En un mercado como el de la animación por ordenador, con
estudios (americanos) tan potentes como Disney/Pixar o Dreamworks, entre otros,
no resulta nada fácil hacerse un hueco. No sólo hay que competir con sus
multimillonarios presupuestos, que les permiten un acabado visual impecable,
sino también con su poderosa mercadotecnia publicitaria y sus voluminosas exportaciones
al mercado internacional.
La industria americana es fuerte e implacable, pero estrenos
recientes como “Tadeo Jones” han demostrado que, si se hacen bien las cosas, con
el producto nacional también se puede conquistar al público (y a la crítica) y
arrasar en taquilla. Y eso que los comienzos fueron algo torpes e inseguros.
“Donkey Xote”, sin ir más lejos, fue uno de los primeros
intentos fallidos de nuestra industria. Aún se estaba tanteando el terreno, y
no sólo la animación no estaba a la altura sino que tampoco el guión daba la
talla (y pasar a copiar al burro de Shrek no fue, precisamente, un movimiento
acertado). Al año siguiente la empresa granadina Kandor Graphics llevó a cabo,
con el apoyo de la productora de Antonio Banderas, un nuevo proyecto: “El lince
perdido”, cinta de animación con una historia -al que Donkey Xote- muy
autóctona y con un trasfondo ecológico. Y si bien ésta aún quedaba lejos del
cine que se producía al otro lado del charco, no es menos cierto que empezaban
a apreciarse en ella ciertas mejoras tanto a nivel visual como en otros
aspectos.
Con la llegada de “Planet 51” las cosas tomaron un cariz muy
distinto. Se trataba ya de una superproducción de elevado presupuesto en la que
se invirtieron muchos años de trabajo, y que tuvo unas ventas considerables a
nivel internacional, proyectándose en 170 países de todo el mundo (sólo en EE.
UU. se exhibió en 3500 salas). No es de extrañar, pues, que con esa cifra se
convirtiera en la película española más taquillera de aquél año 2009.
Ahora, pasados varios años desde su debut, Kandor Graphics y
Antonio Banderas vuelven a la carga con “Justin y la espada del valor”, una
curiosa vuelta de tuerca a las gestas caballerescas.
Justin vive en un
reino en donde los caballeros han sido desterrados y la justicia pasa por manos
de los abogados. Su mayor sueño es llegar convertirse en un caballero, como lo
fue su abuelo, pero su padre Reginald, consejero de la Reina, tiene otros
planes para él: desea que su hijo siga sus pasos y se convierta en abogado.
Aguerridos y astutos guerreros, diestros con la espada y la
palabra, de brillantes armaduras y obedientes corceles, y siempre dispuesto a
servir y proteger al más débil. Así son
los caballeros. O al menos así eran… Sus tiempos de gloria, cuando eran
reconocidos, admirados y respetados por todos, terminaron con la llegada de los
burócratas y sus abusivas leyes.
En el reino de Justin ya no hay lugar para los caballeros,
quiénes fueron desterrados y declarados proscritos a los ojos de la ley. Y sin embargo,
la ilusión que persigue Justin desde bien pequeño es ser un caballero, pese a
los designios de su padre, quién insta en convertirlo en un respetado abogado a
su imagen y semejanza.
La historia de Justin es la historia de un muchacho que
desea luchar contra el destino que se le impone. Su intención es tomar las
riendas de su vida y su futuro, y lograr así alcanzar su anhelado sueño de
convertirse en caballero. Y si para ello debe huir a escondidas del reino en
busca de aventuras, que así sea.
Pero convertirse en caballero no es tarea fácil. Su
admirable valentía y su buen corazón no son suficientes para alzar la espada en
duelo, por lo que tendrá que afrontar un duro adiestramiento con, eso sí, los
mejores maestros que uno pudiera desear.
De aspecto severo pero carácter afable, Legantir es el monje
prior de la Abadía a la que Justin acudirá para su entrenamiento. Allí sus
otros dos maestros serán Braulio, un sabio monje inventor de ingeniosos
artilugios (atención a su “temible dragón”); y Blucher, un rudo y viejo
caballero de la orden de los Caballeros del Valor que le instruirá en el manejo
de la espada.
Con su ayuda, el delgaducho y patoso Justin se pondrá a
prueba a sí mismo, tratando de mejorar sus habilidades hasta hacerse digno de
lucir su reluciente armadura. Y debe darse prisa porque una amenaza se cierne
sobre su reino: el malvado Sir Heraclio, un desterrado caballero en busca de
venganza, ha reunido a un ejército de
maleantes con la seria intención de arrebatarle el trono a la Reina.
Una vez más, se trata de la eterna lucha del bien contra el mal, sólo que esta vez un admirable
caballero es el villano de la función y un joven aprendiz de abogado es el
héroe. Y como ya hace tiempo que dejamos atrás aquello de la damisela en
apuros, nos topamos también con personajes femeninos de armas tomar como Talia,
una compañera de aventuras diestra y leal (y a quién el intrusivo doblaje de
Imma Cuesta le hace un flaco favor). A esta simpar pareja se une un mago muy
peculiar que responde al nombre de Melquiades… O bien al de Karolius, según
cuál sea la personalidad que adopte este excéntrico y bipolar hechicero. Todo
un guiño éste a un “mítico” personaje de la farándula televisiva española de la
década de los 90: Carlos Jesús/Micael (¿quién no se acuerda de sus revelaciones
sobre Raticulín?).
En eso y poco más quedarían las escasas referencias patrias de
la película (el resto son más bien cinéfilas), ya que por lo demás se trata de
una propuesta universal y fácilmente
exportable a otros mercados. Una vuelta
de tuerca a las historias de caballería, con personajes estrafalarios tanto
a un bando como al otro (además de Melquiades, tenemos también a Sota, el
afeminado compinche de Heraclio; o Sir Antoine, un cobarde y avaricioso
impostor), y portadora de valores que no
por típicos dejan de ser fundamentales, como son el confiar en ti mismo y
nunca darte por vencido, el luchar por lo que es justo o el decidir tu propio
destino aún a expensas de lo que los demás quieran para ti.
Todo ello hace de “Justin y la espada del valor” una amena cinta de aventuras para toda la
familia, demostrando una vez más que la animación nacional puede ser competente
(no sólo a nivel técnico) y una válida
alternativa al cine USA.
Si algo hay que reprocharle a la película, no obstante, sería
su endeble apartado cómico, que no
termina nunca de arrancarnos una buena carcajada.
Valoración personal:
2 comentarios:
Cuando acompañé a mi hija a ver la de Gru 2, echaron los trailers de "Epic", "Justin", "Futbolín" y una de un caracol de carreras y la única que parecía destacar por encima de las demás era la propuesta futbolera de Campanella. Esta que nos ocupa no se si es que tiene poca gracia o que el trailer no fue demasiado acertado.
No es ninguna maravilla, pero hay que decir que el trailer le hace un flaco favor.
Este año la animación no parece que vaya más allá del aprobado. Aunque ayer mismo vi The Croods y me gustó bastante.
Saludos ;)
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