domingo, 25 de enero de 2009

"My Name is Bruce" (2007) - Bruce Campbell


Gracias a la estupenda trilogía “Evil Dead” del, antaño buen director, Sam Raimi, y al descarado personaje de Ash, Bruce Campbell se convirtió en una especie de actor de culto de la serie B. Con dicho personaje y saga, Campbell derrochó un carisma que encandiló a los aficionados del fantástico, cosechando así un numeroso séquito de fans que lo adoran, pese a que su fama decayera progresivamente, a medida que su filmografía iba acumulando verdaderos despropósitos. Y es que pese a sus innegables cualidades para el género, las ofertas que recibía el actor fueron de mal en peor, participando en películas de serie B y serie z de muy dudosa calidad, en las cuales lo único salvable era, básicamente, él.

Deambulando entre subproductos, haciendo cameos y pequeños papeles en películas olvidables y series de televisión (entre ellas, la esperpéntica “Xena, la princesa guerrera”, producida por su amigo Sam Raimi), se podría decir que la carrera de Campbell no ha levantado cabeza desde la trilogía que lo encumbró.

Hace unos años, en un intento de resurgir del olvido, llegó Bubba Ho-tep, una película cuyo delirante argumento prometía guasa y diversión a raudales. Lamentablemente y pese al revuelo montado en internet por sus fans acérrimos, el resultado fue un pestiño de cuidado, condenadamente aburrido y sin la más mínima gracia (de Don Coscarelli no se podía esperar otra cosa)

Ahora, en un nuevo intento de remontar su carrera, Campbell se ha puesto tras la cámara para dirigirse en esta comedia de terror, en la cual el actor no duda en parodiarse a sí mismo y hacer autocrítica de su trayectoria en el mundillo del séptimo arte. Diálogos chispeantes (en algunos casos, gloriosos), guiños a sus películas y una buena ración de gore cutre (al más puro estilo de la serie B y Z más casposa), es parte de lo que podemos encontrar en “My Name Is Bruce”, una película que disfrutarán, en mayor o menor medida, sus fans (entre los que me incluyo)


El argumento es de lo más simple: en un pequeño pueblo de unos trescientos y pico habitantes, un grupo de adolescentes desatan, por error, una antigua maldición. Guan-Di, un poderoso Dios chino, ha despertado con sed de sangre y no dudará en rebanar la cabeza de todo pueblerino que para su desgracia, su cruce en su camino. Jeff, uno de los jóvenes incautos culpables de su despertar, tiene la “gran idea” de pedir ayuda a su actor favorito, Bruce Campbell, para que se encargue de combatir al enfurecido Guan-Di. Campbell, tomándose el asunto a broma, aceptará el encargo con tranquilidad y apatía. No obstante, cuando se dé cuenta que todo el asunto va en serio, su valor y, en definitiva, su fama, serán puestos a prueba.


La película empieza ya con las dosis de guiños y autocrítica suficientes para darse cuenta de que el humor será el elemento clave de lo cinta. Y de hecho, así es.

Campbell se interpreta a sí mismo como un perdedor, un borracho arrogante, descuidado y mujeriego (o eso intenta), que observa como su carrera se va a pique con cada patética película que protagoniza. Para más inri, malvive en una autocaravana con un perro que lo detesta y añorando a su exmujer, la cual tampoco le guarda demasiada simpatía. La aparición de Jeff supone una novedad en su rutinaria y deprimente vida. Su llegada y permanencia en el pueblo no puede ser más descacharrante, comportándose como un verdadero idiota y preocupándose más de ligarse a alguna moza que de intentar servir de ayuda para los desesperados pueblerinos.

Realmente, la cinta contiene algunos diálogos bastante conseguidos, con mucha ironía y sorna y, en muchos casos, dirigidos especialmente a los fans, quienes además disfrutarán de los innumerables guiños que Campbell no ha dudado en ningún momento en incluir.

Como no iba a ser menos, el peso del humor recae en el propio Campbell, con un desvergonzado comportamiento que en ocasiones recuerda al mítico “Ash”, aunque aquí más pasado de rosca. Otro elemento a destacar son los dos músicos que de vez en cuando y sin venir a cuento, hacen acto de presencia cantando una breve canción explicativa sobre Guan-Di, gag similar que ya emplearon los Hermanos Farrelly en “Algo pasa con Mary”. Y para rematar, Ted Raimi, el hermano pequeño de Sam, interpretando a tres personajes distintos.

Pero no olvidemos que esto es una comedia de terror en la que Campbell debe hacer frente a un monstruo. Por tanto, no pueden faltar las dosis de gore intencionadamente casposo con las que de vez en cuando se nos deleita. Cabezas y otras extremidades rebanadas a golpe de lanza (el arma que emplea el Guan-Di) y chorros de sangre estucando paredes, no podían faltar para darle un poco de vidilla a la historia (no todo iban a ser chistecitos)



Técnicamente, la cinta está bastante bien ambientada y fotografiada, con unos efectos especiales cutrecillos a la vez que simpáticos. La dirección de Campbell es bastante correcta, teniendo en cuenta su corta experiencia tras la cámara; y la poco más de hora y veinte de duración, la hacen una cinta bastante ligera, aunque a ratos parece que se atranque un poco.

El film se ha estrenado de forma limitada en algunos cines estadounidenses, aunque aquí de momento no sabemos ni si llegará al DVD. Al igual que un cómic basado en la propia película y editado por Dark Horse, que tampoco sabemos si será distribuido en otras países y lenguas (aunque yo he podido echarle un ojo, y tampoco es gran cosa)

“My Name Is Bruce” no es una película brillante ni un regreso a lo grande de esta leyenda del cine de bajo presupuesto, pero sí es una simpática propuesta, interesante por su autocrítica y autoparodia, y agradecida en sus intenciones. Campbell y sus diálogos son de lo mejor, quedando la acción en un segundo plano, algo que inevitablemente decepciona si esperamos de ella una especie de “Evil Dead”.

Sirva como aperitivo para los fans, a la espera de que algún día Raimi decida llevar a cabo la tan rumoreada cuarta entrega de su famosa saga (o el remake, que en estos tiempos que corren, no es descartable)


Valoración personal:

miércoles, 21 de enero de 2009

Resultados Encuesta (Diciembre 2008)


Como ya recordareis, el último mes del pasado año propuse una encuesta en la que os pedía, a los lectores, que eligierais el ser/monstruo que os resultaba más terrorífico. Para ello, puse varias opciones a elegir, entre las cuales estaban: Vampiros, Zombies, Fantasmas, Poseídos y Otros (pudiendo ser estos, hombres-lobo, extraterrestres, mutantes o cualquier otro).

La encuesta ya se cerró hace un tiempo y ahora toca ver los resultados. Ante todo, os agradezco a todos los que habéis participado en ella, puesto que los votos han sido más de los que yo esperaba en un primer momento. Eso me anima a proponer, en un futuro, otras encuestas que puedan ser de vuestro interés.

En un principio las votaciones estuvieron bastante reñidas, pero poco a poco los zombies fueron cogiendo fuerza hasta alzarse victoriosos. Personalmente, el hecho de cualquier conocido, amigo o familiar pueda convertirse en un zombie hambriento de carne humana, me pone los pelos de punta. Ese sentimiento parece ser compartido por otros lectores, de modo que los zombies han ganado la encuesta con un 35% de los votos (subgénero muy de moda hoy en día). Siguiendo a estos y con un 21% de los votos, han empatado los fantasmas y otros (las casas son los lugares preferidos de los primeros, aunque cualquier otro sitio lúgubre, sirve). Detrás de estos están, con un 14%, los poseídos, que a lo largo de los años nos han dado algún que otro buen susto (El exorcista o Evil Dead, por ejemplo). Y en último lugar, como los menos terroríficos de todos, están los vampiros, que tan sólo alcanzan el 7% de los votos (tanto vampiro apuesto y enamoradizo ha hecho menguar el temor hacia estas sanguinarias criaturas)

Parece que este 2009 nos traerá otra -esperemos que buena- ración de no muertos, así que… ¡larga vida a los zombies! ¡Y hasta la próxima encuesta!


Saludos ;)

domingo, 11 de enero de 2009

"Firefly" (2002) - Joss Whedon




Allá por el 97, el guionista Joss Whedon creó “Buffy, la cazavampiros”, una serie juvenil centrada en una adolescente cazavampiros y sus andanzas contra las fuerzas del mal. Gustase más o gustase menos (a un servidor, según la temporada), la serie fue todo un éxito entre la audiencia más joven, extendiéndose a lo largo de 10 temporadas y concibiéndose también un posterior spin-off, “Angel”, centrado en otro de sus personajes.

No obstante, la verdadera obra magna de Whedon no llegaría hasta el 2002, año en el que vió la luz “Firefly”, una de las mejores series de ciencia-ficción de la historia de la televisión. Desgraciadamente, su productora, la Fox, no lo vió así, y tras un incesante maltrato de horarios y desorden de capítulos emitidos, el público estadounidense no respondió (así era imposible) y la serie fue cancelada antes incluso de terminar la temporada.

“Firefly” se quedó en 14 estupendos episodios, marchándose antes de tiempo y dejando a sus fieles seguidores con muchas preguntas que responder y muchos cabos sueltos que atar; y dejando a sus personajes con muchas cosas qué descubrir, muchos lugares que visitar, muchas aventuras a las que sobrevivir y sobretodo, muchas cosas que decirse.

Los fans suspiraban por un final y Whedon decidió vender los derechos de su obra a la Universal, con tal de poder llevar a cabo “Serenity”, un largometraje de dos horas con el que, de alguna manera, poder dar un cierre digno a su/nuestra querida serie. La película no respondió todas nuestras dudas, pero nos permitió despedirnos formalmente de los entrañables nueve tripulantes de “Serenity”, esa nave clase “Firefly” de la que durante 14 episodios formamos parte.

Aunque acercarse a Firefly signifique acercarse a una serie inacabada de la que desearías ver más capítulos que jamás existirán, recomiendo encarecidamente echarle un vistazo a esta estupenda mezcla de western y ciencia-ficción, y conocer de primera mano al carismático e íntegro capitán Malcom Reynolds y a su tripulación: la valiente e incorruptible Zöe, al divertido y sagaz Wash, a la dulce y pizpireta Kaylee, a la sensual y encantadora Inara, al rudo y fuerte Jayne, al sensato y leal Book, al educado y sacrificado Simon, y a la misteriosa y alocada River.



"
En el año 2500 aprox., los humanos han colonizado distintos planetas. En muchos de ellos, los más alejados, la gente vive o malvive como en el lejano oeste, mientras que en los planetas centrales, bajo la vigilia de la Alianza (China y EE.UU.), éstos disfrutan de todas las comodidades que la alta tecnología les brinda.

Malcolm Reynolds es un hombre que luchó durante la guerra contra la Alianza, pero la derrota hizo que se apartara del mundo, comprara una nave y formara una tripulación, evadiendo las leyes impuestas por la Alianza y viviendo su propia vida a bordo de su nave, con sus propias reglas y bajo su propia conducta moral. Su trabajo consiste ahora en aceptar trabajos de todo tipo, legales o ilegales, con los cuales ganarse la vida. Para ello tanto él como su tripulación deben sortear constantemente multitud de peligros, sirviendo estos para unirles más unos a otros (y finalmente, unirlos más a la nave, su verdadero y único hogar)"


La curiosa mezcla de western y ciencia-ficción funciona gracias al trabajo de Whedon en labores de guión, y también a una adecuada ambientación que nunca desentona. Las tramas son diversas y en cada capítulo ocurre una aventura distinta (a veces, similares a las del lejano oeste, como un atraco al tren, por ejemplo). A lo largo de los 14 capítulos se crean algunas subtramas muy interesantes que nos permiten saber más de los personajes. No obstante, la historia centrada en los personajes de Simon y su hermana River se podría denominar como la historia central y la más lineal de todas, aunque los capítulos pueden disfrutarse de forma independiente a ésta.

Cada personaje tiene sus debilidades y sus virtudes, y pese a las diferencias existentes entre todos, juntos forman una curiosa pero bien avenida tripulación. Al poco de conocerles, es imposible no tomarle cariño a ellos o a la nave, deseando poder estar allí y ser uno más de la Serenity, vivir sus aventuras (pese a la siempre temible presencia de los “reavers”, una raza de violentos piratas asesinos del espacio)y sus conflictos internos, celebrar tu cumpleaños en su comedor, dormir en sus ajustados pero acogedores compartimentos, etc.

La mayor baza de la serie son sus personajes y el carácter intimista que suelen tener sus episodios. Puede haber tiroteos, persecuciones entre naves o incluso duelos a espada, pero lo realmente atractivo y adictivo de Firefly son sus personajes, sus relaciones, sus secretos…
Es por ello que los capítulos con un mayor calado dramático son los que mejor se recuerdan por su intensidad, si bien en conjunto, todos son muy disfrutables y realmente entretenidos (sus 42 minutos se hacen cortísimos).

Para bien y para mal, Firefly no ha tenido la oportunidad de desgastarse ni volverse reiterativa. Sus únicos 14 episodios son pocos para cubrir nuestra ansia televisiva, pero suficientes para haber dejado huella en nuestra memoria como espectadores. Cada episodio es un pedacito de esa Firefly que no nos pueden quitar, y por eso uno disfruta de cada uno como si fuera el último, temiendo llegar al que hace catorce y dejar de ver a “Mal” y los suyos. Pero inevitablemente eso sucede y no nos queda otra que resignarnos.

Ahora Whedon está inmerso en otra serie y difícilmente volvamos a ver nuevos capítulos de “Firefly”. Alegrémonos pues de que, aunque el viaje haya sido corto, por lo menos ha sido ameno, divertido e inolvidable.


Valoración personal:

jueves, 8 de enero de 2009

"I'm Back"



El día de hoy es el primero que paso ante el ordenador tras unos insoportables, duros e interminables días postrado en la cama con más de 39 grados de fiebre (últimos días navideños que hubiese querido disfrutar en compañía de mi familia y no de mantas y medicamentos).
Al postear una vez a la semana, mis blogs no se han visto afectados en exceso, aunque como habréis podido comprobar, me ha sido imposible corresponder vuestros comentarios y mucho menos pasarme por los blogs que tenéis la mayoría de mis lectores.

Aún estoy recuperándome, pero almenos ya puedo levantarme de la cama y prestar una parte de mi tiempo a mis quehaceres habituales. Entre ellos, ha tocado ponerme al día tanto de las actualizaciones de mis compañeros bloggers como de las últimas noticias cinematográficas. Una vez conseguido esto, habrá que volver poco a poco y en la medida de lo posible, a la rutina bloguera habitual (el poco cine que he visto ha sido el que han echado en tv estos días, con lo cual necesito una ración de cine de calidad -y de mi gusto- bien urgente)

Ahora mismo no tengo muchas fuerzas para "reactivarme" con los blogs, y antes que hacerlo rápido y mal, prefiero esperar unos días más y volver con las pilas bien cargadas. Por tanto, en breve volveré con más reseñas y más artículos para "Amazing Movies" y "Diario de una mente perturbada", así que no os alejéis demasiado.


Saludos ;)

jueves, 1 de enero de 2009

“Splinter” (2008) – Toby Wilkins


Coproducida entre Estados Unidos y Reino Unido, “Splinter” supone el debut en el largometraje de Toby Wilkins, director que actualmente se encuentra en la post-producción de la tercera –y esperemos que última- entrega de “The Grudge”.

La cinta que nos ocupa pudo verse en el reciente Festival de Cine de Sitges. No obstante, su exhibición en salas de cine es más bien poco probable. Con un poco de suerte, quizás termine en las estanterías del videoclub.

Seth (Paulo Costanzo) y Polly (Jill Wagner) son una joven pareja que se encuentra de vacaciones para celebrar su aniversario de bodas. Durante el trayecto en coche, una pareja –un ex convicto (Shea Whigham) y su novia (Rachel Kerbs) - les asalta a punta de pistola y les toma como rehenes. Al poco de reanudar la marcha, atropellan “algo” con el coche y éste tiene un reventón. Al intentar averiguar qué es lo que han atropellado, los restos que quedan en el suelo parecen cobrar vida y atacarles, por lo que enseguida vuelven atrás y siguen su camino. Lamentablemente, el accidente ha causado otros daños en el vehículo y deberán apearse en una estación de servicio para realizar la pertinente reparación. Una vez allí, se darán cuenta que algo no marcha bien, y la aparición de un extraño y mortífero ser, les obligará a refugiarse en el interior del recinto.

Sea lo que sea lo que hay ahí fuera, está claro que no está dispuesto a que nuestros protagonistas salgan con vida del lugar.


Como ya habré comentado alguna vez, las películas que transcurren en espacios cerrados y/o reducidos me fascinan, especialmente cuando los protagonistas se ven acechados por algo que, por el motivo que sea, les supera. “Splinter” es una de estas cintas, y aunque no es oro todo lo que reluce (otras con similar argumento han devenido en verdaderos despropósitos), esta vez puedo decir que la película, sin ser ninguna maravilla, es bastante disfrutable.

Para empezar, tenemos un curioso bichejo que pondrá en aprietos a las dos parejas protagonistas de esta historia. Su particularidad reside en su condición de parásito, de modo que después de “cepillarse” a sus víctimas, utiliza sus restos para desarrollar una especie cuerpo mediante el cual puede desplazarse y atacar a sus próximas víctimas (con un aspecto repulsivo sólo comparable a “La Cosa” de John Carpenter)

El título de la película –splinter- hace referencia a este curioso ser, ya que una de sus características físicas es un recubrimiento a base de astillas que se clavan en sus presas, algo así como un erizo. Si bien en este caso, no sólo provocan daño sino que también infectan/parasitan a la susodicha víctima.

Obviamente, nos encontramos con una serie B con todas las de la ley, con lo cual, el presupuesto es bastante reducido. Esto no permite que el bicho luzca con todo lujo de detalles, y para darle mayor credibilidad, el director opta por mover en exceso la cámara, de modo que lo apreciamos con cierta dificultad (no deja de ser un recurso un tanto molesto, aunque en este caso, justificable). Otros efectos especiales, en lo que a materia digital se refiere, tampoco son una maravilla, pero aún así cumplen con su cometido si uno no es demasiado exigente (véase los momentos en los que el parásito nos recuerda a “Dedos” de la Familia Addams)


A parte de una escena inicial bastante sugerente, la película mide bien el tiempo para presentar y retratar a los personajes, por lo que no debemos esperar demasiado para ver al bicho en acción. Desde el momento en que los protagonistas quedan encerrados y acechados dentro de la estación de servicio, la película mantiene el ritmo y la tensión hasta el final. Se nos muestra la agonía de los personajes ante la situación y como se les ingenian para intentar de sobrevivir a la amenaza, bien sea buscando una escapatoria o bien haciendo frente al monstruo en los momentos de mayor apuro.


Ocurren suficientes cosas dentro del lugar de la acción, como para que el desarrollo no se haga demasiado monótono. Además, la reducida duración del metraje (apenas hora y veinte minutos) hace que la trama se desenvuelva con agilidad, sin alagarse demasiado y permitiendo que apenas haya respiro entre secuencia y secuencia. Por ello, la película se ve con facilidad al tiempo que se hace bastante entretenida.

El reparto está formado mayormente por rostros televisivos. La pareja de casados, por ejemplo, la forman Jill Wagner, vista en “Blade”, y Paul Costanzo, que además de ser uno de los pirados de “Road Trip”, era el sobrino paleto de Matt LeBlanc en “Joey”, el spin-off de “Friends”. Tanto ellos como Shea Whigham hacen un trabajo bastante correcto y creíble, algo que no siempre ocurre en este tipo de producciones.

La labor de dirección no es demasiado destacable, pero Wilkins se las apaña lo suficientemente bien para ofrecer un producto efectivo en sus modestas pretensiones.

Puede que “Splinter” no se distancie demasiado de sus semejantes en cuanto a desarrollo y resolución, pero su particular y, en cierta manera, original criatura asesina, le da un toque especial y distintivo.


Valoración personal: