Relatos Salvajes
Presente ya en nuestras carteleras nos encontramos con esta
divertida comedia negra argentina compuesta por varios episodios con un
denominador común: la ira. Un total de seis historias autoconclusivas en las
que vemos cómo los protagonistas se dejan llevar por sus impulsos, por sus
instintos más bajos/primarios o simplemente por venganza. Personajes que
pierden el control o que son víctimas de quienes cruzan la frontera entre lo
civilizado y lo salvaje.
Citándose la serie “Cuentos asombrosos” de Steven Spielberg
como referente (aunque yo más bien apostaría por la película “En los límites de
la realidad”, también producida por el –antaño- Rey Midas de Hollywood), Damián
Szifrón deja al descubierto la cara menos amable del ser humano a lo largo de
seis historias que pese su punto surrealista pueden resultarnos muy cercanas. Y
es que en algunos cortos como el de “El más fuerte”, con Leonardo Sbaraglia, o el
de “Bombita”, con el gran Ricardo Darín, podemos sentirnos perfectamente
identificados con la rabia e impotencia que sienten sus protagonistas. ¿Quién
no ha estado a punto de estallar por culpa de un conductor imbécil? O ha
deseado liarse a gritos con el conductor de la grúa que se te ha llevado el
coche… Y es que nunca se sabe de lo que podemos ser capaces cuando nos tocan
bien tocadas las narices.
Amén de lo hilarante de los seis segmentos que componen
“Relatos Salvajes”, hay que destacar que para ser una película de episodios el
conjunto mantiene un nivel bastante alto. A menudo, este tipo de cintas suelen
resultar muy irregulares, bien porque sus autores (directores, guionistas…) son
distintos o bien simplemente porque no todas las historias gozan de la misma
calidad. Pero aquí es Szifrón quién se encarga tanto de la dirección como de la
escritura del guión, y aunque es inevitable que unas historias nos gusten más
que otras, lo cierto es que en general ha dado en el clavo en todas y cada una
de ellas, consiguiendo un filme muy equilibrado y que no decae en la transición
de un corto a otro.
Aux yeux des vivants
La pareja de directores formada por Alexandre Bustillo y
Julien Maury dieron su gran salto al cine con la brutal “À l'intérieur”,
dejando una huella imborrable dentro de la nueva hornada de terror galo surgida
a principios de la década pasada. Tuvieron que pasar cuatro años para comprobar
si estos chicos iban a revolucionar el género o si lo suyo había sido un golpe
de suerte. Y a juzgar por su segundo trabajo, la olvidable “Livide”, más bien
parecía lo segundo.
Pero con “Aux yeux des vivants” llega la confirmación:
Bustillo y Maury ya no tienen nada que ofrecer al género. O al menos eso es lo
que se deduce de su último trabajo, que mezcla desafortunadamente el subgénero
psychokiller con el cine juvenil ochentero al estilo “Cuenta conmigo”. El
batiburrillo no puede resultar más indigesto…
Una simple premisa (porque de historia hay más bien poca)
sirve de excusa a los directores para mostrar en pantalla la dosis suficiente
de casquería para contentar a los menos exigentes. Pero para el que pide un
poco, como un servidor, el resultado no pasa de ser que un slasher mediocre y,
lo que es peor, aburridísimo.
Filth
Misógino, pervertido, corrupto, infiel, mezquino, adicto a
las drogas y al alcohol... Así es Bruce (James McAvoy), el protagonista de esta
irreverente comedia negra acerca de una detective escocés dispuesto a todo por
conseguir un ascenso.
Bruce Robertson es, por decirlo claro, un tipo despreciable.
Su comportamiento con sus compañeros, amigos y amantes es absolutamente
recriminable. ¿Pero hay algún motivo que justifique su conducta? Sí, lo hay, y
eso es lo más interesante de la película de Jon S. Baird. Quizás el director no
profundice lo suficiente en la psicología del personaje, pero es hacia el final
de la película cuando empezamos a compadecernos de alguien como él.
Aunque la mayor parte de los minutos están dedicados a
mostrarnos la peor cara de Bruce, hay otro momentos suficientemente
significativos para revelarnos el lado humano y trágico de su tortuosa
existencia. Y son esos momentos, precisamente, los que suben la nota de una
película que a veces se pierde un poco en sus excesos. Uno no se implica del todo en la historia
hasta que ésta no abraza su lado dramático, que es cuando parece que la trama por
fin va hacia alguna parte. El desenlace, inesperado y crudo, es el que mejor
casa con el tono de la película.
Sword of Vengeance
¿Se necesita un guión para rodar una película? No
necesariamente. Así lo demuestra Jim Weedon, que consigue llenar unos escasos
(por suerte) 87 minutos a base de espadazos y sangrienta violencia.
Un príncipe normando regresa al hogar en busca de justicia
por el asesinato de su padre, muerto a manos de su tío, Earl Durant. Por el
camino, se ganará la confianza y lealtad de unos granjeros exiliados, que
lucharán junto a él contra el ejército de Durant. Pero la sed de sangre del
protagonista le llevará a sacrificarlo todo (y a todos) con tal de consumar su
venganza.
Mucha cámara lenta acompañada de una estruendosa banda
sonora, un insulso protagonista hierático y parco en palabras (por no decir carapalo
y prácticamente mudo) y unos secundarios no mucho mejores que éste, para un
filme de venganzas con pocos (y malos) diálogos pero repleto, eso sí, de
acción. Desgraciadamente, ni tan siquiera ésta está dirigida con un mínimo de
rigor.
Un definitiva, un auténtico subproducto de videoclub que,
para colmo, se hace pesado, y al que no merece dedicarle más párrafos.
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