Sinopsis: Traicionada por quién consideraba su amor
verdadero, Freya (Blunt), hermana de la Reina Raveena, se convierte entonces en
una reina cruel desde su propio y lejano palacio invernal, en donde ha creado
una legión de cazadores con el fin de ampliar sus dominios. Arrebatados de sus
hogares, los jóvenes Eric y Sara se convierten, con el paso del tiempo, en sus
mejores guerreros. Pero el amor que surge entre ambos resulta intolerable para
Freya, así que decide ponerle fin drásticamente. Años más tarde, y al conocer
el trágico destino de su querida hermana, Freya ordenará a sus hombres hacerse
con el espejo mágico, a fin de obtener su poder para sí. Será entonces cuando
su destino se cruce de nuevo con el de Eric (Hemsworth) y Sara (Chastain).
Comentario: Érase una vez… Así es como empieza todo buen cuento. Y así
es más o menos como nuestro narrador en off en funciones (un reconocible Liam
Neeson en la versión original) nos introduce en una historia que acontece
muchos años antes de lo que vimos en “Snow White and the Huntsman”, esa versión
libérrima y ampulosa (y también videoclipera) del clásico cuento de los
hermanos Grimm.
En esta ocasión, sin embargo, ya no está Blancanieves. Al
menos no de cuerpo presente, ya que ha sido eliminada de la ecuación en
beneficio del cazador, el auténtico protagonista de esta nueva aventura. Aunque
a decir verdad… ¿no lo era ya también de la anterior?
En cualquier caso, sólo por la ausencia de la insípida de
Stewart, probablemente esta continuación (que parte por la tangente de la
precuela) ya gane enteros con respecto a su predecesora.
Pero el fornido y guapo cazador interpretado por Hemsworth no
es el único que vuelve. También lo hace, aunque sea a fuerza de meterla con
calzador en el guión, la Reina (o ex Reina) Raveena, nuevamente encarnada por
una deliciosamente malvada Charlize Theron. Así como el enano Nion (Nick Frost),
que acompañará a nuestro héroe junto a otros aliados de corta estatura.
A ellos se les suma Emily Blunt como Freya, la reina del hielo (muy poco que ver con la
versión que nos mostró Disney en “Frozen”) y Jessica Chastain en la piel de una
certera cazadora.
Theron,
Chastain y Blunt. El bueno de Hemsworth no podrá quejarse de tan bella
compañía. La película bien podría haberse titulado “El cazador y tres hermosas
mujeres”. Tres bellas actrices y, lo que es mejor, tres buenas actrices, para una película que tira y mucho de reparto
para atraer al público a las salas.
¿Cómo han conseguido engañarlos a todos para
meterse en un blockbuster que nadie pidió? Seguramente unos jugosos cheques de
generosas cifras hayan tenido mucho que ver. Y es que si bien la película que dirigió
Rupert Sanders hizo su dinerito, lo cierto es que lo recaudado tampoco justificaba el atrevimiento de lanzar una
secuela, y menos en un lapso de tiempo tan amplio. Pero seguramente los
productores pensaron que sería peor no aprovechar la moda de revisionar los
cuentos de toda la vida, y vieron posibilidades en los que, a fin de cuentas,
eran los mejores personajes de aquella película: el cazador y la perversa
reina.
Así
es como llegamos a una historia en la que el rol de villana de la función lo
asume una pseudo reina de las nieves (la de Hans
Christian Andersen) reconvertida en gélida secuestradora de niños. Niños a los
que corrompe y convierte en sus fieles y amaestrados sabuesos, con el fin de
autoproclamarse reina de todos los reinos.
Nuevamente,
merece una mención especial el espectacular
apartado técnico y visual de una cinta claramente deudora, en ese aspecto,
de su antecesora. Desde sus atractivos efectos especiales (nada nuevo bajo el
sol, pero cumplidores) hasta la soberbia
labor de vestuario de la diez veces nominada al Oscar (y tres veces
ganadora del mismo) Colleen Atwood. Una vez más, su deslumbrante contribución
proporciona un disfrute añadido a una cinta que, pese a lo inocuo de su guión,
resulta cuanto menos entretenida. Que ya es algo, ¿no?
La
trama sigue unos parámetros sobradamente conocidos dentro del género, y apenas hay espacio para las sorpresas. Pero
a diferencia de Sanders, el debutante Cedric Nicolas-Troyan (supervisor de
efectos especiales de, precisamente, la primera entrega) parece más interesado
en ofrecer un liviano entretenimiento
que en perderse (y con toda probabilidad, atragantarse) en inalcanzables
pretensiones épicas. Así, mientras que “Snow White and the Huntsman” sucumbía ante
el fallido intento de autoproclamarse la
nueva “El señor de los anillos” (estigma en el que se ahogan otras tantas
producciones de fantasía), “The Huntsman: Winter's War” se acerca más a la aventura pura y dura de escasas aspiraciones
con sus valerosos héroes, sus pérfidos villanos y esos indispensables
secundarios en los que hacer recaer el peso del humor (sí, los simpáticos enanos).
En ese sentido, la película funciona moderadamente bien o, dicho de otro modo,
no lo hace del todo mal. No es “Willow” (maravillosa de principio a fin), desde
luego, pero tampoco hay demasiado que reprocharle, al menos desde mi humilde
punto de vista.
Es
evidente que se trata de un producto
prefabricado, confeccionado sin ninguna personalidad y sólo con el afán de
hacer dinero. Pero no es menos cierto que, pese a ejercer bajo esas directrices,
el resultado es, en calidad de
entretenimiento, medianamente aceptable. No entusiasma, pero tampoco espanta. Y se agradece que al menos la
cosa no se alargue a más de dos horas, probablemente conscientes sus
responsables de las propias limitaciones y carencias del producto. Y esto
último es un lujo en una época en la que parece que la calidad de la épica se
mida en minutos. A menudo, extenuantes minutos.
De
todos modos, y pese a todo lo dicho, no me cabe duda que la película cosechará
tantos detractores como la primera.
VALORACIÓN PERSONAL
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