De todos los intentos por conseguir una nueva franquicia
juvenil que pudiera competir contra el todopoderoso Harry Potter, probablemente
el único o de los pocos que no devino en un sonado fracaso fue “Percy Jackson y
el ladrón del rayo”. Si bien no se puede decir que dicho film causara el
impacto ni provocara el fenómeno de masas que sí tuvo (y retuvo) Potter, lo
cierto es que a esta primera adaptación de la saga literaria “Percy Jackson y
los Dioses del Olimpo” le fue lo suficientemente bien en taquilla como para
justificar la aparición de una segunda entrega. Dicha secuela llega tres años
después de su predecesora con la intención de contentar a sus seguidores y, a
ser posible, sumar nuevos adeptos.
En esta ocasión, Percy
y sus amigos deben encontrar el legendario vellocino de oro mágico para poder
defender el Campamento Mestizo, amenazado éste por monstruos mitológicos que
han logrado sortear sus barreras protectoras.
El viaje llevará a
nuestros protagonistas a embarcarse en una peligrosa odisea a través de las
aguas del inexplorado y mortífero Mar de los Monstruos, al que los humanos
conocen como Triángulo de las Bermudas.
Ya ha transcurrido un tiempo desde que Percy Jackson salvara
al Olimpo de su destrucción. Desde entonces, su vida en el Campamento Mestizo
ha pasado más bien sin pena ni gloria, por lo que llega a cuestionarse si su
primera gran victoria no fue sólo fruto de la casualidad; si en realidad
aquello no fue más que una heroicidad de un solo día. Ahora que sus dudas le perturban,
se cierne sobre él y el resto de los hijos de los dioses una terrible amenaza.
El Campamento corre un serio peligro, y Percy no duda ni un segundo en volver a
entrar en acción para demostrarse a sí mismo y a los demás que es un digno hijo
de Poseidón.
Por supuesto, sus amigos, Annabeth (hija de Atenea) y el
sátiro Grover, le apoyarán y se unirán a él en esta aventura en la que tendrán
que hacer frente desde un toro mecánico que escupe fuego hasta cíclopes
gigantes, entre otras terroríficas criaturas.
El recital de referencias a la mitología griega sirve, tal
como ocurría en su antecesora, para trasladar objetos y personajes de aquellos
mitos a la actualidad y confeccionar nuevas hazañas para nuestros jóvenes
protagonistas. Así que si alguien confiaba en que esta segunda entrega se
mantendría algo más fiel a aquellas leyendas, que se vaya olvidando de ello. A
fin de cuentas, el objetivo de Rick Riordan, autor de las novelas, no residía
en adaptar dichos mitos a a nuestros tiempos sino en extender aquellas
historias, en darles aires renovados
para que sus fantasías pudieran seguir conquistando a las generaciones
venideras.
Éste concepto es trasladado a las películas, beneficiándose
de las ventajas del medio audiovisual para desplegar en él dichas aventuras con
la espectacularidad requerida. A tales efectos, no obstante, cabe lamentar que el apartado infográfico
no esté a la altura de las circunstancias. Los efectos especiales/digitales son, en ocasiones, bastante resultones,
pero en otras más bien cantan la Traviata, lo que dificulta seriamente la
credibilidad del repertorio fantástico que se da cita en pantalla. Y para una superproducción que se apoya
prácticamente en sus efectos, eso resulta bastante daniño de cara al
disfrute del espectador.
También se nota la ausencia de Chris Columbus en la silla de
director. El hombre a quién le debemos –ya sea como guionista o como director-
algunos clásicos de nuestra infancia (Los
Goonies, El secreto de la pirámide o Gremlins), el que dio vida a las dos
primeras entregas de Harry Potter y en quién se confío los mandos de esta nueva
franquicia, ejerce en esta ocasión de mero productor ejecutivo, quedando
patente que a su sustituto, Thor Freudenthal (El diario de Greg), el encargo le viene un pelín grande.
Aunque “Percy Jackson y el mar de los monstruos” mantiene la esencia del film original y
persigue sus mismo patrones aventurescos, se percibe en ella un aumento
en las dosis de humor (a ratos simpático, a ratos risible). Las gracietas
cómicas ya no recaen en exclusiva en el personaje del sátiro, si no que todos
aportan su granito de arena. Quizás lo
mejor en este sentido sea la breve
pero estelar aparición de Nathan Fillion (¿o es Richard Castle?) como el
Dios Hermes, y su sutil guiño hacia “Firefly”.
El hijo de Hermes, por cierto, vuelvo a ser el villano de la
historia, pese a su supuesto fallecimiento en la primera entrega. Y es que ya
se sabe que en una saga la muerte de un personaje no siempre es definitiva.
El regreso de Luke sigue condicionado por su odio hacia los
Dioses, esos padres sobrenaturales y ausentes a quienes parece no importarles
lo más mínimo la vida de sus descendientes. Luke pone en marcha su pérfido plan
y, por supuesto, Percy y sus amigos tratarán de desbaratarlo. Y esta vez lo
harán incorporando nuevos aliados a sus filas: Tyson, un inesperado hermanastro
de Percy afectado por su condición de medio-monstruo; y Clarrise, hija de Ares
(el Dios de la guerra) y principal rival por el liderazgo en el Campamento
Mestizo.
Así que un repertorio
heroico ampliado y nuevos monstruos es lo que ofrece esta continuación que,
en líneas generales, se mantiene en la línea del anterior film, esto es, un ligero e inofensivo entretenimiento para
la chiquillada. Por tanto, si aquella te gustó o como mínimo te hizo pasar
el rato, ésta también lo hará. Si por el contrario te pareció otro fallido
producto juvenil, lo más probable es que esta secuela no mejore tu opinión al
respecto.
¿Habrá tercera entrega? La película deja un final abierto
para que así sea, y dado que la (primera) saga literaria consta de tres libros
más, lo lógico es que el estudio esté interesado en adaptar todos y cada uno de
ellos. Pero como siempre, el que manda es el público, y si éste no responde como
es de esperar, ésta podría ser la última aparición cinematográfica de Percy
Jackson. A su homónimo en papel, no obstante, seguramente le quede cuerda para
rato.
Valoración personal:
2 comentarios:
Pues a decir verdad nunca me han interesado este tipo de propuestas, aunque no dudo de su calidad, es un género que no me llama la atención. De hecho, me sucede lo mismo con la saga de Harry Potter. En todo caso te felicito por tu impecable reseña.
Saludos!
A mi la saga del mago gafotas tampoco me dice nada. Me quedé en la tercera y no tuve ánimos para seguir viendo más entregas.
En cuanto a ésta, el tema de la mitología siempre me ha gustado, y supongo que por eso me ha llamado más la atención. De todos modos, no dejan de ser, tanto ésta como su predecesora, ligeros entretenimientos para el público juvenil.
Saludos ;)
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