Uno de los conflictos bélicos que más veces se ha abordado en el cine es, sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial. Y probablemente los americanos sean los más prolíficos en este campo dada la potente industria cinematográfica que poseen (y lo mucho que les gusta vanagloriarse de su incursión). Sin embargo, no son los únicos, y otros países, tanto del bando de Los Aliados como del bando del Eje, también han realizado, con mayor o menor fortuna, producciones que han reflejado -desde su propio punto de vista- distintos episodios de tan terrible y devastadora guerra.
Durante la II G. M., España mantuvo una (discutible) posición neutral respecto a ambos bandos, con lo cual es lógico que nuestro cine se haya interesado más bien poco en este tema y se haya centrado más en conflictos bélicos que nos atañen directamente, como la Guerra Civil, el más importante de nuestra historia reciente.
No obstante, y como ya insinúo en el párrafo anterior, esa neutralidad de nuestro país frente a la guerra no era tal, por lo que sí hubo participación de soldados españoles. Por aquél entonces, Franco pactó un acuerdo con Hitler por el que le prestaba su ayuda en el momento en el que se iniciara la invasión de Rusia. Cuando esto ocurrió, entró en acción la División Azul, un cuerpo de voluntarios españoles que lucharon codo con codo (aunque no sin discordia) con el bando alemán.
En ese contexto es en el que se sitúa “Silencio en la nieve”, la última película del director y productor Gerardo Herrero.
Frente de Rusia, invierno de 1943. Un batallón de la División Azul se topa con una serie de caballos sumergidos bajo el hielo de un lago congelado. Junto a uno de los caballos, aparece el cadáver de un soldado español. Un corte le atraviesa el cuello de lado a lado, y en el pecho tiene una inscripción grabada a cuchillo: "Mira que te mira Dios". Los mandos encargan la investigación al soldado Arturo Andrade (Juan Diego Botto), un exinspector de la policía que asume la tarea con rigor y profesionalidad, y al que le asignan como ayudante al sargento Espinosa (Carmelo Gómez).
La película, basada en la novela “El tiempo de los emperadores extraños” del escritor madrileño Ignacio del Valle, se ubica en un contexto bélico sin posicionarse políticamente hacia ninguno de los bandos enfrentados. Esto es así porque el pilar de la historia es una trama criminal sin las pretensiones añadidas de ser un relato histórico de dicho acontecimiento ni de la participación de la División Azul en el mismo, un tema por otra parte poco tratado en el cine.
El descubrimiento de un soldado asesinado es el punto de partida de una trama detectivesca que involucra a dos miembros de la División Azul encargados de la investigación. Uno de ellos es Arturo Andrade, un hombre reservado que fue inspector de la policía durante la II República y los primeros meses del franquismo. El otro es el Sargento Espinosa, un tipo pesimista convencido de que la derrota ante el enemigo es inminente. Ninguno de los dos parece demasiado convencido de la lucha contra el Ejército Rojo, pero en estos momento algo más importante ocupa sus quehaceres diarios. Ambos se entregan concienzudamente al caso de asesinato que les han asignado, tratando de recabar información acerca de la víctima y de todos aquellos con quienes mantuvo algún contacto. Sus sospechas iniciales atribuyen el móvil del asesinato a motivos políticos, probablemente un ajuste de cuentas por parte de algún quintacolumnista. Sin embargo, la inscripción que el asesino dejó marcada en el cuerpo, "Mira que te mira Dios”, resulta desconcertante. No será hasta que la citada frase cobra significado cuando se den cuenta que detrás de todo se oculta una perversa venganza y que el cadáver del soldado puede ser el primero de otros tantos si no logran atrapar al asesino a tiempo.
Herrero maneja con bastante solvencia esta historia criminal que, si por algo destaca, es por ubicarse en medio de una guerra sin tregua, mostrándonos de forma colateral la locura de la contienda y los rifirrafes entre soldados españoles y soldados alemanes. También se hace hincapié en las desconfianzas interna entre los propios miembros de la División Azul, formada tanto por falangistas voluntarios y fascistas radicales que no pertenecían a Falange como por republicanos. Todo ellos enrolados “voluntariamente” a luchar contra el comunismo. Además, en el guión también se refleja la caza de brujas entre los masones (tanto de derechas como de izquierdas) que hubo tras la Guerra Civil Española y que, tal como comprobaremos, SPOILER -- resulta ser el desencadenante de los asesinatos -- FIN SPOILER.
La caza al asesino nos mantiene intrigados durante buen parte del metraje gracias a que el desarrollo de la investigación avanza sin prisas pero también sin pausas, facilitando poco a poco esa información que nos irá descubriendo quién se esconde detrás de tan brutal asesinato y el por qué de sus actos.
Puede que alguna situación resulte algo forzada, y no cabe duda que el affaire del protagonista con la muchacha rusa y la relación que éste entabla con un niño huérfano poco aportan a la historia (aunque quizás sí ayudan a definir un poco su personaje), pero en líneas generales es una película que funciona gracias a su intriga y a la sólida construcción de sus personajes. Así como al correcto trabajo de todo su reparto, sin excepciones; desde la pareja protagonista formada por Juan Diego Botto (que, reconozco, nunca ha sido santo de mi devoción) y Carmelo Gómez, hasta el variado elenco de secundarios (el casi siempre poco aprovechado Víctor Clavijo, un desafiante –aunque un pelín estridente- Sergi Calleja, un simpático e inocente “chófer” de correos a cargo de Jordi Aguilar, etc.).
Merece también la pena resaltar el cuidadísimo diseño de producción y el trabajo de fotografía que, en conjunto, logran ambientar creíblemente esta historia ubicada en plena Segunda Guerra Mundial.
“Silencio en la nieve” es un interesante thriller ubicado en un entorno cruel donde la muerte y la miseria son el pan de cada día, y en donde la pareja protagonista intenta poner algo de orden y justicia. No es una película perfecta, pero el resultado es estimable, amén de que resulta una propuesta bastante instructiva –sin caer en el tono documentalista- en lo que al tema de la División Azul se refiere.
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Durante la II G. M., España mantuvo una (discutible) posición neutral respecto a ambos bandos, con lo cual es lógico que nuestro cine se haya interesado más bien poco en este tema y se haya centrado más en conflictos bélicos que nos atañen directamente, como la Guerra Civil, el más importante de nuestra historia reciente.
No obstante, y como ya insinúo en el párrafo anterior, esa neutralidad de nuestro país frente a la guerra no era tal, por lo que sí hubo participación de soldados españoles. Por aquél entonces, Franco pactó un acuerdo con Hitler por el que le prestaba su ayuda en el momento en el que se iniciara la invasión de Rusia. Cuando esto ocurrió, entró en acción la División Azul, un cuerpo de voluntarios españoles que lucharon codo con codo (aunque no sin discordia) con el bando alemán.
En ese contexto es en el que se sitúa “Silencio en la nieve”, la última película del director y productor Gerardo Herrero.
Frente de Rusia, invierno de 1943. Un batallón de la División Azul se topa con una serie de caballos sumergidos bajo el hielo de un lago congelado. Junto a uno de los caballos, aparece el cadáver de un soldado español. Un corte le atraviesa el cuello de lado a lado, y en el pecho tiene una inscripción grabada a cuchillo: "Mira que te mira Dios". Los mandos encargan la investigación al soldado Arturo Andrade (Juan Diego Botto), un exinspector de la policía que asume la tarea con rigor y profesionalidad, y al que le asignan como ayudante al sargento Espinosa (Carmelo Gómez).
La película, basada en la novela “El tiempo de los emperadores extraños” del escritor madrileño Ignacio del Valle, se ubica en un contexto bélico sin posicionarse políticamente hacia ninguno de los bandos enfrentados. Esto es así porque el pilar de la historia es una trama criminal sin las pretensiones añadidas de ser un relato histórico de dicho acontecimiento ni de la participación de la División Azul en el mismo, un tema por otra parte poco tratado en el cine.
El descubrimiento de un soldado asesinado es el punto de partida de una trama detectivesca que involucra a dos miembros de la División Azul encargados de la investigación. Uno de ellos es Arturo Andrade, un hombre reservado que fue inspector de la policía durante la II República y los primeros meses del franquismo. El otro es el Sargento Espinosa, un tipo pesimista convencido de que la derrota ante el enemigo es inminente. Ninguno de los dos parece demasiado convencido de la lucha contra el Ejército Rojo, pero en estos momento algo más importante ocupa sus quehaceres diarios. Ambos se entregan concienzudamente al caso de asesinato que les han asignado, tratando de recabar información acerca de la víctima y de todos aquellos con quienes mantuvo algún contacto. Sus sospechas iniciales atribuyen el móvil del asesinato a motivos políticos, probablemente un ajuste de cuentas por parte de algún quintacolumnista. Sin embargo, la inscripción que el asesino dejó marcada en el cuerpo, "Mira que te mira Dios”, resulta desconcertante. No será hasta que la citada frase cobra significado cuando se den cuenta que detrás de todo se oculta una perversa venganza y que el cadáver del soldado puede ser el primero de otros tantos si no logran atrapar al asesino a tiempo.
Herrero maneja con bastante solvencia esta historia criminal que, si por algo destaca, es por ubicarse en medio de una guerra sin tregua, mostrándonos de forma colateral la locura de la contienda y los rifirrafes entre soldados españoles y soldados alemanes. También se hace hincapié en las desconfianzas interna entre los propios miembros de la División Azul, formada tanto por falangistas voluntarios y fascistas radicales que no pertenecían a Falange como por republicanos. Todo ellos enrolados “voluntariamente” a luchar contra el comunismo. Además, en el guión también se refleja la caza de brujas entre los masones (tanto de derechas como de izquierdas) que hubo tras la Guerra Civil Española y que, tal como comprobaremos, SPOILER -- resulta ser el desencadenante de los asesinatos -- FIN SPOILER.
La caza al asesino nos mantiene intrigados durante buen parte del metraje gracias a que el desarrollo de la investigación avanza sin prisas pero también sin pausas, facilitando poco a poco esa información que nos irá descubriendo quién se esconde detrás de tan brutal asesinato y el por qué de sus actos.
Puede que alguna situación resulte algo forzada, y no cabe duda que el affaire del protagonista con la muchacha rusa y la relación que éste entabla con un niño huérfano poco aportan a la historia (aunque quizás sí ayudan a definir un poco su personaje), pero en líneas generales es una película que funciona gracias a su intriga y a la sólida construcción de sus personajes. Así como al correcto trabajo de todo su reparto, sin excepciones; desde la pareja protagonista formada por Juan Diego Botto (que, reconozco, nunca ha sido santo de mi devoción) y Carmelo Gómez, hasta el variado elenco de secundarios (el casi siempre poco aprovechado Víctor Clavijo, un desafiante –aunque un pelín estridente- Sergi Calleja, un simpático e inocente “chófer” de correos a cargo de Jordi Aguilar, etc.).
Merece también la pena resaltar el cuidadísimo diseño de producción y el trabajo de fotografía que, en conjunto, logran ambientar creíblemente esta historia ubicada en plena Segunda Guerra Mundial.
“Silencio en la nieve” es un interesante thriller ubicado en un entorno cruel donde la muerte y la miseria son el pan de cada día, y en donde la pareja protagonista intenta poner algo de orden y justicia. No es una película perfecta, pero el resultado es estimable, amén de que resulta una propuesta bastante instructiva –sin caer en el tono documentalista- en lo que al tema de la División Azul se refiere.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho y tiene una buena factura tratándose de un género -el bélico- que no suele tratar nuestra filmografía. Los protagonistas componen una suerte de "buddy movie" y es dificil no pensar en "Saigon" aquel otro cuce de thriller y película de guerra, la de Vietnam en aquel caso. Borgo.
Técnicamente se trata de un trabajo impecable, y según contó el director en la rueda de prensa posterior al pase, contaron con un presupuesto de 4 millones de euros.
Cierto, recuerda a Saigon por la pareja protagonista investigando un asesinato en un contexto bélico, lo que también me recordó a "La noche de los generales", aunque en aquella ocasión la investigación corría a cargo de un sólo hombre.
Saludos ;)
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