domingo, 24 de septiembre de 2017

“Kingsman: El círculo de oro” (2017) – Matthew Vaughn



Sinopsis: Cuando el cuartel general de la agencia secreta es destruido, se descubre una organización de espionaje aliada en EE.UU. llamada Statesman, cuyo origen se remonta a la fecha en que ambas fueron fundadas. En una nueva aventura que pone a prueba la fuerza y el ingenio de sus agentes, ambas organizaciones secretas de élite aúnan sus esfuerzos para intentar derrotar a su enemigo común y salvar al mundo... algo que está convirtiéndose en una especie de hábito para Eggsy. 

Comentario:
Basándose en el cómic de Mark Millar, “Kingsman: The Secret Service” de Mathew Vaughn supuso, para el cine de espías, un regreso a los orígenes más lúdicos del subgénero. Héroes imbatibles, villanos megalómanos, hermosas y letales damiselas, esbirros estrafalarios, gadgets imposibles… Todo lo que hizo de Bond un icono cinematográfico, y todo lo que éste ha perdido en los últimos años en favor del realismo y las pretensiones dramáticas, lo recupera y lo eleva a la máxima potencia el director londinense.

Kingsman recoge ese testigo con orgullo, a medio camino siempre entre el homenaje y la parodia, poniendo a prueba a cada rato nuestra incredulidad. 

Vaughn juega al desfase, a la acción hiperbólica y desenfrenada que desata con especial impacto y espectacularidad en esas estrambóticas y exageradas set pieces que se monta en el transcurso de la película. Así que o entras en su juego o no entras. Es así de simple. Y servidor entra encantado.

Por tanto, si la primera entrega no fue de tu agrado, tampoco lo será esta segunda, pues no deja de ser un más de lo mismo llevado un poco más allá de ese límite casi imperceptible que divide lo alegremente desvergonzado de lo ridículamente patético. Porque aunque estos Kingsman estén más cerca del Bond de Roger Moore que del de Sean Connery, uno nunca llega a sentir vergüenza ajena. Quizás porque ese tono jocoso está aderezado con unos personajes que realmente parecen de carne y hueso y no meros monigotes. Personajes a los que se les coge cariño rápidamente.

Quizás uno de los aciertos para con nuestro joven héroe sea el distanciarse del mujeriego agente 007 para convertirse en hombre de una sola mujer. Eso sí, la novia de Eggsy no es cualquier mujer… ¡Nada menos que una princesa! (sí, aquella a la que salvó en la primera entrega y que bien supo recompensarle dicho rescate).


Entre tanto, para compensar el exceso de testosterona imperante, en esta ocasión el enemigo a batir es una bella y desalmada villana en la pálida y pecosa piel de Julianne Moore, quien encarna a una reina del narcotráfico con delirios de grandeza.

Pero lo más divertido de todo, amén de la delirante presencia de Elton John (quien demuestra saber reírse de sí mismo) o la ácida representación del Presidente de los EE.UU. (muy conveniente en plena era Trump), es toparse con el homólogo americano de los Kingsman, los Statesman, ataviados éstos con un look genuinamente texano (botas camperas, vaqueros, bolos alrededor del cuello y sombrero en la cabeza) y que usan como tapadera una destilería de whiskey (con “e”) en lugar de la sofisticada y exquisita sastrería de los agentes ingleses.

Todo ello hace de esta secuela una mezcla explosiva algo más chiflada que su predecesora, por lo que si uno es capaz de dejarse llevar por la locura desatada, de seguro disfrutará del festivo, descarado y a ratos cínico espectáculo.


P.D.: El regreso de Galahad (Colin Firth) está muy traído por los pelos. No por cómo le salvan la vida (eso ya entra dentro de la dinámica de la película) sino porque hemos de entender que cuando “murió” a manos de Valentine (Samuel L. Jackson), nadie fue a recoger su cadáver ni le propiciaron el debido entierro. ¿Cómo se come eso, amigo Vaughn?
 




VALORACIÓN PERSONAL: 
 

No hay comentarios: