miércoles, 13 de abril de 2011

“La legión del águila” (2011) – Kevin McDonald

critica La legión del águila 2011 Kevin McDonald
En el año 120 dC, la Legio IX Hispana o Novena Legión Hispana, destacada en Eburacum, la actual ciudad de York (en el norte de Inglaterra), desapareció sin dejar rastro. Todavía hoy, esa desaparición sigue siendo un misterio.

A la hora de dar una explicación acerca de lo que realmente pudo ocurrir con la Novena Legión romana, los historiadores no parecen ponerse de acuerdo. Mientras que algunos piensan que su rastro se perdió en Escocia, otros en cambio creen que simplemente fue trasladada a otro lugar, sin que de ello hubiese constancia alguna.

Fuera como fuese, dicho suceso ha dado lugar a numerosas leyendas y también a sucesivas novelas de carácter histórico, como por ejemplo “El águila de la Novena Legión” (The Eagle of the Ninth), escrita en 1954 por la británica Rosemary Sutcliff. De dicha novela, la más popular sobre este tema, se han vendido más de un millón de ejemplares, y precisamente ésta es la que sirve de base para la película que nos ocupa.

Estamos en el siglo II después de Jesucristo. El centurión Marco Aquila (Channing Tatum) llega a Britania decidido a restaurar la empañada reputación de su padre, Flavio Aquila. Veinte años atrás, y al mando de Flavio, los 5.000 hombres de la Novena Legión marcharon hacia el norte, a Caledonia, y jamás regresaron. La legión y su famoso emblema de oro, el águila de la Novena Legión, desaparecieron entre las brumosas montañas. Tras este suceso, el emperador Adriano mandó levantar un muro para sellar el territorio. El Muro de Adriano se convirtió en la frontera más septentrional del Imperio Romano, y todo el que osaba ir más allá de sus límites corría el peligro de no volver jamás.

Al suroeste de la isla, en un pequeño fortín, Marco logra ganarse el respeto de sus hombres y de Roma gracias a su astucia y valentía frente a un asedio del enemigo. Sin embargo, durante la contienda resulta gravemente herido, por lo que es enviado a la villa de su tío Aquila (Donald Sutherland), un oficial retirado. Mientras se recupera de sus heridas, recibe la noticia de que pese a los honores recibidos, Roma la releva del servicio activo dado su mal estado.

Malhumorado y sin nada que hacer, Marco pasa el tiempo junto a su tío. Unbuen día, durante una pelea de gladiadores, éste pide impulsivamente que se perdone la vida a un joven gladiador, un britano llamado Esca (Jamie Bell). Aquila acaba comprando al joven para regalárselo como esclavo a su sobrino. Pese a que el esclavo odia a Roma y a todo lo que representa Marco, jura servir al hombre que le ha salvado la vida.

Cuando llega a oídos de Marco que se ha visto el águila de oro en un templo del lejano norte, éste decide actuar y dirigirse hacia la vasta y salvaje región de Caledonia en compañía de Esca, que ejercerá de guía. Amo y esclavo, romano y britano, emprenderán un viaje más allá del Muro de Adriano en busca del águila de la Novena Legión; un viaje que les llevará hasta los límites de la lealtad y la traición, de la amistad y el odio, del desengaño y el heroísmo…

“La legión del águila” supone el tercer largometraje del (interesantísimo) cineasta Kevin McDonald tras las excelentes “El último rey de Escocia” (drama político con la que Forest Withaker se llevó su primer y único Oscar al Mejor Actor) y “La sombra del poder”. McDonald también se ha consagrado como realizador de documentales, siendo “Touching the Void” el más taquillero de la historia del cine británico.

Ésta es la primera incursión del escocés en el peplum, y su historia nos recuerda un poco a “Centurión” de Neil Marshall, pues ambas toman como punto de partida la misteriosa desaparición de la Novena Legión. Sin embargo, las diferencias entre ambos films son mayores que sus similitudes.


Para empezar, la propuesta de McDonald sigue otros derroteros, y sus pretensiones son muy distintas a las de Marshall, cuyo principal objetivo era ofrecer al espectador un violento y sangriento divertimento.

“La legión del águila” es una película de aventuras a medio camino entre el survival y las buddy movies (o pelis de colegas). En parte, pretende dar respuesta a lo que ocurrió con la Novena Legión cuando ésta desapareció en el norte de Britania, pero eso no es lo realmente importante, sino que más bien podría considerarse el macguffin de la trama. Y es que por encima de todo, de lo que nos habla esta cinta es del honor y de la amistad.

Marco debe vivir con la vergüenza que supone llevar el apellido de aquél que veinte años atrás desapareció junto a sus hombres y la famosa águila dorada. El joven romano siempre quiso ser un soldado, como su padre, pero lo que ansía ahora más que nada en el mundo es volver a honrar el apellido Aquila; conseguir que sus gestas y victorias contra el enemigo borren de la memoria colectiva la mancha que dejó su progenitor. Pero pese a ir por el buen camino, su vida como centurión resulta ser más corta de lo esperado. Es por eso que recuperar el famoso águila de la novena legión y traerlo de vuelta a Roma significa para él poder restaurar el honor de su familia. Es la oportunidad para demostrarse a sí mismo y a los demás de lo que está hecho un Aquila, y probablemente el único modo que exista de descubrir la verdad de todo lo ocurrido; saber si su padre huyó como un cobarde o murió como un valiente soldado romano.

Pero otro tipo de honor prevalece en la historia. Y ese es el honor a la palabra, el mantenerse fiel a un juramento pase lo que pase. Y eso es precisamente lo que sucede con el personaje de Esca, el esclavo que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en esta peligrosa aventura.

Él se convierte en el único aliado de Marco, y aunque no entienda los motivos que llevan al romano a ir en búsqueda de un simple emblema, éste jura servirle fielmente en gratitud por haberle salvado la vida. Nada más le une a él. Sus pueblos son enemigos, y más allá del Muro de Adriano, si quiere puede abandonarlo a su suerte y recuperar su libertad. Pero una promesa es una promesa.

Tenemos ante nosotros dos hombres de pueblos y culturas diferentes, incapaz uno de ver el mundo como lo ve el otro, y viceversa. Pero pese a esas diferencias, a su latiente enemistad y a su condición de amo y esclavo (aunque Marco apenas ejerza sus privilegios del modo que se esperaría en un romano como él), de conquistador y conquistado... pese a todos, entre ellos se forja un vínculo especial. El instinto de supervivencia o el dolor por un padre perdido en el campo de batalla prevalecen en este choque entre dos hombres, entre dos enemigos.



A medida que transcurren los minutos nos damos cuenta cuán diferentes son ambos personajes en su forma de pensar y actuar, pero también observamos que son dos personas íntegras y leales. Y la relación que se establece entre ambos es lo más llamativo de esta historia. En un segundo plano quedan las batallas (violentas e intensas, aunque con un excesivo movimiento de cámara que pide a gritos el uso de un trípode), las persecuciones y, en definitiva, la épica, a menudo, tan característica del género (que aquí es menor de la esperada o deseada). Por eso “La legión del águila” no debe ser vista o confundida como una “Gladiator” (espléndida película, todo sea dicho) ni como una versión más seria y contundente de “Centurión” (que en cierto modo, lo es), sino como una película sobre la condición humana (tan criticable es la actitud de un bando como del otro) y, como ya he comentado anteriormente, sobre la amistad y el honor.

Es de lamentar, no obstante, que para el papel de Marco no se haya escogido a un actor con más tablas, ya que la precariedad interpretativa de Channing Tatum echa por tierra muchos de los logros conseguidos desde el guión. Todo lo contrario se podría decir de su compañero de reparto, un Jamie Bell que expresa más con sus miradas que el citado con la profundidad de sus diálogos. Aún así, la película no se resiente demasiado, y quizás lo que pueda hacer mella en el espectador sea un ritmo con ciertos altibajos, pero insuficientes éstos para que uno se aburra. Salvo, claro está, que uno no se haya implicado en la historia o ésta no resulte ser lo esperado (no es ese mi caso, gracias a Crom)

Puede incluso que algunos no encuentren coherente la actitud de Esca, pero desde mi punto de vista, ésta es consecuente en todo momento, y fiel a lo que se desarrolla desde el momento en que éste emprende el viaje junto a Marco hasta que llegan al final del mismo. Vamos, que no considero que existan giros de guión o golpes de efecto cogidos por pinzas, sino que todo está bien planteado desde el inicio (se puede jugar al despiste, se pueden intercambiar los roles en el transcurso de la historia, pero uno sabe perfectamente cuales son las intenciones de uno y otro)

En comparación con sus anteriores trabajos, “La legión del águila” se siente más floja, como un trabajo menor de McDonald. No obstante, el resultado es bastante digno, y muchos otros ya quisieran que sus mejores trabajos estuvieran la mitad de bien planteados y desarrollados como lo está esta aventura romana.

P.D.: Para variar un poco, tenemos a Mark Strong en el bando de los buenos en vez de ser uno de los malos. Lástima que su personaje quede reducido a mínimos (al fin y al cabo, la historia se centra en Marco y Esca)



Valoración personal:

2 comentarios:

Emilio M. Luna dijo...

Probablemente sea una película más familiar y mejor hecha que Centurion pero ante su proximitud y temática, es posible que la quede en el recuerdo sea la cinta de Marshall.

Que por cierto, daba lo que prometía y que diferencia de La Legión del Águila tenía un actorazo en primera fila como Fassbender. De todas maneras, le daré una oportunidad a este filme.

De Kevin McDonald me quedó con la Sombra del Poder, más incluso que El Último Rey de Escocia. Un abrazo, David.

Emilio Luna

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Bueno, familiar no sé si sería la plabra. Simplemente es más seria y realista. Centurión era puro divertimento, aunque a mi personalmente me decepcionó un poco.
Entre Fassbender y Tatum no hay color xD

Saludos ;)