Rubio, ojos azules, cuerpo atlético, mirada penetrante y sonrisa
encantadora. Así es el protagonista de “The Guest”, lo nuevo de Adam Wingard
(You’re Next). Ni qué decir que con estos rasgos nadie podría sospechar nunca del
oscuro secreto que oculta tan misterioso personaje.
Cuando David llega al hogar de los Peterson no tarda mucho en
ganarse su confianza. Sus buenos modales, su cara de no haber roto nunca un
plato y la credibilidad de su historia pronto encandilan a sus anfitriones, que
le acogen con los brazos abiertos.
La familia perdió al joven Caleb en Afganistán, y David parece
haber llegado para llenar ese vacío. Por unos días, el recién llegado pasa a convertirse
en el hijo y el hermano que han perdido. ¿Pero es en realidad BBB quién dice
ser? Su actitud enseguida nos revela que algo oculta, pero no sabemos con exactitud
de qué se trata. ¿Es amigo o enemigo? Sus esfuerzos por hacer de su estancia en
la casa algo beneficioso para toda la familia podrían tener segundas
intenciones, y sólo la hija adolescente de los Peterson, Anna, parece guardar
las distancias.
Al igual que el Ryan Gosling de “Drive”, el magnetismo de Dan
Stevens llena la pantalla. Su personaje es al mismo tiempo héroe y villano, y
el caso es que tanto en lo uno como en lo otro rebosa carisma.
Desde el primer momento sospechamos de la identidad de, pero al
mismo tiempo que va ganándose a la familia, también nos va ganándonos a
nosotros, los espectadores. En consecuencia, llega un momento en que sean
cuales sean sus intenciones; sean cuales sean sus actos, seguimos estando de su
parte. Wingard juega con eso y consigue retorcernos la conciencia a medida que
se empieza a descubrir todo el pastel.
The Guest es una cinta de intriga y acción de regusto claramente
ochentero, tanto por su continente (esa banda sonora repleta de sintetizadores)
como por su contenido (su chulesco protagonista). Es resultona, atrevida y inapelablemente cool.
Electric Boogaloo: The Wild, Untold Story of Cannon
Films vs The Go-Go Boys: The Inside Story of Cannon
Films
El destino ha querido que dos documentales sobre la mítica productora Cannon
Films coincidan en el tiempo, y que ambos se proyecten en el Festival. Una
ocasión perfecta para poder constatar similitudes y diferencias existentes entre
ellos. Y lo cierto es que en cuanto a detalles reveladores, comparten más de lo
primero que de lo segundo.
Tanto uno como otro dedican sus minutos
a desvelarnos el auge y caída del estudio que los israelís Menahem Golam y
Yoram Globus presidieron a partir de 1979 tras su compra a sus fundadores
originales. Pero mientras que uno de los
documentales repasa concienzuda y cronológicamente la filmografía del estudio,
el otro opta por hacer especial hincapié en la figura profesional y personal de
los primos Golam y Globus, quienes además colaboran y se prestan a las
preguntas de su directora, la israelí Hilla Medalia.
Mark Hartley, que rodó con anterioridad
dos documentales dedicados al cine exploitation de los 70 y 80 (“Not Quite
Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation!” en 2008, y “Machete Maidens Unleashed! en 2010), relata
en un tono tan crítico como jocoso las peripecias de estos dos magnates de la
industria cinematográfica que tanto hicieron por llenar de cine las estanterías
de los videoclubs de la época. Y empieza desde sus humildes orígenes en su
tierra natal, Israel, hasta su desembarco en EE.UU., en dónde se convirtieron en
auténticos especialistas en producciones de bajo presupuesto enfocadas al mero
entretenimiento. Digamos que fueron, por derecho, los dignos sucesores de Roger
Corman. Y aunque siempre se les recordará por convertir en estrellas a gente
como Norris o Jean Claude Van Damme, lo cierto es también se atrevieron con
producciones de mayor envergadura (y que convirtieron en fracasos monumentales,
como “Superman IV”) así como films de otros géneros ajenos a las tiros y las
explosiones.
Hartley hace acopio de actores,
directores y guionistas que trabajaron para Golam y Globus para descubrirnos
anécdotas y curiosidades de boca de sus propios protagonistas. Del mismo modo,
y al igual que el documental de Medalia, utiliza cuantiosas imágenes de archivo
en los que aparecen los dos primos.
Pero como ya he comentado con
anterioridad, en el caso de Medalia, los propios Golam y Globus ofrecen su
propia visión de sus experiencias en el mundo del cine, por lo que el documental se centra más en ellos que en sus
películas. El tono, además, difiere notablemente del de Hartley, decantándose
por acercamiento algo más íntimo y melancólico.
En cualquier caso, dos documentales
perfectamente válidos y complementarios que radiografían sin tapujos a la
mítica Cannon, una productora que, gusten o no sus películas, forma parte
indispensable de la historia del cine.
1 comentario:
Estamos bastante de acuerdo, por suerte no se limita a copiar unicamente a Drive, el desenlace a lo Carpenter me parece un notable acierto. Mejor que You're the Next, bastante mejor.
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