sábado, 21 de septiembre de 2013

“Justin y la espada del valor” (2013) - Manuel Sicilia


En un mercado como el de la animación por ordenador, con estudios (americanos) tan potentes como Disney/Pixar o Dreamworks, entre otros, no resulta nada fácil hacerse un hueco. No sólo hay que competir con sus multimillonarios presupuestos, que les permiten un acabado visual impecable, sino también con su poderosa mercadotecnia publicitaria y sus voluminosas exportaciones al mercado internacional.

La industria americana es fuerte e implacable, pero estrenos recientes como “Tadeo Jones” han demostrado que, si se hacen bien las cosas, con el producto nacional también se puede conquistar al público (y a la crítica) y arrasar en taquilla. Y eso que los comienzos fueron algo torpes e inseguros.

“Donkey Xote”, sin ir más lejos, fue uno de los primeros intentos fallidos de nuestra industria. Aún se estaba tanteando el terreno, y no sólo la animación no estaba a la altura sino que tampoco el guión daba la talla (y pasar a copiar al burro de Shrek no fue, precisamente, un movimiento acertado). Al año siguiente la empresa granadina Kandor Graphics llevó a cabo, con el apoyo de la productora de Antonio Banderas, un nuevo proyecto: “El lince perdido”, cinta de animación con una historia -al que Donkey Xote- muy autóctona y con un trasfondo ecológico. Y si bien ésta aún quedaba lejos del cine que se producía al otro lado del charco, no es menos cierto que empezaban a apreciarse en ella ciertas mejoras tanto a nivel visual como en otros aspectos.

Con la llegada de “Planet 51” las cosas tomaron un cariz muy distinto. Se trataba ya de una superproducción de elevado presupuesto en la que se invirtieron muchos años de trabajo, y que tuvo unas ventas considerables a nivel internacional, proyectándose en 170 países de todo el mundo (sólo en EE. UU. se exhibió en 3500 salas). No es de extrañar, pues, que con esa cifra se convirtiera en la película española más taquillera de aquél año 2009.

Ahora, pasados varios años desde su debut, Kandor Graphics y Antonio Banderas vuelven a la carga con “Justin y la espada del valor”, una curiosa vuelta de tuerca a las gestas caballerescas.

Justin vive en un reino en donde los caballeros han sido desterrados y la justicia pasa por manos de los abogados. Su mayor sueño es llegar convertirse en un caballero, como lo fue su abuelo, pero su padre Reginald, consejero de la Reina, tiene otros planes para él: desea que su hijo siga sus pasos y se convierta en abogado.

Aguerridos y astutos guerreros, diestros con la espada y la palabra, de brillantes armaduras y obedientes corceles, y siempre dispuesto a servir y proteger al más débil.  Así son los caballeros. O al menos así eran… Sus tiempos de gloria, cuando eran reconocidos, admirados y respetados por todos, terminaron con la llegada de los burócratas y sus abusivas leyes.

En el reino de Justin ya no hay lugar para los caballeros, quiénes fueron desterrados y declarados proscritos a los ojos de la ley. Y sin embargo, la ilusión que persigue Justin desde bien pequeño es ser un caballero, pese a los designios de su padre, quién insta en convertirlo en un respetado abogado a su imagen y semejanza.


La historia de Justin es la historia de un muchacho que desea luchar contra el destino que se le impone. Su intención es tomar las riendas de su vida y su futuro, y lograr así alcanzar su anhelado sueño de convertirse en caballero. Y si para ello debe huir a escondidas del reino en busca de aventuras, que así sea.

Pero convertirse en caballero no es tarea fácil. Su admirable valentía y su buen corazón no son suficientes para alzar la espada en duelo, por lo que tendrá que afrontar un duro adiestramiento con, eso sí, los mejores maestros que uno pudiera desear.

De aspecto severo pero carácter afable, Legantir es el monje prior de la Abadía a la que Justin acudirá para su entrenamiento. Allí sus otros dos maestros serán Braulio, un sabio monje inventor de ingeniosos artilugios (atención a su “temible dragón”); y Blucher, un rudo y viejo caballero de la orden de los Caballeros del Valor que le instruirá en el manejo de la espada.

Con su ayuda, el delgaducho y patoso Justin se pondrá a prueba a sí mismo, tratando de mejorar sus habilidades hasta hacerse digno de lucir su reluciente armadura. Y debe darse prisa porque una amenaza se cierne sobre su reino: el malvado Sir Heraclio, un desterrado caballero en busca de venganza, ha reunido  a un ejército de maleantes con la seria intención de arrebatarle el trono a la Reina.


Una vez más, se trata de la eterna lucha del bien contra el mal, sólo que esta vez un admirable caballero es el villano de la función y un joven aprendiz de abogado es el héroe. Y como ya hace tiempo que dejamos atrás aquello de la damisela en apuros, nos topamos también con personajes femeninos de armas tomar como Talia, una compañera de aventuras diestra y leal (y a quién el intrusivo doblaje de Imma Cuesta le hace un flaco favor). A esta simpar pareja se une un mago muy peculiar que responde al nombre de Melquiades… O bien al de Karolius, según cuál sea la personalidad que adopte este excéntrico y bipolar hechicero. Todo un guiño éste a un “mítico” personaje de la farándula televisiva española de la década de los 90: Carlos Jesús/Micael (¿quién no se acuerda de sus revelaciones sobre Raticulín?).

En eso y poco más quedarían las escasas referencias patrias de la película (el resto son más bien cinéfilas), ya que por lo demás se trata de una propuesta universal y fácilmente exportable a otros mercados. Una vuelta de tuerca a las historias de caballería, con personajes estrafalarios tanto a un bando como al otro (además de Melquiades, tenemos también a Sota, el afeminado compinche de Heraclio; o Sir Antoine, un cobarde y avaricioso impostor), y portadora de valores que no por típicos dejan de ser fundamentales, como son el confiar en ti mismo y nunca darte por vencido, el luchar por lo que es justo o el decidir tu propio destino aún a expensas de lo que los demás quieran para ti.

Todo ello hace de “Justin y la espada del valor” una amena cinta de aventuras para toda la familia, demostrando una vez más que la animación nacional puede ser competente (no sólo a nivel técnico) y una válida alternativa al cine USA.


Si algo hay que reprocharle a la película, no obstante, sería su endeble apartado cómico, que no termina nunca de arrancarnos una buena carcajada.  



Valoración personal:

2 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Cuando acompañé a mi hija a ver la de Gru 2, echaron los trailers de "Epic", "Justin", "Futbolín" y una de un caracol de carreras y la única que parecía destacar por encima de las demás era la propuesta futbolera de Campanella. Esta que nos ocupa no se si es que tiene poca gracia o que el trailer no fue demasiado acertado.

Pliskeen (David Ribet) dijo...

No es ninguna maravilla, pero hay que decir que el trailer le hace un flaco favor.

Este año la animación no parece que vaya más allá del aprobado. Aunque ayer mismo vi The Croods y me gustó bastante.

Saludos ;)