“Dave Made a Maze” (2017) – Bill Watterson
Sinopsis oficial: David se construye una laberíntica fortaleza en salón, y termina atrapado en su interior lleno de fantasía, trampas y criaturas, dejando a su novia Annie la tarea de dirigir un excéntrico equipo de rescate para ir en su búsqueda.
Comentario:
Simpática, original y creativa comedia fantástica en la que un laberinto de cartón se convierte en el gran protagonista.
Emulando en espíritu el toque Gondry, Watterson nos plantea una película en la que lógica no tiene cabida. El guión hace de lo absurdo e hilarante su razón de ser. No busquéis ninguna explicación a lo que sucede en pantalla porque no la hallaréis.
Un aburrido treintañero desempleado decide construirse un laberinto -en medio del salón- a base cajas de cartón (principalmente). Por desgracia, se pierde dentro su propia construcción, así que su novia y sus amigos (a cuál más nerd) deciden ir en su búsqueda y sacarlo de allí.
Así es como el grupo se adentro en los confines de un laberinto que por fuera no parecía medir más de dos o tres metros cuadrados, pero que por dentro es inmenso y asombroso. Pero eso no es todo, ya que el intricado laberinto está lleno de trampas mortales que los protagonistas deberán ir sorteando para poder llegar hasta su amigo…
“Dave Made a Maze” es sorprendentemente imaginativa en cuanto a su puesta en escena, y sus toques de humor absurdo resultan en ocasiones ingeniosos a la par que descacharrantes. El problema llega hacia la mitad, cuando la película se estanca en un juego de gato y el ratón un tanto reiterativo, y sobre todo cuando intenta aportar un poco de profundidad a un Dave que, como personaje, en realidad no nos interesa demasiado. Quizás el principal escollo es que la idea no da para una película, por corta que sea, sino más bien para un cortometraje o, ya puestos, para el videoclip de alguna pegadiza canción de algún cantante o grupo indie.
De todos modos, se trata de una película única en su especie, y eso siempre tiene su encanto. Los hipsters seguramente la adorarán.
“24X36: A Movie About Movie Posters” (2016) – Kevin Burke
Sinopsis oficial: documental que explora el nacimiento, la muerte y la resurrección del cartel de cine ilustrado.
Comentario:
Antes de que el Photoshop hiciera estragos en la cartelería cinematográfica, los carteles de cine eran ilustrados a mano por artistas (grandes artistas) que, en su mayoría, permanecieron siempre en el anonimato. Tan sólo unos pocos lograron cierto reconocimiento.
Este documental no trata de hacer un análisis exhaustivo de este arte ni de sus autores, sino de realizar una breve repaso a lo largo de todo su recorrido, desde sus inicios hasta la actualidad, destacando sobre todo a aquellos nombres que han dejado mayor huella (Bob Peak, Richard Amasel, Drew Struzan, John Alvin…).
Aunque el metraje se estructure en varios capítulos, existen dos partes bien diferenciadas en las que podemos dividir este documental: pasado y presente.
Pasado: pequeñas pinceladas de historia nos acercan a los orígenes del cartel de cine, así como un repaso a su evolución a lo largo de las décadas. Desde su nacimiento hasta su decadencia, pasando por sus años de esplendor. Todo ello a través de la exposición y de entrevistas a artistas como Roger Kastel o directores como Joe Dante, amén de a fans/coleccionistas.
Por el camino, ofrece una clara y obvia respuesta -que mucho ya deducíamos- al por qué dejaron de ilustrarse los carteles de las películas. Ocurrió sobre la década de los 90, no sólo por la irrupción de las nuevas tecnologías informáticas (presentes ya desde mucho antes), sino por el estatus de estrella de los intérpretes y, por ende, por la demanda del público. Fue cuando el actor o la actriz se convirtió en el mayor (casi el único) reclamo para vendernos una película. Ya no importaba el género o de qué tratase el filme; importaba quién la protagonizara; qué rostro serviría de gancho para arrastrar a las masas a pasar por taquilla. Y es la práctica que sigue vigente (y funcionando, dicho sea de paso) a día de hoy: una cara en primer plano y/o varias caras flotando en el aire. A menudo con un resultado técnicamente mediocre, bien por dejadez, bien por torpeza o falta de pericia/técnica (nota: el Photoshop no es el Mal, sino aquellos que no saben cómo usarlo).
Antaño, con mayor o menor arte, los carteles trataban de hacerte soñar con la idea de lo que era la película, aunque esa idea fuera, a veces, algo engañosa (cuando no una vil mentira). No son pocos los carteles que eran mejores que las propias películas a las que servían de promoción, como bien apunta alguien en el documental. Pero ese era el juego; en eso consiste el marketing. Y lo cierto es que los artistas no siempre eran conscientes de ello, pues rara vez tenían oportunidad de ver previamente la película. Se les hacia el encargo bajo unas directrices y ellos lo llevaban a cabo. No era más que un trabajo, aunque lo que hicieran muchos fueran, en mi opinión, auténticas obras de arte.
Presente: el coleccionismo ha hecho resurgir el interés por el cartel ilustrado, hasta el punto de originar una nueva corriente de artistas que realizan sus propias versiones. Y de ello han hecho un negocio (la venta de serigrafías) que ahora mismo se encuentra en alza. Muchos de estos artistas –si bien no todos- trabajan bajo licencia para los estudios, aunque rara vez sus trabajos se destinen a las marquesinas. La mayoría de las veces éste se emplea para material promocional diverso/adicional, carátulas para las ediciones domésticas, etc.
Estos nuevos artistas proliferan cada vez más en EE.UU., y este documental nos da una visión muy cercana de quiénes son algunos de ellos y de cómo se mueven y desenvuelven dentro de este lucrativo -y cada más elitista- negocio.
Para los que amamos los carteles de cine y para los que además somos artistas, este documental resulta de visionado obligado. La parte del pasado no puede sino contemplarse con absoluta nostalgia y profunda admiración, pero igual de interesante resulta la mirada al presente.
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