Ciencia-ficción y adolescentes. Esa parece ser la nueva fórmula de éxito en Hollywood. Así lo demuestran películas como “Los Juegos del Hambre” o la más reciente “Divergente”, adaptaciones a la gran pantalla de best sellers juveniles a la postre convertidos en sagas literarias de moda gracias, precisamente, a sus versiones cinematográficas. Atrás quedaron los tiempos de la magia y la fantasía de Harry Potter y sus sucedáneos. Ahora lo que se lleva son las historias de futuros distópicos protagonizadas por jóvenes guapo/as y atlético/as. Películas en las que se mezclan a partes (des)iguales ciencia-ficción, acción y romance.
Poca duda cabe que “Los Juegos del Hambre” ha sido la
impulsora de esta tendencia, siendo “Divergente” el primer y exitoso intento de
hacerle la competencia a la saga de Jennifer Lawrence/Katniss Everdeen. Mientras
que a la primera la quedan todavía un par de años de cuerda (veremos la tercera
entrega a finales de este año, y la cuarta y última a finales de 2015), la
segunda no ha hecho más que empezar su exitosa carrera al estrellato. Pero
ahora se suma un tercer corredor a la competición, y nunca mejor dicho.
“The Maze Runner”, conocida por estos lares -al igual que el
libro- como “El corredor del laberinto”, adapta la primera entrega de la
trilogía (¿por qué son siempre tres?) literaria de James Dashner, y nos sitúa
en un distópico (cómo no) año 2024, en un lugar llamado "El Claro",
habitado por un puñado adolescentes. Dicho lugar está rodeado grandes de muros
de hormigón tras los cuales se erige un enorme laberinto. Hasta allí llega
nuestro protagonista, Thomas, sin recordar nada de su vida; ni quién es ni de
dónde proviene. Y así sucede con todos los chicos que, como él, han ido
llegando al Claro desde hace tres años.
Con claras reminiscencias a “Cube” (gente encerrada por un
motivo que desconocen) o a “El señor de las moscas” (el modo de los jóvenes de
sobrevivir al aislamiento), se nos presenta una de las películas de ciencia-ficción más sugerentes de la temporada.
Y ello es gracias a un particular planteamiento cuya trama se desarrolla bajo un poderoso aliado: el misterio.
Al igual que el protagonista, el espectador aterriza en el
Claro sin saber muy bien quiénes son todos esos chicos ni con qué fin han sido
enviados allí. Desconocemos quién anda detrás de lo que, a todas luces, parece
ser algún tipo de (cruel) experimento (o eso es lo que presuponemos). Lo poco
que sabemos lo vamos a ir descubriendo al mismo tiempo que Thomas, es decir,
que en ese sentido nunca vamos por delante de él; nunca sabemos más de lo que
él sabe. Descubrimos más sobre estos chicos y su forma de (sobre)vivir, así
como sobre el dichoso laberinto, a medida que el propio Thomas va adquiriendo
esa información, lo que nos ayuda a sumergirnos de lleno en la intríngulis que
la película nos plantea.
De este modo, con cada revelación aumenta todavía más
nuestra curiosidad, y se avivan nuestras teorías al respecto, logrando que la intriga se mantenga a lo
largo de todo el relato hasta bien llegado su desenlace, que es cuando por
fin llegan las respuestas. O al menos parte de ellas, porque hay que recordar
al lector que esta película corresponde al primer libro de una trilogía, y que
por lo tanto todavía queda mucho por contar/desvelar.
Y quizás sea ese su único hándicap, ya que asistir al
comienzo de algo más grande nos deja siempre una ligera e inevitable sensación
de insatisfacción, de que nos han dejado a medias. Pero eso es algo a lo que ya
deberíamos estar acostumbrados con la proliferación de proyectos planteados no
como películas autoconclusivas sino como historias fragmentadas en entregas.
Por ese motivo, es en el primer capítulo en el que hay que
conseguir enganchar al espectador, y bien vale decir que “El corredor del laberinto”
logra sobradamente ese objetivo. El escenario en el que nos ubica es visualmente
atractivo aunque en última instancia su razón de ser caiga en ciertos clichés
del género. Y es que a veces ocurre que
la solución al enigma no siempre está a la altura de la curiosidad y
expectación que éste mismo genera. Aun así, las notas de suspense y el
toque survival animan la función, y los personajes gozan de suficiente entidad
como para resultar mínimamente interesantes. Especialmente Thomas, cuya
inmediata búsqueda de respuestas le llevará a liderar al grupo más allá de los
majestuosos y opresores muros de hormigón.
Conviene no dar demasiados detalles sobre lo que ofrece “El
corredor del laberinto” para evitar así sobreinformar en exceso al futuro
espectador. De todos modos, las referencias citadas en anteriores párrafos
pueden dar una idea de por dónde van los tiros, aunque no deban tomarse como
algo absoluto. Es decir, nuestros protagonistas se rigen por una disciplina de
supervivencia de la que por ejemplo carecían los niños de “El señor de las
moscas”. Su principal meta, aparte de lograr escapar de su cautiverio, es
mantenerse con vida en un entorno de paz y armonía. Por ese motivo crean su
propia comunidad con sus propias normas (entre las cuales figura no dañar a sus
semejantes), y en la que cada uno de ellos desempaña una función para el bien
común de todos.
En lo que se refiere al Claro, se trata de un lugar boscoso
y salvaje, rodeado de un entorno artificial e imponente. Ese contraste refuerza
lo antinatural del lugar mismo, y afianza la sensación de encierro premeditado del
que son víctimas sus habitantes.
En el aspecto visual destaca, obviamente, el inmenso
laberinto al que hace referencia el título, y al que casi podríamos considerar
un personaje más de la película. Su aspecto, con sus intrincadas galerías, es
algo nunca visto hasta ahora, y cierto detalle que no desvelaré lo hace todavía
más original.
Tras las cámaras nos encontramos con el debutante Wes Ball,
quién se hizo muy popular en la red con su cortometraje “Ruin”, toda una carta
de presentación que sin duda le ha servido para captar la atención de los
mandamases de Hollywood, siempre al acecho éstos de descubrir nuevos talentos.
Su dinámica dirección es más de lo que cabría esperar de una ópera prima, más
teniendo en cuenta la facilidad con la que puede abrumarse a un director novel al
contar por vez primera con un holgado presupuesto. Pero Ball no se ha dejado
llevar por ese hecho, y ha sabido mantener un ritmo impecable en base a los
elementos de suspense que le permite el guión más que a los de la acción
propiamente dicha, logrando al final de todo un sólido entretenimiento
que está muy por encima de sus semejantes. Y es que hay varios atributos
por los que “El corredor del laberinto” marca la diferencia con respecto a
otras sagas de ciencia-ficción juveniles, y por ahora reconforta intuir que su
inmediata continuación no va a ser una repetición con alteraciones de esta
entrega, sino que tomará un camino significativamente distinto. O al menos eso nos da a entender. En
cualquier caso, bienvenidas sean sus futuras secuelas si alcanzan el nivel de
esta primera entrega.
Valoración personal:
5 comentarios:
En el trailer apuntaba a película demasiado juvenil. Pero parece que está a medio camino entre el cine adulto y éste. No tengo muy claro que vaya al cine, pero en Dvd le echaré un ojo.
No deja de ser cine juvenil, pero no creo que eso deba considerarse, por defecto, como algo negativo. Tenemos cientos de ejemplos de buen cine juvenil en los 80 y 90.
Otra cosa es que el tratamiento que se le dé sea maduro o no, o que ofrezca unos mínimos de calidad dentro de su género, y en ese sentido considero que sí está a un nivel bastante superior al de sus semejantes. Y me vengo a referir a Los Juegos del Hambre y Divergente, películas que no pasan de ser correctos aunque intrascendentes entretenimientos.
Saludos ;)
Bueno, igual con los de "cientos" me he pasado un pelín, pero un buen puñado sí xD
:)
La vi el viernes pasado en el cine, debo decir que me llamó la avención después de leer tu crítica. Coincido en que esta película se nota un poco más madura que otras películas juveniles, y es en su planteamiento y agradezco que no lo hayan entorpecido con una subtrama amorosa aunque podría darse en una secuela. La verdad me pareció buena, correcta con efectos a la altura de la película sin pretender más, aunque eso no me parece negativo. Me he quedado realmente con ganas de ver que pasara ahora en una segunda fase.
Por cierto, por momentos también me pareció un poco oscura, eso da la sensación de ser una trama más madura. También me quedó la sensación de estar viendo una película casi de clase B, por que no parece tener un presupuesto muy elevado, pero esta bien aprovechado. Una película fácil de ver, sin que nos tengan que dar explicaciones adicionales para entender su trama.
Publicar un comentario