viernes, 6 de octubre de 2017

SITGES 2017 - Día 2 (Parte 1)


Annabelle: Creation” (2017) - David F. Sandberg

Sinopsis oficial: Varios años después del trágico fallecimiento de su hija, un juguetero que crea muñecas y su mujer, acogen en su casa a una enfermera y un grupo de chicas tratando de convertir su casa en un cálido orfanato. Sin embargo, los nuevos inquilinos se convertirán en el objetivo de Annabelle, una muñeca poseída por un ser demoníaco.

Comentario: 
La franquicia “The Conjuring” sigue dando sus frutos no sólo en forma de secuelas, sino también en forma de spin-offs. El primero de ellos, “Annabelle”, ya pudimos catarlo en Sitges antes de su estreno en salas comerciales. Aunque su recibimiento allí no fuera demasiado entusiasta, lo cierto es que la muñeca diabólica seguía dando tanto mal rollo como en sus apariciones en la película de James Wan.

Ahora, tres años más tarde, nos llega esta secuela/precuela que nos acerca a los orígenes de la dichosa muñequita; quién la construyó y cómo, de alguna forma, terminó dentro de ella un ser venido del mismísimo Infierno.

Si digo que “Annabelle: Creation” es muy superior a su predecesora probablemente muchos no lo vean como algo especialmente meritorio. Cierto es que la primera entrega no era para echar cohetes, pero tenía unos cuantos momentos aislados bien conseguidos (toda la secuencia en el sótano) y, en cierto modo, daba la sensación que se le podía sacar más jugo a este spin-off. Pues bien, en esta ocasión lo han conseguido. 

El guionista es el mismo, Gary Dauberman, pero aquí la historia, bien sea por el escenario o por las jóvenes protagonistas, lo cierto es que funciona mucho mejor. Existe una mayor empatía y la inquietud es palpable desde el primer momento. También en la silla de director se sienta esta vez alguien más habilidoso con la cámara y no un “especialista” en subproductos de videoclub. Y es que David F. Sandberg ya se mostraba bastante apañado en su corto “Lights Out”, el cual luego daría lugar al largometraje que se convertiría en su propio debut cinematográfico.

 Sanbdberg demuestra saber situar la cámara en el punto adecuado en cada momento, consiguiendo planos realmente escalofriantes sin necesidad de emplear demasiados efectismos. De vez en cuando juguetea también con atractivos travellings, lo que da un dinamismo visual siempre de agradecer para los que valoramos este tipo de detalles (llamadlo pijadas, si queréis).

Eso sí, todavía hay que lamentar esos ensordecedores sustitos a golpe de Dolby Surround a los que siguen recurriendo la inmensa mayoría de películas. Supongo que es algo tan inherente al género, que quizás ya deberíamos estar curados de espanto, y nunca mejor dicho. Pero tampoco podemos obviar que ha terminado convirtiéndose en una auténtica lacra; un recurso cada vez más molesto y dañino para nuestros oídos sobre todo si vemos la película en una sala de cine con sus potentes altavoces.

De todos modos, y pese a lo dicho, la mayor parte del tiempo los sustos funcionan por sí mismos porque Sandberg imprime un grado de tensión a las escenas bastante potente que hace que la cosa funcione sorprendentemente bien. Mejor de lo que cabría esperar para lo que se suponía la extensión de un mero spin-off sacacuartos. 

El director maneja los trucos del género con oficio (muy en la línea del propio Wan, que para algo es el “padrino”) y saca rendimiento de elementos, objetos o recovecos que le propicia el escenario para emplearlos con un buen puntito escalofriante.  

También merecen una mención especial las niñas, especialmente Talitha Bateman y Lulu Wilson, con la que ya lo habíamos pasado un pelín mal en otra satisfactoria precuela, “Ouija: Origin of Evil”, del siempre eficiente Mike Flanagan.

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