viernes, 1 de junio de 2012

“Blancanieves y la leyenda del cazador” (2012) – Rupert Sanders

Crítica “Blancanieves y la leyenda del cazador” 2012 Rupert Sanders
A principios de año aterrizaba en nuestras carteleras la primera de las versiones del famoso cuento (uno de tantos) de los Hermanos Grimm programadas para este 2012: “Blancanieves (Mirror, Mirror)”. 

A cargo del siempre excesivo Tarsem Singh, este acercamiento en clave de comedia familiar fue recibido de manera dispar, sin dejar apenas lugar para el término medio. O gustaba mucho o no gustaba nada. Resultado final: una taquilla insuficiente tanto a un lado como al otro del charco, quedándose a las puertas de dar beneficios al no lograr recaudar el mínimo deseado, es decir, el doble de lo invertido (unos 85 millones de dólares).

Ahora, transcurridos cinco meses, nos llega la gran apuesta de Universal, “Blancanieves y la leyenda del cazador”, otra reconstrucción del cuento muy a la manera del Hollywood más blockbusteril, esto es, espectacularidad y efectos especiales por un tubo cual “El señor de los anillos”. Una comparación nada gratuita si nos ceñimos a los épicos avances previos a su estreno. 

La historia de base viene a ser la de siempre. El bien contra el mal encarnados por Blancanieves (Kristen Stewart) y la malvada reina (Charlize Theron), respectivamente, y cuyo enfrentamiento nace, principalmente, de la envidia cochina de ésta última por la belleza de su joven hijastra (algo que en esta ocasión, a tenor del casting elegido, resulta difícil de creer). 

Con tal de deshacerse de la única rival en belleza y, a su vez, heredera al trono, la pérfida soberana encarga a un experimentado cazador (Chris Hemsworth) la misión de matar a Blancanvies a cambio de devolverle a éste a su difunta amada. Las cosas, sin embargo, no salen cómo estaba previsto, y el cazador termina ayudando a la joven a escapar de sus perseguidores. Ahora ambos deberán unir fuerzas con los aliados fieles al antiguo monarca para acabar con el reinado de terror de la malvada bruja.

El filme del debutante Rupert Sanders (aclamado director de spot publicitarios) abre la incipiente temporada de blockbusters veraniegos a golpe de espada y magia negra. Y es que el cuento, señores, nos lo han vuelto a cambiar…. un poquito.  

En esta ocasión, el mayor aliado de la joven Blancanieves es un desaliñado y borrachuzo cazador necesitado urgentemente de redención y, por qué no, de amor. Pero no descartemos tan pronto al apuesto y valiente príncipe azul de la ecuación, porque él también tiene su pequeño huequecito en la trama.

No faltan tampoco los siete enanitos que, al igual que en la versión de Singh, han pasado de buscar piedras preciosas en las paredes de una mina a arrebatárselas por la fuerza a los incautos caminantes que se cruzan en su camino. Una forma un tanto deshonesta de ganarse la vida tras la llorada muerte de su estimado Rey.
La introducción inicial es ya un clásico, y en su brevedad reside precisamente su mayor virtud. Los primeros minutos se encargan de poner al espectador en situación, relatándonos así el ascenso al poder de la pérfida Ravenna, una mujer de letal belleza.


Contado esto, pasamos a la trama propiamente dicha. Y ésta empieza con Blancanieves librándose del cautiverio al que la tenía sometida la Reina y huyendo de sus perseguidores a través del Bosque Oscuro. Un bosque que, a juzgar por su nombre, no depara demasiadas bondades para el valiente que se interne en él.
En este punto, la película entra en un bucle dominado por la narración apresurada y reiterativa. La presentación del (anti)héroe es lo justamente rápida y concisa para saber de qué pie calza éste, pero lo que viene a continuación precisa de mayor tiempo de cocción; a fuego lento, a ser posible. No obstante, los guionistas apuestan por la acción casi sin descanso, convirtiendo casi todo el metraje en una interminable persecución cuyo esquema se repite demasiadas veces. Un esquema tal que este: “Encuentran a Blancanieves - se sucede un enfrentamiento - sus perseguidores fallan y ella huye”. Y así una vez tras otra, dejando más espacio a la acción que al desarrollo de los personajes. De ahí que el romance entre Blancanieves y Eric el cazador cojee un poco o que los momentos más dramáticos nos dejen indiferentes. 

Sanders no logra una implicación emocional medianamente aceptable con el espectador, y eso mengua considerablemente nuestro disfrute. Ahora bien, sabe compensarlo a base imaginería visual, con un atractivo despliegue de efectos especiales y un diseño de producción espectacular.
Visual y estéticamente, “Blancanieves y la leyenda del cazador” es un deleite. La recreación de los bosques es portentosa, tanto el Oscuro como el Encantado (sobre todo este último); la demostración de poder de Ravenna y sus sucios trucos no son siempre originales, pero son llamativos y en ocasiones sí resultan inspirados (su ejército de guerreros de ¿ónix negro?, por ejemplo); el diseño de vestuario obra de la diseñadora Colleen Atwood, una habitual colaboradora de Tim Burton (Sweeney Todd, Sleepey Hollow, Eduardo Manostijeras…), es exquisito, dedicando especial atención a los vestidos de la Reina; y por último, la caracterización de los enanos es sobresaliente, pues nadie diría que son actores de más de metro y medio si no fuera porque les conocemos a casi todos: Bob Hoskins, Ian McShane, Toby Jones, Ray Winstone, Nick Frost, Eddie Marsan… 

Los efectos especiales son dignos de un superproducción de estas características, y sólo la aparición de unos pequeños duendecillos desentona un poco con la calidad imperante.
En definitiva, técnicamente no hay mucho que reprocharle. Ahora bien, la historia ya es harina de otro costal. El guión es muy esquemático y repetitivo. No se puede negar que la película entretiene, y tiene secuencias dignas de pagar la entrada, pero –y a riesgo de sonar tópico- le falta “alma”. Esa alma necesaria para que dentro de unos años la recordemos con el mismo cariño con el que ahora recordamos “Willow”, entrañable película de aventuras a cuyo espíritu más se asemeja esta versión épica del cuento de los Grimm. Y precisamente la épica también se resiente al no terminar de empatizar con Blancanieves; bien porque, como ya he apuntado antes, se pasa muy de puntillas sobre los personajes, bien porque Kristen Stewart es demasiado apática para resultar una princesa encantadora (y menos aún, guerrera). 


Tenemos que creernos que  todo un ejército está dispuesto a arriesgar sus vidas para conseguir que su princesa recupere el trono, pero ni actriz ni guionistas consiguen que nos lo creamos. Una revelación de última hora y un discursito inspirador cuál William Wallace no son suficientes para alentar lo que viene a ser la gran y esperada batalla final. 

Por fortuna, ahí tenemos a Hemsworth, un Thor sin pasar por peluquería, que se convierte en un héroe de lo más convincente (hacha en mano); y a Charlize Theron, una villana digna de cuento, con cierto histrionismo teatral muy apegado al tono caricaturesco de este tipo de antagonistas. Quizás a algunos les parezca sobreactuada, pero en mi opinión da en el clavo con lo que se espera de una pérfida bruja. Además, no estamos ante un ser cruel por naturaleza sino por causa-efecto. 

Ravenna no es la típica mala porque sí, sino que es un ser torturado y vengativo. Tiene un motivo incontestable para ser como es, y aunque eso no justifique ni exonere sus actos, sí nos proporciona razones para meternos en su piel (aunque más de uno lo que prefiera es meterse en su cama).

Los elementos icónicos del cuento adheridos a su personaje, como el espejito mágico o la manzana envenenada, siguen presentes porque son imprescindibles, por mucha reinvención que se busque.

En cambio, el amor entre el cazador y la princesa no llega a consumarse (¡un cuento de hadas sin boda, no es un cuento de hadas!), y se vislumbra una especie de trío amoroso (¿otra vez, Kristen?) cara a una ya anunciada segunda parte. Secuela que sólo el público decidirá si debe existir.

En “Blancanieves y la leyenda del cazador” el cuento de hadas ha pasado a ser más bien una historia de espada y brujería, con una Blancanieves a la que no le falta lucir la brillante armadura cuando toca; con un héroe zarrapastroso pero muy macho, y con una malvada reina hermosísima y trágica (con mención especial a su espeluznante hermano/fiel lacayo). 

Todo ello es suficiente (por los pelos) para pasar dos entretenidas horas en una fresquita sala de cine resguardado del intenso calor del exterior, pero probablemente no permanezca en el recuerdo mucho más tiempo del que estará en cartelera. 
 


Valoración personal:

6 comentarios:

Ookami dijo...

Esta sí que sí que no se me escapa jeje!

La verdad es que entre esta y Once Upon a Time (la serie) queda caro que el mejor personaje de este cuento es la reina

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Creo que pasa un poco lo mismo que con La Bella Durmienta. En estos cuentos las perversas villanas tienen mucho potencial.

Saludos ;)

Toluuuu dijo...

Grata sorpresa la que me he llevado al leer tu crítica. Pensaba que iba a ser una auténtica basura, y tus elogios han encendido una pequeña llamita de esperanza en mi interior, e igual mañana me paso a verla. Me chirría el ver que siplemente le das un "sufi raspao" (a vueltas con los aliens ;D) pero ai tantas escenas de acción tiene, por mi puedo obviar incluso la soberana estupidez de que la Theron sienta envidia de Kisten "Asquitos" Dunst... Pero bueno, es ficción.

Agradecido como siempre de tus críticas.

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Bueno, elogios sobre todo a los aspectos técnicos. Si lees la crítica completa, la valoración final es la que le corresponde. Ni buena ni mala, entretenida. No sé por qué te chirría... Las tres cabezas no significan un "sufi raspado". La leyenda en el margen izquierdo es bastante concisa con respecto al tema de las notas.

Saludos ;)

Fucktricio dijo...

Saludos. Ayer justo acabo de ver la película y honestamente esperaba algo épico a como pintaba en los avances, lamentablemente yo no ví nada de eso. La película dura más de lo que debería, y no fue díficil perder el interés después de una hora. Hay situaciones que se resuelven de manera ridicula como SPOILER cuando en el bosque sufren el ataque de un troll, vaya manera de finiquitar el asunto FIN SPOILER, hablando del Señor de los Anillos si eso pudo hacer con un troll me hubiese encantado ver que haría con una horda de orcos XD.

Cuando aparecen los enanos, que supongo son la parte cómica de la película, me resulto indiferente ya que para esas alturas estaba aburrido de ver lo mismo en pantalla y que comentas en tu crítica, la pelea-huida-persecución-pelea y así hasta el cansancio. Los personajes son tratados por encima por lo que carecen de interés y la zoofilica/necrofilica de la protagonista no tiene el peso ni el carisma para el papel de Blancanieves, por lo tanto no le creí esa transformación en guerrera. Me pregunto si esta chica tiene problemas para ir al baño, de otra forma no me explico esa expresión en el rostro como si apretara las nalgas para evitar sufrir un accidente. Ni al final que se supone es uno feliz quita esa cara, yo no la encontre ni medianamente entretenida, dura demasiado y ese tiempo es mal aprovechado, si la historia se hubiese desarrollado de otra manera creo que hubiese sido mejor película de lo que es, lamentable.

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Al menos yo no me aburrí xD

Lo de Stewart es de traca. Y no le tengo ninguna tirria por Crepúsculo, argumento que muchos (o más bien muchas) utilizan para defenderla, sino que la he visto en otras tantas películas y siempre me la encuentro con esa cara "de resaca permanente". Y aquí, la verdad, es que los guionistas tampoco ayudan mucho.

El cambio de princesita en peligro a guerrera no cuela nada. Vemos a la chica enfrentándose a espadazos contra el ejército enemigo cuando lo único que le ha enseñado el cazador es una sencilla llave de autodefensa. De ahí a convertirse en una experta en el manejo de la espada y el escudo va un largo trecho, pero parece que los guionistas confían en que el espectador no piense demasiado durante la proyección.

Saludos ;)