consabido “apta para menores de…” y convirtiéndose la película en una pseudo “Battle Royale” (cinta con la que guarda bastantes similitudes) para “mojigatos”.  Y tampoco es que un servidor considere aquél filme japonés como una obra modélica (su guión era peor, la justificación del juego mucho más endeble y el gore pocas veces compensaba sus carencias), pero con semejante argumento lo que uno pide es más caña. Caña como la que ofrecía “The Running Man” (aka “Perseguido”) o, si me apuráis, ese subproducto de videoclub llamado “La isla de los condenados”, dos películas que al menos sabían a lo que jugaban e iban a por todas.

Los orígenes de los juegos a muerte para entretener al pueblo pueden encontrarse en la época romana y sus coliseos, lo cual ya ha sido fruto de inspiración para novelas y películas previas a la obra de Collins (aunque la escritora insista en que la idea surgió del mito de Teseo y el Minotauro…), con lo cual la originalidad, tanto en contexto (futuro distópico mil veces visto) como en argumento (los juegos), es bastante escasa, si bien eso tampoco es motivo de queja si al menos se consigue hacer un producto medianamente digerible. Y “Los juegos del hambre” lo es, pese a que se exceda en metraje y no aproveche del todo el potencial que tiene entre manos.

Gary Ross, director de la espléndida “Pleasantville” y la estimable “Seabiscuit, más allá de la leyenda” no parecía el tipo más indicado para hacerse cargo de esta adaptación, y el resultado quizás me dé la razón. Pero probablemente no exista director adecuado para ello si cualquiera que asuma dicha responsabilidad se ve limitado por la mano negra de los productores. Ahora bien, con Ross tras las cámaras ganamos en profundidad dramática, algo que quizás echaríamos en falta con algún otro mercenario manipulable de esos que tanto pululan por Hollywood.

Lo mejor de la película reside en su capacidad para captar las emociones de sus personajes y especialmente las de Katniss. Por supuesto, a ello contribuye también Jennifer Lawrence (pilar básico de la trama), transmitiendo la entereza de su personaje en las situaciones que requieren de un gran valor.



Por el contrario, en las escenas de acción Ross se empeña en marear la cámara sin orden ni control, emulando a un Greengrass pasado de vueltas y consiguiendo que muchas de estas secuencias sean un auténtico despropósito escénico y una tortura para la vista (a menos, claro, que se tenga una cajita de Biodramina a mano). Durante los primeros minutos el abuso es constante y no hay trípode que valga; ni que sea para rodar un maldito plano panorámico. Muchas de las escenas de acción son un embrollo monumental en el que no se aclara ni el cámara, haciendo que estos momentos pierdan gran parte de su efectividad (lo que, de paso, le sirve a Ross para ahorrarnos ver sangre, ese liquidillo de color rojizo que le sale a uno del cuerpo cuando padece una herida). No hay más que ver el inicio de los juegos, breve segmento en el que el director se cepilla a más o menos la mitad de participantes en cuestión de minutos sin que sepamos muy bien quién ha muerto o cómo ha muerto. Aunque el quién es lo de menos porque los contrincantes de Katniss más que personas son números. Vamos, que los guionistas consiguen que nos importe un bledo quien viva o quién muera mientras nuestra protagonista se mantenga en pie (con la excepción, quizás, de la niña que la acompaña). Ni tan siquiera se ofrece un némesis a la altura de la heroína para darle algo de vidilla al asunto (un niñato malcriado que viene a demostrar sus habilidades no es rival para una experta cazadora que lucha por su vida). El enemigo es, en esencia, el juego y quiénes están detrás de él, haciendo todo lo posible, primero, para evitar que Katniss se convierta en la heroína de las clases bajas y, luego, para que no devenga en una mártir. De ahí que quiénes monitorizan el juego se saquen de la manga bolas de fuego o unos enormes perros sanguinarios creados de la nada (literalmente…).

Con todo, “Los juegos del hambre” no deja de ser un entretenimiento que cumple el propósito de mantener al espectador distraído y devorando palomitas durante un par de horas, que por largas que sean al menos no se hacen pesadas. Ahora bien, el resultado está lejos, muy lejos, de justificar tan exultante acogida (534 millones de dólares recaudados en tan sólo cuatro semanas), por lo que no es descabellado pensar que su éxito se explique, en mayor medida, por el fenómeno fan que hay detrás de la novela. Un fenómeno fan en la misma línea que otras obras literarias llevadas al cine como Crepúsculo, Harry Potter o, dejando a un lado el target juvenil, El Código Da Vinci y Millennium. Y no es que pretenda equiparar sendos productos, pues la calidad y sus características difieren dependiendo del tipo de material de origen que se maneje, pero la atracción y la popularidad son similares, es decir, el fenómeno nace de unas mismas raíces. Por ello no es extraño que antes incluso de que se estrene una película de estas características, la venta de entradas anticipadas se dispare y, una vez ya estrenada, ostente una taquilla de órdago durante sus primeras semanas de proyección, que es cuando el lector –mayormente- visita la sala de cine ansioso por ver plasmado uno de sus libros favoritos en pantalla. Por tanto, son producciones que cuentan con un amplio recibimiento por parte del público. A partir de ahí, y no siempre ligado a la calidad de las mismas, la aceptación de sus principales espectadores (los que conocen de antemano el producto por su origen literario) más la aceptación del espectador común (el ajeno a dicho fenómeno) es lo que invita, en el más afortunado de los casos, a la construcción de una franquicia y, por ende, al nacimiento de la gallina de los huevos de oro del estudio que la financie. Porque no sólo del fan se vive, y es indispensable que la película llegue a cuantos más espectadores, mejor (¡hola de nuevo, PG13!); a veces eso se logra dentro del mismo target que se pretende agradar (el adolescente y mayormente femenino, en el caso de Crepúsculo, por ejemplo), y a veces ampliándolo (es el caso de Potter, que suele contentar tanto a grandes como a pequeños).


Valoración personal:

jueves, 12 de abril de 2012

"Battleship" (2012) – Peter Berg

Battleship (2012) – Peter Berg
Cuando algún estudio de Hollywood adquiere los derechos de una obra, sea una novela, un cómic o incluso un videojuego, se enfrenta siempre a la tesitura de mantenerse apegado, con mayor o menor libertad creativa, al material que está adaptando. Un libro, una historieta o un videojuego no utilizan el mismo lenguaje que el medio cinematográfico, por lo que la obra a adaptar siempre está sujeta a alteraciones y modificaciones varias (unas veces más legítimas que otras). Sea más o menos fiel la adaptación, lo que está claro es que desde la mesa de trabajo, productores, guionistas y/o directores cuentan, como mínimo, con una historia que les sirve de punto de partida para confeccionar el guión de la futura película (aunque en ocasiones se conformen con tomar prestado la premisa argumental y poco más). En el caso que nos ocupa, sin embargo, no hay nada de dónde agarrarse.

“Battleship” o “Hundir la flota”, que es tal y como lo conocimos en España, fue un juego de mesa muy popular allá por los 80 y aún vigente en la actualidad (cuenta incluso con una versión para amantes de los cogorzas que cambia los barquitos por vasos de chupito). Aunque su primera aparición como tal data de principios de los años treinta, fue la conocida compañía de juguetes Hasbro (Risk, Monopoly, Hotel, Scattergories…) la que se encargó de convertirlo en uno de los regalos de reyes más pedidos de toda una generación de chiquillos.

La mecánica del juego era muy sencilla. Los jugadores (dos) se enfrentaban con un tablero divido en cuadrículas en el cuál se distribuían las fichas/barcos que cada uno poseía. Sin posibilidad de conocer la ubicación exacta de las fichas del oponente, los jugadores debían ir hundiendo/eliminando los barcos utilizando las coordenadas fijadas en la cuadricula del tablero (las columnas correspondían a números y las filas a letras). El primero que hundía por entero la flota del contrario, ganaba.

En definitiva, un juego de estrategia en el que no hay más argumento que el “apunta y dispara”. Aún así, Universal Pictures se empeñó en adquirir los derechos para llevarlo a la gran pantalla.

Y no es que sea el primer juego de mesa que se lleva al celuloide. El también famoso Cluedo se trasladó al cine –con bastante fortuna, todo sea dicho- a mediados de los ochenta. Pero la diferencia es clara: Cluedo contaba con un mínimo de argumento para poder sacarse un guión de la chistera, y “Hundir la flota” no. Del mismo modo, figuras de acción como GI Joe’s o Transformers tenían el precedente del serial animado y, posteriormente, de los cómics, de dónde se podía sacar toda la chicha que hiciese falta para su asalto al live-action, cosa que aquí, obviamente, tampoco ocurre.

Pero a falta de argumento, nos inventamos uno. Eso debieron pensar sus responsables, quienes han convertido Battleship en la enésima película de invasiones alienígenas, todo un subgénero en alza tras el resurgimiento vivido en los últimos años con películas como “Skyline”, “Battle: Los Ángeles” (aka Invasión a la Tierra) o “Cowboys vs Aliens”. Por tanto, lo que tenemos ahora es una flota de naves del espacio contra una flota de la Marina estadounidense (como no podía ser de otra forma). Y lo de adaptación pasa a ser más bien un “inspirado en…”, porque más allá de algún detallito en la trama sujeto a la mecánica del juego (el hecho de que ambos bandos se ataquen “a ciegas”), el resto es pura invención, y el título que ostenta la película no es más que un mero reclamo.


Por otro lado, ya con los primeros tráilers nos dimos cuenta que lo que Universal pretendía con esta superproducción era crear su “propia” Transformers, es decir, su propia película prefranquicia arrasa-taquillas. Y es que el parecido no es casual. Trailers montados de forma similar, uso de los mismos efectos de sonido, un look muy parecido en el diseño conceptual del invasor alienígena y secuencias de acción en la misma línea (la del rascacielos viniéndose abajo…) hacían presagiar esto como una pseudo Transformers 4 pero sin Michael Bay. Y más o menos eso es lo que ha logrado Peter Berg, quién, despojado de cualquier rasgo de personalidad (si es que alguna vez la tuvo), copia/hereda todo lo bueno y malo de los films del director al que descaradamente imita. Y además añade un poquito del sello J. J. Abrams, metiendo efectos de destello a cascoporro sin ton ni son.

“Battleship” no propone una invasión alienígena a gran escala sino que concentra la mayor parte de la acción en un escenario delimitado para la ocasión, con unas pocas naves invasoras (y todo su potente arsenal) haciendo frente a tres destructores de la armada americana. Nuestro protagonista es el teniente Hopper, un joven oficial impulsivo e indisciplinado destinado al buque John Paul Jones, uno de los tres destructores en la línea de tiro del enemigo. Tras la muerte del capitán y su segundo de abordo, Hopper se convierte por normativa en el capitán del barco, y las decisiones que tome son las que pueden cambiar el rumbo de esta batalla. Hopper debe demostrarse a sí mismo y a los demás lo que vale, y debe tratar de hacer frente a estos bastardos alienígenas que han venido a la Tierra con ganas de guerra. Y sí han venido hasta aquí es porque… ¡les hemos llamado!

La premisa es que la NASA lleva años enviando una serie de transmisiones interestelares a un planeta de otra galaxia muy parecido al nuestro (el Planeta G). Y la respuesta ha llegado en forma de invasión. ¿Los responsables? Unos alienígenas de físico humanoide y rasgos reptiles (como los lagartos de “V”) provistos de sólidas armaduras y de un arsenal destructivo capaz de reducir a cenizas una ciudad entera en cuestión de horas.

A lo largo del metraje asistimos a la desequilibrada batalla naval que libran ambos bandos a bordo de sus navíos, es decir, cañonazos uno detrás de otro, explosiones a mansalva y mucho (muchísimos) orgullo yanqui cargando el ambiente. De mientras, la novia del prota -hija, a su vez, del almirante Shane, el oficial superior de Hopper- corre su propia odisea en la montaña acompañada de un coronel discapacitado en proceso de rehabilitación que -como no hay mal que por bien no venga- recuperará su autoestima atizando (a puñetazo limpio) a uno de los molestos invasores. Como curiosidad, cabe mencionar que el responsable de interpretarlo no es un actor al uso (se nota) sino un verdadero coronel del Ejército estadounidense que perdió ambas piernas en la reciente guerra de Iraq. A la chica ya la conocemos, la modelo Brooklyn Decker, la cual, además de ser un pivón, se desenvuelve mejor (dentro de lo que cabe) que otras que se hacen llamar actrices.


Y a todo esto, ¿por dónde anda Liam Neeson? Pues Neeson es otro vulgar reclamo, ya que su participación se limita a poco más de 10-15 minutos (más o menos los mismos que tiene Alexander Skarsgård), concentrados la mayoría de éstos al principio y al final de la cinta. En cambio, la que cobra un inesperado protagonismo es Rihanna, la cantante metida actriz cuyo papel aquí es el de especialista en armas del John Paul Jones. Su presencia no molesta demasiado, pero en su rol de tía dura no hay quién se la crea. Me hubiera creído a una Michelle Rodríguez (idónea para el papel dada su experiencia) o a una Rosario Dawson, pero no a Rihanna.

Dicho esto, de lo que no hay duda es que “Battleship” es un blockbuster espectacular. La pirotecnia y los efectos especiales se adueñan enseguida de la función y apenas hay tregua para el espectador hasta que termina la tormenta de tiros y explosiones. Desgraciadamente, no hay un guión mínimamente decente que sustente todo eso. Situaciones irrisorias y en ocasiones alarmantemente bochornosas (los veteranos de guerra agrupándose y acudiendo a cámara lenta a reincorporarse temporalmente al servicio a las órdenes de Hopper) hacen que uno se pregunte si el cachondeo que ostenta es a propósito o meramente involuntario.

Y es que Battleship es un disparate de principio a fin. Desde la caricaturesca presentación del héroe (un Taylor Kitsch en la línea de John Carter, es decir, ni bien ni mal) hasta el desenlace los clichés y los despropósitos son constantes, y quiero creer que sus responsables son conscientes de ello.

Si uno se deja el cerebro en casa y se la toma con humor (mucho humor), es probable que disfrute de estas dos horitas repletas de acción desenfadada y descontrolada. Porque “Battleship” es, en forma y fondo, una película de Michael Bay sin Michael Bay, y en ese sentido, es bastante más digerible (y causa menos vergüenza ajena) que los filmes robóticos de este último, aunque no alcanza el nivel de divertimento/placer culpable que supuso para un servidor la siempre defenestrada “Independence Day” (aunque la línea absurda y patriotera que sigue Berg es la misma que en su momento siguió Roland Emmerich).

Al final, lo mejor de todo es poder escuchar en la sala el “Thunderstruck” de AC/DC a todo volumen, rememorando así los años de gloria, los 90, en los que el rock adornaba la banda sonora del cine palomitero hollywoodiense. El damnificado, no en vano, es el score de Steve Jablonsky, que queda en un segundo plano.

P.D.: Si Battleship tiene éxito, ¿cuál será el próximo juego de mesa en adaptarse al cine? Mi voto va para el Risk, un épico filme bélico inscrito en las guerras napoleónicas que bien podría dirigir Wolfgang Petersen o cualquier otro mercenario similar.



Valoración personal:

sábado, 7 de abril de 2012

Test AM: Paco Plaza y Leticia Dolera (Nueva sección)

Test AM: Paco Plaza
Tras las entrevistas a Paco Plaza y a Leticia Dolera publicadas recientemente con motivo del estreno de “[•REC]³ Génesis”, inauguro con ambos como protagonistas una nueva sección en el blog titulada Test Amazing Movies o Test AM.

Esta iniciativa consiste en realizar un breve test a personalidades del cine que un servidor tenga la oportunidad de entrevistar ya sea durante la promoción de una película, la visita a un rodaje o cualquier otro evento que me permita tener unos minutos con él o ella.

La idea se inspira en el test que los compañeros de Scifiworld realizan cada mes en la última página de la revista impresa, si bien en la confección del Test AM he procurado no repetir las mismas preguntas para no hacer un “más de lo mismo”.

Otra particularidad del test es que se personaliza dependiendo de quién se someta a él. En esta ocasión en particular, por ejemplo, el test se ha enfocado hacia a la vertiente del terror, teniendo en cuenta que la visita de ambos a Barcelona respondía a la promoción de la tercera entrega de REC. Por otro lado, la filmografía de Plaza se inscribe básicamente en este género, así que las preguntas no podían ser otras que éstas.

Por último, quisiera matizar que el test no es definitivo, es decir, se irán añadiendo otras cuestiones que resulten interesantes y que no se me hayan ocurrido incluir antes.

Dicho esto, os dejo con los primeros “Test AM” de la temporada:


¿Cuál es tu monstruo favorito (hombre-lobo, vampiro, momia, zombie…)? Y ¿por qué?
Vampiro y Hombre-lobo. Por el poder metafórico que tienen y porque son los más complejos.

¿Tu personaje icónico de género favorito?
Michael Myers.

Una escena terrorífica que te haya marcado.
En “La Profecía”, SPOILER-- cuando se ahorca la niñera --FIN SPOILER

La película con la que has pasado más miedo es…
El Exorcista.

La peor película que recuerdas es…
No puedo decirlo.

Dime tres de tus películas de terror favoritas para una sesión de cine con los colegas.
1. La semilla del diablo. 2. El Exorcista 3. Alta tensión (Haute Tension)

Directores de género que te han marcado.
John Carpenter.

Directores de género a seguir.
Alexandre Aja, Jaume Balagueró y Rob Zombie

Una escena que jamás rodarías.
Algo de carácter sexual relacionado con niños. Sería incapaz.

Actores a los que te gustaría dirigir si estuvieran vivos.
Vincent Price, Boris Karloff, Bela Lugosi…

Si no fueras director de cine serías…
Me hubiera gustado ser cocinero.

¿Cuál es la mayor maldad o gamberrada que has hecho (y que se pueda contar)?
Mi pequeña travesura era derretir chocolatinas en la cerradura de clase del colegio. Lo hice muchas veces. Derretía un lingote de chocolate con un mechero y cuando venía el cura no podía abrir la puerta. Tenían que llamar al cerrajero para que pudiera empezar la clase.

Hay que ver “[•REC]³ Génesis” porque…
No hay un por qué, pero si lo hubiera… Porque es un festival. Está hecha para divertirse con los amigos y disfrutar un rato.



¿Cuál es tu monstruo favorito (hombre-lobo, vampiro, momia, zombie…)? Y ¿por qué?
La Niña Medeiros. ¿Vale o no?

¿Tu personaje icónico de género favorito?
Clara Puig Rubial. Éste también vale, ¿no? (Nota: es su personaje en “[•REC]³ Génesis”).

Una escena terrorífica que te haya marcado.
No sabría decirte una escena en concreto, pero “Alta tensión” (Haute Tension) es una película que me puso muy nerviosa.

La película con la que has pasado más miedo es…
El Exorcista.

La peor película que recuerdas es…
Una de los Coen, pero no diré cuál para no ofender.

Dime tres de tus películas de terror favoritas para una sesión de cine con los colegas.
1. Déjame entrar. 2. Alta tensión (Haute Tension) 3. Están vivos (The Alive), aunque no sea exactamente de terror.

Tus directores de género predilectos.
Paco Plaza, Jaume Balagueró, J.A. Bayona, Park Chan-wook, John Carpenter, Alexandre Aja.

Directores de género a seguir.
Los mismos.

Una escena que jamás rodarías.
Me daría muchísimo asco rodar una escena con gusanos u otros bichos.

Actores/actrices con los que te gustaría trabajar si estuvieran vivos.
Paul Newman y Linda Romay.

Si no fueras actriz serías…
Directora.

¿Cuál es la mayor maldad o gamberrada que has hecho (y que se pueda contar)?
Yo no hago maldades. No me gusta hacer el mal, pero hacer el gamberro sí. Por ejemplo, tirar una bomba fétida.

Hay que ver “[•REC]³ Génesis” porque…
Vais a flipar.

jueves, 5 de abril de 2012

[•REC]³ Génesis – Entrevista a Leticia Dolera

[•REC]³ Génesis – Entrevista a Leticia Dolera
Tras el repaso a las declaraciones de Paco Plaza, ahora le toca el turno a Leticia Dolera, la novia protagonista de esta boda zombificada.

La entrevista comenzó con una pequeña confesión de la actriz respecto al rodaje:

No llevo los tacones durante toda la película. Lo cierto es que había tomas en los que no se me veían los pies, pero no podía quitarme los zapatos porque me decían que no caminaba igual con el tacón que sin él. En realidad, llevé el tacón más de lo que me hubiera gustado.

Pese a la incomodidad de rodar bastantes tomas con los dichosos tacones, reconoce que “el rodaje fue una fiesta”. “Cada día iba a rodar feliz, y cada día era una aventura. Fue un sueño para mi estar en una película como ésta.

Pese al tono distendido de la cinta, lo cierto es que tenemos a Dolera realizando un gran esfuerzo físico para dar la talla en las secuencias de acción que planeó el director.

Con la parte física sabía que iba a ser un trabajo duro y que iba a tener escenas de acción. Dos meses antes estuve yendo a un gimnasio con un entrenador personal, levantando pesas cuatro veces por semana y comiendo mucha proteína. Y es que por un lado tenía que resultar creíble para el espectador que yo podía con la sierra y con los zombies. Soy una chica flaquita, pequeñita… y para mí era muy importante que el personaje fuese creíble. Por otra parte, tenía que ser capaz de hacerlo de verdad. La sierra real pesaba nuevo kilos, pero la de mentira pesaba cinco… Tenía que ser capaz de sostenerla, y yo quería estar a tope en cada toma; tan en la toma 2 como en la toma 15. […] Ese trabajo físico para cambiar mi complexión también me ayudó mucho para afrontar el papel. Me he dado cuenta que cuando te sientes fuerte físicamente también te sientes fuerte interiormente, a nivel emocional.


Algunas de estas escenas fueron pensadas para ser abordadas por la doble de acción, pero finalmente, y tras mucha insistencia por su parte, las llevó a cabo la propia actriz.

A mí me ponía muy nerviosa que hubiera una doble porque yo lo quería hacer todo. Me impliqué con el personaje y su “voy a defender mi vida y mi día, y voy a luchar” y pensé que yo lo podía hacer.

Y nos contó la anécdota que hubo mientras rodaban la secuencia en la que su personaje, Clara, se arrastra por debajo de una puerta automática.

Dije que quería hacerla yo, pero en el suelo había gravilla, y además éste era como de cemento con rayitas. Y como ya habíamos rodado el final, Paco me decía que si me ponía a rodar y me hacía algún corte en la espalda no tendríamos racor y habría que ir tapando la herida cada vez. Entonces la doble se puso a rodar y yo me moría de envidia. Luego a mi me tocaba asustarme y correr hacia la puerta, y aunque me decían que no podía hacerlo y que era un riesgo para mi (la puerta pesaba muchos kilos) me tiré. No sé si sale en el corte final (tendréis que preguntárselo a Paco), pero al montador le gustó la toma.

Debido a que se empeñó en rodar sus escenas de acción, Dolera intercedió para que su doble pudiera participar en la película de otro modo: “Al final conseguí que la pusieran de zombie.

Con doble o sin doble, lo cierto es que el personaje de Clara muestra unas señas de identidad muy características y que bien podrían convertirla en todo un icono del género de terror. La apariencia angelical de la actriz embutida en un traje de novia salpicado de sangre, el rímel corrido por la lluvia como un toque a medio camino entre lo siniestro y lo seductor, y la motosierra en su manos dispuesta a despedazar zombies, sugieren que estamos ante una mujer de armas tomar capaz de llevar sobre sus hombros todo el peso heroico de la película (aunque en este caso éste esté compartido con el personaje de su esposo).



Antes de que hubiera guión, Paco me habló de la imagen de novia con sierra mecánica, vestido rasgado y liga roja, y pensé... “¡Guau! ¡Y voy a ser yo!”. Es algo que a mí me gustaría ver en un cine, y por eso para mí este personaje es un regalo. Estéticamente, tiene un look muy bonito: el rímel corrido, el pelo mojado, gritando “Hoy es mi día”, decapitando zombies…

La actriz citó a Uma Thurman en “Kill Bill” y a Jodie Foster en “La extraña que hay en ti” como fuentes de inspiración a la hora de abordar su papel. Además, para darle una personalidad mucho más concreta, una de las indicaciones que le dio Paco fue que “imaginase que era Anna Karina (de las películas de Jean-Luc Godard) en una película de terror.

Aunque las sugerencias del director son una constante en el oficio, Dolera reconoce que lo bueno de trabajar con Paco es la libertad que deja a los actores y la seguridad que les transmite para que puedan probar y explorar con sus personajes.

Él es consciente de que cuando un actor está leyendo algo, puede aportar cosas al personaje que no estén pensadas desde el guión.” “A mí me dejó que se me fuera mucho la olla […], pero eso sólo lo puedes hacer cuando tienes a un buen director [...], cuando sabes que el director te va a cuidar

En ese sentido, destacó la celebración posterior a la boda, con la música a todo volumen y los invitados moviendo el esqueleto, como uno de los tramos con más improvisación de toda la película.

Esa parte no la rodamos como una película al uso. Había cinco cámaras: la de Atún, la del primo Adrián (que era una “handycam”), y los IPhones, pues hay muchos planos con móviles. Al gritar ¡Acción!, Paco no nos decía lo que teníamos que hacer; simplemente el convite tenía lugar. Las cámaras te grababan sin tú saber cuándo.

Una de las momentos más destacables que se sucedieron fruto de esa improvisación fue el discurso que pronuncia la novia, y que fue demandando a gritos y de forma espontánea por sus damas de honor.

Hablé como si fuera mi boda. Como te obligas a estar concentrada todo el rato, llega en un momento en que dejas de pensar y ves a la gente que te rodea no como actores sino como tu familia en el día de tu boda.”


El contexto nupcial en el que se enmarca la historia es lo que, sin duda, le otorga a esta tercera entrega un marcado –y muy estimulante- contraste en relación a la temática zombie.

Es muy interesante el escoger precisamente una boda, un día en el que todo el mundo tiene que ser obligatoriamente feliz y estar sonriente. Es una celebración del amor, y en un día tan feliz como éste es muy interesante incluir el horror como contrapunto.

Dolera destacó, por encima de todo, el ambiente familiar que se creó y mantuvo durante todo el rodaje.

Se creó un clima muy mágico, y creo que eso se transmite en la película. Parece una boda de verdad

Para terminar, no tuvo más que buenas palabras para Paco Plaza.

Es un gustazo trabajar con él. Creo que es un director muy completo. Domina a la perfección la técnica pero también es un gran director de actores. Y no siempre se dan estas dos cosas.” Y sentenció “Es uno de los mejores directores con los que he trabajado jamás”.

martes, 3 de abril de 2012

[•REC]³ Génesis – Entrevista a Paco Plaza

REC 3 Génesis – Entrevista a Paco Plaza
El pasado 28 de marzo, tras la proyección de “[•REC]³ Génesis”, gran parte del equipo de película se trasladó hasta el lugar de la cita para someterse a las preguntas de los medios asistentes. De este modo, pude charlar con el director, Paco Plaza, y tres de sus principales protagonistas, Leticia Dolera, Diego Martín y Àlex Monner.

En esta primera tanda, os dejo con el resultado a las distintas cuestiones que un servidor y otros compañeros le hicimos a Paco Plaza.

Esta vez, el director asume en solitario la dirección de la tercera entrega de esta exitosa franquicia patria, y una de los principales diferencias que observamos en ella es la rotura de la filmación “cámara en mano” tan característica en las anteriores películas.

¿Se trataba de refrescar la saga y de evitar quemar una técnica que a día de hoy está bastante sobreexplotada? Plaza responde:

No exactamente. Creo que ninguna forma de contar se agota. […] Si encuentras la historia que tiene que ser contada de esa manera, la forma en que se cuenta no se agota nunca. Lo que no puedes hacer es estirar una fórmula o un cliché porque sí. En ese sentido, si algo conectó de REC con la gente era que estaba contada de una forma diferente a la que esperaban y a lo que se supone debe hacerse con una película de terror. Así que lo más honesto fue pensar en hacer un REC como se supone que no se hace un REC. Volver a rodar como rodaban Sam Raimi y Peter Jackson hace quince años, volviendo al terror de los 80 y 90, que es lo que nos ha educado sentimentalmente. Volver a hacer cine en la manera que se hacía antes.


Estos referentes que cita Plaza quedan perfectamente plasmados en la película tanto en la forma como en el fondo. Y por ello identificamos también en ella un tono sustancialmente distinto al de sus predecesoras. Si en aquellas se buscaba someter al espectador en un estado de máxima tensión, aquí lo que nos propone el director es que nos echemos unas risas con ella y a su costa, con una autoparodia muy marcada y acercándose al subgénero zombie con mucho desenfado, algo que Plaza admite no era algo ni mucho menos premeditado.

Era la propia película las que nos iba marcando, y en realidad sólo se nos ocurrían cosas graciosas. Me hubiera gustado que se me ocurriera otra cosa, pero un día llega “Luiso” (Luís Berdejo, co-guionista) y te habla de un tío disfrazado de Bob Esponja y todo son risas. […] Las películas muchas veces cogen el espíritu no sólo de lo que pasa en el rodaje sino de todo lo que rodea a la escritura. La emoción, el entusiasmo… todo eso se transmite. Y esta película la escribimos viendo el Mundial en Los Ángeles, donde vive Luiso. Dos mejores amigos desde hace quince años, viendo el Mundial y entre medias escribiendo un guión…. Eso hace que salga el tono festivo y se transmita esa alegría. Pensamos que esta película tenía que ser un festiva… de pasárnoslo bien y que la gente la viera y se riera.

Plaza a podido dar rienda suelta a su lado más gamberro y freak al afrontar en solitario la dirección de esta secuela, si bien reconoce haber echado en falta a Balagueró durante toda la promoción.

Cuando hicimos las otras dos películas hubo mucha risa, sobre todo en los viajes. Lo que es haciendo la película, en realidad, no he echado de menos nada. Bueno, un poco… de la primera REC, porque la segunda fue muy distinta. La uno fue muy Rock’n Roll, muy bestia cuando íbamos a rodar, quizás porque la hacíamos pensando que ni se iría a estrenar y que la acabaríamos colgando en Internet o algo así. De hecho, el final de REC lo escribimos un día antes de rodarlo. Nosotros rodábamos por la tarde-noche, y teníamos la costumbre de quedar cada día Jaume y yo después de comer y tomarnos un café mientras planteábamos lo que haríamos ese día. […] Fue una película irrepetible, y salió bien como podía haber salido mal. No es el modo en el que se tienen que hacer las películas […] pero he echado de menos ese tipo de experimentación, ese espíritu de cuando hacíamos cortos. Esto, en cambio, ha sido todo muy calculado.


Dejando de lado la puesta en escena o el tono más gamberro, Plaza tiene claro qué es lo primordial en este tipo de películas y de la suya en particular: los personajes.

Creo que el funcionamiento de una película de género se basa en que te importe lo que les ocurra a los personajes. Hay películas que descuidan mucho los personajes y son las que luego no funcionan. Si nos gusta el cine de terror no es por ver a un tío con careta. Lo que te importa es lo que les pase a esas personas. Por eso es un cine en el que hay que cuidar especialmente a los actores, y en este caso ha sido muy fácil porque son muy buenos actores y además desprenden una humanidad que hace que les quieras. Tienen ese don de conectar contigo y de no querer que les pase nada malo.

Clara y Koldo sufren el acoso constante de los no-muertos, y en ocasiones el ritmo de sus perseguidores se ve afectado por los requerimientos dramáticos que exige la secuencia, circunstancia que dentro de la narración puede considerarse como algo legítimo. De todos modos, Plaza nos da sus motivos para acelerar o ralentizar el paso de sus infectados/poseídos.

No todas las personas son iguales. Y los zombies son personas transformadas, así que no tienen por qué ser todos iguales. Uno puede correr y otro puede andar. […] Luego, además, la velocidad del zombie es variable en función de la necesidad dramática de la escena. Es la primera Ley de Newton [comenta entre risas].”


En los tiempos de la era digital y de Internet, estamos expuestos diariamente al temido tema de los spoilers, y cuando no es el propio estudio o la distribuidora los que se encargan de destriparnos la película a base de trailers, clips y demás exceso de información, es la actitud, a veces maliciosa, a veces descuidada, de algunas personas la que nos desvela detalles relevantes que desearíamos no conocer o chafarnos esa sorpresa que deberíamos disfrutar sentados en la butaca de una sala de cine. Con REC 3 se han sucedido rumores acerca de su argumento, pero cuanto más se ha acercado su fecha de estreno, más peligro ha habido con los spoilers, algo que no sólo preocupa al futuro espectador sino también al director de la película.

Las teorías acerca del argumento están bien porque eso demuestra el interés en la película. Eso me parece cojonudo. Los spoilers sí que me han afectado; los spoilers y cosas que no son exactamente spoilers, como es el exceso de información. Si coges lo que hay en la web de Televisión Española, lo pegas y le pones “Eloise”, ya tienes la película.

La experiencia al entrevistar a otros directores nos dice que es difícil implicarse de un modo directo en el tema de la promoción de una película para evitar que, como mínimo, desde la publicidad propia de la película no se desvele al público más de lo que realmente necesita saber. En su caso en particular, Plaza nos comentó lo siguiente:

Todo el material lo he hecho yo. Lo que yo no he controlado es el goteo, es decir, el cómo se gestiona ese material. Creo que lo que mola es jugar a la seducción y respetar al espectador que va al cine.

Con el afán de atraernos a las salas, el exceso de información en la promoción de una película se ha convertido en una norma general de las distribuidoras y en un arma de doble filo. En el caso de REC 3 quizás resultaba aún más innecesario tratándose de una segunda secuela de un producto que el público ya conoce y que ya cuenta, casi de forma asegurada, con los fieles seguidores de la saga pasando por taquilla.

Para terminar, y a modo de anécdota, Paco Plaza nos recomendó que cuando tengamos en nuestras manos el Dvd/BluRay de la película, aprovechemos la oportunidad que nos brinda el modo “Pausa” para fijarnos en el menú de la boda que aparece reflejado en los primeros minutos en los que se simula, valga la redundancia, el menú de un Dvd. Dicha broma es muy posible que pase desapercibida en el primer visionado.