
Después de varios guiones para cine y televisión (suyo es el script de
Sexykiller) y de dirigir el corto
Carne de Neón (
parte 1,
parte 2), Paco Cabezas debuta en la pantalla grande con este largometraje de terror sobrenatural, o por lo menos así nos lo han vendido.
Parte de la promoción de la película ha consistido en un video en el que se muestra a una serie de actores y actrices españoles/as visionando, atemorizados, la película del director. Gritos, sobresaltos y votes que casi les sacan de la butaca (véase un exagerado Alejo Sauras) para una película que pretende dejarnos clavados en nuestros asientos. Pues nada más lejos de la realidad, porque tras el visionado de la misma, uno tiene claro que el susodicho vídeo es puro teatro (o eso, o estaban viendo otra película)
Los protagonistas de esta historia son Malena (
Ruth Díaz) y Pablo (
Javier Pereira), dos hermanos que viajan hasta Argentina para resolver un asunto familiar. Una vez allí, una insólita aparición les permite encontrar un diario en el que se relatan unos crímenes cometidos veinte años atrás. Alojados en un motel de carretera, y tras leer algunas de las estremecedoras páginas del diario, Malena y Pablo son testigos de extraños ruidos y gritos en la habitación de al lado. Temiendo estar viviendo los mismos hechos acontecidos hace veinte años, los dos hermanos huyen asustados del lugar. Desgraciadamente para ellos, esos ruidos y las terribles visiones les acompañarán durante todo el viaje, y sólo descubriendo el misterio que encierra el diario, lograrán volver a sus apacibles vidas de antes.
“Aparecidos” es más un thriller sobrenatural que una película de puro terror fantasmal. De ahí que el video promocional de la película se me antoje una farsa y una tomadura de pelo publicitaria para atraer al público a las salas. Y es que
difícilmente la película nos produzca grandes sustos como los que ahí se observan, e incluso l
os momentos donde debería haber mayor tensión, ésta prácticamente brilla por su ausencia.La película empieza de forma anacrónica, mostrándonos en este caso, parte del final de la película, dándole al espectador una información desconcertante que tomará significado a medida que avance el metraje. Tras esto, llega la presentación de los personajes protagonistas, esbozando brevemente sus personalidades y el estado en el que se encuentra su relación fraternal (unos hermanos que, sin ir más lejos, recuerdan sobremanera a los de
Jeepers Creepers)
Una vez hecho el hallazgo –encontrar y leer el libro- las visiones fantasmales se van sucediendo ante los ojos atónitos de Malena y Pablo. Poco a poco los dos hermanos van conociendo más datos sobre el terrible asesinato en el que, veinte años atrás, un hombre mató a toda una familia y escondió sus cuerpos en distintos lugares. Esos mismos lugares son los que recorren Malena y Pablo, reviviendo así la terrible matanza perpetrada en el pasado y sintiendo la impotencia de no poder hacer nada para evitarla.
No es muy difícil empezar a atar cabos enseguida y saber no sólo de qué va la historia sino también como va a continuar (sobre todo gracias al flashback inicial), y
más o menos a la mitad de la película uno ya empieza a olerse el por qué de todo el asunto, quién era el asesino, quienes las víctimas y lo que es peor, cuál será el desenlace. Y es que cuando uno ha visto tantas y tantas películas de terror, la capacidad de sorprenderse es cada vez menor, y más en un subgénero tan sobado como es el de los fantasmas (cansino y repetitivo a más no poder). Por eso sorprende que
el director/guionista se atreva a criticar, en un momento de la película, los slashers teens tan típicamente americanos, cuando él mismo
termina cayendo en algunos de los tópicos habituales de la temática fantasmal, destacando entre ellos un final tan intencionadamente conmovedor como típico.
De todas formas y pese a ser
una cinta bastante previsible, no podemos negar que sí
resulta interesante a la hora de mezclar el tema sobrenatural con hechos reales de la dictadura argentina. De ahí que además de ser un producto de entretenimiento (objetivo que consigue a medias), se ofrezca también cierta denuncia social respecto a los miles y miles de muertos y desaparecidos que dejó el mandato del dictador Augusto Pinochet.
Sin embargo,
la idea está mejor pensada que escrita, cayendo a veces en la incoherencia o mostrando, por parte de los personajes, reacciones forzadas o deducciones inverosímiles (cuatro ruidos en la habitación contigua del motel ya les basta a los protagonistas para relacionarlos con los hechos relatados en el libro; o un espejo simplemente roto por una esquina hace que uno de ellos lo descuelgue, mire detrás, lo raje y encuentre algo allí escondido)
El ritmo se tambalea especialmente durante la primera hora,
con algunos puntos muertos que más que incertidumbre, lo que provocan es directamente el bostezo. Por suerte,
esa pesadez desaparece en los últimos tres cuartos de hora, momento en el que la película toma un pequeño impulso que sabe aguantar con firmeza hasta el final.Las interpretaciones de la pareja protagonista son pasables la mayor parte de la película, chirriando éstas sólo cuando toca dar una mayor carga dramática a sus personajes, momento en el que la sobreactuación hace acto de presencia. No ayuda demasiado tampoco que a ratos hablen en susurros, haciendo sus diálogos imperceptibles al oído humano, algo que se acrecienta más en el caso de Ruth Díaz, a la que ya de por sí le cuesta bastante vocalizar. Bien sea por ellos o por un sonido nefasto, muchas veces no conseguimos entender lo que están diciendo.
Las escenas más frenéticas, como persecuciones, apariciones fantasmales, etc., resultan insulsas y torpes, algo que podemos perdonar teniendo en cuenta la inexperiencia del director tras la cámara. Lo que no es tan perdonable es que, apoyándose en un material bastante sugestivo, Cabezas termine haciendo
un thriller sobrenatural soso y predecible, que si bien mejora hacia el final, no podemos negar que se queda a medio gas en todo lo que en un principio pretendía ofrecer. El suspense es realmente débil y las supuestas imágenes perturbadoras provocan más bien indiferencia o una inevitable sensación de déjà vu. Por tanto, sin llegar a ser una película del todo desdeñable, sí
deja un sabor agridulce, teniendo en cuenta que
el argumento es prometedor pero su ejecución deja mucho que desear. La historia tampoco da para más de hora y media, y de ahí que a veces caiga en el tedio. Otro punto que juega en contra es una
publicidad inapropiada, que nos vende un producto de suspense como si de una película terrorífica se tratara. Y por supuesto, el tan manido “Basado en hechos reales” del cartel no es más que otra treta publicitaria que responde única y exclusivamente a la parte histórica de la dictadura argentina.