Sinopsis: Con Dom
y Letty de luna de miel, Brian y Mia fuera del juego y el resto de la pandilla
exonerada de todo cargo, el equipo está instalado en una vida aparentemente
normal. Pero cuando una misteriosa mujer (Theron) seduce a Dom (Diesel) para
regresar nuevamente al mundo del crimen, se ve incapaz de rechazar la
oportunidad, traicionando así a todo el mundo cercano a él. A partir de ese
momento todos se enfrentarán a pruebas como nunca antes habían tenido.
Comentario
Ocho son ya las entregas y sigo pensando lo mismo: como la
quinta, ninguna. Aquella fue el ejemplo perfecto de equilibrio entre humor y
acción; con las fantasmadas justas y bien calibradas. A partir de ahí, la saga
ha ido degenerando en “el más difícil todavía” que suelen acusar la mayoría de
secuelas.
Cuando has hecho un salto mortal, lo siguiente es un doble
salto mortal; y una vez superado éste, sólo te queda hacer el triple salto
mortal con tirabuzón. Y así es como ha ido avanzando la saga hasta el momento.
Cada vez más grande, cada vez más exagerada, cada más imposible. Los
responsables de la franquicia no parecen haberse marcado ninguna clase de límite
al respecto. Y como de momento la cosa les funciona, siguen tirando para
adelante.
Con la séptima, los más ilusos creímos que James Wan aportaría
algo de serenidad a la saga, pero nada más lejos de la realidad. No sólo se
acomodó perfectamente en la silla que Justin Lin dejó libre, sino que además
llevó la maquinaria al extremo más hilarante. La secuencia de los rascacielos en
Dubai habla por sí misma, y se ha convertido ya en una de las más absurdamente
antológicas de la saga.
Así pues, ante una octava entrega no hay otra predisposición
posible que la de dejarse llevar y aceptar el exceso como una parte intrínseca
e indispensable de la serie. Y aunque en las dos últimas entregas dicho exceso
ha estado siempre bordeando el límite de lo grotesco, por el momento se ha
logrado no cruzar ese punto sin retorno. Y es que la línea entre el desfase
divertido del desfase estúpido es muy pero que muy fina. A un lado de esa línea
tendríamos la película que nos ocupa; y al otro, por ejemplo, “xXx: Return of
Xander Cage”. Si bien hay que decir que ambas franquicias empiezan a entremezclarse
y a beber unas de otras. Nada raro si tenemos en cuenta que el que lleva el máximo
control de ambas es el propio Vin Diesel. Mientras que la citada ha ido tomando
prestado el componente “familiar” y de “camadería” de la saga de Dominic Toretto,
ésta por su parte se ha ido acercando cada vez más el tono bondiano de la de
Xander Cage.
Toretto y compañía han devenido en algo así como el “equipo
fantástico”. Ahora prestan sus servicios a una organización secreta cual
Michael Knight (o el Equipo A en su quinta temporada), liderada por el señor
Don Nadie (el siempre genial Kurt Russell), y sus misiones son dignas del
mismísimo Ethan Hunt. Sólo faltaba enfrentarlos un villano megalómano como a
los que suele plantar cara el agente 007, y ese rol viene a suplirlo Charlize
Theron, a quien los papeles de mala malísima se le dan de maravilla. Bueno, en
realidad cualquier papel se le da de maravilla, pero tenerla de villana siempre
es un placer.
A cargo de todo el cotarro tenemos ahora a F. Gary Gray, quién
ya dirigió a Diesel en “Diablo: A Man Apart” (una de las cintas más flojas de
ambos), a Dwayne Johnson en la comedia “Be Cool”, y a Theron y Statham en “The
Italian Job”. Esta última, otra cinta con persecuciones automovilísticas, con
lo que el tema no le viene de nuevo. En ese aspecto, las set pieces son
bastante espectaculares y están bien dirigidas. La acción es constante, pero
sin agotar al espectador, y aunque es evidente que la mayoría son bastante macarras, en general
no patinan demasiado. Sí, esta vez tenemos un submarino en lugar de un avión, y
a Johnson redirigiendo un torpedo con las manos, pero todo entra dentro de lo
asumible por increíble que sea. O por lo menos, no resulta excesivamente
bochornoso.
Las peleas cuerpo a cuerpo son algo más confusas,
especialmente la huida de prisión que protagonizan Johnson y Statham. Hay que
apuntar, no obstante, que estos dos son de lo mejor de la película. Sus piques
y las continuas puyitas que se lanzan mutuamente siempre nos sacan una sonrisa,
logrando que no todo el peso del humor recaiga siempre en Tyrese Gibson, el
bufón oficial de la cuadrilla.
Desde el guión, se reciclan ideas ya empleadas en el pasado.
Así, lo de tener a Dom en el bando de los malos ya lo vimos con Letty en la
sexta, y lo de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” es una carta que también
han jugado con anterioridad. Sin embargo, creo que esta vez la credibilidad de dicha
alianza obligada se resiente ostensiblemente. SPOILER--- Puedo aceptar que
Statham se sume al equipo, pero no que forme parte de la “familia Toretto”, a
sabiendas que mató a uno de sus integrantes. Creo que se pueden pasar por alto
e incluso perdonar muchas cosas, pero si tan importante es la familia para
Toretto, no es muy coherente que acepte como nuevo miembro al asesino de uno de
los suyos. Tampoco Deckard debería sentirse a gusto al lado del hombre que mandó
a su hermano al hospital --- FIN SPOILER
Estas estridencias desentonan demasiado, y abocan a la saga a
un “todo vale” bastante pernicioso. Cierto que a estas alturas tampoco es que
podamos ponernos muy tiquismiquis, menos cuando ya le hemos perdonado la “resurrección”
de uno de sus personajes principales, pero creo que hay ciertas cosas que son
permisibles, y otras no tanto.
En cualquier caso, ya sea porque uno sabe a lo que va o
porque las dos anteriores secuelas dejaron el listón hecho añicos, la verdad es
que ésta octava entrega se me antoja de lo más disfrutable aún con sus peros. A
título personal, la situaría uno o dos peldaños por encima de la sexta y la
séptima.
VALORACIÓN PERSONAL
Tweet
No hay comentarios:
Publicar un comentario