miércoles, 5 de octubre de 2011

“Intruders” (2011) - Juan Carlos Fresnadillo

critica Intruders 2011 Juan Carlos Fresnadillo
Desde que en 2007 nos sorprendiera con la estupenda “28 semanas después” (película con la que muchos le descubrimos, y una de esas pocas secuelas que pueden medirse de igual a igual con su predecesora original), hemos estado esperando el siguiente proyecto del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo. Sin embargo, su regreso a la gran pantalla se ha hecho de rogar más de lo esperado. De hecho, después de rodar la citada secuela del filme de Boyle, la mayoría pensamos que las puertas de Hollywood se le abrirían de par en par, y aunque en cierto modo así ocurrió, el director tuvo la desdicha de que esas puertas se le abrieron con la misma rapidez con la que se le cerraron. Durante estos últimos años, su nombre se ido vinculando a diversos proyectos que finalmente no han terminado de salir adelante; de entre ellos, el más deseado ha sido la adaptación del videojuego “Bioshock”, ambicioso proyecto palomitero que sigue a la deriva y sin visos a hacerse realidad en un futuro cercano.

Como ocurre con el salto de muchos europeos a Hollywood, a Fresnadillo también le han requerido para hacerse cargo de remakes de películas como “El hombre con rayos X en los ojos” de Roger Corman, “El Cuervo” de Alex Proyas (que no tiene ni veinte años de “antigüedad”) o “Los Inmortales” de Russell Mulcahy. Precisamente ésta última parece postularse firmemente como su primera película enteramente yanqui. De todas formas, Fresnadillo no ha perdido el tiempo y entre tanto ha rodado la presente “Intruders”, una co-producción España-EEUU-Reino Unido.


Juan (Izán Corchero) y Mia (Ella Purnell), dos niños que viven en países diferentes (España e Inglaterra), reciben cada noche la visita de un intruso sin rostro, un ser aterrador que quiere apoderarse de ellos.

Las presencias se van haciendo más poderosas y comienzan a dominar sus vidas y las de sus familias. La inquietud y la tensión crecen cuando sus padres también son testigos de estas apariciones.


La historia comienza de forma prometedora, con una presentación en la que ya resulta palpable el ambiente desasosegante e intrigante que va a caracterizar algunas de las secuencias más destacables de la película (no así toda la película). En esos primeros minutos somos testigos de lo reales que puedan llegar a ser las pesadillas de un niño, por lo que no tardamos mucho en presenciar la extraña y tenebrosa figura que aterroriza a Juan y a Mia; ese intruso apodado “Carahueca” que nos irá acompañando a lo largo del metraje.

Estos dos niños viven atemorizados sin que ellos ni sus progenitores sepan exactamente qué les está sucediendo (si sus pesadillas son meras alucinaciones o si se trata de un horror real y palpable) y por qué. Y precisamente en el “por qué” está la razón de ser de la película. Claro que antes de llegar a conocer esa respuesta los guionistas nos tienen preparado un camino lleno de incógnitas que deberemos ir resolviendo con las pocas y muy sutiles pistas que nos irán dejando.


El desarrollo de la trama se resiente, en parte, al quedar dividida en dos mitades, es decir, en tener que seguir a Mia y a Juan de forma paralela sin aparente conexión entre ellos. Cuando uno empieza a atar cabos y ve la relación que existe entre las dos historias, esa división se nos antoja totalmente lícita, pero eso no nos quita la sensación de que nos están contando lo mismo por duplicado y de que por ello la película no termine de arrancar nunca, pareciendo así que se está dejando todo el peso de la misma para la resolución final del misterio (el ya típico giro final sorpresa que, se supone, nos tiene que dejar con la boca abierta y la sensación a haber presenciado un peliculón). Además, los recursos de los que dispone Fresnadillo parecen limitarse a las apariciones grotescas del “fantasmal” intruso, y lo que en un principio resulta de lo más sugerente, al final acaba cansando un poco por su reiterado abuso.

El desarrollo y el ritmo se tornan monocordes y fatigosos, lo que termina provocando un inevitable sopor en el espectador.

Peor es que una vez descubierto el origen del misterio, éste resulte un tanto ramplón, y deje en el aire algunos aspectos que carecen de justificación. Es por ello que uno se pregunta si tanta parafernalia era necesaria teniendo una explicación tan simplona que la sustentara. Y es que la mezcla de terror psicológico y terror sobrenatural no termina de cuajar ni enganchar, y nos damos cuenta que prácticamente todo lo que hemos visto no ha sido más que efectismos mayormente gratuitos. Aunque por gratuitos, personajes como el sacerdote interpretado por Daniel Brühl, que poco o nada aporta a la trama (aunque su razón de ser respondería a la mentalidad tradicional de la época). Por contra, el talento de Carice van Houten queda desaprovechado al quedar su personaje bastante desligado del avance de la trama (aunque eso no quita que el director nos brinde una escena en la que holandesa aparece tal como su madre la trajo al mundo)


A nivel técnico y visual, eso sí, no se le puede reprochar nada. Los efectos digitales tienden a aparecer siempre en escenas oscuras o con poca luz, con lo que a primera vista no se advierten grandes defectos y cumplen sobradamente con su cometido, especialmente el de dar vida a “Carahueca” (que recuerda un poco al brutal asesino de “Agárrame esos fantasmas/The Frighteners” de Peter Jackson). Precisamente, al transcurrir buena parte de la historia en escenas nocturnas, resulta imposible no destacar la excelente labor de fotografía de Enrique Chediak, que ya trabajó con Fresnadillo en “28 semanas después”.

Curiosos, más que funcionales, resultan algunos planos (especialmente aéreos) en los que se utiliza un filtro especial (tilt and shift) para mostrar la escena desde el punto de vista de “Carahueca”, lo que otorga a la secuencia el llamado “efecto maqueta” (de hecho, servidor llegó a pensar que se trataba de maquetas y no de localizaciones reales).

En “Intruders”, Fresnadillo ha apostado por rodar una película a lo “Shyamalan” (el hindú es el referente más evidente y cercano en el tiempo), y el resultado ni convence ni entretiene, por muy buena factura que tenga o por logradas que sean algunas de las escenas de tensión y suspense. Pero no desesperemos porque el canario ya ha demostrado ser un buen director cuando se apoya en un buen guión, así que esperemos que tarde o temprano nos compense por este pequeño tropiezo.



Valoración personal:

2 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Bueno, para realizar un despropósito mejor imitar el modelo que salió bien, pero ¿para este viaje hacía falta estas alforjas?

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Supongo que pensaron que lo mejor sería el viaje y no el destino, pero en este caso, ni lo uno ni lo otro.

Saludos ;)