jueves, 23 de marzo de 2017

“La cura del bienestar” (2017) – Gore Verbinski


Sinopsis oficial: Un joven y ambicioso ejecutivo de empresa (Dane DeHaan) es enviado para traer de vuelta al CEO de su compañía, que se encuentra en un idílico pero misterioso "centro de bienestar", situado en un lugar remoto de los Alpes suizos. El joven pronto sospecha que los tratamientos milagrosos del centro no son lo que parecen. Cuando empieza a desentrañar sus terribles secretos, su cordura será puesta a prueba, pues de repente se encontrará diagnosticado con la misma y curiosa enfermedad que mantiene allí a todos los huéspedes, deseosos de encontrar una cura.


Comentario

Tras el monumental fiasco de “El Llanero Solitario”, Gore Verbinski necesitaba resarcirse como fuera. En vez de decantarse por otro presumible blockbuster con pretensiones de franquicia, el cineasta ha optado por elegir justo lo opuesto: una película algo más “pequeña” (40 m. de presupuesto) y de terror, un género que ya había tratado en el remake norteamericano de la japonesa “The Ring” (aquella de la cinta de vídeo maldita).

 “La cura del bienestar” es,  no obstante, una cinta mucho más centrada en el terror psicólogo que físico, aunque no por ello exenta de imágenes truculentas que de vez en cuando se insertan en la narración para sugestionar al espectador. Momentos que, todo hay que decirlo, se nos acabarán antojando finalmente bastante gratuitos.

Un centro de bienestar para viejos ricachones, perdido en medio del monte suizo, es un concepto bastante sugerente, sobre todo si dicho balneario no es lo que en realidad aparenta. El lugar no sólo esconde una trágica historia ancestral sobre sus origenes, sino que además ésta guarda una estrecha relación con el presente y las inquietudes con respecto a la legitimidad de los servicios de bienestar y curación que se ofrecen en el centro. Y es que sus clientes, que aparentemente llegan allí para curarse y relajarse del estrés y las preocupaciones de la vida moderna, parecen no poder o no querer volver a sus anteriores vidas, prolongando así su estancia indefinidamente. Algo así como una droga o una secta de la que no se pueda escapar jamás.

Hasta allí llega nuestro protagonista para, en principio, sacar de allí a uno de sus pacientes. Lo que no esperaba éste era terminar convirtiéndose en uno. Y a medida que pasan los días, el lugar le parecerá cada vez más extraño y sospechoso, dudando seriamente de los tratamientos que allí se aplican y de las intenciones para con los mismos. ¿Realmente curan las dolencias a sus huéspedes? Y si no es así, ¿con qué propósito los mantienen allí? Todas estas incógnitas irán surgiendo a lo largo del relato, desconcertando tanto al protagonista como al espectador.


Verbinski se sirve de un escenario turbador para crear momentos ciertamente inquietantes, adentrándonos en un ambiente de malestar y locura. Sin duda, el look retro del lugar, en contraste con el mundo actual, le da un toque visual también muy agradecido. El problema es que, como ya insinuaba al principio, los momentos más impactantes y perturbadores no son más que meros artificios que intentan compensar la carencia de verdadera intriga. Todo para que al final la explicación a tanto impostado misterio sea de lo más ramplona y previsible. Lo que no ayuda en nada tampoco una resolución de la trama torpe e igualmente efectista, supongo que en un intento no muy acertado de acercarse y homenajear a los mad doctors de los clásicos de terror de la Universal o la Hammer de principios del siglo pasado. 

A su favor, además del mencionado emplazamiento de la historia, se encuentran las interpretaciones del elenco principal conformado por los jóvenes Dane  DeHaan y Mia Goth, así como el veterano Jason Isaacs, ducho éste en personajes de villano. 

Por el contrario, el contraste entre el centro de su salud y los pueblerinos me resulta un tanto exagerado e irrisorio, convirtiendo a estos últimos en una especie de lúgubres rednecks a la suiza en contraposición a la no menos siniestra rectitud y pulcredad de los trabajadores del centro de salud. También la insensatez -en ocasiones- del protagonista escapa a toda lógica, lo que sin duda le permite a los responsables estirar el metraje hasta la extenuación. Al fin y al cabo, ese probablemente sea uno de los mayores fastidios de la película.

Dejando de lado que la obra de Vervinski recuerde  irremediablemente a otras propuestas mucho mejores, como la notable “Shutter Island” de Scorsese o la más humilde pero no por ello menos satisfactoria “Stonehearst Asylum (Eliza Graves)” (cinta ésta con la guarda no pocos elementos en común), lo cierto es que el verdadero agravio que se comete en el último trabajo del “visionario director” (ejem), es alargar sin razón un relato que, quizás con menos metraje, habría resultado más redondo. Y es el que la precariedad del guión, enmascarada a ratos por el buen hacer visual de Verbinski, da para un capítulo de “Supernatural” o “Historias de la Cripta”, pero no para una cinta de dos horas y media. Con lo que al final, la supuesta intriga y el misterio terminan siendo más bien tediosos.

“La cura del bienestar” no es una mala película per sé, pero creo que ni los guionistas ni Verbinski han sabido dar en el clavo, y se han pasado un rato largo de pretenciosos.


VALORACIÓN PERSONAL 

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