jueves, 27 de septiembre de 2012

“Salvajes” (2012) – Oliver Stone

Crítica Salvajes 2012 Oliver Stone

La llegada de "Salvajes” a nuestras carteleras coincide con su reciente proyección en el Festival de Cine de San Sebastián, dónde ha tenido una acogida más bien dispar entre los asistentes. Precisamente en dicho Festival, tanto su director, Oliver Stone, como uno de los integrantes del reparto, John Travolta, han sido obsequiados con un Premio Donostia, uno de los galardones más apreciados del certamen dado su carácter honorífico. Y no seré yo quién le reste méritos a ambos para merecer tal reconocimiento  (y menos en el caso de Stone), pero hay que reconocer que este año los premios Donostia se han repartido como churros.

Premios a parte, la película supone una nueva oportunidad para el cineasta de seguir en la brecha y recuperar algo del prestigio que se le negó con su anterior trabajo, la injustamente denostada secuela de “Wall Street”.

Ben (Aaron Taylor-Johnson) y Chon (Taylor Kitsch) son dos amigos de Laguna Beach que comparten novia y negocio. Como socios, se dedican al cultivo y distribución de una marihuana de excelente calidad. Su chica es Ophelia (Blake Lively), aunque ella prefiere que la llaman por su diminutivo, O. Los tres disfrutan juntos de la vida sin molestar a nadie. Sin embargo,  llega un día en que su lucrativo negocio llama la atención del cartel mexicano liderado por la despiadada Elena, apodada “La Reina” (Salma Hayek), a quién secunda su brutal mano derecha Lado (Benicio Del Toro) y Alex (Demián Bichir), un abogado sin escrúpulos. 

Elena exige asociarse con Ben y Chon, pero los jóvenes rechazan su propuesta de negocio. Es entonces cuando el cartel decide secuestrar a O exigiéndoles como rescate el dinero que han ganado durante los últimos cinco años. Aunque en principio los jóvenes se muestran dispuestos a pagar, no tardarán en idear un plan para rescatar a su chica y vengarse de sus secuestradores.

Lo último de Stone es un thriller criminal a secas, sin ningún tipo de discurso político o social que pueda ser objeto de polémica, más allá de las consideraciones personales que pueda suscitar en cada uno de nosotros la historia que el director nos cuenta. Una historia, por cierto, basada en la novela negra superventas de Don Winslow, la cual está incluida en el Top 10 del New York Times de 2010.

El trío –y nunca mejor dicho- protagonista lo conforman una chica y dos chicos muy distintos entre sí.

Chon, un exsoldado desencantado del mundo que le rodea, fue miembro de los SEAL de la Marina estadounidense y luego mercenario. Es un tipo duro afín a la ley del más fuerte. Su modo de solucionar los problemas pasa siempre por la violencia.

Ben, por el contrario, no tiene nada que ver con su amigo. Es un joven pacífico y caritativo que emplea su tiempo y el dinero que gana con la venta de marihuana para intentar hacer del mundo un lugar mejor, especialmente para los más necesitados.

Ben y Chon son el yin y el yan, pero se complementan a la perfección. Les une no sólo una larga amistad y un negocio en común, sino también su amor por Ophelia, con quién comparten sus vidas y sus corazones.


Ophelia necesita a ambos para sentirse completa. Necesita la ferocidad de Chon y la bondad de Ben. Tal como lo describe ella, cuando le apetece echar un buen polvo, tiene a Chon para satisfacer sus necesidades; y cuando desea hacer el amor, es Ben quién la complace. Los tres forman un matrimonio perfecto y bien avenido. En su caso, tres no son multitud sino la cifra perfecta. Pero en su idílico estilo de vida se entromete Elena, y a partir de ese momento ya nada volverá a ser como antes…

La intromisión de “la Reina” del cartel mexicano en su mundo perfecto es más que el inicio del fin de un bonito negocio. Es un punto de inflexión en la vida de Chon, Ben y Ophelia; sobre todo de estos dos últimos, que ya no serán los mismos tras los acontecimientos que se sucederán después de su primer encuentro con el cartel.

Stone nos sumerge en una guerra sin cuartel contra el imperio de la droga. En principio, parece una lucha desigual cual David y Goliath, pero los protagonistas no tardarán en encontrar la piedra que les ayude a vencer a la bestia, aunque por ello deban sacrificar todo lo que tienen y confiar en aquellas personas de las que uno no siempre se puede fiar. Y es que si algo comparten gran parte de los personajes de la trama, es que la confianza entre unos y otros es más bien escasa.  

Despiadados traficantes rivalizando por quedarse con el mercado, un agente corrupto de la DEA (John Travolta) tratando de sacar su parte del pastel, y en medio dos jóvenes empresarios que han crecido demasiado como para seguir pasando desapercibidos. Y nadie es de fiar porque lo que está en juego, para unos y otros, es muy valioso.


Stone logra contarnos esta historia de amor, poder y venganza  sin escatimar en violencia, empleando alguna que otra trampa narrativa (SPOILERS– la pequeña mentirijilla que nos suelta O al inicio, y ese innecesario y más bien gratuito doble final – FIN SPOILERS), y reduciendo sus excesos visuales y narrativos a niveles más que aceptables. Vamos, que esta no es otra “Asesinos natos”, y para quién esto escribe, eso es un alivio.

La ausencia de discurso crítico (aunque sí se intuye cierto posicionamiento a favor de legalización de la marihuana) permite al director centrarse exclusivamente en la evasión  que ha de proporcionarnos durante estas largas –demasiado- dos horas salpicadas de sexo, violencia, ambición, traición, amor, amistad y sucia maldad. Stone logra su propósito no sin ciertos altibajos, pero con suficiente garra y descaro como para no lamentar en absoluto su visionado. 

Si bien parece difícil que volvamos a recuperar al Oliver Stone de JFK o Platoon (por poner un par de ejemplos de sus mejores trabajos), es posible que con “Salvajes” se reconcilie con aquellos que ya lo daban por acabado. Por lo menos sigue mostrando buen hacer dentro de su faceta más apolítica y menos provocadora.

De paso, nos obsequia con una Salma Hayek desatada (y un pelín sobreactuada), un Benicio Del Toro deliciosamente cruel, un Taylor Kitch para el que aún hay esperanza en el cine (pese a John Carter y Battleship) y un Aaron Johnson que pide a gritos un papel protagónico a la altura de unas capacidades aún no debidamente exploradas. Ah, y también recuperamos a Travolta, que aunque acumule tantos kilos de más en el cuerpo como liftings en la cara, sigue molando lo suyo.



Valoración personal:

2 comentarios:

Darkerrblog dijo...

Para mi fue una simpàtica pelicula, lejos de las mejores de Stone pero aceptable. Buenas actuaciones, correcta direcciòn y una historia que se hace interesante sin mayores sorpresas.

Saludos¡¡¡

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Esperemos que antes de su retiro, Stone nos vuelva a sorprender con alguna gran obra. Por ahora, cosas como Salvajes resultan, como bien dices, aceptables.

Saludos ;)