El pasado miércoles 29 de Junio, en los Cines Renoir de Barcelona, tuvo lugar el pase de prensa de la película “Blackthorn, sin destino”. A posteriori, y en la misma sala, contamos con la presencia de su director, el canario Mateo Gil, que se prestó a contestar nuestras preguntas.
Como ya sabréis, la película retrata la historia de los últimos días del legendario ladrón de bancos Butch Cassidy, personaje al que Paul Newman ya encarnó en la clásica "Dos hombres y un destino”.
Blackthorn supone un nuevo regreso al western, un género que en los últimos años está volviendo con fuerza a nuestras pantallas; hecho que el director considera que podría tener una estrecha relación con la política de nuestros días. “En el cine, últimamente está volviendo la política, sobre todo en los documentales, pero también en la ficción”, dice Mateo Gil “Siento que hay una vuelta atrás en la estética, una mirada a los años setenta, que fueron años ideológicamente muy fuertes. Y quizás la vuelta del western pueda tener que ver con eso porque aparte de ser un género que aporta aventura, tensión o acción, siempre ha servido para hablar de política. Y es que es un género que de alguna manera retrató durante muchos años el nacimiento y el crecimiento de una nación […] Y de alguna manera, siempre hay un conflicto que tiene que ver con la relación del individuo con el entorno y los demás individuos; y además siempre lo plantea en términos muy sencillos, comprensibles y que dramáticamente son muy eficaces.”
Ese compromiso social también se percibe en Blackthorn, algo que aunque no está en primer término, sí ejerce como motor de la historia. “El western es un género especialmente apto para plantear dilemas/conflictos políticos o morales” sentencia Gil.
Respecto al protagonista de su película, Butch Cassidy, el director se muestra extrañado de que éste no haya dado lugar a muchas más películas, dado que considera que “el personaje real era un tipo muy interesante”. Según Gil “Tanto Butch Cassidy como la gente que le rodeaba, tenían una clarísima consciencia del papel que jugaban en la historia de Estados Unidos, porque ellos mismos se erigieron en símbolos de la lucha contra las grandes empresas y los grandes terratenientes” Y continua diciendo “Butch Cassidy alardeó toda su vida de que jamás había robado a una persona -y de hecho era muy generoso cuando recibía ayuda-, y que solamente había robado a grandes compañías”
Este estilo de vida es algo que Gil considera de gran valor, y que fue lo que le hizo ganar cierta fama de Robin Hood. Un aspecto de la personalidad de Butch tan destacable como lo fue también el hecho de jamás manchó sus manos de sangre (aún siendo líder, muchas veces, de grupos de bandidos –de hasta 90 o 100 miembros- entre los cuales la mayoría eran asesinos confesos). “Él siempre defendía, frente a las autoridades, que nunca había matado a nadie.” Eso es algo de lo que el ladrón solía presumir hasta que, como bien indica Gil, se enfrentó, junto a Sundance Kid, al ejército boliviano, y en dónde supuestamente murieron dos soldados, además de ellos dos. Y el director insiste en remarcar el “supuestamente” porque no está claro que fueran ellos los responsables de esas dos muertes.
“Butch consiguió imponer su autoridad e incluso darle un cariz ideológico a su profesión –entre comillas-, y organizar los atracos de manera perfecta –era un tipo muy inteligente- para evitar la violencia.” “El truco” nos explica el director “consistía en tener caballos de refresco perfectamente apostados en la huída para ir más rápido que sus perseguidores, que no tendrían esos caballos. Con ello, siempre ganaba ventaja.”
Toda esa cuestión ideológica detrás de la vida delictiva de Butch Cassidy y su conocida fama de hombre leal que jamás faltaba a su palabra, hicieron que sus propios perseguidores le admiraran y respetaran mucho en comparación con otros bandidos.
“Era un tipo muy leal a sus amigos y a su gente; un tipo de fiar, en definitiva. Y todos esos valores me parece que lo convierten en un tipo muy icónico, sobre todo en estos tiempos, donde todas estas fronteras morales se han desdibujado terriblemente”
Un aspecto evidente de la ideología de Butch Cassidy en “Blackthorn” es que “siempre tuvo clara la diferencia entre robar un banco y robar al señor trabajador que va a ese banco y deja sus ahorros” Una diferencia que, según Mateo Gil, hoy en día no se tiene muy clara, y es el motivo por el cual su película se siente tan necesaria y actual.
También en ella se trata el aspecto de matar o no matar para defenderse de su perseguidores, algo que hacia al final se nos muestra de forma cruda dentro del conflicto moral y personal del propio Butch.
Del bando de la ley, cabe destacar la presencia del personaje de Mackinley (Stephen Rea), al que “la idea de rescatar la leyenda le resulta muy sucia porque a pesar de que lo persiguió toda la vida, también lo admiró […] él ya asumió su pasado y aceptó el futuro que le esperaba”
Centrándonos ya en otros aspectos más técnicos o de rodaje de la película, Mate Gil nos cuenta como llegó a contar con actores de la talla de Sam Shepard o Stephen Rea.
“Aquí hay una cierta tendencia, por nuestro complejo de inferioridad, de intentar llegar a los actores a través de un contacto personal, y a mí eso siempre me ha parecido un error.”
Gil insistió en contratar a una directora de casting inglesa (Jina Jay) que, según él, iba a salirles muy cara pero que aún así iba a valer mucho la pena porque es una mujer que tiene bastante mano con la industria americana.
“Se le envió el guión a la gente de Sam, y contestó a la semana diciendo que quería hacerlo. No hay más misterio” comenta Gil. “Teníamos la intuición de que a Sam le iba a gustar mucho porque es un amante del western, un loco de los caballos, y porque el guión trata ciertos temas que el también trata en su literatura”
Para la creación del guión, Gil nos comenta que hubo una primera versión de Miguel Barros mientras él aún estaba inmerso en otro proyecto que finalmente no siguió adelante. Cuando eso sucedió, Gil se implicó en la historia de Barros. “El productor me sugirió que intentáramos el guión de Miguel, y entonces ya me senté con él e hicimos una primera reescritura con la que se movió el proyecto”.
Tras esta primera reescritura, hubo tres más; una en la que se hicieron cambios importantes, y otras dos para cuestiones más técnicas con tal de adaptarse a las localizaciones, al plan de rodaje, etc. “Se reescribió el guión en rodaje porque no se podía cumplir todo lo que queríamos rodar. Hubo que adaptarse a las condiciones y cambiar mucho sobre la marcha. Aún así intentamos mantener intacto el espíritu de la película.”
Respecto a las referencias más directas a la hora de abordar la filmación de la película, Gil nos confiesa su prioritario interés por acercarse a la estética de los westerns setenteros, con una fuerte influencia del cine de Sam Peckinpah. Sin embargo, a medida que iba rodando, el director nos comenta que se dio cuenta que su Blackthorn se iba acercando más hacia el cine de John Ford. Finalmente, y en sus propias palabras, el resultado final “se quedó en terreno intermedio”.
Con las localizaciones, tuvieron claro que debían rodar sí o si en la misma Bolivia. “El productor y yo hicimos un primer viaje en el fuimos buscando posibles localizaciones; si bien la intención de ese viaje era descubrir si era viable hacerlo en Bolivia y si merecía la pena […] La conclusión a la que llegamos es que era imposible, pero no quedaba otra. Sabíamos que iba a ser una locura y que tendríamos que hacer muchos sacrificios, pero no se podía rodar en otro sitio. El altiplano boliviano es único.”
Y ya para terminar, tratándose de una película centrada en un personaje que ya se llevó a la gran pantalla en un film considerado como un clásico de la época, es evidente que siempre se trabaja bajo un tipo de presión muy particular a la que el director y el resto del equipo deben enfrentarse con un acopia extra de fuerzas.
“Teníamos miedo sobre todo de los prejuicios que se crearan antes de ver la película” comenta Gil. “Pero pensamos que serían sólo prejuicios, y que no se iba a ver como una revisión ni como una crítica a ese mito; al contrario, tiene mucho de sentido homenaje y de respeto absoluto a la figura de Butch Cassidy”
A tenor de ese máximo respeto y de los excelentes resultados conseguidos, esperemos que la película de Mateo Gil tenga la carrera comercial que se merece, dentro y fuera de nuestras fronteras. Más con un proyecto que, dentro de nuestra obtusa industria, supone todo un acto de valentía y atrevimiento por su parte (no son pocos los obstáculos con los que se topó el director, como el que consideraran su proyecto una locura o que tuvieran que irse rodar a Bolivia sin que ninguna compañía de seguros quisiera asegurarlos)
Blackthorn supone un nuevo regreso al western, un género que en los últimos años está volviendo con fuerza a nuestras pantallas; hecho que el director considera que podría tener una estrecha relación con la política de nuestros días. “En el cine, últimamente está volviendo la política, sobre todo en los documentales, pero también en la ficción”, dice Mateo Gil “Siento que hay una vuelta atrás en la estética, una mirada a los años setenta, que fueron años ideológicamente muy fuertes. Y quizás la vuelta del western pueda tener que ver con eso porque aparte de ser un género que aporta aventura, tensión o acción, siempre ha servido para hablar de política. Y es que es un género que de alguna manera retrató durante muchos años el nacimiento y el crecimiento de una nación […] Y de alguna manera, siempre hay un conflicto que tiene que ver con la relación del individuo con el entorno y los demás individuos; y además siempre lo plantea en términos muy sencillos, comprensibles y que dramáticamente son muy eficaces.”
Ese compromiso social también se percibe en Blackthorn, algo que aunque no está en primer término, sí ejerce como motor de la historia. “El western es un género especialmente apto para plantear dilemas/conflictos políticos o morales” sentencia Gil.
Respecto al protagonista de su película, Butch Cassidy, el director se muestra extrañado de que éste no haya dado lugar a muchas más películas, dado que considera que “el personaje real era un tipo muy interesante”. Según Gil “Tanto Butch Cassidy como la gente que le rodeaba, tenían una clarísima consciencia del papel que jugaban en la historia de Estados Unidos, porque ellos mismos se erigieron en símbolos de la lucha contra las grandes empresas y los grandes terratenientes” Y continua diciendo “Butch Cassidy alardeó toda su vida de que jamás había robado a una persona -y de hecho era muy generoso cuando recibía ayuda-, y que solamente había robado a grandes compañías”
Este estilo de vida es algo que Gil considera de gran valor, y que fue lo que le hizo ganar cierta fama de Robin Hood. Un aspecto de la personalidad de Butch tan destacable como lo fue también el hecho de jamás manchó sus manos de sangre (aún siendo líder, muchas veces, de grupos de bandidos –de hasta 90 o 100 miembros- entre los cuales la mayoría eran asesinos confesos). “Él siempre defendía, frente a las autoridades, que nunca había matado a nadie.” Eso es algo de lo que el ladrón solía presumir hasta que, como bien indica Gil, se enfrentó, junto a Sundance Kid, al ejército boliviano, y en dónde supuestamente murieron dos soldados, además de ellos dos. Y el director insiste en remarcar el “supuestamente” porque no está claro que fueran ellos los responsables de esas dos muertes.
“Butch consiguió imponer su autoridad e incluso darle un cariz ideológico a su profesión –entre comillas-, y organizar los atracos de manera perfecta –era un tipo muy inteligente- para evitar la violencia.” “El truco” nos explica el director “consistía en tener caballos de refresco perfectamente apostados en la huída para ir más rápido que sus perseguidores, que no tendrían esos caballos. Con ello, siempre ganaba ventaja.”
Toda esa cuestión ideológica detrás de la vida delictiva de Butch Cassidy y su conocida fama de hombre leal que jamás faltaba a su palabra, hicieron que sus propios perseguidores le admiraran y respetaran mucho en comparación con otros bandidos.
“Era un tipo muy leal a sus amigos y a su gente; un tipo de fiar, en definitiva. Y todos esos valores me parece que lo convierten en un tipo muy icónico, sobre todo en estos tiempos, donde todas estas fronteras morales se han desdibujado terriblemente”
Un aspecto evidente de la ideología de Butch Cassidy en “Blackthorn” es que “siempre tuvo clara la diferencia entre robar un banco y robar al señor trabajador que va a ese banco y deja sus ahorros” Una diferencia que, según Mateo Gil, hoy en día no se tiene muy clara, y es el motivo por el cual su película se siente tan necesaria y actual.
También en ella se trata el aspecto de matar o no matar para defenderse de su perseguidores, algo que hacia al final se nos muestra de forma cruda dentro del conflicto moral y personal del propio Butch.
Del bando de la ley, cabe destacar la presencia del personaje de Mackinley (Stephen Rea), al que “la idea de rescatar la leyenda le resulta muy sucia porque a pesar de que lo persiguió toda la vida, también lo admiró […] él ya asumió su pasado y aceptó el futuro que le esperaba”
Centrándonos ya en otros aspectos más técnicos o de rodaje de la película, Mate Gil nos cuenta como llegó a contar con actores de la talla de Sam Shepard o Stephen Rea.
“Aquí hay una cierta tendencia, por nuestro complejo de inferioridad, de intentar llegar a los actores a través de un contacto personal, y a mí eso siempre me ha parecido un error.”
Gil insistió en contratar a una directora de casting inglesa (Jina Jay) que, según él, iba a salirles muy cara pero que aún así iba a valer mucho la pena porque es una mujer que tiene bastante mano con la industria americana.
“Se le envió el guión a la gente de Sam, y contestó a la semana diciendo que quería hacerlo. No hay más misterio” comenta Gil. “Teníamos la intuición de que a Sam le iba a gustar mucho porque es un amante del western, un loco de los caballos, y porque el guión trata ciertos temas que el también trata en su literatura”
Para la creación del guión, Gil nos comenta que hubo una primera versión de Miguel Barros mientras él aún estaba inmerso en otro proyecto que finalmente no siguió adelante. Cuando eso sucedió, Gil se implicó en la historia de Barros. “El productor me sugirió que intentáramos el guión de Miguel, y entonces ya me senté con él e hicimos una primera reescritura con la que se movió el proyecto”.
Tras esta primera reescritura, hubo tres más; una en la que se hicieron cambios importantes, y otras dos para cuestiones más técnicas con tal de adaptarse a las localizaciones, al plan de rodaje, etc. “Se reescribió el guión en rodaje porque no se podía cumplir todo lo que queríamos rodar. Hubo que adaptarse a las condiciones y cambiar mucho sobre la marcha. Aún así intentamos mantener intacto el espíritu de la película.”
Respecto a las referencias más directas a la hora de abordar la filmación de la película, Gil nos confiesa su prioritario interés por acercarse a la estética de los westerns setenteros, con una fuerte influencia del cine de Sam Peckinpah. Sin embargo, a medida que iba rodando, el director nos comenta que se dio cuenta que su Blackthorn se iba acercando más hacia el cine de John Ford. Finalmente, y en sus propias palabras, el resultado final “se quedó en terreno intermedio”.
Con las localizaciones, tuvieron claro que debían rodar sí o si en la misma Bolivia. “El productor y yo hicimos un primer viaje en el fuimos buscando posibles localizaciones; si bien la intención de ese viaje era descubrir si era viable hacerlo en Bolivia y si merecía la pena […] La conclusión a la que llegamos es que era imposible, pero no quedaba otra. Sabíamos que iba a ser una locura y que tendríamos que hacer muchos sacrificios, pero no se podía rodar en otro sitio. El altiplano boliviano es único.”
Y ya para terminar, tratándose de una película centrada en un personaje que ya se llevó a la gran pantalla en un film considerado como un clásico de la época, es evidente que siempre se trabaja bajo un tipo de presión muy particular a la que el director y el resto del equipo deben enfrentarse con un acopia extra de fuerzas.
“Teníamos miedo sobre todo de los prejuicios que se crearan antes de ver la película” comenta Gil. “Pero pensamos que serían sólo prejuicios, y que no se iba a ver como una revisión ni como una crítica a ese mito; al contrario, tiene mucho de sentido homenaje y de respeto absoluto a la figura de Butch Cassidy”
A tenor de ese máximo respeto y de los excelentes resultados conseguidos, esperemos que la película de Mateo Gil tenga la carrera comercial que se merece, dentro y fuera de nuestras fronteras. Más con un proyecto que, dentro de nuestra obtusa industria, supone todo un acto de valentía y atrevimiento por su parte (no son pocos los obstáculos con los que se topó el director, como el que consideraran su proyecto una locura o que tuvieran que irse rodar a Bolivia sin que ninguna compañía de seguros quisiera asegurarlos)
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