miércoles, 28 de julio de 2010

“El Equipo A” (2010) – Joe Carnahan

critica El Equipo A 2010 Joe Carnahan
El Equipo A” es, sin lugar a dudas, una de las series más emblemáticas de los 80. En aquellos tiempos, las series de acción eran las que llenaban la parrilla diaria y las que más triunfaban entre los más jóvenes. Somos toda una generación que recuerda con cariño muchos de los shows de la época. Puede que no hubiese grandes guiones, e incluso se podría decir que se pecaba a menudo de cierta ingenuidad, pero eran una sana y gratificante distracción con la que disfrutábamos de lo lindo. Hubo grandes personajes que han pasado a la historia de la ficción televisiva, y eso es gracias a que dentro de su formato ofrecían exactamente lo que se les pedía, ni más ni menos.

Series como “MacGyver”, “Magnum”, “El coche fantástico” (y sus variantes: “El halcón callejero” y “Airwolf”) o la misma “El Equipo A” eran series que destacaron sobre todo por sus carismáticos personajes e intérpretes y por sus livianas pero muy entretenidas tramas. Unos 45 o 60 minutos de diversión diaria que nos dejaron nombres, frases, vehículos y sintonías para el recuerdo.

Quizás por eso, cada vez que oímos hablar de una adaptación a la gran pantalla de alguna de aquellas míticas series nos echamos a temblar. Dados los precedentes (las buenas adaptaciones se pueden contar con los dedos de una mano), a menudo tememos que otro ejecutivo de Hollywood nos fastidie el bonito recuerdo que conservamos de ellas.

De una película de “El Equipo A” se llevaba hablando desde los 90, cuando ya la serie había finalizado (duró cinco temporadas, del 83 al 87). Stephen J. Cannell, productor de la misma, no cesó nunca en su empeño de llevarla a los cines, y el proyecto fue pasando de mano en mano, de guionista en guionista, descartándose una idea tras otra y con rumores y desmentidos constantes. En 2008 parecía que la cosa estaba a punto de cuajar, con John Singleton (Shaft. The Return, A todo gas 2) como director y la mirada puesta en algunos actores para interpretar los papeles principales (se pensó en Ice Cube para el papel de B.A. Barracus) Pero Singleton se bajó del carro y la adaptación volvió a pararse.

En 2009 el proyecto cogería un nuevo y definitivo impulso…


John "Hannibal" Smith (Liam Neeson), Templeton "Face" Peck (Bradley Cooper), Bosco B.A. Barracus (Quinton Jackson) y HM "Howling Mad" Murdock (Sharlto Copley) forman la mejor unidad de élite de combate del Ejército de los EE.UU.

Durante su estancia en Irak, se les encomienda una misión secreta que sólo ellos son capaces de hacer y sólo su General conoce. El resultado es todo éxito, pero a su regreso a la base la cosa se complica y se dan cuenta que han caído en una trampa. Los cuatro hombres son acusados de un crimen que no han cometido y se les condena a diez años de prisión. No tardarán en fugarse de su encarcelamiento para llevar a cabo su venganza y limpiar sus nombres.


Esta puesta al día de la mítica serie es un “orígenes” en toda regla. Básicamente lo que se ha hecho es construir una historia en base a la conocida frase que aparecía en la intro. De esto modo, nos cuentan qué sucedió para que esos cuatro hombres acabaran convirtiéndose en prófugos y soldados de fortuna.

Los primeros minutos nos presentan uno a uno a los cuatro protagonistas principales, que son los que luego formarán el Equipo A (la A es de Alpha, nombre con el que se conoce a su unidad), y nos explica de forma breve cómo llegaron a conocerse. A partir de ahí, damos un salto en el tiempo de 8 años, con el equipo de misión en Irak. Ahí es donde les tienden la trampa que les lleva a prisión, hecho que desencadenará el resto de acontecimientos (la posterior huida y la venganza que llevarán a cabo)

Obviamente, para actualizar la historia de la serie había que ubicarla en un contexto más reciente, por lo que la guerra de Vietnam pasa a ser la guerra de Irak. Se trata de un cambio tan inevitable como legítimo. A fin de cuentas, lo verdaderamente importante es el “qué”, el “cómo” y el “por qué”, y no tanto el “dónde” o el “cuándo”.


Cada miembro del Equipo tiene una función específica. Hannibal es el cerebro, el experto en planificar las ingeniosas misiones, por muy arriesgadas que éstas sean. "Faceman" o "Face", apodado así por su condición de guaperas y ligón (aunque aquí es conocido por Fénix), es el que se encarga de conseguir todo lo necesario para llevar a cabo la misión con éxito. M.A. Barracus (las siglas "M. A." corresponden a "Mala actitud”, sustituyendo así al original "B.A.", "Bad Attitude"), es el conductor y músculo del equipo (si hay que repartir hostias, es el primero que se apunta). Y finalmente está Murdock, un enfermo mental capaz de pilotar cualquier vehículo aéreo.

Juntos buscarán justicia y venganza.

El guión no es ninguna maravilla, pero quizás no sea tan malo como muchos críticos pregonan. Es sencillo, fluido, disparatado y con alguna que otra sorpresa y/o golpe de efecto de agradecer. Tampoco se toma demasiado en serio a sí mismo y bebe de la fuente original lo justo y necesario. Si acaso, lo que más chirría son los momentos en los que deciden ponerse un tanto serios, pero por lo demás, funciona sin demasiados quebraderos de cabeza.

De todas maneras, aquí el peso de la película lo llevan tanto los protagonistas principales como las secuencias de acción, por lo que la trama no es más que un ligero sustento en el cual apoyar toda esa pirotecnia y esos chistes malos de los que hacen gala.

George Peppard, Dirk Benedict, Dwight Schultz y Mr. T son irremplazables. Es prácticamente imposible que una adaptación contemporánea pueda suplir, igualar y mucho menos superar lo que estos cuatro actores consiguieron a lo largo de casi cien episodios. De todas formas, el reparto es competente y todos los implicados hacen lo posible para honrar a los personajes originales.

De todos ellos, Liam Neeson es el mejor. El actor se mete en la piel de Hannibal sin problemas, llevando la voz cantante en el grupo, planificando los alocados planes (aunque no todos…), fumando sus habituales puros y soltando su ya mítica frase “Me encanta que los planes salgan bien”. Se echa de menos su afición a los disfraces (aquí solamente se “tiñe” el pelo; o lo que es lo mismo, aparecer tal cual es, sin caracterización), pero imagino que esa es una faceta que quizás prefirieron dejar para un posible secuela, ya que Hannibal utilizaba a menudo los disfraces para cerciorarse de que sus futuros clientes no fueran un trampa urdida por sus perseguidores.

Al guapito de Bradley Cooper el papel de Fénix le viene como anillo al dedo, y por tanto, se desenvuelve son soltura en el papel. Luce pectorales de vez en cuando, seduce a toda chica que se le pone por delante y consigue todo lo que se propone tanto para su propio beneficio como para el del grupo.

Quinton 'Rampage' Jackson y Sharlto Copley son los que lo tenían más difícil, ya que sus personajes son las más peculiares y también los más queridos.

El 90% de M.A. lo ponía Mr. T, y por eso cualquier sustituto tiene las de perder. Pese a ese obstáculo, Quinton se defiende bastante bien, más aún teniendo en cuenta su escasa trayectoria como actor. Se mantienen sus peleas con Murdock y su fobia a volar, dos cosas cuyo por qué quedará explicado en esta versión para la gran pantalla. Luce un look más moderno (mantener las cadenas hubiera quedado demasiado hortera) pero se mantiene el corte de pelo, una de sus señas de identidad que aquí también tendrá su explicación.

Y finalmente está Copley, que ofrece una actuación convincente aunque su Murdock no esté a la altura del original. Quizás le ha faltado una locura más agudizada, pero ahí entra en juego la labor de los guionistas y no tanto la del actor, que todo hay que decirlo, le pone empeño y consigue un Murdock aceptable. También he de admitir que éste era mi personaje favorito, y me cuesta ver a otro actor interpretarlo.

Esta Equipo A es un blockbuster de acción “de nueva generación”. Esto es, exageración por un tubo y pirotecnia a tutiplén. Es cierto que en la serie había fantasmadas, pero aquí están elevadas a la máxima potencia gracias sobre todo al ordenador, que hoy día permite hacer visualmente posible lo imposible (si bien aquí canta más de lo que debería)

El tono de la cinta es en todo momento exagerado y excesivo, y con algunas secuencias de acción demasiado pasadas de rosca (la del tanque empeora a medida que avanza, y acaba de la forma más inverosímil posible) Ahora bien, estamos ante un caso similar al de “Noche y día” de Cruise y Cameron. Si entras en el juego, puedes disfrutar del desfasado espectáculo. En caso contrario, es posible que te parezca una tomadura de pelo.

Se consiguen momentos divertidos gracias a la camadería de sus protagonistas y a lo descabellado de sus planes (la evasión del hospital psiquiátrico no tiene desperdicio), y el director rueda con eficacia y mucha espectacularidad todas las secuencias de acción, desde las más burras hasta las más comedidas (el robo en Irak y el secuestro del árabe son, para mí, las mejores; cañeras a la vez que creíbles)


Los villanos juegan bien su papel. El agente de la CIA Lynch (un correctito Patrick Wilson) es un claro guiño al Coronel Derrick Lynch, el militar que perseguía al Equipo A en la primera temporada de la serie. Sin embargo, aquí el verdadero papel de perseguidor lo desempeña una mujer, la Capitana Charisa Sosa, interpretada por Jessica Biel. La actriz no está para lucir palmito, ya que se pasa toda la película o bien en uniforme o bien en traje, pero tampoco para demostrar sus aptitudes interpretativas (que en mi opinión, es de las pocas jóvenes buenorras de Hollywood que sí las tiene), ya que son menos minutos de los deseados los que permanece en pantalla.

Ella es una pieza destacable en la trama, y el hecho de que sea mujer es para que, entre otras cosas, salten chispas entre ella y Fénix. La aportación de su personaje a la historia funciona, y se agradece la presencia de una fémina entre tanto macho (algo que nunca gustaría a Peppard)

Y Brian Bloom, que repite con Carnahan tras Ases Calientes, interpreta de forma convincente a Pike, el mayor incordio del Equipo A.

La mítica furgo GMC tiene su momento de gloria y poco más. Es una breve concesión que se le hace a los fans, ya que resulta un tanto anacrónico que con la sofisticada tecnología que manejan estos Rangers, se desplacen de un sitio a otro en una furgoneta de hace 30 años.

Los que salen mal parados son los cameos, no muy inspirados y metidos a la fuerza justo cuando menos lo esperas. Para eso, mejor que no hubieran aparecido.

El siempre competente Alan Silvestri (Depredador, Regreso al futuro) se encarga de la potente banda sonora (de carácter muy militar) y readapta para la ocasión la theme original de la serie, que se hace derogar mucho (no la escucharemos entera hasta el final)

Con todo, “El Equipo A” es un disparatado cóctel explosivo de acción y humor. Un espectáculo tan recargado y grandilocuente como entretenido, aunque le sobren algunos minutos. Cumple como entretenimiento palomitero y no deshonra la serie original, pero puede que no todos salgan igual de satisfechos (las expectativas y la nostalgia pueden influir sobremanera)

En cuanto a la taquilla, de momento ha salvado los platos por los pelos, por lo que la secuela no estaría asegurada. Una lástima, ya que sin ser un peliculón, te deja con ganas de ver de nuevo en acción a este habilidoso y alocado Equipo A, sobre todo después de ese desenlace que homenajea al opening ochentero.

P.D.: Quedaos hasta el final de los créditos u os perderéis lo que muchos estabais deseando ver.



Valoración personal:

sábado, 24 de julio de 2010

“Pesadilla en Elm Street: El origen” (2010) - Samuel Bayer

critica Pesadilla en Elm Street El origen 2010 Samuel Bayer
Desde mediados de los setenta y a lo largo de los 80 (y parte de los 90), el subgénero slasher triunfaba en las carteleras. Las películas de terror en las que un psicópata asesino mataba -normalmente con arma blanca- a un puñado de adolescentes, resultaron ser un gran reclamo sobre todo para el público más joven, lo que convirtió a algunas de ellas en éxitos de taquilla.
Los estudios encontraron un nuevo filón y lo explotaron todo lo que pudieron, y más.

Bob Clark con su Black Christmas (1974) y Tobe Hooper con La matanza de Texas (1974) fueron los pioneros y sentaron las bases de una fórmula que aún hoy día sigue dando sus frutos. Luego llegarían La noche de Halloween (1978) y Viernes 13 (1980), que terminaron convirtiéndose en longevas franquicias, pese a que la calidad de las películas fuera menguando con cada secuela (lo mismo que le ocurriría a “cara de cuero”, aunque contase con menos continuaciones en su haber). Otros títulos a tener en cuenta fueron Prom Night (1980), El tren del terror (Terror Train, 1980), Siete mujeres atrapadas (The House on Sorority Row, 1983) o San Valentín sangriento (My Bloody Valentine, 1981)

Todas, sin excepción, han tenido su respectivo remake a lo largo de la pasada década y principios de ésta, quedando demostrada la alarmante falta de ideas que Hollywood lleva padeciendo desde hace ya demasiado tiempo. En un intento de reactivar sus sagas, los psicokillers más icónicos de la historia -Michael Myers, Jason Vorhees y Leatherface- volvieron de nuevo a la gran pantalla, pero en el mejor de los casos para los productores, la cosa acabó en dos películas (remake y secuela o precuela) Pero aún faltaba uno por resucitar: Freddy Krueger.

Con Pesadilla en Elm Street, un inspirado Wes Craven aportó su granito de arena a los slashers (y lo volvería hacer, vuelta de tuerca mediante, en los 90 con Scream, década de resurrección del subgénero con títulos como Sé lo que hicisteis el último verano o Leyenda urbana), creando el que probablemente sea el psicokiller más original de todos; un asesino capaz de matar a sus víctimas a través de sus sueños, o mejor dicho, sus pesadillas. Tal característica ofrecía muchas posibilidades, especialmente en lo que a la forma de matar se refiere, ya que en su mundo, el amigo Freddy podía hacer lo inimaginable para torturar y asesinar a los adolescentes de turno.

Al igual que sus coetáneos, y después de seis pobres secuelas (aunque podríamos salvar la tercera) y un crossover (la nefasta Freddy vs Jason), a Krueger le ha tocado pasar por “cirugía” para actualizarse a los nuevos tiempos, aunque la mayoría de veces eso sólo signifique una mejor puesta en escena.

La historia es la misma que en la original. Un grupo de jóvenes sueña con un individuo con el rostro quemado y cuchillas en los dedos que intenta asesinarles. Lo que en un principio parecen meras pesadillas, se vuelve algo real cuando uno de ellos muere después de haber sido asesinado en su sueño. Poco a poco, cada uno de ellos es acechado por el misterioso asesino. No tardarán en descubrir que algo en su pasado les une a él. Así que mientras intentan mantenerse despiertos para evitar ser víctimas de sus cuchillas, indagarán sobre ello para descubrir su verdadera identidad y saber cómo hacerle frente.

Pese a la coletilla “origins” que se ha sacado de la manga la distribuidora en España, esta “nueva” Pesadilla en Elm Street lo único que tiene de precuela es un pequeño segmento en el que nos descubren cómo acabó Freddy Krueger con el rostro quemado. Si la memoria no me falla (que bien podría ser…), es algo que en la ochentera no se vio, aunque probablemente sí en alguna de las secuelas.

Por lo demás, la historia es casi un calco del film de Craven, cambiando algunos nombres y personajes y alguna que otra muerte, pero repitiendo básicamente el mismo esquema.


Los guionistas no pierden el tiempo y desde el primer minuto empieza la sangre a ser la protagonista. De hecho, uno de los mayores problemas de esta nueva versión es que en apenas tres cuartos de horas se cepillan a la mayor parte de las víctimas adolescentes. No se paran a desarrollar ni la trama (eso lo dejan para luego) ni los personajes (eso ya ni se molestan en hacerlo).


Durante estos minutos, todo son sustitos mil veces vistos que ya no asustan a nadie, y asesinatos a cuál más resultón. Y aunque todo suene a apresurado y a déjà vu, hay que decir que es la parte más entretenida de la película, así que imaginaos el resto…

Tal como he comentado en párrafos anteriores, la forma de matar de Freddy da mucho juego, con lo cual, cada vez que sus víctimas sueñan, se despliega todo el potencial visual que sus responsables son capaces de ofrecernos. Así pues, tenemos escenarios de lo más tétricos, llamativas escenas oníricas, planos bastante sugerentes (algunos copiados de la Craven, por supuesto), efectismos visualmente atractivos y efectos especiales competentes, además de a Freddy Krueger, el alma de la función.

En lo queda de metraje, es cuando los pocos supervivientes que quedan empiezan a indagar sobre su pasado y el de su verdugo. Esta es la parte más pesada, y en la que un servidor no paraba de mirar el reloj (mala señal…). Los errores cometidos al inicio tienen aquí sus consecuencias.

Los supervivientes que quedan son, precisamente, los peores intérpretes del reparto (SPOILER--- ella, insulsa e incapaz de transmitir sus emociones; y él, con cara de alelado la mayor parte del tiempo; nada que ver una breve pero muy convincente Katie Cassidy, que debió ser la protagonista… otro error garrafal --FIN SPOILER) y encima lo que les pase a sus personajes nos importa un bledo. No conectamos con ellos porque no han sabido presentárnoslos debidamente ni desarrollarlos convenientemente, por lo que el único interés reside en ver de qué manera se los querrá cargar Freddy.


Para los que hemos visto la original, el misterio es nulo, así que quizás las nuevas generaciones sí le presten algo más de atención a la escasa trama, además de a los asesinatos. Pero la sensación de que la cinta va cuesta abajo creo que será más o menos igual para todos. Empieza con demasiadas prisas, sin centrarse en nada más que en los crímenes de Freddy y luciendo una notable puesta en escena, eso sí (ahí nada que reprochar) Luego el interés decae y Freddy no puede hacer mucho para levantarlo, aunque sus apariciones sigan siendo lo mejor.

Jackie Earle Haley tampoco puede hacernos olvidar al gran Robert Englund. Eso es algo prácticamente imposible. No obstante, y a su manera, es un buen Freddy.

Apenas queda nada del humor negro característico del personaje, pero eso es algo que se vio más en las secuelas que en la original, por lo que tampoco hay muchos motivos para quejarse. Su caracterización está conseguida y es en gran parte fiel al Krueger de toda la vida, aunque un servidor sigue prefiriendo el rostro de siempre (cuestión de gustos, supongo), ya que éste, aun siendo quizás algo más realista, le resta también bastante expresividad al actor. De hecho, Earle resulta mucho más inquietante, siniestro y amenazador sin maquillaje, es decir, antes de calzarse las famosas cuchillas.

Puede que hoy día la película de Craven no sea ninguna maravilla, e incluso algunas escenas den más risa que miedo, pero era original y resultona, y aún hoy día resulta bastante efectiva. Y de lo único que puede presumir este remake es de un notable diseño de producción y un actor (Earle) entregado a la causa. Por lo demás, es insulso y del todo innecesario.

Samuel Bayer, reputado director de videoclips (fue el que rodó el "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana) debuta demostrando buena técnica, pero el desaborido guión le impide ofrecer algo más que un slasher del montón. Para aquellos que topen por primera vez con Freddy Krueger, puede no ser una mala opción para pasar el rato, pero los fans de la original harían bien en ahorrársela.

Krueger es un gran personaje y merecía algo mejor que este anodino remake; el peor, sin duda, de los tres que llevamos vistos de la filmografía de Craven (“Las colinas tienen ojos” fue brutal y superior a la original –cosa fácil, dicho sea de paso-, y “La última casa a la izquierda” fue bastante decente)



Valoración personal:

lunes, 19 de julio de 2010

“Toy Story 3” (2010) - Lee Unkrich

critica Toy Story 3 2010 Lee Unkrich
Parece mentira que ya hayan pasado 15 años desde que se estrenó Toy Story, la primera película de animación digital de la historia del cine y con la que la inmensa mayoría de nosotros descubrimos a los genios -no hay otra palabra para describirlos- de Pixar.

Desde entonces, muchos otros estudios se han sumado a la animación CGI, pero de momento ninguno ha alcanzado el grado de calidad -en cuanto a historia y personajes se refiere- que Pixar ofrece en cada uno de sus trabajos. Ellos fueron los pioneros y ellos han sido siempre los mejores.
Al enorme éxito de crítica y público de su primer largometraje, le siguieron otras tantas películas que han hecho las delicias de millones de espectadores de todas las edades. Incluso se atrevieron, años más tarde de su debut, a realizar una secuela de aquella cinta protagonizada por juguetes, y el resultado fue tan bueno o incluso mejor que con su predecesora. Y lo han vuelto a hacer con esta tercera. Pixar se ha vuelto a superar, pese a lo alto que estaba el listón.

La historia de esta ¿última? entrega arranca con un Andy de 17 años preparándose para ir a la universidad, hecho que provoca una enorme incertidumbre entre Woody y el resto de sus amigos acerca de su futuro. Y es que cuando un niño se hace mayor, deja de jugar con sus juguetes, y éstos sólo pueden acabar en dos sitios: en el trastero o en la basura. Ante los temores que acechan al grupo, aparece un rayo de esperanza, un destino que podría ser el ideal: la guardería, lugar en el que otros niños podrían seguir disfrutando con/de ellos.

Una vez consiguen llegar allí, los juguetes reciben una calurosa bienvenida por parte de los miembros más veteranos, liderados éstos por un oso de peluche llamado Lotso. Los recién llegados se sienten rápidamente a gusto con su nuevo hogar y entusiasmados por la posibilidad de jugar eternamente con generaciones y generaciones de niños, sin el temor de ser reemplazados o tirados a la basura. Woody, sin embargo, añora a Andy y decidirá regresar a su lado.


Quién iba a imaginar que pasados diez años desde Toy Story 2 tendríamos ante nosotros una tercera parte. Lo cierto es que Disney, poseedora de los derechos de explotación de los personajes, a punto estuvo de llevar a cabo Toy Story 3 bajo la producción de un nuevo estudio, Circle 7 Animation, prescindiendo así de los servicios de Pixar. Pero cuando la compañía del ratón compró a la del flexo, un nuevo acuerdo puso a Edwin Catmull y John Lasseter a cargo de todas las animaciones de Disney, por lo que Woody y cía. volvían a manos de sus creadores. Lasseter, Andrew Stanton, Pete Docter y Lee Unkrich empezaron la lluvia de ideas, y en un fin de semana ya tenían la historia de la nueva película.

De la escritura definitiva del guión se encargó luego Michael Arndt, guionista de “Pequeña Miss Sunshine”, y la dirección de la cinta pasó a manos de Lee Unkrich, que anteriormente había ejercido de co-director en Monstruos, S.A. y Buscando a Nemo, y que sustituía así a Lasseter, responsable de las anteriores entregas.

Como ya se apuntaba en la primera secuela, el argumento de ésta gira en torno al futuro de los juguetes de Andy después de que éste se haya hecho demasiado mayor para jugar con ellos. Su marcha a la universidad deja a Woody y a sus amigos sin dueño y sin hogar, por lo que no les queda otra que resignarse y aceptar su nuevo destino.


Tras una serie de altercados y confusiones, Woody y cía. acaban en la guardería Sunnyside, lugar en el que harán nuevos amigos pero también nuevos enemigos. Y es que no todo será tan bonito e idílico como al principio parecía.

De nuevo, nos reencontramos con los personajes principales de la saga, es decir, con Woody y Buzz Lightyear. En este tiempo transcurrido ha habido bajas, pero aún están con nosotros aquellos que han tenido una mayor relevancia en películas anteriores. Así pues, tenemos de vuelta a la vaquera Jessie; a Perdigón, el fiel caballo de Woody; a Rex, el dinosaurio; al perro Slinky; a Ham, el cerdito hucha; y al gruñon Mr. Potato y el resto de su familia, la Sra. Potato y sus hijos adoptivos, los tres extraterrestres del Pizza Planet.

Todos ellos se verán envueltos en la más peligrosa aventura de sus vidas.

El inicio de Toy Story 3 es el más espectacular de la saga. Si en la segunda parte el comienzo era parte de un videojuego de Buzz Lightyear al que jugaba Rex, aquí todo es fruto de la imaginación de Andy cuando juega con sus juguetes.

Luego de este trepidante arranque llegan unos breves y entrañables minutos en los que recordamos al pequeño Andy y contemplamos el paso del tiempo para él y sus juguetes.

Pero no será hasta la llegada a la guardería cuando se desencadene toda la acción que sustenta la trama de esta nueva entrega.


La mayor parte de la cinta es algo así como un homenaje al cine de evasiones, ya sean bélicas o carcelarias.
Por motivos que no voy a revelar, los juguetes deberán escapar de la guardería, y eso será todo un reto que pondrá de nuevo a prueba la valentía y la unión de nuestros protagonistas (similar a los films previos, pero a mayor escala)

Con todo ello, vuelven los momentos divertidos, que nos sacan más de una sonrisa o incluso una cómplice carcajada gracias al humor elegante e inteligente del han hecho siempre gala. No tiene desperdicio el momento en el que Buzz acaba funcionando en su “modo español”. Por supuesto, se recurren a los típicos tópicos de nuestro país (o la idea que se ha exportado del mismo al extranjero) para distinguir el cambio, además del idioma. Y es que sin esos tópicos, seríamos todos iguales (por lo menos nos dejan como unos seductores)

También vuelven a reivindicarse y enaltecerse valores como la amistad y el compañerismo, que han estado muy presentes a lo largo de la saga y que aquí vuelven a ser el pilar fundamental de la historia.

Se les saca mucho partido tanto a los personajes de siempre como a los nuevos. Es más, Barbie, que no apareció hasta la segunda entrega (en la primera Mattel no permitió la presencia de la famosa muñeca), juega aquí un papel mayor, y sus encuentros con Ken propician algunos de los momentos más hilarantes de la película.


Regresan también los guiños cinéfilos y las autoreferencias. Tenemos a Woody emulando al Tom Cruise/Ethan Hunt en una de las más emblemáticas secuencias de la primera Misión Imposible. Hace acto de presencia el mismísimo Totoro de “Mi vecino Totoro” de Hayao Miyazaki (Lasseter y el artista japonés son amigos desde hace más de 20 años); y aparecen en la guardería, en forma de muñecos, algunos de los personajes de Buscando a Nemo y diversas alusiones a Cars. Y no nos olvidemos tampoco de Sid, el terrible vecino de Andy de la primera parte (el destroza muñecos que casi acaba con Buzz), y para el que también han pasado los años, aunque sigue llevando la misma camiseta negra con una calavera blanca estampada (la mejor forma de hacernos reconocible al personaje)

Pero además, con el paso de los años, Pixar ha ido adquiriendo una mayor madurez como creadores y contadores de historias, y esto se nota en esta tercera entrega, ya que tiene un componente emotivo superior al que tenían sus predecesoras.

Estos señores saben cómo tocarnos la fibra, y aquí reinciden, pero lo hacen con mucha soltura y sin abandonar el tono cómico y aventurero que caracteriza Toy Story.

Los últimos 15-20 minutos son apoteósicos, tanto por la tensión y la vibrante acción que se desencadena en el transcurso/desenlace de la huida de Sunnyside, como por ese inevitable nudo en la garganta (y ojos cristalinos, si se me permite la confesión) que se produce ante el cúmulo de emociones cargadas de melancolía y nostalgia que atesoran esos minutos finales.

La compañía no sólo ha mejorado la calidad visual de su animación (a diferencia de sus inicios, los personajes humanos y caninos gozan ya de un acabado excelente), sino que también lo ha hecho en cuanto a la creación de personajes e historias, sin perder la frescura y sorprendiendo una y otra vez con cada nuevo trabajo. Incluso el cortometraje previo al film es una pequeña muestra de la genialidad de estos artistas.

"Toy Story 3" es el broche de oro a una brillante saga que ha ido un paso más allá con cada secuela. Para muchos, y me incluyo, sería la mejor de las tres, y la que, en mi opinión, cerraría a la perfección la franquicia. No habría ninguna necesidad de ofrecer más continuaciones, pero viendo cómo han sabido superarse con cada entrega, ¿quién podría resistirse a otra gran aventura protagonizada por estos entrañables y queridos juguetes? Un servidor, desde luego, no podría, por ideal y redonda que sea esta conclusión.

P.D.: El 3D bien, gracias. No mata, pero que cada uno compre la entrada que guste.




Valoración personal:

jueves, 15 de julio de 2010

“Toy Story 2” (1999) - John Lasseter

crítica Toy Story 2 1999 John Lasseter
Tras el rotundo éxito de Toy Story, Disney pidió a Pixar que realizara una secuela de aproximadamente 60 minutos de duración para ser distribuida directamente en DVD, un modus operandi habitual en la compañía del ratón cuando se trata de aprovechar el tirón de sus películas más taquilleras (recordemos sino esas segundas y terceras partes de Aladdin o El Rey León)

Por aquél entonces, el principal equipo creativo de Pixar, con John Lasseter a la cabeza, estaba enfrascado en su segunda cinta de animación, “Bichos, una aventura en miniatura”, de modo que la realización de esta secuela corrió a cargo de un equipo de producción secundario.

El trabajo que se estaba realizando pareció convencer a Disney para cambiar de parecer y decidirse a exhibir la secuela en los cines, pese a que Lasseter, de regreso de la promoción europea de Bichos, se negara en rotundo a exhibirla tal cual estaba. El director y co-guionista del film original no estaba satisfecho con el camino que había tomado esta continuación, por lo que se reunió con los directivos de Disney para acordar un nuevo desarrollo. Pese a las reticencias iniciales del estudio, más preocupado por los plazos de entrega que por la calidad de la cinta, Lasseter logró hacerse cargo de la producción reuniendo a su equipo creativo para rehacer la historia. Con la intención de cumplir las fechas impuestas por Disney, reescribieron el guión en un fin de semana y terminaron la película en tan sólo nueve meses.

Toy Story 2 tuvo mayor recepción que su predecesora, proyectándose en más de 3.000 salas de cine y recaudando mundialmente 485 millones de dólares (habiendo costado 90), convirtiéndose así en la segunda película de animación más exitosa en el momento de su estreno, por detrás de El rey león.

En esta ocasión, Andy se va de campamento dejando solos a los juguetes, incluyendo a Woody, al que accidentalmente se le ha roto un brazo. Mientras, su madre aprovecha para organizar un mercadillo en el jardín, recogiendo trastos y viejos juguetes, entre los que se encuentra un viejo pingüino llamado Wheezy.

Woody, decidido a rescatar a su amigo para evitar que sea vendido a un extraño, se escabulle hasta el jardín y salva a Wheezy con la ayuda de Buster, el perro de Andy. Desgraciadamente, durante el rescate, Woody queda tirado en el jardín y es encontrado por un coleccionista de juguetes, quién termina robando a Woody cuando la madre de Andy se niega a vendérselo.

Buzz Lightyear y el resto de los juguetes, que han contemplado atónitos el robo de Andy, decidirán actuar con rapidez para rescatarlo, poniéndose al frente de una operación de rescate durante la cual se enfrentarán a múltiples peligros y divertidas situaciones.


Con cinco años de diferencia entre una película y otra, Pixar tuvo tiempo para mejorar notablemente su técnica de animación. Entre otras cosas, los animadores desarrollaron un sistema con el que pudieran incluir pequeñas partículas de polvo sobre los objetos, algo que se puede comprobar en la escena en la que Woody encuentra al pingüino Wheezy en la estantería.

Además de este particular añadido, perfeccionaron otros detalles igual de importantes, como por ejemplo las caracterizaciones de los personajes humanos, haciéndolos mucho más realistas gracias a unas texturas más pulidas. Y lo mismo ocurría con el perro de Andy, mucho mejor elaborado que el perro del vecino que aparecía en la primera entrega.

Tecnología a aparte, Pixar demostró que en cuanto a historia y personajes, no solo podía estar a la altura de su predecesora sino que incluso podía mejorarla, resultando Toy Story 2 una cinta igual o más entretenida y divertida que aquella.


En esta secuela se introducen nuevos personajes. No sólo juguetes sino también el personaje humano de Al McWhiggin, propietario de la juguetería Al's Toy Barn y secuestrador de Woody.

Si en la primera película era Woody quién, arrepentido de su actitud, acudía al rescate de Buzz Lightyear, esta vez los papeles se intercambian. El secuestro del primero invita a Buzz y al resto de sus amigos a planificar un plan de rescate para traer de vuelta a Woody antes de que Andy llegue del campamento y descubra que su muñeco preferido ha desaparecido.

Mientras estos recorren la ciudad en busca de Woody, éste hace nuevos amigos y descubre sus orígenes como juguete estrella de un show televisivo para niños. Este inesperado hallazgo hará que Woody se replantee su situación como muñeco propiedad de Andy.

De nuevo, Lasseter y compañía demuestran un gran dominio de la narrativa, aunando momentos y situaciones de lo más diversas sin perder el tono ni el ritmo; desde las secuencias más trepidantes y meramente aventureras hasta los segmentos más relajados destinados a desarrollar mejor la trama y los nuevos personajes. Momentos de pura diversión se entremezclan con otros más melancólicos que, irresistiblemente, terminan emocionando al espectador. Este cúmulo de elementos funciona perfectamente, consiguiendo una película muy dinámica que satisface a todos los niveles tanto a pequeños como a adultos.

Los guiños cinéfilos son otra marca distintiva de la saga, y aquí vuelven para sacarnos una cómplice sonrisa. Los hay que son algo más sutiles, como el característico tema musical de 2001, odisea en el espacio que suena en el videojuego de Buzz Lightyear al inicio del film; o cuando en la juguetería Rex corre detrás del coche en el que van sus amigos y Mr. Potato le observa a través del retrovisor, en claro homenaje al Jurassic Park de Spielberg (se utilizan los mismos planos); otras referencias son más literales, como Buzz Llightyear saludando con los dedos separados al estilo vulcano de "Star Trek" o cuando el otro Buzz Llightyear se enfrenta a su mayor enemigo en el ascensor y se citan las mismas palabras que Darth Vader le suelta a Luke Skywalker en El Imperio Contraataca (entre ellas, la ya mítica frase "Yo… soy tu padre")


Pero no sólo de referencias ajenas se nutre la cinta sino también de propias, como suele ocurrir en todos los films de la compañía. Así es como vemos nuevamente la camioneta del Pizza Planet del primer episodio, y que volvería a aparecer más tarde en Ratatouille; la pelota de Luxo (de color amarillo con una franja azul y una estrella roja), del cortometraje Luxo Jr., que parece en varias ocasiones tanto en esta entrega como su predecesora, además de en el teaser de la inminente Toy Story 3; o el anciano del corto "Geri's Game", que aquí es el experto que arregla muñecos y repara el brazo de Woody.

Por último, comentar las divertidas falsas “tomas falsas” que aparecen en los créditos finales, cuya original idea nació primero en Bichos, para repetirse luego en ésta y otras películas (Monstruos S.A. y Ratatouille) De hecho, en estas mismas hay un cameo de dos de los insectos protagonistas de Bichos, y que realmente pueden verse en la susodicha escena de la película si uno la detiene justo en ese fotograma.

Con todo, “Toy Story 2” cumplió la difícil tarea de estar a la altura de las expectativas creadas tras la cinta original, y puede que fuese a partir de este momento cuando empezó a reconocerse a Pixar como los genios de la animación que son y han sido siempre.

Quién sabe si tenían o no planeado rodar una tercera parte de la saga, pero lo cierto es que ya en esta segunda se apuntan los cimientos de lo que sería el argumento de la última -¿y definitiva?- entrega.



Valoración personal:

jueves, 8 de julio de 2010

“Under the Mountain” (2009) - Jonathan King

critica Under the Mountain 2009 Jonathan King
La moda de adaptar novelas juveniles de corte fantástico parece no tener fin, pese a que la mayoría de las películas que se estrenan acaban en decepción (taquillera, sobre todo). Son pocas las que se salvan de la quema, al menos en el sentido económico, pero no por ello los estudios dejan de intentarlo.

Pero la película de la que hoy os vengo hablar no proviene precisamente de Hollywood sino de Nueva Zelanda.

El neozelandés Jonathan King, director y guionista que debutó en su país natal con “Ovejas Asesinas”, una gore y gamberra serie B -bastante mala, dicho sea de paso- que aquí Manga Films estrenó en una doble sesión especial junto a la inglesa –y más decente- “Desmembrados (Severance)“ (maniobra comercial surgida a raíz del estreno del Grindhouse de Tarantino y Rodríguez y que, curiosamente, nosotros terminamos viendo por separado en España)

Al año siguiente, King co-escribió el guión de otro film de terror, “El tatuador (The Tattooist)”, junto a Matthew Grainger, guionista con el que se juntó en el 2009 para co-escribir –y luego, en solitario, dirigir y producir- esta “Under the Mountain”, adaptación de la novela homónima de Maurice Gee, uno de los novelistas más distinguidos de Nueva Zelanda.


La historia se centra en los gemelos Rachel y Theo Matheson, que tras la repentina muerte de su madre, viajan a Auckland (Nueva Zelanda) a vivir temporalmente con sus tíos y su primo Ricky.

El fuerte vínculo psíquico que siempre ha unido a los hermanos se quiebra debido a la trágica pérdida, y por más que Rachel intenta acercarse a su hermano, éste la rechaza.

Mientras se acomodan en casa de sus tíos, situada en el Lago Pupuke, los gemelos se sienten fascinados por el lago de origen volcánico y por el extraño olor que parece venir del mismo y de una vieja y escalofriante casa, propiedad de los Wilberforce, que hay en la otra orilla.


Sintiéndose observado por sus extraños vecinos, Theo decide salir una noche a investigar en el interior de la casa, seguido bien de cerca y sin saberlo, por su hermana Rachel. Una vez dentro, descubren que los Wilberforce son unos seres bastante extraños cuyo hogar es de lo más tétrico y repulsivo. Pero lo peor de todo es que éstos pueden olerlos, y que su intención no es otra que matarlos antes que los jóvenes encuentren a Mr. Jones (Sam Neill), el único capaz de revelarles la identidad de estos monstruos y de ayudarlos a hacerles frente.

Theo y Rachel deberán estar más unidos que nunca si quieren afrontar con éxito el destino que les aguarda.


La novela de Maurice Gee tuvo una primera adaptación en los 80 en forma de mini serie producida por la TVNZ (la Televisión de Nueva Zelanda) Contó con 8 episodios, y me consta que fue emitida en España, aunque un servidor no la recuerde en absoluto.

La historia en sí es muy autóctona, ya que transcurre en Aukland, siendo sus famosos volcanes -la ciudad está construida entre y sobre un total de 48, todos extinguidos aunque el campo en el que están situados solamente está dormido, según la Wikipedia- una parte muy importante de la trama.

Los principales protagonistas son los gemelos Matheson, cuyo destino es el de acabar con los Wilberforce, que no son otra cosa que unos extraterrestres a los que les gusta ir destruyendo mundos. Uno de esos mundos fue el de Mr. Jones, quién los siguió hasta la Tierra con la intención de derrotarles de una vez por todas. Pero para conseguirlo, ahora que los Wilberforce han despertado de su letargo, necesitará la ayuda de Theo y Rachel, ya que en su vínculo psíquico reside la clave para vencerlos.


Resulta evidente que Under the Mountian es una cinta muy modesta, y a veces tanto su reducido presupuesto como sus pocas pretensiones le pasan factura.

Para empezar, la trama es bastante simplona, desarrollándose en muy pocos escenarios, lo cual no tendría por qué ser malo si al menos se les sacara más provecho. En ese sentido, se puede decir que apenas hay momentos verdaderamente emocionantes.

La primera media hora se ve beneficiada por lo poco que sabemos del argumento y de sus personajes, pero una vez tenemos todos los cabos bien atados, poca queda para sorprender al espectador, salvo que se utilicen todo esos elementos para dar ofrecer un buen entretenimiento.

Desgraciadamente, y pese a contar con algún que otro aliciente bastante atractivo (los propios Wilberforce), la historia se desarrolla de forma un tanto insulsa, bien porque la novela no da para más o bien porque no han podido o no han sabido plasmar ésta con un mayor sentido del espectáculo.

No es que uno pida un gran despliegue de medios, grandes efectos especiales o mucha acción, pero sí un poco más de aquello que llamamos “aventura fantástica”, y que aquí se ve reducida al mínimo exponente.

Los Wilderforce son unos seres bastante repugnantes que gozan de un par de características a la que se le saca bastante partido. Una de ellas es la de adoptar cualquier forma humana, lo que les permite apoderarse de la identidad de otras personas para engañar a sus víctimas (algo al estilo T-1000). La otra es que son unos monstruos formados a base de tentáculos, con los cuales no sólo cambian su aspecto físico sino que también pueden matar y destrozar cosas.

Eso les convierte en un enemigo bastante letal, pero la parsimonia con la que actúan nos dice lo contrario. Lo cierto es que con un poco más de atino, podrían capturar y matar a los hermanos en un abrir y cerrar de ojos. Claro que entonces no habría película.


Pero el problema es que parece que no hay mucho que contar (el film entero podría resumirse en pocos párrafos), y de ahí que todo se sienta tan apresurado, abarcando una escasa hora y media de metraje en la que ocurren muy poquitas cosas, limitándonos a ver como los gemelos huyen de sus perseguidores sin apenas momentos de gran tensión y/o acción. Todo resulta demasiado insípido, y cuando llega la hora de hacer alarde de los efectos especiales, el escaso presupuesto juega en su contra. Tanto por el hecho de que no se pueden recrear escenas más cañeras como por lo precarias que resultan algunas de las pocas peleas que se producen entre buenos y malos.

Aún estando Weta Workshop detrás del apartado visual, con poco dinero no se pueden hacer milagros. El maquillaje es notable y algunos escenarios, como la casa de los Wilberforce o su coche fúnebre, están muy bien conseguidos, pero los efectos digitales dan una de cal y otra arena. Sin embargo, creo que en ese aspecto se puede ser bastante permisivo, y considerar que para el tipo de película que tenemos delante, cumplen más o menos su cometido.

Lo que ocurre es muchos de los enfrentamientos se reducen a tener a los Wilberforce aproximándose lentamente a los gemelos de forma amenazante, y en ocasiones, ver como éstos, para defenderse, les lanzan llamaradas con unas piedras mágicas que Mr. Jones les da al inicio de la cinta. Realmente no hay mucho más. Un par de carrerillas por aquí y por allá, un efímero viaje por las entrañas de la ciudad y algún que otro Wilberforce luciendo tentáculos para matar a su víctima (ah sí… y también un primo que sólo piensa en fornicar con la novia). De ahí que como película de aventuras resulte muy poco gratificante.

El reparto también es muy justito, destacando básicamente a Sam Neill, que haga lo que haga, siempre cumple, aunque sea para un producto tan alimenticio como este.

Los gemelos están interpretados por los debutantes Tom Cameron y Sophie McBride, y ni que decir que ella realiza una actuación bastante más convincente que la de su soso hermano cinematográfico (cuyo personaje, para más inri, se me antoja del todo antipático)

Pendiente aún de distribución, “Under The Mountain” es otra floja y más bien olvidable película de aventuras juvenil muy del montón. No supone una pérdida de tiempo pero tampoco aporta nada. Ni molesta ni entusiasma.

King pasa del terror y el gore a la fantasía (¿siguiendo los pasos de Peter Jackson?) con mejores resultados que en sus anteriores trabajos, pero aún le falta demostrar que es otro cineasta neozelandés al que seguirle la pista. Esperemos que como director, a la tercera vaya la vencida.



Valoración personal:

sábado, 3 de julio de 2010

“Toy Story” (1995) – John Lasseter

crítica Toy Story 1995 John Lasseter
Pixar Animation Studios es una californiana compañía de animación por ordenador fundada en 1986 y especializada en la producción de gráficos en 3D, algo que muchos ya sabrán. Lo que quizás no sepan es que empezó bajo el primerizo nombre de The Graphics Group siendo una división de Lucasfilm, la productora de George Lucas, por lo que trabajaron estrechamente en muchas de sus películas (en “El secreto de la pirámide”, sin ir más lejos)

Luego se desvincularon de Lucas y se convirtieron en una compañía independiente de hardware gráfico, siendo Walt Disney Pictures uno de sus máximos compradores.

A lo largo de la década de los ochenta, Pixar realizó varios cortos animados, usando y perfeccionando su propia tecnología digital, hasta que a mediados de los 90 les llegó la oportunidad de debutar en el largometraje gracias a un acuerdo con Disney.

Así es como vino al mundo “Toy Story”, la primera película de animación hecha enteramente por ordenador de la historia del cine. Semejante revolución se tradujo en un éxito de crítica y público, consiguiendo además varias nominaciones a los Oscars y los Globos de Oro en categorías como Mejor Guión Original, Mejor Canción Original o Mejor Película “comedia o musical”.

La historia se centra en un grupo juguetes y sus aventuras por seguir siendo el entretenimiento favorito de Andy, un niño de 6 años. La llegada del cumpleaños del pequeño es siempre un motivo de temor, ya que podría significar que alguno de los juguetes se viera reemplazado por otro mejor y más nuevo. Pero Woody, un vaquero que ha sido hasta ahora el muñeco favorito de Andy, trata siempre de tranquilizar al resto del grupo. Sin embargo, en este último cumpleaños, uno de los regalos de Andy es Buzz Lightyear, un héroe espacial dotado de todo tipo de avances tecnológicos. Ante el nuevo recién llegado, Woody se verá relegado a un segundo plano, y su constante rivalidad terminará empujándoles a una peligrosa situación en medio de la ciudad, sin saber cómo volver a casa, por lo que tendrán que limar asperezas y unir sus fuerzas. Sólo juntos podrán salir sanos y salvos de esta aventura y volver al lado de su estimado dueño.

John Lasseter, miembro fundador de Pixar y uno de los máximos responsables –guión y dirección- de varios de sus cortometrajes, fue el encargado de dirigir y co-escribir “Toy Story”, la película que no sólo supuso toda una revolución técnica para el cine de animación sino también un soplo de aire fresco al género gracias a su original premisa, a su humor inteligente y a su capacidad para contentar al mismo nivel tanto a peques como a mayores.

La historia de unos juguetes que “compiten” por el cariño de un niño y por el, llamémosle, aprecio y liderazgo del resto del grupo, se convirtió en uno de los mayores éxito de taquilla de aquel ya lejano 1995.

La película contaba con un buen puñado de alicientes. Entre ellos, y el más evidente, una animación por ordenador como nunca antes se había visto. Si a esto se le sumaba una historia divertida y trepidante, llena de imaginación, guiños cinéfilos y personajes simpáticos y entrañables, la cosa no podía fallar.


Toy Story arrastró algunas de las constantes del cine de animación de Disney, pero sorteando esos tópicos con mucha soltura. Por un lado, esos buenos sentimientos (aquí amistad y compañerismo en contra de la envidia, la crueldad y los prejuicios) que toda cinta suele transmitir a los más pequeños de la casa, y que Lasseter y compañía abordaron con mucho estilo y humor, procurando no empalagar ni aleccionar a la fuerza al espectador.

Por el otro lado, estaban las canciones, introducidas aquí no en forma de números musicales sino como breve acompañamiento a las imágenes, proyectando y recalcando mediante la letra de las mismas los sentimientos de los personajes, variando el tono según la situación (canciones más animadas para los momentos más alegres, y más lentas para aquellos momentos más emotivos o incluso tristones)

Randy Newman sería el máximo responsable del apartado musical de la película, convirtiéndose posteriormente en uno de los compositores habituales de Disney-Pixar, y en el creador principal de la banda sonora de toda la saga de Woody y cía.


Una de las mayores bazas del film es, sin lugar a dudas, su humor. Divertidos diálogos y situaciones hilarantes -muchas a cargo de Mr. Potato- que se ganan al espectador desde el primer momento. Las características de los juguetes y el mundo “de gigantes” en el que viven da mucho juego (además de la inocente ignorancia del propio Buzz Lightyear), pero a la diversión contribuye sobre todo unos personajes carismáticos y un ritmo trepidante que se intensifica sobre todo en el emocionante tramo final.

Pero no hay héroes sin villanos, y el cruel vecino de Andy, todo un experto maltratador de juguetes, aporta también su granito de arena a la trama. Y es que sin él no habría apenas peligros que sortear, y la rivalidad entre Woody y Buzz no se vería forzada a convertirse en una súbita amistad.

A día de hoy, la animación digital ha mejorado y evolucionado notablemente, y la propia Pixar ha ido perfeccionando su trabajo no sólo en calidad de historias y guiones sino también técnicamente. Puede que por ese motivo los personajes humanos -o el perro del vecino- de esta cinta nos parezcan algo menos conseguidos que el resto, pero en líneas generales, esta primera Toy Story ha soportado muy bien el paso del tiempo y visualmente sigue siendo tan disfrutable como el primer día.

Los gags más slapstick, ideales para contentar a los más peques, se mezclan con guiños y referencias más sutiles que sólo los mayores o más experimentados podrían reconocer, lo que hace de Toy Story un entretenimiento perfecto para toda la familia. Apenas hora y veinte minutos de sana y satisfactoria diversión, y una frase que ya ha pasado a la historia del cine: “Hasta el infinito y más allá”



Valoración personal:

viernes, 2 de julio de 2010

Toy Story, repaso a una saga

toy story saga

Aprovechando que a finales de este mes de Julio se estrenará en cines Toy Story 3, he decido dedicar el mes a toda la saga, revisionando de nuevo las otras dos entregas que componen la, hasta el momento, trilogía, y reseñándolas para refrescar un poco la memoria.

Por supuesto, habrá crítica también de la última secuela, ya que para un servidor la cita anual con Pixar es ineludible, y es de las pocas veces por las que realmente merece la pena desembolsar el elevado precio de un entrada de cine. Aunque con un poco de suerte,quizás no haga falta y pueda acudir a un previo pase de prensa (si se dignan esta vez a hacerlo en Barcelona)

Una vez estrenada, aprovecharé también para colgar en el blog una encuesta en la que podréis votar vuestra preferida de las tres. Así sabremos cuál es la mejor o la que más gusta según vuestro criterio.

Procuraré que el mes no quede demasiado monotemático, por lo que seguramente intercale críticas de otras películas entre reseña y reseña.

Pero para empezar bien, mañana publicaré la breve reseña de la primera entrega, si bien ahora aprovecho la ocasión para haceros una pregunta:

¿Cuál es vuestro personaje favorito de Toy Story?

Supongo que muchos elegirán a Woody o a Buzz Lightyear, pero he de admitir que mi favorito siempre ha sido Rex, el dinosaurio verde. Para mí, es el más entrañable y simpático de todos.


Saludos ;)