Sinopsis: Rumbo a
un remoto planeta al otro lado de la galaxia, la tripulación de la nave
colonial Covenant descubre lo que creen que es un paraíso inexplorado, pero
resulta tratarse de un mundo oscuro y hostil cuyo único habitante es un
“sintético” llamado David (Michael Fassbender), superviviente de la malograda
expedición de Prometheus...
Comentario:
He de reconocer que la primera vez que vi Prometheus no
aprecié -o no quise apreciar- todos sus defectos, y otros tantos los dejé pasar
sin más. Supongo que el fan de Alien que hay en mí hizo la vista gorda y se
dejó llevar por las expectativas de volver a disfrutar de naves espaciales y
alienígenas revientapechos de la mano del señor Ridley Scott. Pero seamos
honestos, ni los más indulgentes podemos obviar que la película no aguanta un
segundo asalto.
Scott nos llevó de nuevo al universo alien para explicarnos los
orígenes de los xenoformos (cosa que ni hacía falta ni nadie pidió) a través de
un pedante discurso filosófico y pseudoexistencialista muy de baratillo y que
para nada encajaba con la saga. Para colmo, en su condición de horror survival
espacial, la cinta se mostraba falta de ideas y sorpresivamente torpe, debido
en parte a la estupidez supina de unos personajes (los humanos) escritos sin
pies ni cabeza. Tan sólo el androide interpretado por Michael Fassbender
resultaba mínimamente coherente. Ni que decir que éste era lo único rescatable
del ambicioso y pretencioso fiasco de Scott.
Quizás por ello, Fassbender no sólo es el único que repite
en esta continuación, sino que además lo hace por partida doble. Si bien lo que
nos tiene preparado el guionista con respecto a los dos sintéticos es algo que,
por desgracia, se ve venir a leguas desde su primer encuentro.
En cuanto al resto de la tripulación, decir que la de la Covenant
es, en parte, algo más rescatable que la de la Prometheus, aunque se paseen por
un planeta desconocido como el que se va a dar una vuelta por el campo, o que
se salten a la torera todos los posibles protocolos de emergencia una vez que
empiezan los problemas.
En cualquier caso, personajes como el de Daniels (Katherine
Waterston) tienen bastante más enjundia que el de la Dra. Shaw y cía, y aunque
la ausencia de Ripley siga siendo el gran vacío que Scott no va a poder llenar
jamás, por lo menos esta vez nos preocupamos un poco más por su supervivencia.
Además, como en el caso de “Prometheus”, los más catetos son de los primeros en
diñarla, cosa que se agradece.
Es evidente que Scott ha procurado recuperar buena parte de
la esencia “slasher” de la cinta original, aumentando considerablemente las
dosis de violencia y gore (en compensación de la absoluta falta de suspense), e
incluso permitiéndose algún que otro desnudo gratuito cual gamberra serie B
italiana. Sin embargo, esto sigue teniendo en su adn tanto o más de su
predecesora (Prometheus) como de la saga madre, por lo que el resultado es una
mezcla de ambas que no termina de cuajar.
Por un lado, tenemos a David, con su
narcisismo y su complejo de Mesías elevado a la máxima potencia, mediante el
cual Scott sigue soltando su discurso sobre Dioses, la creación y demás zarandajas
que, simple y llanamente, nos traen sin cuidado, cuando no directamente
estorban. Por el otro, el intento de survival es, a estas alturas, un más de lo
mismo escuetamente satisfactorio. Hay facehugger, hay pechos que revientan, hay
xenoformos con malas pulgas, y sobre todo hay sangre y explosiones por doquier,
pero no deja de ser todo una amalgama de algo que ya hemos visto en anteriores
(y mejores) ocasiones. Scott nos entrega lo de siempre, esperando que la
potencia de los efectos visuales de hoy en día supla la falta de emoción y
tensión imperantes. Con todo, no se puede negar que las dos horas se pasan
volando, y que en el apartado técnico Scott sigue mostrándose impecable (¡faltaría
más!).
Los que reclamaban mayor presencia del xenoformo
probablemente quedarán contentos con el resultado de un filme que se limita a cumplir
con el trámite de seguir sacando tajada de una idea que tiene ya sobre sus
espaldas 38 años. Una idea que Scott parece empeñado en seguir exprimiendo
hasta que no quede ni gota.
VALORACIÓNPERSONAL
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