Es algo habitual que en el cine, como en la literatura o el
cómic, tanto escritores como guionistas sitúen sus historias en emplazamientos
ficticios, es decir, lugares que no existen en el mundo real. Estos ambientes bien
pueden ser pueblos, ciudades, islas o incluso países enteros. Por no hablar de la
basta cantidad de planetas y galaxias inexistentes que pueblan la literatura y
el cine de ciencia-ficción.
Estos lugares sirven a menudo a sus autores para aludir a otros
que sí son reales, sirviéndose de ello para poder retratar una comunidad y sus
habitantes sin tener que citarlos de forma directa. Esta elusión puede deberse
tanto a razones políticas como sociales o de otra índole. También puede
tratarse simplemente de una cuestión de comodidad, pudiendo el autor recrearse
en su imaginación, tomando (o no) elementos de la realidad que le permitan
ambientar el escenario ideal para su relato.
Sea por el motivo que sea, lo cierto es que se trata de una
práctica muy común, y en este artículo veremos cómo el cine está trufado de
ejemplos.
California es, curiosamente, el emplazamiento habitual de
muchas de las ciudades ficticias que veremos a continuación. Quizás el motivo
radique en que es ahí donde se encuentra Hollywood, el distrito más famoso de
Los Ángeles, o que es uno de los estados que mejor representa el estilo de vida
americano. O bien pudieran ser otras razones que un servidor no alcanza a
descifrar. En cualquier caso, ahí es donde se ubica Santa Mira, una de las ciudades más frecuentes en la ficción.
Seguramente Santa Mira no sea la primera ciudad que os ha
venido a la mente al empezar a leer el artículo, pero es, con toda
probabilidad, la que sin saberlo más veces habréis visitado. Y es que se trata
de una ciudad bastante recurrente, no sólo en el cine. Ahí es donde tuvo lugar
la silenciosa invasión alienígena de “La invasión de los ladrones de cuerpos”,
la primera adaptación cinematográfica de la novela de Jack Finney.
Santa Mira volvería a aparecer, muy distinta a como la
conocimos en el film de Siegel, 25 años después en “Halloween III. El día de la bruja”, la tercera y libérrima entrega
de la saga de Michael Myers (esta vez sin el popular psychokiller). A dicha
ciudad se trasladaban los protagonistas con el fin de investigar un misterioso
asesinato relacionado con “Silver Shamrock Novelties”, una fábrica de máscaras para
Halloween. También en “Memorias de un hombre invisible” volveríamos a
encontrarnos con otra Santa Mira. Y así en otras tantas películas para
televisión, series y novelas. Por supuesto, nunca se trata de la misma ciudad, pues
cada autor la adapta a su gusto.
Más conocidas serán para el lector ciudades como Woodsboro,
Sunnydale o Hill Valley. Todas ellas pertenecientes, en un momento u otro, al
estado de California.
Woodsboro es la
ciudad en la que transcurren las películas de la saga Scream. El Condado de Sonoma aportó las localizaciones reales para
el rodaje, utilizándose el instituto Sonoma Community Center para simular el de
Woodsboro High. Curiosamente, estaba previsto que para su filmación se empleara
como escenario la escuela Santa Rosa High School, pero el consejo escolar se
negó en rotundo después de leer el guión de Craven.
Sunnydale,
conocida también por ser “la boca del infierno”, es la ciudad en la que
transcurre la serie “Buffy, cazavampiros”.
Su alcalde y fundador, Richard Wilkins, fue uno de los demonios a los que Buffy
tuvo que derrotar. Whedon concibió Sunnydale como una clara parodia a los
pueblos “en los que nunca ocurre nada”
tan típicos de las películas de terror americanas. Lo cierto es que para ser
una “ciudad pequeña”, Sunnydale daba cobijo a unos 40.000 habitantes, y disponía
de diversos colegios, una universidad, numerosos cementerios, un zoológico, un
museo, cuatro parques (Weatherly Park, Glebe Park, Radcliff Park y Nelson Park),
una estación de tren, otra de autobuses y hasta un pequeño aeropuerto. Por
tener, tenía hasta una base militar.
Hill Valley, por
su parte, es el hogar de Marty McFly en la trilogía de “Regreso al futuro”. Podemos contemplar su evolución a lo largo de
los años mediante los viajes en el tiempo que realiza McFly con el
DeLorean/máquina del tiempo de Emmett Brown (Doc, para los amigos). Por tanto,
vemos cómo luce la ciudad en el presente (1985) y en el pasado (1955) en el
transcurso de la primera entrega; en el presente y en el futuro (2015) en la
segunda; y en un pasado lejano (1885) en la tercera. Debido a estos cambios
constantes en el escenario, los productores desecharon la idea de rodar en
localizaciones reales (la elegida iba a ser Petaluma, California) y optaron por
construir la ciudad en los estudios de Universal. A excepción de la tercera
entrega, que fue rodada en Sonora, donde pudieron alquilar unas tierras a
condición de que una vez finalizado el rodaje dejaran allí los edificios construidos,
a modo de reclamo turístico.
Otra ciudad ficticia de California a destacar sería Toontown (o Toon Town), hogar de los
“dibus”, los dibujos animados de “¿Quién
engañó a Roger Rabbit?”. A excepción de los humanos y de los objetos
relacionados con su mundo, todo en Toontown está representado en forma animada
o de caricatura (los edificios, el mobiliario urbano, los vehículos, sus
antropomorfos habitantes…). En semejante lugar, las leyes de la física no
responden a la realidad que conocemos.
Tanto un dibu como un humano podrían, por ejemplo, sobrevivir a una
caída desde una gran altura; si bien el primero tendría más posibilidades de
acabar en la morgue que el segundo.
A Toontown se accede a través de un túnel situado a las afueras de Los Ángeles, una especie de portal que conecta el mundo real con una dimensión
alternativa conocida como "Tooniverse".
Y por último nos queda San
Angeles, que ha sido el escenario distópico de películas como “Demolition
Man” o “Doble Dragón”, si bien su primera aparición iba a producirse una década
antes, con “Blade Runner”. Finalmente, en la cinta de Ridley Scott acabaría
figurando una Los Ángeles alternativa.
Tanto la San Angeles de “Doble Dragón” (año 2007) como la de
“Demolition Man” (año 2032) son fruto de un catastrófico terremoto, algo que no
es de extrañar teniendo en cuenta que la verdadera ciudad de Los Ángeles se ubica
en el conocido como Cinturón de Fuego del Pacífico, una región de intensa y muy
inestable actividad sísmica.
En la primera “Doble Dragón”, dicho terremoto da lugar a una
megalópolis fruto de la fusión de Los Ángeles y San Diego, estando la mitad de
la ciudad sumergida bajo el agua. En el film de Stallone, en cambio, el
terremoto destruye Los Ángeles de 2010 dando lugar a una ciudad que se extiende
desde San Diego a Santa Bárbara.
Existen otras ciudades ficticias en California, como Angel Grove de los Power Rangers, o Charming
de la (soberbia) serie de televisión “Sons
of Anarchy”.
Por supuesto, éste no es el único estado en el que los
guionistas ubican sus urbes. Hay otros que compiten también por ser los más
propensos a cobijar lugares de ficción, como por ejemplo Pensilvania,
Massachusetts, Kansas o Maine, éste último habitual en las novelas de Stephen
King (ahí se erigen los pueblos de Jerusalem's Lot, Derry o el más recurrente
Castle Rock). Pero California es, sin duda, el estado de los EE.UU. con más
ciudades inventadas, algunas de las cuales seguramente nos hubiera gustado poder
visitar.
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