Crítica Men In Black 3 2012 Barry Sonnenfeld
En pleno ascenso de su carrera después de un par de
taquillazos (Dos policías rebeldes e Independence Day), Will Smith estrenaba
en 1997 “Men In Black”, una comedia de ciencia-ficción -basada en un cómic de
Marvel- que se convertiría en otro éxito a sumar a su currículum.
Aunque era una apuesta fuerte del estudio (90 millones de
presupuesto no eran moco de pavo), probablemente nadie podría imaginar la gran
acogida que acabaría teniendo. El filme dirigido por Barry Sonnenfeld (director
de fotografía reconvertido a cineasta que se ganó el puesto de director gracias
a “La familia Addams”) recaudó hasta seis veces su presupuesto y consiguió no
sólo el apoyo del público sino también el de la crítica.
Con tan buenos resultados, la explotación del producto no
tardó en llegar: merchandising de lo más variado (muñequitos, principalmente, y
un cómic de la versión cinematográfica) y un serie de televisión animada. Y,
cómo no, la inevitable secuela.
“Men In Black 2” llegó a los cines después de la desastrosa
“Wild Wild West”, que había juntado de nuevo a Sonnenfeld y a Smith. Por tanto, las expectativas, aún con el
precedente de la primera entrega, no eran demasiado entusiastas. Y como suele
ocurrir en estos casos (salvo honrosas excepciones), la película cumplió a
rajatabla con el dicho de “segundas partes nunca fueron buenas”.
Costó más dinero que su predecesora y recaudó un poco menos,
pero “Men In Black 2” no fue ningún fracaso, pese a que la inmensa mayoría
(servidor incluido), arrastrada al cine por el recuerdo de la primera, acabó
echando pestes de ella.
Con todo, la saga puso el freno y ya no se rodó ninguna
secuela más… hasta ahora.
En sus 15 años con los
Hombres de Negro, el agente J (Will Smith) nunca se había enfrentado a
semejante situación: tener que viajar al pasado para salvar la vida de su compañero, amigo y
mentor, el agente K (Tommy Lee Jones). Pero no sólo eso, ya que del éxito de su
misión depende también el destino del planeta, que está siendo invadido por una
temible raza alienígena.
Vuelven los Hombres de Negro. Vuelven Will Smith y Tommy Lee
Jones bajo la batuta, nuevamente, de Barry Sonnfield, tras diez años desde el
estreno de la desafortunada última entrega.
Pero para juntar a los tres otra vez no valía con rodar
“otra secuela” más. Había que aportar algo nuevo a la saga, algo que sirviera
de excusa para traerlos de vuelta y que supusiera un punto distintivo respecto
a sus predecesoras. Y ahí entra en juego el tema de los viajes en el tiempo.
Esta vez, el villano de turno (un irreconocible –por obra y
gracia del maestro Rick Baker- Jemaine Clement) es un viejo conocido de K que logra
saldar una cuenta pendiente asesinándolo en el pasado y alterando así el curso
de la historia. De este modo, J se queda sin compañero y la agencia pierde a
unos de sus mejores agentes, lo que por otro lado deja a la Tierra con el culo
al aire ante una inminente invasión alienígena.
J, el único que recuerda al K del presente, debe hacer un
salto (literalmente…) en el tiempo y resolver toda la papeleta en cuestión de
24 horas. E inesperadamente, su aliado en esta aventura será su compañero K,
sólo que unos años más joven y menos cascarrabias.
J y K juntos de nuevo (más o menos) contra un malo malote
escurridizo y con muy malas pulgas. A priori, un punto de partida, cuanto
menos, interesante para traer de vuelta a los hombres de negro. Sin embargo,
los avances de la película no auguraban nada positivo, y por lo general las
secuelas tardías casi siempre despiertan más recelo que confianza.
Pero una vez sentado a la butaca, los temores iniciales de
van disipando al son de la estupenda y pegadiza partitura de Danny Elfman. Los primeros minutos suponen un buen y
prometedor arranque para esta tercera entrega.
Ya no tenemos a Z (el genial Rip Torn), pero el nuevo jefe
de la agencia es jefa, y el personaje recae en Emma Thompson, con lo cual no es
un mal cambio. El problema es que ella se encargue de protagonizar el que
probablemente sea el gag más chorra de toda la película. Es la primera
concesión hacia el público infantil, hacia los “peques” de la casa, y las
alarmas empiezan a saltar de nuevo. Pero tranquilos porque es el primero y el
último.
Durante el resto de metraje, “Men In Black 3” hace gala de un humor bastante certero y en ocasiones
sorprendentemente ingenioso y divertido, aportando a la franquicia algunos
gags hilarantes (el del crack del 29, el mejor) que nos devuelven la fe en el
cine familiar de Hollywood. Porque ante todo, esto es un entretenimiento para
todos los públicos, y reside en su naturaleza misma contentar al espectador más
chico y al más adulto por igual, una tarea nada fácil en estos tiempos. Pero
por suerte, Sonnenfeld y cía han sabido
recuperar el espíritu y la esencia que hizo de la primera una película disfrutable
y triunfadora.
La vuelta de tuerca mediante viajes en el tiempo le ha sentado bien a este retorno, aún por poco original que resulte la temática dentro del género fantástico (viajar al pasado para corregir y/o impedir un evento = sobadísimo). Si bien eso nos priva, inevitablemente, de gozar de la siempre estimable presencia de Tommy Lee Jones, cuyo papel queda reducido a mínimos (inicio y desenlace) en favor de su versión sesentera a cargo de Brolin. Cabe decir, no obstante, que aunque se eche de menos al actor, su personaje sigue estando ahí y en muy buenas manos, por lo que en realidad seguimos disfrutando de K y, por supuesto, de J. Además, Brolin y Smith se compenetran, así que los personajes y la química entre ellos siguen funcionando como si nada hubiera cambiado. Por otro lado, este salto al pasado nos permite descubrir nuevos detalles acerca de estos dos agentes; detalles que no por predecibles (todo el tramo final se ve venir a kilómetros) dejan ser menos enriquecedores para fortalecer los lazos de unión que nacieron en la primera entrega.
A ellos se les une, ya en el segundo acto, Griffin, todo un
personaje que, como buen secundario, aporta su granito de arena a la trama sin
eclipsar a la pareja protagonista y ganándose un huequecito en la memoria del espectador.
Interpretado por Michael Stuhlbarg, Griffin resulta ser un personaje simpaticón
(nada que ver con el rol de mafioso que el actor encarna en “Boardwalk
Emmpire”) y muy ligado al concepto espacio-temporal que maneja esta entrega.
El buen ritmo narrativo que se consigue desde el principio
hasta el final, el acertado conjunto de personajes (villano inclusive) y el
humor fresco y divertido, logran hacer de
“Men In Black 3” una secuela lo suficientemente digna como para compensarnos
por el mal sabor dejado por su predecesora. Cien minutos amenos y bien
aprovechados, y con un puntito emotivo al final impropio de la saga pero nada
desmerecedor.
Valoración personal:
2 comentarios:
Yo tengo muchas ganas de verla, la secuela no me pareció mala pero no como la original. El hecho de que haya un toque "artesanal" en el diseño de algunos alienigenas me hace pensar que hay algo de magia en esta secuela.
Se acaba de estrenar así que será después del trabajo (y una semana agotadora) que me dispondré a verla, creo que me la voy a pasar bien.
Rick Baker ya trabajó en las anteriores entregas, pero en esta ocasión creo que su trabajo ha aumentado considerablemente, y hay mucha más caracterización a base de látex que de píxel. Igualmente, la saga siempre se ha caracterizado por la combinación de ambas técnicas, algo que siempre se agradece.
Si la anterior entrega no te disgustó, entonces es seguro que ésta la disfrutarás.
Saludos ;)
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