Cuando un director tiene un estilo muy marcado a la hora de
rodar, éste deviene en un sello inconfundible para identificar sus películas.
Esto puede ocurrir tanto en el cine mainstraim (Michael Bay, Tim Burton…) como
en el cine más independiente (Wes Anderson, Terence Malick…).
Cuando esto ocurre, es
fácil acumular a tu alrededor tantos admiradores como detractores. Claro que siempre
es mejor eso que ser un mero mercenario sin personalidad…
Lo cierto es que cuando el estilo de un director gusta, no
es raro que surja algún admirador/imitador que pretenda copiarle u homenajearle
(según se mire), o simplemente alguien que, en ciertos aspectos (manejo de la
cámara, temáticas, etc.) denote cierta influencia de ese director.
El día en el que Guy Ritchie se presentó al mundo entero con
“Lock & Stock”, no tardaron mucho en compararle con el director de
“Reservoir Dogs”. Tanto es así, que algunos le calzaron el apelativo de “el
Tarantino inglés”. Aún con un registro similar, lo cierto es que Ritchie logró
desmarcarse pronto de las comparaciones y labrarse su propio sello
característico y genuinamente inglés.
Ahora es Carlos Therón el que parece querer emular el cine
gangsteril de Ritchie y Tarantino con esta “Impávido”, una película con mucho
macarra, mucha tía buena, mucho dinero y mucho tiroteo; y con un protagonista
con tanto morro y chulería como mala suerte. Aunque según él, la suerte -buena
o mala- no existe.
Rai, un ladrón de
coches de poca monta con habilidades de tahúr, le debe dinero a Mikima, el jefe
del crimen organizado. Para saldar su deuda de juego debe hacer un encargo
aparentemente sencillo. Sin embargo, las cosas no salen como estaba previsto y
la oportunidad de devolverle el dinero acaba volando por los aires junto con un
coche robado.
Y esto es sólo el
principio del peor día en la vida de Rai…
Después de rodar varios cortos, ejercer de guionista para la serie “Los
hombres de Paco” y debutar en el cine dirigiendo la infame “Fuga de cerebros 2”
(un producto de encargo sin más), Therón lleva al largometraje el corto
homónimo que realizó en 2007. Para ello, el director, que co-escribe el guión
junto a su hermano Roberto y Alfonso Aranda (habituales colaboradores en sus
cortos), cuenta con el reparto original de aquél.
Julián Villagrán, al que hemos visto recientemente protagonizando
“Extraterrestre” de Vigalondo o haciendo de yonki en “Grupo 7”, se mete en la
piel de Rai, un torpe ladronzuelo que acaba en la cárcel por amor y sale de ella
más sólo que la una. Su (ex)novia italiana, Daniella, se ha buscado a otro que
la mantenga y ya no le hace ni puñetero caso (ni siquiera le contesta las
llamadas).
Su estancia entre rejas, no obstante, no le han hecho
cambiar de vida, y Rai regresa a sus malos hábitos de siempre: robar coches.
Esta vez se asocia con Manrique, al que conoció en la cárcel y con quién trabó
una buena amistad.
Todo va de lujo hasta que topa con Tena (Manolo Solo), el
contable de Mikima y el encargado de coordinar sus operaciones con la obligada
colaboración del inútil del sobrino de su jefe. A través de él, Rai entra en
una partida de póquer en la que termina perdiendo y debiendo un montón de pasta
al tipo más peligroso de la ciudad. Y ahí es dónde empiezan sus problemas…
Macarras, ladrones, policías corruptos, traficantes de cocaína,
puteros, prostitutas, bailarinas de striptease… “Impávido” cuenta con el
repertorio de chusma habitual al completo para desarrollar esta macarra comedia criminal al más puro estilo
Guy Ritchie, al que homenajea/copia con todo el descaro del mundo (rifs de
guitarra en la banda sonora incluidos). Probablemente a la película que más se asemeje
del director inglés sea “Snatch (Cerdos y diamantes)”, algo que la propia
distribuidora se encarga de recordarnos en la promoción.
En ese sentido, la
película suena a ya visto, y dentro del panorama criminal no ofrece nada nuevo.
Tampoco Therón ha sido el primero en acercase al género de este modo… Ya lo
hizo en su momento Juanma Bajo Ulloa con “Airbag” y más recientemente Paco
Cabezas con la horrible “Carne de neón”.
¿Es eso un problema
para disfrutarla? No del todo, ya que la
historia en sí y los personajes tienen su atractivo, y los 95 minutos de
desventuras resultan, cuanto menos, entretenidos.
La narración alterna el seguimiento de los distintos
personajes que componen la trama, de modo que mientras vemos a Rai por su
cuenta de viaje por Europa, Mikima y Tena se dedican a lo suyo. Y a ninguno de
ellos parece sonreírles la fortuna.
La película es un
cúmulo de desdichas, una tras otra, con Rai pringando más y más a cada minuto
que pasa. Las cosas se tuercen de mala manera por un lado y por el otro,
para que al final -como es de esperar- todos los males confluyan en una gran
bola de m*****a que acabará reventando y salpicando a todos. Para llegar a eso,
Therón y compañía llevan “la mala suerte” del/los protagonista/s hasta el
extremo, forzando un tanto demasiado los
giros y golpes de efecto que presenta su guión. Ese es, quizás, el mayor
punto negro de la película… Si el desarrollo resultara algo más “casual”,
quizás el conjunto sería más sostenible y loable.
De todos modos, “Impávido”
tiene gancho y los atributos suficientes para contentar a los que gusten de
este tipo de cine. Claro que puestos a devenir en un Ritchie a la española,
no hubiera estado de más que Therón la hubiera hecho parecer más autóctona.
Porque dejando a un lado la nacionalidad de sus intérpretes, lo cierto es que la
historia bien podría transcurrir en cualquier otro lugar que no fuera España y
no se notaría la más mínima diferencia.
Y es que la influencia del cine extranjero (americano, más
que nada) es tal, que a la película le falta cierta entidad y autenticidad
patria. Algo similar le ocurría a “Promoción fantasma”, que de tanto mamar y
homenajear del cine adolescente yanqui (con John Hugues a la cabeza), al final les
salía un híbrido un tanto anacrónico.
Aquí tanto los personajes como los escenarios
son meros estereotipos del cine de toda la vida. No digo que esta chusma no
se encuentre en España (desde luego que sí), pero no imagino a muchos mafiosos de
aquí conduciendo un Shelby Cobra del 64’ ni realizando atracos al más puro
estilo Hollywoodiense (¿alguien ha dicho “Le llamanda Bodhi”?). Pero había que
meter un carro clásico (y de lujo) para que Mikima se viera más “cool” y
presuntuoso, y obviamente no le iban a poner al volante de un Seat 600 o un
Citröen Dyane.
Es un detalle nimio, pero es un pequeño ejemplo de lo poco española que se siente a ratos la película. Las charlas de Rai y Manrique en la cárcel, el atraco de Mikima… Esto ya lo hemos visto antes (y mejor), y la ubicación spanish no ayuda a marcar la diferencia, aunque de vez en cuando sí ofrece sus puntos más cañí (esas cangrejeras…), y algunos diálogos le dan un toque más de aquí que ayuda a sentir la historia un poquito más cercana. También tenemos a Tena, que parece salido de “Cuéntame cómo pasó”, y que es de los pocos personajes que realmente se acerca a la fauna patria.
En cuanto al reparto, la mayoría resulta competente, pues ya
venían con el rodaje hecho en el cortometraje original. Villagrán se muestra
cómodo en la piel del torpe de Rai, un delincuente granujilla pero sin ser mala
gente del todo. Manuel Soto clava con
toda naturalidad al bigotudo de Tena (en mi opinión, lo mejor de la película) y
Selu Nieto da el pego como el atolondrado -pero más listo de lo que parece-
primo de Mikima. Por su parte, Pepe Oliva, Victor Clavijo (que siempre cumple) y Pepón
Nieto (que casi siempre hace de Pepón Nieto) aciertan también en sus pequeños
papeles, así como algún otro conocido del director (Pablo Penedo, el guaperas
gay de “Fuga de cerebros 2”).
Al otro lado de la balanza, en cambio, tenemos a Nacho Vidal,
que por mucho que se esfuerce en poner cara de malote no convence como el
villano de turno. Lo suyo es el porno, y no hay más vuelta de hoja. Físicamente
da el perfil para su personaje, pero sus cualidades actorales se reducen a lo
que le cuelga entre las piernas. Carolina Bona (Daniella) ni fu ni fa, aunque
aquí el problema quizás esté en el idioma. Y Marta Torné luce palmito y poco
más, aunque eso, hay que reconocerlo, se le da muy bien (para el papel de chica
florero tampoco es que se necesite mucho más).
El accidentado periplo de este “impávido” robacoches (en una
especie de infausto y apresurado viaje hacia la madurez tardía) se queda algo por debajo de las
pretensiones de Therón (quién aún está a tiempo de encontrar su propio
estilo en futuros trabajos), pero
tampoco disgusta si se acude a ella con pocas expectativas (tal fue el caso
de un servidor). El montaje vertiginoso
y videoclipero es efectivo para el tipo de propuesta que ofrece, así que
ahí no hay peros que valgan, y algunos gags
están bastante logrados.
P.D.: El título viene, en gran medida, por el juego de
cartas al que juegan los protagonistas: una variante del mus francés en la que
una amable muchacha se mete debajo de la mesa para prestar sus favores -al
azar- a uno de los jugadores. El que descubre quién es el afortunado jugador
que los recibe, se lleva todo el dinero de la mesa.
Valoración personal:
2 comentarios:
Jamás hubiera tomado un minimo interés en verla si del poster dependiera. De hecho lo vi en la parada del autobús y fue como ver una pared blanca. Trás tu crítica no descarto verla algún día...
Yo tampoco esperaba nada bueno, y sin ser ninguna maravilla, al menos me entretuvo. Tiene su punto, pero obviamente, cualquier imitación de Guy Ritchie siempre estará por debajo de lo que hace (o hacía) el británico. Rara vez la copia supera al original.
Saludos ;)
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