viernes, 16 de marzo de 2012

“Contraband” (2012) - Baltasar Kormákur

Crítica Contraband 2012 Baltasar Kormákur
Cuando en Hollywood un estudio adquiere los derechos de una producción del otro lado del charco, lo más habitual es encargarle la realización del remake a alguien de la casa. En su defecto, puede ocurrir que el director de la cinta original repita la jugada y se ponga detrás de la cámara para realizar la versión americana. Ese sería el caso de “13 Tzameti”, thriller francés que en su versión yanqui (no estrenada aún en salas de cine, y eso que data de 2010) contaba de nuevo con Géla Babluani en labores de dirección y guión (co-guionista, para ser más exactos) y adjudicándose para la ocasión un reparto de relumbrón (Jason Statham, Mickey Rourke, Michael Shannon, Alexander Skarsgård, Ray Winstone…).

Lo que ya no es tan común es encontrarse con que el tipo que asume esa responsabilidad (dirigir el remake) es el actor protagonista del filme original. Esto es lo que ocurre con la película que nos ocupa.

Baltasar Kormákur es un hombre polifacético. De origen hispano-islandés, Kormákur ha ejercido como actor y dirigido y producido varios films en Islandia. En 2008 produjo y fue el protagonista de “Reykjavik-Rotterdam”, thriller que ha servido de base para construir la historia de “Contraband”, versión a la americana de aquél y segundo largometraje en suelo estadounidense de Kormákur tras “Inhale”.

Chris Farraday (Mark Wahlberg) dejó atrás sus actividades delictivas como contrabandista y disfruta ahora de una cómoda vida familiar junto a su esposa (Kate Beckinsale) y sus dos hijos. Sin embargo, cuando su cuñado Andy (Caleb Landry Jones) mete la pata en un asunto de drogas encargado por su implacable jefe Tim Briggs (Giovanni Ribisi), Chris se ve obligado a volver a hacer lo que mejor se le da, pasar contrabando, para pagar la deuda de Andy.

El modo en el que se construye la trama de la película no es, ni mucho menos, original, y si tuviéramos que buscar un ejemplo similar más o menos reciente en el tiempo lo encontraríamos en “60 segundos”, aquél filme que también contaba con la presencia de Giovanni Ribisi. Pero si en aquella Ribisi era el culpable indirecto de que su hermano, un experto ladrón de coches (interpretado por un Nicolas Cage antes de entrar en decadencia) tuviera que volver a las andadas para dar la cara por él ante un mafioso con muy malas pulgas, aquí ese papel recae en Caleb Landry Jones (el mutante Banshee en “X-Men: Primera generación”), mientras que él, Ribisi, interpreta ahora el rol de delincuente en la piel del peligroso Tim Briggs. Y de robar coches pasamos ahora a un asunto de contrabando de drogas en el que inevitablemente se tendrá que implicar Chris, un legendario contrabandista que decidió dejar atrás la vida criminal para no acabar entre rejas como su padre.

Pero ante las amenazas de Riggs, a Chris no le queda otra que salir de su retiro, tirar de antiguos contactos/recursos y reunir a un equipo de confianza para hacer un último trabajito y tratar de saldar la deuda que tiene el hermano de su mujer.

Chris cuenta con la ayuda de su mejor amigo –casi como un hermano- Sebastian Abney (Ben Foster) para encargarse de cuidar a su familia mientras él viaja a Panamá para hacerse con varios millones de dólares en billetes falsos. Y es que por muy delincuente que sea, nuestro protagonista tiene sus propias reglas, y lo de pasar droga de contrabando no van con él. Por tanto, el dinero falso debe convertirse en la moneda de cambio para ajustar cuentas con Briggs.
Como suele ocurrir en este tipo de historias, cuyo esquema es muy similar al de las películas de robos y atracos, los planes no siempre salen como uno tenía previsto, así que nada más poner un pie en Panamá las cosas empezarán a torcerse y a complicarse de mala manera...



Asumiendo que Wahlberg es un actor de limitadas capacidades interpretativas, lo único que resta esperar de él es que al menos resuelva la papeleta con cierto oficio, teniendo en cuenta que el personaje que asume, el héroe de la historia, tampoco exige mucho esfuerzo, y que tampoco dista demasiado de otros que ya ha interpretado con anterioridad (véase el ladrón Charlie Croker del remake de “The Italian Job”). Así pues, “Marky Mark” cumple sin más en un trama que, como ya he comentado anteriormente, sigue unas pautas muy parecidas a las de las cintas de robos, pues la idea no deja de ser la de hacerse con una mercancía (que puede ser dinero, joyas, drogas, coches de lujo, obras de artes… lo que se tercie) y despistar a las autoridades (en este caso, los agentes de aduanas) para que no les chafen el negocio.

Y lo malo de compartir ciertos elementos, y de que estemos ante un thriller dónde abundan los clichés a punta pala, es que todo resulta muy previsible; cada personaje, cada paso que dan… Nos es todo tan familiar que no hay giro argumental o golpe de efecto que nos pille por sorpresa.

Chris tiene que resolver el asunto que tiene entre manos en cuestión de horas si no quiere perder el barco que le ha de llevar de vuelta a casa. En ese tiempo debe sortear todo tipo de dificultades y contratiempos que ponen en peligro su misión y, en consecuencia, la vida de su familia. Y, sinceramente, no hay problema que no nos olamos ya a kilómetros. Las traiciones se ven venir desde una hora lejos SPOILER-- sobre todo si para el rol de “amigo traidor” fichas a alguien tan encasillado –al menos en historias de este tipo- como Ben Foster --FIN SPOILER y las piruetas e ingenios que Chris tiene que sacarse de la manga para sortear los obstáculos son casi de manual (SPOILER-- el truquillo de sal ya lo hemos visto antes y lo de la aspirador te lo figuras desde el primer instante en el que las cosas empiezan a ir mal -- FIN SPOILER).


De todos modos, estamos ante una cinta de género que es, cuanto menos, entretenida, así que su previsibilidad no supone tampoco un gran impedimento para dejarse llevar durante un par de horas mientras se devora un cubo de palomitas recién hechas (lo de “recién hechas” en el mejor de los casos). Hay detalles interesantes que nos sacan alguna sonrisita, como por ejemplo esa ligera puyita al arte contemporáneo con el cuadro de Pollock, la camadería entre Chris y sus compañeros o los roces de éste con el capitán del barco encarnado por J.K Simmons. Además, el personaje de Foster es algo más complejo de lo que cabría esperar, así que el guión resuelve el conflicto que le atañe (SPOILER -- con el castigo que le corresponde, cuando lo más fácil –yendo en contra de la ética de Chris- hubiese sido pegarle un tiro y santas pascuas -- FIN SPOILER)

Por otro lado, el reparto, que incluye a gente como Ribisi (con un look muy quinqui), Foster, Beckinsale (más guapa y más creíble que cuando mata hombres lobos embutida en cuero), Simmons o Lukas Haas, cumple sobradamente y la dirección de Kormákur, que se abstiene de florituras (las secuencias de acción tienen ese toque sucio y realista de los thrillers de hoy día, así que no busquéis espectacularidad por ningún lado), es lo suficientemente apañada para conseguir llevar a buen puerto -y nunca mejor dicho- un guión tan tópico como funcional.

Así que “Contraband” cumple con el trámite, siempre que no le pidas peras al olmo, en cuyo caso mejor ni te molestes en verla.



Valoración personal:

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