Cuando en Hollywood les da por una temática, no hay quién les ponga freno. Y desde hace algunos años, parece que la Antigua Grecia y sus mitos se han puesto de moda para ser llevados a la gran pantalla con toda la espectacularidad que requieren sus historias y la que permiten las nuevas tecnologías.
Una de las primeras apuestas que llegaron a nuestras pantallas fue “Troya”, basada en la Ilíada de Homero y que contaba con 175 millones de presupuesto y un reparto repleto de caras conocidas. Tres años más tarde se estrenaría la visualmente rompedora “300” de Zack Snyder, que adaptaba un cómic de Frank Miller inspirado en la famosa batalla de las Termópilas (480 a. C.). Y finalmente el año pasado tuvimos dos películas que centraron sus esfuerzos en el mito de Perseo: “Percy Jackson y el ladrón del rayo”, basada en una serie de novelas juveniles, y “Furia de Titanes”, remake del filme homónimo de los ochenta.
Precisamente mientras teníamos a ésta última en cartelera, se estaba gestando ya la película que nos ocupa, “Immortals” (antes conocida como Dawn of War y posteriormente War of the gods).
Eones después de que los Dioses vencieran a los Titanes, un nuevo y maléfico peligro se cierne sobre la Tierra. Enloquecido por el poder y la sed de venganza, el rey Hiperión (Mickey Rourke) declara la guerra a los hombres. Después de reunir a un ejército sediento de sangre, Hiperión quema Grecia a su paso mientras busca un arma de poder inimaginable, el legendario arco Epiro, hecho por Ares en el Olimpo. Con dicho arco, Hiperión pretende liberar a los titanes, que llevan encerrados detrás de los muros del monte Tártaro desde el principio de los tiempos y claman por vengarse.
Si el rey lograra su propósito, significaría el fin de la raza humana y la aniquilación de los dioses. Pero la ley prohíbe a estos últimos entrometerse en los conflictos de los hombres, por lo que no pueden interferir para detener a Hiperión. Su única esperanza reside en un campesino llamado Teseo (Henry Cavill), un hombre fuerte y valiente capaz de liderar a los griegos en su lucha contra las hordas del malvado rey.
Lo último del director de espantosa “La Celda” y la aborrecible (aunque visualmente cautivadora) “The Fall” se adentra en la mitología griega a partir de la Titanomaquia o Guerra de los Titanes, un seguido de batallas que, durante diez años, enfrentaron a los doce Dioses del Olimpo contra sus predecesores los Titanes. En esta guerra anterior a la existencia de la humanidad, los dioses vencieron y encarcelaron a los enemigos supervivientes en el monte Tártaro.
Este es el punto de partida que sirve a los guionistas para desarrollar una historia que en poco o nada se parece a las hazañas del Teseo de los poemas de la Grecia clásica.
Asumido esto, y que la esquemática trama es una mera excusa para desplegar una orgía de sanguinaria violencia, no queda más remedio que dejarse llevar por este espectáculo tan claramente deudor de los espartanos de Zack Snyder (del mismo modo que lo es la serie de televisión “Spartacus: sangre y arena”).
Y es que es evidente que “Immortals” bebe claramente de “300” en muchos aspectos; entre ellos está el de la escenografía, pues se emplea con generosidad el uso de la pantalla verde para ahorrar en decorados y poder recrearse en la concepción de los vistosos y a veces imposibles escenarios. De ahí que al igual que aquella, todo resulte tan descaradamente artificial pese al elevado grado de perfeccionismo de Singh y de su equipo de efectos digitales. Es un precio (no muy alto) que hay que pagar si se opta por rodar de este modo, algo que sin duda es preferible hacer cuando se cuenta con un presupuesto medianamente holgado, pues de lo contrario puede salir algo tan cochambroso como “Crónicas mutantes”, aquél aborto directo a Dvd que protagonizó Thomas Jane.
Otros aspectos que nos recuerdan a la cinta de Snyder son sus musculados/fibrosos protagonistas masculinos que exhiben sus endurecidas abdominales con orgullo (bien porque con el torso desnudo se lucha mejor, bien porque sus ropajes ya de por sí carecen de tela y/o cuero suficiente para cubrirles como es debido), y el uso de la cámara lenta (y sus consiguientes ralentíes) especialmente para las encarnizadas batallas. Esto último, la cámara lenta, ya era propio de Singh, así que no se puede decir que haya copiado nada, sino más bien que el estudio acertó de pleno encargándole a él la dirección de algo que tenían muy claro cómo debía ser.
Pero dejando de lado las inevitables -y casi siempre odiosas- comparaciones, y reconociéndole a “Immortals” algo más de guión del que disponía “300” (la trama de una podría resumirse en cuatro líneas, dos más que la de la otra), es innegable que como producto de entretenimiento es de muy fácil digestión dada la simpleza de una historia que ofrece el ya clásico enfrentamiento entre el bueno muy bueno y el malo muy malo. Son prácticamente dos horas que se pasan en suspiro, que ya es algo.
Evidentemente, su mayor baza (o la única) son sus espectaculares escenas de lucha, en donde hombres y dioses blanden y cruzan sus espadas contra el enemigo, asestando duros golpes, hundiendo su acero en el estómago de quiénes quieren verles muertos, cercenando alguna extremidad al alcance de sus afiladas armas o esparciendo sesos por el suelo. Una marea de brutalidad que a su paso no deja más que cadáveres y charcos de sangre, y con la que el espectador ávido de “pornográfica” violencia disfrutará de lo lindo. Y todo ello aderezado con una estruendosa y épica banda sonora a cargo de Trevor Morris (Los pilares de la Tierra, Los Tudor).
Lo historia aquí no es más que una mera comparsa del despliegue visual preciosista, presuntuoso y en ocasiones hortera (esos cascos imposibles dignos de un desfile de moda kitsch y/o fetichista que lucen los Dioses o el propio Hiperión) de un Tarsem Singh más desatado que nunca. Y aunque sus libertades frente al Teseo clásico sean incontables, lo cierto es que aprovecha de la fuente original algún que otro segmento para reconstruirlo y reinterpretarlo a su manera, como bien puede observarse en el enfrentamiento que protagonizan Teseo y la “Bestia” (uno de los mastodónticos caudillos de Hiperión) en un laberíntico camposanto, y que claramente emula al mito de “Teseo y el Minotauro”.
Lo de endosarnos un impostado romance (con escena de sexo incluida) entre Freda, la visionaria sacerdotisa interpretada por la guapísima Freida Pinto, y Teseo, ya no queda tan bien insertado, pero se lo perdonamos porque en lo que resta de metraje la presencia de la muchacha es meramente anecdótica, y su escarceo amoroso/sexual (SPOILER-- o el resultado del mismo --FIN SPOILER) únicamente adquiere significado en el desenlace.
De lo esperpéntico de algunas caracterizaciones mejor no hacer más sangre, pero lo cierto es que estos dioses no tienen la presencia que se les presume a unas deidades, ni Zeus (un Luke Evans que sube de categoría tras interpretar –muy fugazmente- a Apolo en “Furia de Titanes”) goza de la impronta de alguien que gobierna el Olimpo. La trupe del Dios del Trueno, que reúne a dioses y semidioses -y hermanos e hijos- por igual (Atenea, Poseidón, Heracles…) se me antoja muy juvenil, y el conjunto de Titanes resulta demasiado homogéneo e impersonal (un grupito –al parecer interminable- de tipos sucios y medio desnudos)
Por ello, quién acaba infundiendo mayor respeto y temor es Hiperión, un simple mortal y un villano estremecedor en la piel de Rourke.
Por su parte, el héroe protagonista lo interpreta un convincente Henry Cavill, lo que nos permite hacernos una idea de lo que nos deparará su encarnación del superhéroe por antonomasia en la futura “Man of the Steel”, el Superman de Zack Snyder (bajo la batuta de Christopher Nolan) que promete hacernos olvidar (si no lo hemos hecho ya) el fallido intento de Bryan Singer.
Con todo, el ampuloso y beligerante festín que ofrece “Immortals” sólo complacerá (en mayor o menor medida) si se rebajan las exigencias y se entra desde un principio en el juego que nos propone.
Volviendo a las comparaciones, resulta menos divertida y emocionante que “300” (Leónidas era mucho Leónidas), pero igual de entretenida y hueca. Visto lo visto en los tráilers y dirigiendo quién dirige, podría haber salido algo peor (y difícilmente algo mejor).
P.D.: ¿Nadie más se acuerda del arquero de “Dragones y Mazmorras” (la serie de dibujos ochentera) al ver en acción el legendario arco Epiro?
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Una de las primeras apuestas que llegaron a nuestras pantallas fue “Troya”, basada en la Ilíada de Homero y que contaba con 175 millones de presupuesto y un reparto repleto de caras conocidas. Tres años más tarde se estrenaría la visualmente rompedora “300” de Zack Snyder, que adaptaba un cómic de Frank Miller inspirado en la famosa batalla de las Termópilas (480 a. C.). Y finalmente el año pasado tuvimos dos películas que centraron sus esfuerzos en el mito de Perseo: “Percy Jackson y el ladrón del rayo”, basada en una serie de novelas juveniles, y “Furia de Titanes”, remake del filme homónimo de los ochenta.
Precisamente mientras teníamos a ésta última en cartelera, se estaba gestando ya la película que nos ocupa, “Immortals” (antes conocida como Dawn of War y posteriormente War of the gods).
Eones después de que los Dioses vencieran a los Titanes, un nuevo y maléfico peligro se cierne sobre la Tierra. Enloquecido por el poder y la sed de venganza, el rey Hiperión (Mickey Rourke) declara la guerra a los hombres. Después de reunir a un ejército sediento de sangre, Hiperión quema Grecia a su paso mientras busca un arma de poder inimaginable, el legendario arco Epiro, hecho por Ares en el Olimpo. Con dicho arco, Hiperión pretende liberar a los titanes, que llevan encerrados detrás de los muros del monte Tártaro desde el principio de los tiempos y claman por vengarse.
Si el rey lograra su propósito, significaría el fin de la raza humana y la aniquilación de los dioses. Pero la ley prohíbe a estos últimos entrometerse en los conflictos de los hombres, por lo que no pueden interferir para detener a Hiperión. Su única esperanza reside en un campesino llamado Teseo (Henry Cavill), un hombre fuerte y valiente capaz de liderar a los griegos en su lucha contra las hordas del malvado rey.
Lo último del director de espantosa “La Celda” y la aborrecible (aunque visualmente cautivadora) “The Fall” se adentra en la mitología griega a partir de la Titanomaquia o Guerra de los Titanes, un seguido de batallas que, durante diez años, enfrentaron a los doce Dioses del Olimpo contra sus predecesores los Titanes. En esta guerra anterior a la existencia de la humanidad, los dioses vencieron y encarcelaron a los enemigos supervivientes en el monte Tártaro.
Este es el punto de partida que sirve a los guionistas para desarrollar una historia que en poco o nada se parece a las hazañas del Teseo de los poemas de la Grecia clásica.
Asumido esto, y que la esquemática trama es una mera excusa para desplegar una orgía de sanguinaria violencia, no queda más remedio que dejarse llevar por este espectáculo tan claramente deudor de los espartanos de Zack Snyder (del mismo modo que lo es la serie de televisión “Spartacus: sangre y arena”).
Y es que es evidente que “Immortals” bebe claramente de “300” en muchos aspectos; entre ellos está el de la escenografía, pues se emplea con generosidad el uso de la pantalla verde para ahorrar en decorados y poder recrearse en la concepción de los vistosos y a veces imposibles escenarios. De ahí que al igual que aquella, todo resulte tan descaradamente artificial pese al elevado grado de perfeccionismo de Singh y de su equipo de efectos digitales. Es un precio (no muy alto) que hay que pagar si se opta por rodar de este modo, algo que sin duda es preferible hacer cuando se cuenta con un presupuesto medianamente holgado, pues de lo contrario puede salir algo tan cochambroso como “Crónicas mutantes”, aquél aborto directo a Dvd que protagonizó Thomas Jane.
Otros aspectos que nos recuerdan a la cinta de Snyder son sus musculados/fibrosos protagonistas masculinos que exhiben sus endurecidas abdominales con orgullo (bien porque con el torso desnudo se lucha mejor, bien porque sus ropajes ya de por sí carecen de tela y/o cuero suficiente para cubrirles como es debido), y el uso de la cámara lenta (y sus consiguientes ralentíes) especialmente para las encarnizadas batallas. Esto último, la cámara lenta, ya era propio de Singh, así que no se puede decir que haya copiado nada, sino más bien que el estudio acertó de pleno encargándole a él la dirección de algo que tenían muy claro cómo debía ser.
Pero dejando de lado las inevitables -y casi siempre odiosas- comparaciones, y reconociéndole a “Immortals” algo más de guión del que disponía “300” (la trama de una podría resumirse en cuatro líneas, dos más que la de la otra), es innegable que como producto de entretenimiento es de muy fácil digestión dada la simpleza de una historia que ofrece el ya clásico enfrentamiento entre el bueno muy bueno y el malo muy malo. Son prácticamente dos horas que se pasan en suspiro, que ya es algo.
Evidentemente, su mayor baza (o la única) son sus espectaculares escenas de lucha, en donde hombres y dioses blanden y cruzan sus espadas contra el enemigo, asestando duros golpes, hundiendo su acero en el estómago de quiénes quieren verles muertos, cercenando alguna extremidad al alcance de sus afiladas armas o esparciendo sesos por el suelo. Una marea de brutalidad que a su paso no deja más que cadáveres y charcos de sangre, y con la que el espectador ávido de “pornográfica” violencia disfrutará de lo lindo. Y todo ello aderezado con una estruendosa y épica banda sonora a cargo de Trevor Morris (Los pilares de la Tierra, Los Tudor).
Lo historia aquí no es más que una mera comparsa del despliegue visual preciosista, presuntuoso y en ocasiones hortera (esos cascos imposibles dignos de un desfile de moda kitsch y/o fetichista que lucen los Dioses o el propio Hiperión) de un Tarsem Singh más desatado que nunca. Y aunque sus libertades frente al Teseo clásico sean incontables, lo cierto es que aprovecha de la fuente original algún que otro segmento para reconstruirlo y reinterpretarlo a su manera, como bien puede observarse en el enfrentamiento que protagonizan Teseo y la “Bestia” (uno de los mastodónticos caudillos de Hiperión) en un laberíntico camposanto, y que claramente emula al mito de “Teseo y el Minotauro”.
Lo de endosarnos un impostado romance (con escena de sexo incluida) entre Freda, la visionaria sacerdotisa interpretada por la guapísima Freida Pinto, y Teseo, ya no queda tan bien insertado, pero se lo perdonamos porque en lo que resta de metraje la presencia de la muchacha es meramente anecdótica, y su escarceo amoroso/sexual (SPOILER-- o el resultado del mismo --FIN SPOILER) únicamente adquiere significado en el desenlace.
De lo esperpéntico de algunas caracterizaciones mejor no hacer más sangre, pero lo cierto es que estos dioses no tienen la presencia que se les presume a unas deidades, ni Zeus (un Luke Evans que sube de categoría tras interpretar –muy fugazmente- a Apolo en “Furia de Titanes”) goza de la impronta de alguien que gobierna el Olimpo. La trupe del Dios del Trueno, que reúne a dioses y semidioses -y hermanos e hijos- por igual (Atenea, Poseidón, Heracles…) se me antoja muy juvenil, y el conjunto de Titanes resulta demasiado homogéneo e impersonal (un grupito –al parecer interminable- de tipos sucios y medio desnudos)
Por ello, quién acaba infundiendo mayor respeto y temor es Hiperión, un simple mortal y un villano estremecedor en la piel de Rourke.
Por su parte, el héroe protagonista lo interpreta un convincente Henry Cavill, lo que nos permite hacernos una idea de lo que nos deparará su encarnación del superhéroe por antonomasia en la futura “Man of the Steel”, el Superman de Zack Snyder (bajo la batuta de Christopher Nolan) que promete hacernos olvidar (si no lo hemos hecho ya) el fallido intento de Bryan Singer.
Con todo, el ampuloso y beligerante festín que ofrece “Immortals” sólo complacerá (en mayor o menor medida) si se rebajan las exigencias y se entra desde un principio en el juego que nos propone.
Volviendo a las comparaciones, resulta menos divertida y emocionante que “300” (Leónidas era mucho Leónidas), pero igual de entretenida y hueca. Visto lo visto en los tráilers y dirigiendo quién dirige, podría haber salido algo peor (y difícilmente algo mejor).
P.D.: ¿Nadie más se acuerda del arquero de “Dragones y Mazmorras” (la serie de dibujos ochentera) al ver en acción el legendario arco Epiro?
3 comentarios:
Que tal Pliskeen, curiosamente ayer en un festin de cine que me dí por la tarde/noche ví esta cinta. No sabía mucho respecto a ella y sólo ví un trailer, la promoción que le daban comparandola con 300 creo que ha estado influyendo en que la gente vaya a verla al cine.
Igualmente me pareció una película medianamente entretenida, con 300 como bien dices, comparte cierta estética pero al menos a mi me pareció un poco más sobria y oscura. Igualmente se me hizo mucho más barbara y sanguinaria. Creo que destacaría mucho la actuación de Henry Cavill (a quien no conocía de no ser por que lo anunciaron para el papel de Superman) y la de Mickey Rourke, en quienes creo que recae la trama de la película, lo demás es puro relleno.
Se echó de menos unas batallas un poco más vistozas y más sangre, la escena de sexo me pareció graciosa por aquello de "acabar con la maldición" de la oráculo jajajaja. A mi no me convenció del todo, creo que al igual que Furia de Titanes me dejó algo frío sobre todo por su resolución y que todo sucede tan rápido.
Hey también ví MI: Protocolo Fantasma y aunque tiene momentos de tensión y acción, llegó un punto en que ya quería que acabara la película. Pero no considero que sea mala y si me dieran a escoger entre esta e Inmortales me quedo con la primera definitivamente aparte de que me han gustado las entregas anteriores de Misión Imposible. Me falta ver Tin Tin, que espero ya se estrene este fin de semana y a ver que otra película me animo a ver. Como siempre un gusto leer tus críticas, si no me da tiempo aprovecho a desearte felices fiestas. Nos seguimos leyendo. Un abrazo.
Un completo despropósito es lo que es.
Unos escenarios más áridos que mi vida sexual, un atrezzo plagiado de "300" hasta la vergüenza ajena en algunas tomas (lo del lanzamiento de jabalina es denunciable), unos "titanes" que resultan ser unos tirillas ataviados con casco y taparrabos y pintados de ceniza que provocan risa más que temor, unos dioses escapados de un desfile de drag queens y con pinta de "locas" (esos cascos, madre de Mitra...), un abuso de los filtros cromáticos ocres que hará que te entren náuseas la próxima vez que veas un ferrero rocher.. Sigo? En fin.
Lo peor de todo la batalla final, que se suponía el culmen de la épica y se resuelve en una pelea macarra que parece sacada de una toma falsa de "Perros Callejeros".
Y yo como un cándido esperando que el sobrevalorado Singh por fin dejase de primar la imaginería sobre el sentido común. "La Celda" era aburrida con una J.Lo más despistada que Ratzinger en un prostíbulo, "The Fall" un ejercicio insufrible de falso esteticismo (pero con una cría encantadora, lo mejor del film) y ahora ésta perversión de los mitos clásicos propia de un mal viaje de LSD.
Rourke cumple con su abonado papel de ser embrutecido avocado a la tragedia y los demás pasan sin pena ni gloria.
Me quedo con mi querido Stefen Dorff al que mi corazón "goonie" le guarda un sitio especial desde aquella maravilla pulp ochentera que es "La Puerta".
De las tomas de algunos films se pueden hacer cuadros (Kurosawa) pero de una sucesión de cuadros no siempre se puede hacer un film.
La paradoja? Que al menos entretiene pero es como una mala hamburguesa, que quita el hambre pero no alimenta.
Saludos!
Fucktricio,
Yo casi que prefiero Furia de Titanes a ésta, pero lo cierto es que ambas se quedan en productos meramente entretenidos.
Lo malo de MI4 es que es larga y, además, se hace larga.
Tintín es posible que te guste más.
Felices Fiestas ;)
MASP,
La verdad es que yo esperaba opinar lo mismo que tu. Singh me parece un pésimo narrador (que hace estampas muy bonitas con la cámara, eso sí) y los trailers auguraban un señor bodrio. Quizás por eso, por llevar tan bajas las expectativas, al final no me sentó tan mal. Tiene más defectos que virtudes, pero me entretuvo. Igualmente, no deja de ser un producto vacuo que para nada te deja satisfecho (sólo te hace pasar el rato desconectando el cerebro). Con "300", en cambio, me lo pasé como un enano, y eso que argumentalmente era de lo más ramplona (herencia del -sobrevalorado- cómic).
A Dorff también le tengo un aprecio especial. Es un actor que me cae bien y del que me sabe mal que no tenga mejores oportunidades en esto del cine.
Saludos ;)
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