lunes, 2 de mayo de 2016

Mo Caró, un artista de cine



Robert “Bob” Peak, Frank McCarthy, Robert McGuinnis, Richard Amsel, John Alvin o, cómo no, Drews Struzan. Estos son algunos de los muchos artistas que hicieron de los carteles de cine todo un arte. Ilustradores que nos maravillaron con sus obras y que en muchos casos fueron los culpables de que viéramos unas u otras películas juzgando tan sólo por su carátula (aquellos tiempos del videoclub…). 

Hace ya algunos años le dediqué un artículo especial alcartel de cine ilustrado, y hablé de éstos y otros tantos de sus ilustres representantes. Y mencioné también a aquellos que, por razones obvias, se han convertido en sus dignos herederos. Artistas que, influenciados por aquellos incansables (y poco reconocidos) trabajadores de la industria cinematográfica, han decidido dar continuidad al casi extinto arte del cartel ilustrado. Extinto porque ha sido inevitablemente reemplazado por las herramienta digitales, pero que de un tiempo a esta parte está viviendo una segunda juventud, si se le puede llamar así. Pues aunque son contadas las ocasiones en los que las marquesinas lucen carteles ilustrados, lo cierto es que hay toda una comunidad de artistas que siguen  manteniendo vivo tan tradicional y fascinante arte. 

Entre ellos se encuentra un español: Jordi Pérez Mascaró, más conocido por el nombre artístico de Mo Caró.  Y de él precisamente vengo hoy a hablaros, ya que tuve la (muy grata) oportunidad de conocerle en persona y de charlar ampliamente con él. 

¿Pero quién es Mo Caró? Empecemos el artículo respondiendo esa pregunta.

Mo es un artista multidisciplinar. Es ilustrador, diseñador gráfico, fotógrafo y también actor. Si bien en la faceta en la que sobresale y por la que es más conocido es la ilustración. Una afición oculta al mundo durante muchos años y que ahora forma ya parte indispensable de su trabajo.

Y eso que, según cuenta él mismo, jamás quiso dedicarse a ello.

Siempre soy franco, y por eso digo que en realidad yo no quería seguir la profesión de mi padre [también ilustrador]. […] La retomé con el tiempo porque siempre me ha gustado el cine.”

Cuenta cómo, de pequeño, veraneaban yendo de camping, y cómo su padre se llevaba la mesa de dibujo para seguir trabajando. “Era famoso en el camping. Era “el dibujante”. Al lugar ya se le conocía como “el camping del dibujante”. Y por ese motivo Mo no quería seguir una profesión a la que se padre parecía entregado (o esclavizado) en cuerpo y alma.

No quería estar todo el día trabajando sin tener ni un solo día para mí.

Interesado todavía por el cine, con 18 años Mo entró a trabajar como becario en una productora de publicidad, “Estudio 87”, en la que su padre se encargaba de la parte gráfica, creativa y de animación de los spots publicitarios de la agencia (para marcas como por ejemplo Phillips, Telefunken, Phoskitos…). Allí fue aprendiendo de auténticos profesionales, acumulando la experiencia necesaria para terminar él mismo realizando spots y campañas publicitarias.

Es ese el bagaje que te enseña todo el mundillo del arte.”, asegura el artista.

Al mismo tiempo, Mo relata la anécdota de que, con 20 años, mucha gente veía en él a un doble perfecto del cantante George Michael. Ni corto ni perezoso, Mo decidió forzar todavía más esa comparativa, asumiendo el mismo look y moviéndose como él, hasta que al final acabó apareciendo caracterizado como tal en un anuncio para la revista Ragazza (revista juvenil para chicas al estilo Superpop).

A raíz de eso, tuvo la oportunidad de conocer al verdadero George Michael en el único concierto que el cantante dio en Barcelona (no repetiría hasta 15 años más tarde, en 2011). Oportunidad que aprovechó para regalarle un cuadro que le dibujó, dedicado a su paso por la ciudad condal.


La no tan anecdótica comparativa le sirvió también para meterle en el mundo de la interpretación, otra faceta suya quizás no tan conocida para muchos de nosotros, pero que sin duda forma parte de su polifacético currículum. “He tocado tantos palos, que he hecho hasta de actor. […] Y puedo decir que he estado tanto delante como detrás de las cámaras.” 

Así pues, y bajo su verdadero nombre, Jordi Pérez, Mo ha participado en series de televisión y películas, al tiempo que compaginaba su principal labor profesional realizando publicidad para agencias nacionales. 

Entre tanto, Mo realizaba también ilustraciones para sí mismo. Hasta que llegó un momento en el que, en sus propias palabras, “quiso darle más potencia a la creatividad artística”. Fue en ese momento en el que su camino se cruzó con la ilustración de cine. ¿Y por qué de cine?

De pequeño iba al cine todos los fines de semana. […] Había cinco cines en mi barrio. Entre semana, a la salida del colegio, iba a darme un paseo por los cines para saber qué echarían ese fin de semana. Todos los fines de semana (sábado y domingo), sin falta, estaba ahí. Y no me veía la película una vez, sino dos y hasta tres, si podía. […] Después de comer empezaba a ver películas y ya no llegaba a casa hasta las 10 de la noche.

Mo asegura que aquellos carteles que colgaban de las marquesinas “le impactaban”.

Así fue como empezó a dibujar por mera afición, como algo independiente a su oficio, más centrado éste en el diseño y la fotografía. La oportunidad de darse a conocer al mundo surgió cuando entró en contacto con una editorial valenciana, Ediciones Babylon. Allí se gestó la idea de publicar su obra. “Sirvió para obtener reconocimiento en mi país y que la gente supiera quién era ese personaje que se hacía llamar Mo Caró”. Nombre artístico que, por cierto, surge de la unión de parte del apellido de su padre y de “Mo”, como así llaman los menorquines a la Isla de Menorca, su predilecto lugar de veraneo.

Algo parecido ocurre con artistas que, al igual que Mo, han crecido bajo el poderoso influjo del arte de Struzan. Artistas como Paul Shipper o Mark Raats, por ejemplo. Aunque Mo afirma que su autor favorito no es Struzan sino Bob Peck, el “padre del cartel de cine moderno”. De todos modos, recuerda con nostalgia que fue un cartel de Struzan su referente, y el que de alguna manera despertó la chispa de su arte. “Un cartel que me impactó cuando era un chaval fue el de “Los locos del Cannonball”. Sobre todo porque me encantaba Burt Reynolds, que por aquella época era lo más.

Precisamente, a Mo le han adjudicado el apodo de “el Drew Struzan español, una comparación obvia dada la influencia del autor en él, y algo que él agradece.

Las comparaciones no son malas. Te están comparando con un “monstruo”. Al principio, mucha gente confundía mis ilustraciones, pensando que eran de él”.

Aunque a ojo de buen entendedor es fácil distinguir los trabajos de uno y otro artista, más si se tiene un vasto conocimiento de la obra realizada por Struzan, lo cierto es  hay que recorrer un duro camino para lograr el reconocimiento propio. Y ahí entramos en el peliagudo tema de la importancia de la firma, de lo necesario que resulta para un autor poder estampar su nombre en su propia obra.
Y de ello Mo ha hecho su particular batalla, intentando que él, siendo artista, sea reconocido como tal. 

Hay mucho talento por ahí. Y me fastidia que las medallas se las lleve el director creativo y el jefe de la agencia de la publicidad, cuando mucho veces tan sólo plantan la idea, y es el artista el que tiene que entenderlo y desarrollarlo [...] Hay gente muy buena a la que por esa razón nunca van a valorar.” 

Estos artistas están sujetos al control y demanda de las agencias. Los “artistas sin nombre”, por llamarlos de algún modo, que no pueden firmar sus obras, que no tienen ninguna clase de reconocimiento y a los que no es posible localizar si no es por medio de las citadas agencias. 

Mo ha logrado lo que muchos otros  no consiguen hasta que consiguen hacerse un nombre. Siendo ese el mejor de los casos, pues muchos otros han quedado y quedarán para siempre en el anonimato.

Y bajo su nombre artístico, Mo Caró, podemos encontrar el libro “One Sheet Movie”, un recopilatorio de sus fantásticas ilustraciones, tales como las que ilustran este artículo.

Como punto final al artículo, os dejo con una retahíla de preguntas rápidas que le hice. También quisiera aprovechar este último párrafo para agradecerle nuevamente que me permitiera robarle un poco de su tiempo para esta charla-entrevista, y hacer saber al lector la grata impresión que me causó como persona. Porque Mo, además de un artista como la copa de un pino, es una persona de lo más cercana, amable y honesta. Y esas son cualidades que en el mundo del arte siempre son muy agradecidas.


PREGUNTAS RELÁMPAGO

¿Para qué película te hubiera gustado o te gustaría tener la oportunidad de ilustrar un cartel?
James Bond.

¿Temática, actor o actriz que más te gusta dibujar?
Me gusta sobre todo la época de los 80 porque fue la más creativa. Todo el cine de esa época me encanta. Pero uno de los actores que me gustaría dibujar, porque lo admiro mucho, es Clint Eastwood.*

*EXCLUSIVA: Al parecer, una editorial podría lanzar en breve un libro sobre la vida del actor, y es más que probable que la portada de esta edición recaiga en Mo, según me adelantó el propio artista.

¿Lo que más y lo que menos te gusta de esta profesión?
Lo que menos es la puerta cerrada del secretismo. No te quieren contar lo que cobran o cómo trabajan. [Y lo cierto es que Mo no tiene ningún reparo a la hora de hablar de lo que cobra por una ilustración, cosa que le honra.]

¿Elige tu creación favorita o de la que más te enorgulleces?
El que más cariño le tengo, entre otras cosas porque también me ha otorgado repercusión, es el del 25 Aniversario de Star Trek.

¿Qué consejo le darías a los jóvenes -y no tan jóvenes- artistas que quieren dedicar a esto de la ilustración?
Tienes que ser muy machacón con el tema. Picar mucha piedra, copiar mucho para llegar a encontrar tu propio estilo. Yo todavía sigo buscando el mío. 

No hay que arrugarse. Hay que saber tirar siempre para adelante. Tenlo como un hobby, y quizás algún surja de rebote la gran oportunidad. Porque si llegas a hacerlo bien, alguien lo va a querer.

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