viernes, 20 de octubre de 2017

SITGES 2017 - Día 7 (Parte 1)


A Prayer Before Dawn” (2017) - Jean-Stéphane Sauvaire

Sinopsis oficial: Basada en la experiencia vivida por el británico Billy Moore, que sobrevivió a una dura experiencia en una cárcel en Tailandia convirtiéndose dentro en boxeador.

Comentario:

Hay cárceles y cárceles. No es que unos lugares destinados a acoger a todo tipo de delincuentes deban ser centros de confort, pero al menos sí deben respetar los derechos humanos de sus inquilinos. Además, muchos de estos centros penitenciarios cuentan con sus programas de rehabilitación/reinserción.

Pero existen cárceles que se encuentran entre las peores y más peligrosas del mundo. Una de ellas es la Prisión Central de Bang Kwang, en Tailandia, lugar en el que terminó el británico Billy Moore tras ser arrestado por tráfico de heroína.

Moore vivió allí un auténtico infierno, que luego relataría en su autobiografía (un compendio de sus experiencias/vivencias en las distintas cárceles por las que pasó), y que es el libro en el que se basa esta película.

Conocida como el “Hilton de Bangkok” (toda una ironía), Bang Kwang era -y es- una cárcel de máxima seguridad atestada de presos de larga condena y condenados a muerte. Construida para albergar unos 2.000-3.500 presos (la cifra varía dependiendo de la fuente consultada), entre sus paredes esa cifra se supera ampliamente, lo que hace que el agua y la comida sean insuficientes para todos e impere la ley del más fuerte. La tortura, el abuso de poder y la corrupción de los guardias hacia los presos, así como como las violaciones y los asesinatos entre los reos, son el pan de cada día. Sobrevivir para ver el siguiente amanecer puede llegar a ser una auténtica odisea. Eso si el sida o la tuberculosis no te matan antes. De ahí que el índice de suicidios también sea elevado.

En estas duras condiciones permaneció Moore durante unos años, y ya sea con mayor o menor veracidad, lo cierto es que la cinta refleja de forma muy cruda y realista las condiciones infrahumanas a las que viven sometidos los convictos, centrándose en cómo el británico intentó sobrevivir a ello refugiándose en el boxeo. La práctica de este deporte le permitió desfogarse y mantener la cabeza ocupada.

Ese duro y abofeteador realismo de Jean-Stéphane Sauvaire (Johnny Mad Dog) tras la cámara compensa de algún modo lo poco que llegamos a saber en realidad de Moore (quién es, cómo llegó a Tailandia y por qué terminó en el mundo de las drogas, etc.) y la poca información, en general, que nos aportan los escasos diálogos. Eso y una entregada y firme actuación del joven Joe Cole, al que los fan de Peaky Blinders ya tenemos calado, y al que también hemos podido ver de secundario en películas como la destacable “Green Room” (una de las sensaciones hace un par de ediciones) o el thriller submarino “Pressure”.



Stephanie” (2017) – Akiva Goldsman

Sinopsis oficial: Stephanie está sola en casa. No sabe por qué sus padres la han dejado allí, pero parece haberse acostumbrado a la situación, y es consciente de en qué momento debe esconderse para evitar la presencia amenazante que mora en las cercanías. ¿Deberíamos sufrir por ella, o quizá hay algo siniestro ocultándose tras los inocentes ojos de la niña?

Comentario:

En la filmografía de Akiva Goldsman como guionista se encuentran la cara y la cruz. Un tipo que por un lado es capaz de escribir los guiones de “Tiempo para matar” o “Cinderella Man”, y por el otro los de “Batman & Robin” o “Perdidos en el espacio”. Y si indagamos en su faceta de productor, todavía resulta más difícil hallar algo mediamente rescatable.

Sea como sea, tarde o temprano a todo guionista le pica el gusanillo de la dirección, y Goldsman lo hizo hace unos años con la regulera “Winter's Tale“, una producción que contaba con un interesante reparto (Colin Farrell, Russell Crowe, Jennifer Connelly, William Hurt) y un presupuesto de 60 millones nada desdeñable. 

Su fracaso y las nefastas críticas recibidas quizás hayan propiciado que Goldsman nos presente ahora una cinta mucho más modesta, en lo que se refiere a producción. La pretensiones ya van por otro camino, y de nuevo el guión vuelve a ser su condena.

El modo de arrancar la historia, dejando que vayamos situándonos en el contexto poco a poco, resulta bastante acertado, logrando engancharnos y mantenernos atentos a la pantalla durante sus primeros 20-25 minutos. Lamentablemente, la intriga y el misterio duran lo que uno tarda en olerse por dónde van los tiros. Y tampoco es que eso sea un obstáculo insalvable para seguir la trama con cierta curiosidad, sino que el problema reside en los sobados recursos de cinta de terror barato de los que Goldsman usa y abusa a lo largo del metraje.  A fuerza de asustarnos más que de inquitarnos, el director se entrega constantemente al efectismo puro y duro, rozando en ocasiones lo insultante.

Aunque el reducido reparto, con Anna Torv (Fringe) y Frank Grillo al frente, se esfuerce, el componente dramático nunca funciona, quedando anulado por el terror chapucero al que es sometida toda la cinta.

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