Los cómics se han convertido en una de las fuentes más recurrentes para la actual industria del cine, que a falta de ideas originales, ha encontrado en ellos un vasto filón del que extraer historias para la gran pantalla. Y ya no estamos hablando sólo de superhéroes sino que cualquier personaje, cómic o novela gráfica que se precie, tiene posibilidades de ver sus viñetas convertidas en fotogramas, sin importar ya la popularidad que les preceda. De hecho, la idea de realizar una adaptación puede incluso preceder a la salida al mercado del cómic mismo.
En estos últimos años, han llegado a nuestros cines superhéroes de todas las clases, aclamadas novelas gráficas y cómics de todo tipo de género y condición. En ese sentido, el material con el que trabajar es inagotable y tan fructífero como lo pueda ser el sector de la novela a secas.
Probablemente el éxito de Blade y sobretodo los X-Men de Bryan Singer fue lo que propició ésta incesante avalancha de adaptaciones comiqueras, que encontraría en Spider-Man uno de sus mayores estandartes (en lo que a ingresos taquilleros y de merchandising se refiere). De todas formas, no son pocos los precedentes de esta actual moda, pues ya en los 80 y 90 hubo varios intentos, algunos afortunados y otros fatídicos, además de producciones eventuales en los 50, 60 y 70, sin contar los numerosos seriales que se nutrían de las viñetas (tiras de prensa, pulps, cómics…) en los años 30 y 40.
No es el momento de enumerar tales producciones, pero sí de empezar esta reseña por una de las más influyentes en la industria cinematográfica y la que dio pie a la película que ahora nos ocupa. La cinta en cuestión fue, sin lugar a dudas, el Batman de Tim Burton, una fantástica (me encanta) y taquillera superproducción que llevó a la gran pantalla el personaje creado por Bob Kane en 1939, y cuyo “mejor” precedente hasta el momento era la extravagante (por llamarla de alguna manera) serie de televisión sesentera protagonizada por Adam West. Obviamente, el cambio estético fue para mejor, con un toque oscuro, gótico y a la vez retro, que encajaba a la perfección con el personaje, amén de un diseño de producción muy cuidado y un reparto a la altura de las expectativas. El éxito fue rotundo y Burton repitió unos años más tarde con una digna -y más madura- secuela que por momentos incluso superaba a la original (y digo por momentos, porque en conjunto, su predecesora me resulta más redonda)
Mientras Warner Bros. Pictures se frotaba las manos con Batman, otros estudios se lanzaron al acecho de personajes que poder convertir en blockbusters para todos los públicos. El primero en probar suerte fue Walt Disney, que un año más tarde (1990) logró llevar a las carteleras las aventuras del inspector de policía Dick Tracy, personaje nacido de la mano de Chester Gould en 1931, y cuyos derechos había adquirido años antes el actor y director Warren Beatty, quién vio como por fin llegaba la oportunidad de darle vida a Tracy más allá de las viñetas de Gould y sus posteriores seriales cinematográficos y radiofónicos.
El proyecto contó, de entrada, con un sustancioso presupuesto para la época (47 millones de dólares, 12 millones más que el Batman de Burton) para poder recrear con fidelidad la ciudad de Dick, además del vestuario y vehículos propios de los años 20; todo bajo una estética sumamente colorista, cargada o, mejor dicho, recargada de rojos, verdes y amarillos chillones, que le daban al film un aspecto visual rompedor y muy llamativo. Los productores la vendían como “algo nunca visto antes”, y en cierto modo, tenían razón (también juraban que el público saldría encantadísimo, pero ahí ya se pasaron de optimistas)
A este peculiar tono colorista ayudó mucho la fotografía de Vittorio Storaro (habitual de Bernardo Bertolucci), que fue galardono con el Oscar por su trabajo, siendo aquella la cuarta estatuilla que recibía tras Apocalypse Now, Rojos y El Último Emperador. También fue importante el diseño de producción de Richard Sylbert (geniales las pinturas matte y los diversos trucajes) y el también galardonado maquillaje de John Caglione Jr. y Doug Drexler, que caracterizaron a gran parte del elenco con rostros de lo más estrambóticos y bizarros, llegando en algunos casos al mal gusto. Y es que para ser sinceros, la mayoría se me antojan demasiado horrendos e incluso chapuceros (la gracia de la caracterización está en no notarse demasiado las prótesis), por lo que ese Oscar me parece bastante discutible (a veces, ser demasiado fiel al cómic puede convertirse en un arma de doble filo)
Otro apartado a destacar es el de la banda sonora, compuesta por el emergente Danny Elfman, que venía crecido por su brillante y aplaudido trabajo en Batman, y del que aquí se perciben claras reminiscencias (intencionadas o no, lo cierto es que recordaba demasiado al score del murciélago, especialmente en los piezas destinadas a los momentos de más acción). A la conseguida estética comiquera, Elfman aportó una partitura muy melódica y, aunque suene redundante, muy Elfman, pues es fácilmente identificable dentro del estilo de sus primeros trabajos. Su labor en sendos proyectos le convirtieron casi en el compositor por excelencia de los superhéroes, trabajando más tarde en el Spider-Man de Raimi, Hulk, Hellboy y otras adaptaciones de cómic (Men in Black y la reciente Wanted)
Para el reparto, se contrataron a un buen puñado de reputadas estrellas de Hollywood, algunas de ellas realizando fugaces cameos, como James Caan o una casi imperceptible Kathy Bates (es la que transcribe el interrogatorio); o encarnando a algunos de los personajes principales, como Dustin Hoffman o un Al Pacino pasado de rosca (acorde con el tono del film) en el papel del mafioso Big Boy, principal enemigo de Dick Tracy en esta historia. Otros como Charles Durning, Dick Van Dyke, Paul Sorvino, Colm Meany o William Forsythe tuvieron papeles secundarios de mayor o menor importancia, reservándose el propio Warren Beatty el papel del incorruptible y sagaz Tracy, el guapo de la película (nada de maquillaje pero sí varios liftings que no lograban ocultar el hecho de que el actor resultara un tanto talludito para el papel) Incluso algunos de los compañeros de reparto de Beatty en la famosa -y sobrevalorada- Bonnie & Clyde hicieron acto de presencia también en la película.
No obstante, el mayor error de casting fue la elección de Madonna en el papel de la femme fatale “Suspiros” Mahoney (rol que tampoco entrañaba mucha dificultad, y menos pasándose media película cantando y la otra media insinuándose a Tracy/Beatty). Error artístico, dadas las nulas cualidades interpretativas de la cantante (siendo éste su mejor papel, que ya es decir mucho), pero no comercial, pues las copias del cd musical de la película se vendieron como churros. De hecho, la B.S.O. “oficial” compuesta por Elfman no se editaría hasta mucho tiempo después, prefiriendo el estudio sacar tajada de la popularidad de la reina del pop y de sus canciones (amén de un Oscar a la Mejor Canción)
Para dirigir a semejante elenco, llegó a sonar oportunamente el nombre de Burton, pero finalmente fue Beatty, que ya ejercía de productor, quién acabó en la silla de director. Lo suyo fue un “yo me lo guiso, yo me lo como” en toda regla. Incluso tomó parte en la escritura de los guiones desechados, pues finalmente el definitivo corrió a cargo de Jim Cash y Jack Epps Jr., artífices años antes de películas como “Top Gun” o “Socios y sabuesos” (la de Tom Hanks y el perro)
De hecho, la parte más descuida de la película es el guión, un tanto pueril y simplón. No se saca verdadero partido ni a los personajes ni a los diálogos, y la acción es escasa y poco gratificante.
Por otro lado, Beatty no aporta carisma alguno a su Dick Tracy y el tono de la película resulta demasiado caricaturesco, paródico e incluso camp, algo que la emparenta más al Batman de Adam West que al de Burton (se nota mucho en las secuencias de peligro y en las peleas, a las que sólo les falta las onomatopeyas típicas de la citada serie). El personaje del niño, que ya aparecía en las viñetas, resulta un estorbo; la chica por la cual suspira Tracy no enamora al espectador; Big Boy es exageradamente patético (y físicamente deformado); muchos secundarios apenas pueden lucirse por el terrible maquillaje; y el misterioso personaje sin cara no es tan misterioso como los guionistas pretenden hacernos creer. En resumidas cuentas, el diseño de producción, el vistoso y novedoso aspecto visual de la cinta y la estupenda banda sonora no logran disimular las carencias de las que hace gala la cinta. Y es que Beatty no era ni el director ni el actor adecuado para el papel, y eso es algo que de forma más o menos evidente se acaba notando en el resultado final de la película.
Pese a recaudar algo más del triple de lo que costó, Dick Tracy fue bastante criticada, sobre todo por el público, el cual la ha dejado en el más absoluto de los olvidos. Si bien es cierto que hoy día muchos la reivindican (en su derecho están y motivos tampoco les falta), no se puede negar que como producto palomitero que es, dejaba bastante que desear antes y ahora. Y no es que sea una mala película del todo (peores las ha habido en este ámbito), pues sus casi dos horas de duración se pasan en suspiro, pero no termina de emocionar ni divertir. Quizás el personaje, proveniente de una tira cómica, no esté hecho para el cine, o quizás aún no han sabido sacarle partido debidamente.
Warren Beatty lleva tiempo inmerso en una batalla legal por los derechos del personaje, los cuáles, por el momento, aún posee (creo). El grupo mediático Tribune, distribuidor durante años de la tira cómica, reclama los derechos de Tracy debido al uso poco productivo que le ha sacado el actor. De hecho, esta adaptación iba a ser la primera de una saga que no llegó nunca a materializarse, aún recaudando un buen pastizal y recibiendo no uno ni dos, sino tres Oscars en total (en categorías secundarias, pero Oscars al fin y al cabo). Supongo que pese a las entradas vendidas, la impresión general fue de decepción, y acometer una segunda película, con la inversión que esto suponía, era un riesgo que el estudio no quiso correr.
Habrá que esperar aún para que Dick Tracy tenga una segunda oportunidad en el cine. No sé si de la mano de Beatty o de otros productores, pero cuando eso ocurra, espero que hagan bien los deberes y eviten que algunos se dejen llevar por sus caprichos personales, que es lo que ocurrió con ésta primera adaptación. Aunque está visto que en Hollywood tropiezan a menudo con la misma piedra, y la reciente The Spirit es otra muestra de ello.
En estos últimos años, han llegado a nuestros cines superhéroes de todas las clases, aclamadas novelas gráficas y cómics de todo tipo de género y condición. En ese sentido, el material con el que trabajar es inagotable y tan fructífero como lo pueda ser el sector de la novela a secas.
Probablemente el éxito de Blade y sobretodo los X-Men de Bryan Singer fue lo que propició ésta incesante avalancha de adaptaciones comiqueras, que encontraría en Spider-Man uno de sus mayores estandartes (en lo que a ingresos taquilleros y de merchandising se refiere). De todas formas, no son pocos los precedentes de esta actual moda, pues ya en los 80 y 90 hubo varios intentos, algunos afortunados y otros fatídicos, además de producciones eventuales en los 50, 60 y 70, sin contar los numerosos seriales que se nutrían de las viñetas (tiras de prensa, pulps, cómics…) en los años 30 y 40.
No es el momento de enumerar tales producciones, pero sí de empezar esta reseña por una de las más influyentes en la industria cinematográfica y la que dio pie a la película que ahora nos ocupa. La cinta en cuestión fue, sin lugar a dudas, el Batman de Tim Burton, una fantástica (me encanta) y taquillera superproducción que llevó a la gran pantalla el personaje creado por Bob Kane en 1939, y cuyo “mejor” precedente hasta el momento era la extravagante (por llamarla de alguna manera) serie de televisión sesentera protagonizada por Adam West. Obviamente, el cambio estético fue para mejor, con un toque oscuro, gótico y a la vez retro, que encajaba a la perfección con el personaje, amén de un diseño de producción muy cuidado y un reparto a la altura de las expectativas. El éxito fue rotundo y Burton repitió unos años más tarde con una digna -y más madura- secuela que por momentos incluso superaba a la original (y digo por momentos, porque en conjunto, su predecesora me resulta más redonda)
Mientras Warner Bros. Pictures se frotaba las manos con Batman, otros estudios se lanzaron al acecho de personajes que poder convertir en blockbusters para todos los públicos. El primero en probar suerte fue Walt Disney, que un año más tarde (1990) logró llevar a las carteleras las aventuras del inspector de policía Dick Tracy, personaje nacido de la mano de Chester Gould en 1931, y cuyos derechos había adquirido años antes el actor y director Warren Beatty, quién vio como por fin llegaba la oportunidad de darle vida a Tracy más allá de las viñetas de Gould y sus posteriores seriales cinematográficos y radiofónicos.
El proyecto contó, de entrada, con un sustancioso presupuesto para la época (47 millones de dólares, 12 millones más que el Batman de Burton) para poder recrear con fidelidad la ciudad de Dick, además del vestuario y vehículos propios de los años 20; todo bajo una estética sumamente colorista, cargada o, mejor dicho, recargada de rojos, verdes y amarillos chillones, que le daban al film un aspecto visual rompedor y muy llamativo. Los productores la vendían como “algo nunca visto antes”, y en cierto modo, tenían razón (también juraban que el público saldría encantadísimo, pero ahí ya se pasaron de optimistas)
A este peculiar tono colorista ayudó mucho la fotografía de Vittorio Storaro (habitual de Bernardo Bertolucci), que fue galardono con el Oscar por su trabajo, siendo aquella la cuarta estatuilla que recibía tras Apocalypse Now, Rojos y El Último Emperador. También fue importante el diseño de producción de Richard Sylbert (geniales las pinturas matte y los diversos trucajes) y el también galardonado maquillaje de John Caglione Jr. y Doug Drexler, que caracterizaron a gran parte del elenco con rostros de lo más estrambóticos y bizarros, llegando en algunos casos al mal gusto. Y es que para ser sinceros, la mayoría se me antojan demasiado horrendos e incluso chapuceros (la gracia de la caracterización está en no notarse demasiado las prótesis), por lo que ese Oscar me parece bastante discutible (a veces, ser demasiado fiel al cómic puede convertirse en un arma de doble filo)
Otro apartado a destacar es el de la banda sonora, compuesta por el emergente Danny Elfman, que venía crecido por su brillante y aplaudido trabajo en Batman, y del que aquí se perciben claras reminiscencias (intencionadas o no, lo cierto es que recordaba demasiado al score del murciélago, especialmente en los piezas destinadas a los momentos de más acción). A la conseguida estética comiquera, Elfman aportó una partitura muy melódica y, aunque suene redundante, muy Elfman, pues es fácilmente identificable dentro del estilo de sus primeros trabajos. Su labor en sendos proyectos le convirtieron casi en el compositor por excelencia de los superhéroes, trabajando más tarde en el Spider-Man de Raimi, Hulk, Hellboy y otras adaptaciones de cómic (Men in Black y la reciente Wanted)
Para el reparto, se contrataron a un buen puñado de reputadas estrellas de Hollywood, algunas de ellas realizando fugaces cameos, como James Caan o una casi imperceptible Kathy Bates (es la que transcribe el interrogatorio); o encarnando a algunos de los personajes principales, como Dustin Hoffman o un Al Pacino pasado de rosca (acorde con el tono del film) en el papel del mafioso Big Boy, principal enemigo de Dick Tracy en esta historia. Otros como Charles Durning, Dick Van Dyke, Paul Sorvino, Colm Meany o William Forsythe tuvieron papeles secundarios de mayor o menor importancia, reservándose el propio Warren Beatty el papel del incorruptible y sagaz Tracy, el guapo de la película (nada de maquillaje pero sí varios liftings que no lograban ocultar el hecho de que el actor resultara un tanto talludito para el papel) Incluso algunos de los compañeros de reparto de Beatty en la famosa -y sobrevalorada- Bonnie & Clyde hicieron acto de presencia también en la película.
No obstante, el mayor error de casting fue la elección de Madonna en el papel de la femme fatale “Suspiros” Mahoney (rol que tampoco entrañaba mucha dificultad, y menos pasándose media película cantando y la otra media insinuándose a Tracy/Beatty). Error artístico, dadas las nulas cualidades interpretativas de la cantante (siendo éste su mejor papel, que ya es decir mucho), pero no comercial, pues las copias del cd musical de la película se vendieron como churros. De hecho, la B.S.O. “oficial” compuesta por Elfman no se editaría hasta mucho tiempo después, prefiriendo el estudio sacar tajada de la popularidad de la reina del pop y de sus canciones (amén de un Oscar a la Mejor Canción)
Para dirigir a semejante elenco, llegó a sonar oportunamente el nombre de Burton, pero finalmente fue Beatty, que ya ejercía de productor, quién acabó en la silla de director. Lo suyo fue un “yo me lo guiso, yo me lo como” en toda regla. Incluso tomó parte en la escritura de los guiones desechados, pues finalmente el definitivo corrió a cargo de Jim Cash y Jack Epps Jr., artífices años antes de películas como “Top Gun” o “Socios y sabuesos” (la de Tom Hanks y el perro)
De hecho, la parte más descuida de la película es el guión, un tanto pueril y simplón. No se saca verdadero partido ni a los personajes ni a los diálogos, y la acción es escasa y poco gratificante.
Por otro lado, Beatty no aporta carisma alguno a su Dick Tracy y el tono de la película resulta demasiado caricaturesco, paródico e incluso camp, algo que la emparenta más al Batman de Adam West que al de Burton (se nota mucho en las secuencias de peligro y en las peleas, a las que sólo les falta las onomatopeyas típicas de la citada serie). El personaje del niño, que ya aparecía en las viñetas, resulta un estorbo; la chica por la cual suspira Tracy no enamora al espectador; Big Boy es exageradamente patético (y físicamente deformado); muchos secundarios apenas pueden lucirse por el terrible maquillaje; y el misterioso personaje sin cara no es tan misterioso como los guionistas pretenden hacernos creer. En resumidas cuentas, el diseño de producción, el vistoso y novedoso aspecto visual de la cinta y la estupenda banda sonora no logran disimular las carencias de las que hace gala la cinta. Y es que Beatty no era ni el director ni el actor adecuado para el papel, y eso es algo que de forma más o menos evidente se acaba notando en el resultado final de la película.
Pese a recaudar algo más del triple de lo que costó, Dick Tracy fue bastante criticada, sobre todo por el público, el cual la ha dejado en el más absoluto de los olvidos. Si bien es cierto que hoy día muchos la reivindican (en su derecho están y motivos tampoco les falta), no se puede negar que como producto palomitero que es, dejaba bastante que desear antes y ahora. Y no es que sea una mala película del todo (peores las ha habido en este ámbito), pues sus casi dos horas de duración se pasan en suspiro, pero no termina de emocionar ni divertir. Quizás el personaje, proveniente de una tira cómica, no esté hecho para el cine, o quizás aún no han sabido sacarle partido debidamente.
Warren Beatty lleva tiempo inmerso en una batalla legal por los derechos del personaje, los cuáles, por el momento, aún posee (creo). El grupo mediático Tribune, distribuidor durante años de la tira cómica, reclama los derechos de Tracy debido al uso poco productivo que le ha sacado el actor. De hecho, esta adaptación iba a ser la primera de una saga que no llegó nunca a materializarse, aún recaudando un buen pastizal y recibiendo no uno ni dos, sino tres Oscars en total (en categorías secundarias, pero Oscars al fin y al cabo). Supongo que pese a las entradas vendidas, la impresión general fue de decepción, y acometer una segunda película, con la inversión que esto suponía, era un riesgo que el estudio no quiso correr.
Habrá que esperar aún para que Dick Tracy tenga una segunda oportunidad en el cine. No sé si de la mano de Beatty o de otros productores, pero cuando eso ocurra, espero que hagan bien los deberes y eviten que algunos se dejen llevar por sus caprichos personales, que es lo que ocurrió con ésta primera adaptación. Aunque está visto que en Hollywood tropiezan a menudo con la misma piedra, y la reciente The Spirit es otra muestra de ello.
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9 comentarios:
La tengo muy lejana en el recuerdo pero no me disgustó esta película cuando la ví en su día en TV. Ahora que, claro, tampoco me acabó de convencer...
http://chacalx.blogspot.com/2009/12/va-por-ustedes-por-todos-ustedes-y.html
Pues es más o menos la misma sensación que tuve yo en su momento y también ahora al revisionarla. Entretiene pero tampoco entusiasma. Hay bastantes cosas a mejorar.
Saludos ;)
Recuerdo haberla visto en el momento de su estreno y nunca más he sentido interés por volver a verla... mala señal. La recuerdo (lo poco que recuerdo de ella) como una película bastante decepcionante. También debo reconocer que no conocía absolutamente nada del personaje de comic antes de ver la película.
saludos
En mi caso, la ví por primera vez en tv, ya que verla en el cine no me seducía lo más mínimo. Me entretuvo pero la olvidé con facilidad.
Me dió por verla de nuevo por si era de esas películas que, al contrario que otras, gana con el paso de los años, y lo cierto es que sigo teniendo la misma opinión de ella.. Bueno, quizás un poco mejor, ya que antes esa estética colorista me echaba bastante para atrás, pero ahora no me molesta demasiado.
Saludos ;)
Lo poco que recuerdo de la cinta es que me mantuvo entretenido y no mucho más. Pero en líneas generales fue una película que disfruté. Tendría que revisarla nuevamente, a ver como me cae en un segundo visionado.
Impecable reseña, muy completa.
Saludos!
No creo que un segundo visionado mejore en exceso tu opinión. Yo más o menos opino lo mimos que cuando la ví en su momento, aunque quizás ahora soy algo más receptivo a los colores chillones xD
Saludos ;)
Creo que nunca la he visto en su totalidad, cuando apareció en los cines recuerdo que sólo me interesaban los enmascarados en cuanto a cómics se refieren. Sobre Warren Beatty lo considero un buen actor, en cuenta de su trabajo en "Reds" y "Bugsy", sobretodo esta última que me encantó. A pesar de que esta adapatación comiquera tenga peros la tendré en cuenta para un futuro vistazo por si alguna vez la tengo a disposición, Saludos¡¡¡
Visualmente fascinante, narrativamente aburrida. Nunca entendí el éxito comercial de esta película, supongo que la sombra de "Batman" era alargada. Como tú dices no es mala, pero le queda mucho para ser una película redonda.
Saludos.
Darkerr,
Creo que si no la ves, tampoco te pierdes nada. A Beatty lo he visto en varias películas, y no es que me disguste. No lo considero ni bueno ni malo, pero desde luego este papel le venía grande. Y la dirección también.
Rodi,
Supongo que tuvo éxito como también lo tuvo Ghost Rider, ya que a pesar de no ser buenas películas, la gente pagó por verlas sí o sí, aunque no tuvieran un buen boca a boca.
Quién sabe si de hacer una secuela, hubieran repetido el mismo éxito (mucho me temo que no)
Saludos ;)
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