jueves, 30 de marzo de 2017

“Ghost in the Shell – El alma de la máquina” (2017) – Rupert Sanders



Sinopsis: la Mayor Mira es un híbrido cyborg-humano femenino único en su especie que dirige un grupo operativo de élite llamado Sección 9. Consagrada a detener a los extremistas y criminales más peligrosos, la Sección 9 se enfrenta ahora a un enemigo cuyo objetivo principal consiste en anular los avances de Hanka Robotics en el campo de la ciber-tecnología.

Análisis:
Masamune Shirow se encuentra entre los mangakas más conocidos por los aficionados al cómic japonés. Sus obras, pertenecientes al género de la ciencia-ficción y circunscritas más concretamente al cyberpunk, gozan de enorme popularidad. Las más conocidas probablemente sean Apleseed y Ghost in the Shell, ésta última llegando a alcanzar el estatus de culto sobre todo en su adaptación al anime, tal como hicieron anteriormente películas como “Akira” de Katsuhiro Ôtomo, otro de los grandes nombres del manga/anime.

Así pues, enfrentarse a una versión live-action y, para más inri, americana, siempre resulta un tanto peliagudo. Y en los últimos tiempos se han rodeado además del polémico whitewashing, término que casi por definición denota cierta discriminación racial. Y aquí quisiera hacer un breve apunte, pues considero que si la nacionalidad y/o raza de los personajes no es vinculante o especialmente relevante dentro de la trama, no debe suponer ningún agravio que ésta se modifique por las conveniencias que sean. Hay historias perfectamente adaptables cambiando por ejemplo ubicación (país o continente), raza (caucásico, negro o asiático) o sexo (hombre o mujer), sin que la esencia de la obra original se pierda o quede mermada por dicha alteración.

En el caso de “Ghost in the Shell”, existen aspectos sociales y políticos asociados a Japón que, aunque pueden asociarse o trasladarse a otro país, es preferible que se mantengan tal cual. De todos modosd, el contexto es mucho más acusado en las dos series de televisión posteriores (Stand Alone Complex), y no tanto en las películas. 

Aquí sus responsables han tratado de ser lo más respetuosos posibles con la obra de Shirow en ese aspecto, pero se da el caso (y de ahí la controversia) que los principales protagonistas, o al menos los que gozan de mayor peso en la cinta, son caucásicos. Es así por razones obvias, dado que la película es americana, pero también por motivos económicos de cara al mercado doméstico y también al extranjero. Siempre será más difícil venderle al público una película protagonizada por, en este caso, asiáticos. Esto es así, por triste y racista que parezca. Por eso los americanos prefieren hacer remakes de películas asiáticas antes que importarlas. Aunque ahí también entra a colofón el tema del idioma, por lo que dichos remakes no se limitan al cine asiático, sino también al resto del mundo. El público americano no está muy predispuesto a ver cine subtitulado, y en eso se parecen mucho a los españoles (los que vemos películas y series en v.o.s. somos y seguiremos siendo una minoría). 

Dicho esto, los personajes sí que mantienen sus nombres originales, ya que de no ser así los puristas se subirían por las paredes. Y claro, al final queda todo un potaje pelín raro, teniendo a intérpretes americanos (ingleses, francesas…) con nombres japoneses. Todo sea por la fidelidad. Fidelidad que, no obstante, se queda muy coja en cuanto a la personalidad de los susodichos personajes.


 Aquí han querido ofrecernos a una Mayor, la ciborg protagonista, mucho más empática y atormentada,  es decir, mucho más humana, y aunque eso no es malo de por sí, implica que se parezca muy poco, por no decir nada, a su homónima animada, cuyo valor carismático es incalculable. Y tres cuartos de lo mismo se puede decir del resto de personajes, con salvedad quizás de Batou, probablemente también el actor secundario más rescatable de la película junto al que interpreta Juliette Binoche. También porque la participación del resto es ínfima y de muy poca importancia. Es la Mayor la que recoge todo el peso de la película. Ni siquiera el villano o villanos tienen un tratamiento digno. Por desgracia, la empatía del espectador para con Mira/Motoko es nula. Y ahí es donde reside una de mayores escollos de la película, aparte de lo rutinario de los acontecimientos que tienen lugar ella.

Estamos ante una cinta visualmente potente, algo de lo que el director ha demostrado saber un rato, pero absolutamente vacía (ocurría lo mismo con su libérrima versión de Blancanieves). Su llamativo envoltorio repleto de bonitos efectos especiales (que ya se encargan de recordarnos a cada maldito plano) de seguro atraerá al público joven, además de a los fans del manga/anime. Pero la película falla por completo como thriller de ciencia-ficción y, por supuesto, como entretenimiento, que al fin y al cabo es lo que en esencia busca ser.  Hablando en plata, “Ghost in the Shell” es un rollo patatero.

Argumentalmente, anime y live-action son bastante parecidos si no nos ponemos muy quisquillosos, por lo que no creo que ahí la comparativa sufra en exceso. Las licencias tomadas son permisibles, dentro de lo que cabe, y es evidente que en post de mantener a Johannsson como reclamo para futuras secuelas, el desenlace ha sido convenientemente modificado (probablemente, lo más dañino de cara a su personaje). Tampoco es que el anime fuera lo más entretenido del mundo; era un technothriller futurista muy conectado con la ciencia-ficción más hard, es decir, no apto para todos los paladares dado sus elevados desvaríos filosóficos. Y aunque aquí todo se nos da mucho más mascado para que funcione a nivel comercial y el público no se tenga que comer mucho el tarro, al final resulta todo muy inocuo y reducido a una mera sucesión de secuencias de acción molonas que contemplas sin el más mínimo atisbo de entusiasmo o deleite.  Es decir, que estamos ante una película de acción desastrosamente vacua, sin aliciente alguno más allá de su atractivo visual. Por tanto, aunque dejemos a un lado las comparaciones con el anime o con el manga, la película se hunde por sí misma. 

En distintos aspectos puede recordar a cintas como “Blade Runner” (Shirow ya bebía bastante de ella), “Johnny Mnemonic” o “Matrix”, y eso sin duda hará que tenga su público, pero no creo que entusiasme o marque un hito como lo han hecho alguna de las citadas, o como lo hizo la versión animada. Otra cosa es si, en relación a esta última, la fama es merecida o no. A título personal, dentro del universo Ghost in the Shell, me gustan más las dos series de animación que las dos películas; que pecan, si se me permite la osadía, de ser un tanto farragosas y pretenciosas (sobre todo la primera, ya que la segunda se beneficia bastante del toque buddy movie). Creo que las tramas de las series son más interesantes y sugerentes  (tanto las principales como las que se desarrollan en capítulos independientes y autoconclusivos), y que los personajes funcionan mucho mejor puesto que están más desarrollados (el formato así lo permite, amén del buen hacer de los guionistas).  



VALORACIÓN PERSONAL 


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