Recientemente se conocía, de boca del propio Vin Diesel, que
éste habría hipotecado su casa para llevar adelante esta tercera –y tardía-
entrega de la franquicia. Un acto que demuestra el cariño y el compromiso del
actor para con el personaje que, junto al Dom Toretto de “Fast & Furious”,
le abrió de par en par las puertas de Hollywood. Riddick se ha convertido en un figura icónica
dentro del género, así como la película que nos la presentó, la estupenda
“Pitch Black”, es un ejemplo perfecto de cómo muchas veces en el pote pequeño está
la buena confitura.
El culto proferido a esta deliciosa serie B animó a Diesel y
Twohy a embarcarse en una secuela, “Las crónicas de Riddick”, mucho más
ambiciosa (con “Dune” de Frank Herbert como claro referente), a la par que
costosa. Y lo pagaron caro, pues en esta ocasión el público (incluyendo al fan
de la primera parte) le dio la espalda. Un sonado fracaso de taquilla que
anulaba cualquier posibilidad de sumar continuaciones a la saga.
Huelga decir, no obstante, que se trata de una película que,
una vez asumida la ruptura conceptual con su predecesora, gana enteros con cada
nuevo visionado. Quizás por eso, y por el enorme potencial del personaje, se
lleva años persiguiendo una tercera parte. Y ahora que por fin está aquí, no
queda otra que verla y juzgar.
Traicionado por los
suyos y dado por muerto en un planeta desolado, Riddick (Vin Diesel) tiene que
sobrevivir al acecho de una letal raza alienígena de depredadores que ocupa el primer
puesto en la cadena alimenticia del lugar. Su única vía de escape pasa por
activar una baliza de emergencia, atrayendo a una serie de mercenarios y
cazarrecompensas que acudirán al planeta a por su cotizada cabeza.
La cinta empieza de forma pausada y solemne, con Riddick
hablándonos de sus pensamientos más profundos, observando su adaptación en este
inhóspito y salvaje planeta, y relatándonos la historia de traición que le ha
llevado hasta allí.
Consciente del descontento general con “Las crónicas de
Riddick”, Twohy decide pasar página con respecto al tema de los Necróferos, y
nos desvela de forma muy breve los detalles que han llevado a nuestro
protagonista a la extrema situación en la que se encuentra. Así despacha
rápidamente cualquier vínculo con el universo expandido en su predecesora, y prepara
el terreno para lo que está por venir: un
regreso a los orígenes. Y eso significa volver a posicionar a Riddick en un
entorno hostil en el que casi todo ser
viviente, humano y animal, es un enemigo mortal al que combatir.
Pero aquellos que quieren dar caza a nuestro amigo Riddick deberán
unirse a él con tal de sobrevivir a la mortífera amenaza que se cierne sobre
ellos, haciendo válida aquella emblemática frase de “el enemigo de mi enemigo,
es mi amigo” del mismo modo en que ocurría en el film original.
Podríamos decir que Twohy se plagia a sí mismo, pero en todo
caso esa sería una afirmación, si bien no errónea, sí un tanto frívola. Sería
más acertado considerar que el director
remodela y readapta la fórmula de “Pitch Black” partiendo de un punto de
partida distinto que le permite incorporar ligeras pero significativas
variaciones al esquema base. En ese
sentido, no sólo modifica al verdugo (esta vez se enfrenta a un monstruo
alienígena de hábitat acuático-terrestre), algo absolutamente necesario, sino
que convierte al grupo que acompaña al protagonista en una numerosa y dispar
cuadrilla de mercenarios, cosa que favorece el discurrir de la trama en
términos de acción. Además, al tratarse de dos equipos de mercenarios
distintos, la forzosa alianza se realiza a tres bandas, multiplicando las
discrepancias, rivalidades y conflictos internos entre ellos (patentes ya en el
primer encuentro entre sendos equipos).
Durante buena parte del metraje, Riddick es el monstruo; la salvaje e implacable bestia asesina que sale
de su madriguera para dar caza al incauto visitante. La presa se convierte
en cazador, y los cazadores en presas, dando pie al consabido juego del gato y
el ratón; sólo que esta vez el ratón es más astuto que toda la manada de gatos.
Twohy recupera así al
Riddick más feroz y letal (atención
a las gloriosas explosiones de violencia y gore), pero sin olvidar en ningún momento
ese lado humano (y sufridor) que siempre le ha caracterizado, y que en esta
ocasión se delata ante un peculiar y peludo compañero de andanzas. Un lado más
amable que contrasta positivamente con su brutalidad a la hora de batirse en
duelo ante el enemigo.
La chulería y la socarronería habituales del personaje,
aspectos que, junto al resto de atributos, le han convertido desde la primera
entrega en un gran personaje (aunque aquí alguna de sus vaciladas –la venganza
contra Santana- peque de exagerada), aumentan considerablemente con respecto a
sus predecesoras. El humor, un
factor eventual en la saga (quién no recuerda la muerte por “tazazo” de la segunda
entrega), tiene aquí un valor añadido,
con momentos bastante salados que nos arrancan una buena carcajada; menudo
a costa de Santana, el grotesco y sádico sujeto que interpreta nuestro “querido”
Jordi Mollá. De hecho, quien pensara que la presencia del actor español iba a
ser meramente testimonial (un servidor, por ejemplo), no puede andar más
equivocado. Mollá chupa cámara, y debido a la guasa con la que Twohy construye
su personaje, no sólo no desentona en el conjunto sino que se erige como un
valioso miembro del reparto de cara al jocoso
cachondeo que el director nos proporciona.
Del resto de mercenarios, algunos pasan por pantalla sin pena gloria, como es de esperar, pues no son más que mera carnaza. Otros, simplemente, están ahí de relleno, para que haya variedad (el mercenario yogurín). Y otros, en cambio, se ganan su peso en la trama, como es el caso de Johns (Matt Nable), jefe del grupo de cazarrecompensas más, digamos, civilizado, y cuya naturaleza le vincula con la primera película de la saga, ofreciendo una dualidad muy interesante para con Riddick. También tenemos –quizás un poco desaprovechada- a la televisiva Katee Sackhoff (Battlestar Galactica, Longmire) en el rol de Dahl, la (única) tía dura del grupito y ocasional interés estrictamente físico del protagonista (y del director, quién no duda en mostrar sus bondades a cámara; dile tonto…); y al luchador de la WCW Dave Bautista haciendo currículum en esto del cine en un papel de pocas palabras, a sabiendas de sus limitaciones, pero que cuenta con sus minutos de gloria.
Todos ellos acorralados por unos bicharracos que aparecen oportunamente (cambiemos la propicia oscuridad de “Pitch Black” por la lluvia a modo de excusa para que los animalitos campen a sus anchas y se puedan pegar un buen festín) para terminar de aguarles la fiesta en lo que viene a ser la traca final de la película. Evidentemente, éste es el tramo más ligado al concepto primigenio que dio lugar a tan soberbia monster-movie.
Si la decepción inicial con “Las crónicas de “Riddick” vino
por alejarse, en tono y pretensiones, a lo visto en su predecesora, aquí uno no
puede sino complacerse por haberse retomado la esencia de aquello que hizo
grande a “Pitch Black”; el concepto survival sumergido dentro de una
monster-movie de ciencia-ficción (al estilo Aliens
o Depredador), recuperando elementos
cruciales de aquella (el planeta desértico, las criaturas alienígenas o la nave
como única vía de escape) para darles un tratamiento algo distinto que logra compensar su escasez de originalidad
con toneladas de diversión. Porque “Riddick”
es un producto de “serie B” (38 milloncitos muy bien aprovechados, aunque
de forma ocasional se muestren insuficientes) muy bien apañado y que da justo en la diana, erigiéndose como una dignísima y sumamente satisfactoria variante
de “Pitch Black” sin que ello se convierta en un hándicap sino todo lo
contrario, una virtud. Twohy trata de
cerrar así las heridas abiertas con el fandom, alargando y enriqueciendo un poco más la leyenda de Richard B. Riddick.
Por ello, mi sentencia no puede ser otra que: ¡larga vida a Riddick!
Valoración personal:
11 comentarios:
¿Remodela y readapta? Pero si la segunda mitad es un calco. Pero lo que más duele es ver a Riddick haciendo pactos y socializando con unos mercenarios. ¿Qué hay de aquel Riddick que solo miraba por su interés propio? El humor ha sido un elemento dispuesto con sutileza en las anteriores, aquí se descontrola un poco con el momento del armario y Mollá, ¿qué clase de mercenario se pone a llorar? Yo creo que no compensa la diversión a la originalidad. Además una cosa que no mencioné en mi crítica es el brusco montaje, como la pelea entre Dahl y Santana, resuelta de un manotazo. Hubo cosas que me gustaron, pero juntando lo bueno no logra superar a lo malo. Larga vida al Riddick original.
Es lo mismo y no es lo mismo. Pero precisamente eso es lo que yo quería ver en la película. Ni más ni menos. Y que hubiera más humor me sorprendió, pero a diferencia de ti, lo hizo para bien.
En cuanto a la no pelea entre Dahl y Santana, se trata de una elipsis lógica. Ella ya le había ahostiado con anterioridad. No tenía ningún sentido volver a escenificar algo similar (hubiera quedado reiterativo), y por eso Twohy opta por esa elipsis. No veo el problema.
En cuanto al propio Riddick, sigo viendo al de siempre.
Saludos ;)
Ya lo veo. ;)
Cierto, pero la cantidad de sangre en el suelo, no corresponde a la de una hostia en la cara. La escena descoloca.
Yo lo ví a ratos...pero me supo a poco.
¿Subes al festi?
Lamentablemente no. Este año también me quedo sin Sitges. No hay guita... :(
Lo siento. :(
No he revisado la segunda desde que la vi en el cine, por que no me quedó ninguna gana... Este me ha parecido que la mejora bastante, por lo menos recupera el tono survival que fue lo que hizo triunfar a la primera... No tiene ni de lejos la frescura y la audacia de la primera, pero se puede disfrutar. Si te apetece pasarte por nuestro blog, he publicado mi opinión hoy mismo.
Saludos
Como digo al inicio de la crítica, la segunda entrega mejora con los visionados. Recuerdo que la primera vez que la vi no me gustó nada. En cambio, fue darle otra oportunidad un tiempo más tarde y cambiar por completo de opinión.
Aún así, en el podium de la saga, las Crónicas ocuparían el tercer lugar. Ésta última es mucho mejor.
Saludos ;)
Debo reconocer que no he visto ninguna cinta de esta saga. La verdad es que al principio no me llamó la atención y supongo que luego pues no me puse al corriente. Obviamente pasa a la lista de pendientes, ya que Diesel me cae bastante bien desde que vi un par de entrega de "Fast and Furious" muy logradas, más precisamente la primera y la quinta.
Saludos, Jorge!
Te recomiendo sobre todo la primera entrega, Pitch Black. Y si esa te gusta, entonces sigue con el resto.
La saga "Fast and Furious" ha ido mejorando mucho con las últimas entregas. Mi favorita es la quinta.
Saludos ;)
Debo ser de los pocos a los que le gustó "Las crónicas", con aquella prisión llamado Crematoria y toda esa influencia de Dune puesta al día.
Si le gustó a la primera, entocnes sí, debe ser de los pocos xD
Yo me uní al club en un segundo visionado.
Saludos ;)
P.D.: La parte de Crematoria es la mejor de la película.
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