domingo, 30 de noviembre de 2014

Santa Mira, y otras cinco ciudades de California que jamás han existido



Es algo habitual que en el cine, como en la literatura o el cómic, tanto escritores como guionistas sitúen sus historias en emplazamientos ficticios, es decir, lugares que no existen en el mundo real. Estos ambientes bien pueden ser pueblos, ciudades, islas o incluso países enteros. Por no hablar de la basta cantidad de planetas y galaxias inexistentes que pueblan la literatura y el cine de ciencia-ficción.

Estos lugares sirven a menudo a sus autores para aludir a otros que sí son reales, sirviéndose de ello para poder retratar una comunidad y sus habitantes sin tener que citarlos de forma directa. Esta elusión puede deberse tanto a razones políticas como sociales o de otra índole. También puede tratarse simplemente de una cuestión de comodidad, pudiendo el autor recrearse en su imaginación, tomando (o no) elementos de la realidad que le permitan ambientar el escenario ideal para su relato.

Sea por el motivo que sea, lo cierto es que se trata de una práctica muy común, y en este artículo veremos cómo el cine está trufado de ejemplos.

California es, curiosamente, el emplazamiento habitual de muchas de las ciudades ficticias que veremos a continuación. Quizás el motivo radique en que es ahí donde se encuentra Hollywood, el distrito más famoso de Los Ángeles, o que es uno de los estados que mejor representa el estilo de vida americano. O bien pudieran ser otras razones que un servidor no alcanza a descifrar. En cualquier caso, ahí es donde se ubica Santa Mira, una de las ciudades más frecuentes en la ficción.

Seguramente Santa Mira no sea la primera ciudad que os ha venido a la mente al empezar a leer el artículo, pero es, con toda probabilidad, la que sin saberlo más veces habréis visitado. Y es que se trata de una ciudad bastante recurrente, no sólo en el cine. Ahí es donde tuvo lugar la silenciosa invasión alienígena de “La invasión de los ladrones de cuerpos”, la primera adaptación cinematográfica de la novela de Jack Finney. 

Santa Mira volvería a aparecer, muy distinta a como la conocimos en el film de Siegel, 25 años después en “Halloween III. El día de la bruja”, la tercera y libérrima entrega de la saga de Michael Myers (esta vez sin el popular psychokiller). A dicha ciudad se trasladaban los protagonistas con el fin de investigar un misterioso asesinato relacionado con “Silver Shamrock Novelties”, una fábrica de máscaras para Halloween. También en “Memorias de un hombre invisible” volveríamos a encontrarnos con otra Santa Mira. Y así en otras tantas películas para televisión, series y novelas. Por supuesto, nunca se trata de la misma ciudad, pues cada autor la adapta a su gusto.


 Más conocidas serán para el lector ciudades como Woodsboro, Sunnydale o Hill Valley. Todas ellas pertenecientes, en un momento u otro, al estado de California.

Woodsboro es la ciudad en la que transcurren las películas de la saga Scream. El Condado de Sonoma aportó las localizaciones reales para el rodaje, utilizándose el instituto Sonoma Community Center para simular el de Woodsboro High. Curiosamente, estaba previsto que para su filmación se empleara como escenario la escuela Santa Rosa High School, pero el consejo escolar se negó en rotundo después de leer el guión de Craven.

Sunnydale, conocida también por ser “la boca del infierno”, es la ciudad en la que transcurre la serie “Buffy, cazavampiros”. Su alcalde y fundador, Richard Wilkins, fue uno de los demonios a los que Buffy tuvo que derrotar. Whedon concibió Sunnydale como una clara parodia a los pueblos “en los que nunca ocurre nada” tan típicos de las películas de terror americanas. Lo cierto es que para ser una “ciudad pequeña”, Sunnydale daba cobijo a unos 40.000 habitantes, y disponía de diversos colegios, una universidad, numerosos cementerios, un zoológico, un museo, cuatro parques (Weatherly Park, Glebe Park, Radcliff Park y Nelson Park), una estación de tren, otra de autobuses y hasta un pequeño aeropuerto. Por tener, tenía hasta una base militar.


 Hill Valley, por su parte, es el hogar de Marty McFly en la trilogía de “Regreso al futuro”. Podemos contemplar su evolución a lo largo de los años mediante los viajes en el tiempo que realiza McFly con el DeLorean/máquina del tiempo de Emmett Brown (Doc, para los amigos). Por tanto, vemos cómo luce la ciudad en el presente (1985) y en el pasado (1955) en el transcurso de la primera entrega; en el presente y en el futuro (2015) en la segunda; y en un pasado lejano (1885) en la tercera. Debido a estos cambios constantes en el escenario, los productores desecharon la idea de rodar en localizaciones reales (la elegida iba a ser Petaluma, California) y optaron por construir la ciudad en los estudios de Universal. A excepción de la tercera entrega, que fue rodada en Sonora, donde pudieron alquilar unas tierras a condición de que una vez finalizado el rodaje dejaran allí los edificios construidos, a modo de reclamo turístico.


 Otra ciudad ficticia de California a destacar sería Toontown (o Toon Town), hogar de los “dibus”, los dibujos animados de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”. A excepción de los humanos y de los objetos relacionados con su mundo, todo en Toontown está representado en forma animada o de caricatura (los edificios, el mobiliario urbano, los vehículos, sus antropomorfos habitantes…). En semejante lugar, las leyes de la física no responden a la realidad que conocemos.  Tanto un dibu como un humano podrían, por ejemplo, sobrevivir a una caída desde una gran altura; si bien el primero tendría más posibilidades de acabar en la morgue que el segundo.


A Toontown se accede a  través de un túnel situado a las afueras de Los Ángeles, una especie de portal que conecta el mundo real con una dimensión alternativa conocida como "Tooniverse".  

Y por último nos queda San Angeles, que ha sido el escenario distópico de películas como “Demolition Man” o “Doble Dragón”, si bien su primera aparición iba a producirse una década antes, con “Blade Runner”. Finalmente, en la cinta de Ridley Scott acabaría figurando una Los Ángeles alternativa.

Tanto la San Angeles de “Doble Dragón” (año 2007) como la de “Demolition Man” (año 2032) son fruto de un catastrófico terremoto, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que la verdadera ciudad de Los Ángeles se ubica en el conocido como Cinturón de Fuego del Pacífico, una región de intensa y muy inestable actividad sísmica.

En la primera “Doble Dragón”, dicho terremoto da lugar a una megalópolis fruto de la fusión de Los Ángeles y San Diego, estando la mitad de la ciudad sumergida bajo el agua. En el film de Stallone, en cambio, el terremoto destruye Los Ángeles de 2010 dando lugar a una ciudad que se extiende desde San Diego a Santa Bárbara.

Existen otras ciudades ficticias en California, como Angel Grove de los Power Rangers, o Charming de la (soberbia) serie de televisión “Sons of Anarchy”. 

Por supuesto, éste no es el único estado en el que los guionistas ubican sus urbes. Hay otros que compiten también por ser los más propensos a cobijar lugares de ficción, como por ejemplo Pensilvania, Massachusetts, Kansas o Maine, éste último habitual en las novelas de Stephen King (ahí se erigen los pueblos de Jerusalem's Lot, Derry o el más recurrente Castle Rock). Pero California es, sin duda, el estado de los EE.UU. con más ciudades inventadas, algunas de las cuales seguramente nos hubiera gustado poder visitar.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Sitges 2014 - Día 9 (Último día): Ex-novias en plena descomposición y soldados atrapados en territorio enemigo


El presente post es el último dedicado al Festival de Sitges de 2014. El décimo día, centrado en la proyección de maratones, fue el de regreso a casa, por lo que no hubo oportunidad de visionar más películas. Estas son, pues, las últimas reseñas que quedaban pendientes. Todavía habría que añadir las dos películas (Wayrmwood y Goal of the Dead) vistas durante la Maratón Zombie de ese mismo día, pero dado que la falta de sueño me tuvo medio adormecido durante toda la proyección, he preferido obviar sus críticas. Aunque aún gozando de plenas facultades durante su visionado dudo que mi opinión al respecto difiriese de la que actualmente me merecen. Y es que ambas me parecieron bastante prescindibles.


Buryed th Ex

No cabe duda que Joe Dante ha sido uno de los cineastas clave del cine fantástico de los 80. El director, que comenzó su carrera como editor -y posteriormente director- bajo la tutela de Roger Corman, nos ha entregado joyitas tan míticas de aquella maravillosa década como “Gremlins”, “Aullidos” o “El chip prodigioso”, por citar algunas de sus más populares cintas. Es por ese motivo que Dante merece toda nuestra admiración y nuestro respeto.

Pero las cosas como son. Desde su última –y apreciable – película a finales de los noventa, “Pequeños Guerreros”, Dante no ha dado pie con bola. Amén de sus trabajos para la pequeña pantalla (episodios para serie como “Gritos en la noche” o “Masters of Horror”), lo cierto es que sus labor cinematográfica evidencia un enorme empobrecimiento de sus virtudes como cineasta. El declive ya se percibía en la secuela de los “Looney Tones”, y posteriormente lo han confirmado “The Hole” (Miedos 3D) y la presente “Buryed th Ex”.

Y es una lástima sobre todo en el caso de estas dos últimas, pues son dos películas que parten de unas premisas bastante prometedoras, pero a las que no se ha sabido sacar provecho.

Nunca es fácil romper con tu pareja, pero aún es más difícil si se ha convertido ¡en un zombie! Esto es el problemón que se le ha venido encima a nuestro protagonista.

El día en el que Max (Anton Yelchin) decide romper con su novia, Evelyn (Ashley Greene), ésta sufre un fatal accidente y muere. Pese a la desgracia, Max intenta rehacer su vida con la encantadora Olivia, una chica con la que tiene mucho común. Por desgracia para ambos, Evelyn vuelve a la vida como una no-muerta para estar con Max, por lo que ésta no tendrá más remedio que anunciarle su deseo de romper la relación. Pero hacerlo resultará mucho más complicado de lo que hubiera sido hacerlo mientras estaba viva.  Y es que una mujer despechada no es nada comparado con ¡una mujer zombie despechada!  

“Buryed th Ex” intenta ser una comedia de terror pero se queda a media gas en todo. Aunque el joven reparto se esfuerza en ello (inclusive la habitualmente insulsa Ashley Green), el humor del que hace gala es bastante descafeinado, y esos aires a telefilme no le sientan nada bien a una producción que, aún con su limitado presupuesto, debería lucir mucho mejor teniendo a quién tiene detrás de las cámaras. Y es que la dirección de Dante no destaca en lo más mínimo, ni hay rastro de su característico gamberrismo.





Monsters: Dark Continent

Dada las buenas críticas y su buen rendimiento en  taquilla (en proporción a su paupérrimo presupuesto), no era de extrañar que una película como “Monsters” acabara teniendo una secuela. Ha tardado más de lo que estaba previsto, pero pasados cuatro años ve por fin la luz “Monsters: Dark Continent”. Y lo hace siguiendo la misma pauta que su predecesora: tratar la invasión extraterrestre como un elemento secundario en la historia.

La película del debutante Tom Green nos ubica siete años después de los acontecimientos narrados en el anterior film. Las zonas infectadas se han extendido por todo el mundo y los humanos, desplazados de la parte alta de la cadena alimenticia, sobreviven como pueden en pequeños núcleos. En este contexto, un grupo de soldados norteamericanos son enviados en una misión de búsqueda de un soldado norteamericano caído en una zona infectada. Pero cuando la unidad de Noah, un veterano soldado, es asaltada y prácticamente aniquilada, él y un joven cadete sin experiencia deberán luchar por sobrevivir al acoso de un enemigo mucho peor que los alienígenas a los que combaten diariamente.


Ante todo, se agradece que esta segunda parte no se limite a repetir el esquema narrativo de la entrega original, y que sí nos proporcione un escenario nuevo y unos personajes diametralmente opuestos a los que conocimos en aquella. Sin embargo, esta secuela tiene exactamente los mismos problemas que su antecesora: intenta tocar tantos géneros a la vez que termina fracasando en ello. 

Ya “Monsters” me pareció una cinta fallida que no lograba encontrar el punto de equilibrio entre la road movie romántico-dramática y la monster-movie de terror/ciencia-ficción. Y aquí, de no ser por la puntual presencia de los dichosos alienígenas, parecería que estuviésemos, dado los elementos que maneja, ante un drama bélico sobre la Guerra de Irak. Y aunque conceptualmente la idea no está mal concebida, lo cierto es que pronto se viene todo abajo debido a unos personajes por los que uno no logra sentir la más mínima empatía, y a las ínfulas de un director que persigue desesperadamente un lirismo visual a base de alargados y repetitivos planos detalle. Aunque en un primer momento pueda resulta interesante, lo cierto es que “Monsters: Dark Continent” no tarda en convertirse en un film soporífero hasta la extenuación, algo a lo que contribuye no sólo su farragoso desarrollo sino también sus eternas dos horas de duración.