La humanidad se encuentra en un peligro inminente después de estrellarse, por causas desconocidas, un transbordador espacial en la Tierra. Éste ha traído consigo en virus de origen alienígena que está cambiando el comportamiento de las personas, conviertiendo éstas en seres carentes de sentimientos.
Una de las primeras en darse cuenta de este extraño acontecimiento es la psiquiatra Carol Bennell (Nicole Kidman), que junto a su amigo Ben Driscoll (Daniel Craig) y el Dr. Stephen Galeano (Jeffrey Wright) intentarán descubrir como detener la epidemia, que se está extendiendo con una rapidez aplastante.
A todo esto, Carol deberá hacer frente además a su ex-marido (Jeremy Northam), que infectado por el virus retiene al hijo de ambos contra su voluntad.
Apoyándose en ligeros cambios en la historia y contextualizándola en un ambiente post 11-S, se estrenaba en el 2007 y con un año de retraso, el tercer remake de "La invasión de los ladrones de cuerpos", o si se prefiere, una nueva adaptación de la obra de Jack Finney “The Body Snatchers”.
Esta enésima revisión resultaba tan innecesaria como casi cualquier otro remake actual, pero para más inri podríamos añadir que de la misma historia han salido otras películas similares, series de tv y, por supuesto, los dos anteriores remakes, con lo cuál no era muy justificable su realización, más allá de sacarle los cuartos al respetado.
De todas formas, una podía confiar en el resultado de la misma sabiendo que el director encargado para tales menesteres era el alemán Oliver Hirschbiegel, responsable de dos excepcionales películas que un servidor recomienda encarecidamente: “El experimento” y “El hundimiento”. No en vano, el montaje final no convenció a los productores, que probablemente echando de menos un poco de acción, decidieron contratar a los hermanos Wachowski para que reescribieran el guión y a James McTeigue para que rodara nuevas escenas.
Tal desacertada actuación -fuese malo o no lo ofrecido por Hirschbiegel- ha dado origen a una película con fallos de coherencia, sin emoción y, lo que es peor, con un suspense tibio, algo básico para hacer funcionar una historia como la que tenían entre manos.
Sobre lo primero, decir que el montaje es un tanto desastroso, apareciendo los personajes en un lugar y en otro de manera que parezca que falten escenas por medio. Los flashbacks entorpecen el ritmo de las secuencias y parece que están ahí sólo para avanzar rápidamente la trama sin conceder demasiadas explicaciones (que de ser así la intención, hay que decir que no termina de cuajar). Pero quizás lo más sangrante de todo sea observar como alguna escena tiene falta de coherencia con la que le sigue, debido indudablemente al añadido de metraje y probablemente a un montaje apresurado y sin demasiado atino.
Un ejemplo de ello lo tenemos en un momento en el que el personaje de Kidman deja un mensaje a su hijo diciéndole que no se duerma, que irá a buscarlo. Obviamente le advierte de no dormirse porque es en ese momento cuando el virus actua y se adueña del huésped, pero resulta que ese descubirmiento no lo hace hasta un tiempo después gracias al Dr. Galeano, es decir, que cuando escribe el mensaje aún no sabía lo del sueño (quizás sí en un montaje anterior, pero no en el definitivo)
Sobre lo segundo, la falta de emoción y el flojo suspense, se nota tanto en la dirección como en la interpretación de los actores. La película es demasiado lineal y no ofrece momentos de verdadera angustia, y los que deberían serlo (véase la escena del metro) se resuelven por la vía rápida y mostrando más que insinuando (que hubiese sido lo más apropiado)
El reparto tampoco parece muy implicado en el asunto, a excepción de Kidman y Wright, ambos simplemente correctos.
Daniel Craig se pasea por la película sin muchas ganas, probablemente pensando ya en su futura encarnación del agente secreto más famoso del cine, James Bond (se lo propusieron mientras rodaba este film). Pero siendo justos, hay que decir también que su personaje está bastante desaprovechado y se le concede muy poca relevancia en la trama como para que el actor pueda dar más de sí.
Nicole Kidman, como ya digo, correcta en su papel, pero su aspecto cada vez más frío y cercano a una estatua de cera la hace parecer menos humana que los infectados de turno.
Jeremy Northam convence pero no luce, básicamente por los mismo motivos que afectan al personaje de Craig.
En general, podemos considerar “Invasion” como un remake fallido, aunque tampoco tan deleznable como se nos quiso hacer ver. Quizás sin la intromisión de los Wachowski, el resultado, sin ser excelente, hubiera sido mucho más aceptable (o quizás no, pero jamás lo sabremos)
Posee eso sí, alguna secuencia bastante perturbadora, como la de los suicidas, pero como ya se había visto en el trailer, el impacto resulta menor. Lástima también que el “happy end” -con moraleja incluída- desmerezca bastante.
Es posible que logre convencer al espectador que no haya visto ninguno de los anteriores remakes ni la cinta original de Siegel, ya que tampoco se hace aburrida, pero para un servidor supone 80 millones de dólares desperdiciados en una película innecesaria que no saca provecho ni de la historia ni de su notable plantel de estrellas.