No se puede negar que desde la cuarta entrega, que supuso el
retorno del reparto original (Diesel, Walker, Rodríguez y Brewster), la saga Fast
& Furious ha ido ostensiblemente a mejor en términos de entretenimiento. Poco
a poco, las carreras callejeras y el tuning han ido quedando relegados a un
segundo plano para otorgar un mayor énfasis a la acción pura y dura. Así pues,la quinta entrega supuso una grata sorpresa elevando los niveles de espectacularidad
a cotas más altas y proporcionando un grado de diversión exultante y a su vez
impropio (mucho más cercano al cine de acción que se facturaba en la década de
los 90).
Resulta cuanto menos irónico que quién haya conseguido
resucitar la franquicia de sus cenizas sea, precisamente, quién estuvo a punto
de darle matarile. Y es que Justin Lin ha sido capaz de rodar la peor (tercera)
y la mejor (quinta) de todas las entregas. Ahora bien, es evidente que el
director ya le ha cogido el punto, y ahora se atreve a llevar a Toretto y cía un
paso más allá.
Desde que
Dom
(Vin Diesel) y su equipo destruyeran el
imperio de un mafioso y se hicieran
con un botín de cien
millones de dólares, todos se han dispersado
por el planeta viviendo como prófugos
de la justicia.
Mientras
tanto, Hobbs
(Dwayne Johnson) ha estado siguiéndole la
pista a una banda de letales conductores
mercenarios cuyo cerebro, Shaw (Luke Evans), cuenta con la inestimable ayuda de Letty
(Michelle Rodriguez), a la que Dom creía
muerta. La única forma de detenerlos es enfrentarse a ellos en su mismo terreno, por lo que Hobbs le pide a Dom que reúna a su equipo en Londres
y le ayude a capturarlo a cambio de un indulto
para todos. De esto modo, podrán regresa
a casa con sus familias. Sin embargo, Shaw no se lo pondrán nada fácil.
La escena post-créditos de “Fast Five” ya nos avanzaba un
poco por dónde iban a ir los tiros en el siguiente capítulo. Por tanto, una de las novedades a destacar sería el regreso
de entre los muertos de uno de los personajes emblema de la franquicia: Letty,
la chica de Dom.
Nuestros protagonistas deben enfrentarse, esta vez, a un
rival en cuyas filas se encuentra un miembro de la familia al que daban por
muerto. Por tanto, el encargo de Hobbs no sólo tiene el aliciente de conseguirles
el indulto, sino que también se trata de una cuestión personal.
Uno de los atributos más meritorios que Chris Morgan,
guionista de las cuatro últimas entregas, ha reforzado en la saga es el
concepto de “gran familia” que une a los protagonistas, estableciendo fuertes
lazos de unión que van más allá del simple colegueo. Y este concepto, presente
en la primera “Fast & Furious”, ha ido ganando un peso importante, hasta el
punto de conectar con el espectador en un grado de empatía mucho más emocional
de lo que cabría esperar de un producto de estas características.
Cada entrega ha ido sumando un nuevo miembro a la familia,
llegando al punto en se nos hace difícil concebir una nueva entrega sin tener al
equipo al completo. ¡Qué demonios! Les
hemos cogido cariño a esta panda de delincuentes (incluso a Roman/Tyrese Gibson
y sus constantes gracietas).
Ahora, no obstante, los protagonistas deben hacer frente a
un rival que juega al mismo juego que ellos, pero contando con una tecnología
mucho más sofisticada y con un líder sin escrúpulos.
A diferencia de Dom, que se rige por un código (el
familiar), Shaw considera a los miembros de su equipo como meras piezas útiles,
exclusivamente, para llevar a cabo sus trabajos; piezas reemplazables por las
que no siente la menor estima y de las que es capaz de prescindir con tal de
llevar a cabo sus planes.
Esta dualidad de carácteres ofrece un contrapunto
interesante que, junto a la reaparición de Letty, aportan algo de enjundia a una
trama, en sí, bastante ramplona y que funciona en base a un intrascendente
macguffin. Vamos, que poco importa cuál
sea el objetivo de Shaw, pues ello no es más que un simple mecanismo que fuerza a
nuestros protagonistas a ir del punto a A al punto B propiciándose los
correspondientes enfrentamientos entre ambos rivales.
En ese sentido, Lin
eleva la acción a un nivel superior con respecto a su predecesora, lo que
no necesariamente tiene que ser algo positivo (aunque tampoco especialmente
negativo). Ya se sabe que uno de los procedimientos habituales en las secuelas
es el “suma y sigue”, procurando que cada continuación sea mucho más
espectacular que la anterior. Y desde luego que Lin ha conseguido batir su propia
marca, generando unas secuencias de
acción frenéticas y deliciosamente cañeras (la traca final es tan aparatosa
como apoteósica), en las que es de agradecer que la presencia del ordenador sea
muy puntual. Basta con ver los distintos making off que pululan por Youtube
para cerciorarse de ello.
Cada vez más, la
acción también ha dejado de limitarse a los vehículos, pasando a un plano mucho
más físico, lo que nos permite ver mamporros a diestro y siniestro. Y no
sólo entre los machos de la película sino también entre las féminas (la tunda que
protagonizan Michelle Rodríguez y Gina Carano nada tiene que envidiar a las de
sus homónimos masculinos).
Sin embargo, las miras por conseguir algo más grande y
bestial llevan a Lin a traspasar constantemente la barrera de la verosimilitud.
Es cierto que el virtuosismo exagerado ha sido una constante en la saga, pero
éste se ha limitado casi siempre al terreno de las cuatro ruedas. En esta ocasión,
las fantasmadas atañen a los propios protagonistas,
a quienes en ocasiones parecen crecerles alas en la espalda dadas las
increíbles piruetas que realizan. Esto le resta puntos a la película, pese a
que a lo largo del metraje sobrevuele cierto aire paródico muy autoconsciente (la aparición de Hobbs en la sala
de interrogatorios ya es toda una declaración de intenciones del tono que pretende
el director).
Llegados a este punto, considero que la franquicia, en cierto modo, ha tocado techo, y que en la siguiente entrega deben explorar nuevas vías que se alejen un poco del “más difícil todavía”. Una semi-renovación que espero venga dada por James Wan (Saw, Insidious, Sentencia de muerte), inusual director encargado de coger el relevo en “Fast & Furious 7”. El siguiente capítulo, no obstante, cuenta ya con un aliciente importante y sumamente apetitoso que ya se nos desvela en los créditos de la presente cinta. Y lo cierto es que si Wan está a la altura, la cosa promete.
En cualquier caso, y antes de aventurarnos en lo que está
por llegar, vale pena certificar que esta “Fast
& Furious 6” funciona perfectamente como vehículo continuista (aunque inferior a su antecesora); una celebración
de la testosterona y de la acción más descerebrada. Un entretenimiento que
de seguro satisfará a los fieles seguidores de la saga al mismo tiempo que supondrá
un válido pasaratos para todos aquellos que deseen desconectar el cerebro durante
un par de horas al tiempo que devoran compulsivamente su cubo de palomitas.
Por contra, algunos de los atributos -defectuosos para un
servidor- propios de la saga, como su dantesco apartado musical o sus momentos videocliperos
a lo MTV, siguen presentes, y no queda
otra que apechugar con ellos. En compensación, podemos seguir disfrutando del
derroche de carisma que ofrece el dúo formado por Toretto y Hobbs (Vin Diesel y
Dwayne Johnson, respectivamente), éste último una de las incorporaciones
recientes más celebradas y del que ya se rumorea, podría contar con su propio
spin-off.
P.D.: Mientras que
algunos personajes han ido ganando protagonismo a cada entrega, otros como Mia
(Jordana Brewster) lo han ido perdiendo poco a poco, lo cual es una lástima
teniendo en cuenta quién es, es decir, la hermana de Dom y la mujer de O’Conner.
De la presencia de Elsa Pataky y sus
cuatro líneas de diálogo (tampoco es que la chica dé para más) no vale la pena
comentar nada.
Valoración personal:
3 comentarios:
La 5ª sigue siendo la mejor de la saga, "Fast 6" tiene algunos puntos muertos que rompen el ritmo de la peli y todo el tema de Letty resulta un tanto forzado. Como tú dices, la 5ª recuperaba el gusto por el cine de acción de los 80/90, que aquí aun presente, se pierde un poco.
"Fast 6" cumple como blockbuster veraniego y todo el tramo final, con las secuencias del tanque y del avión cumple con el nivel de espectacularidad y fantasmada que esperaba.
Que cuenten conmigo para la 7ª.
Saludos.
La quinta es mucho más redonda, con los niveles de acción y fantasmadas más compensados. Y es cierto que la "resurrección" de Letty está traída por los pelos, como suele ocurrir siempre en estos casos.
Hay momentos que me han sacado de la película (el saltito en la autopista, por ejemplo), pero en general se pasa un buen rato, y los momentos cómicos son acertados.
La séptima promete...
Saludos ;)
Para mi, la mejor de la saga
Publicar un comentario