
Títulos como “El Orfanato”, “REC”, ”Aute Tension”, “A L’Interiuer”, “Eden Lake” o “The Children”, procedentes de España, Francia y Reino Unido, han contribuido a elevar un poco el nivel de un género en el que cada vez era más difícil encontrar algo de calidad que poder echarse a los ojos.
Obviamente, no todo el horror europeo es de calidad (los franceses hace tiempo que muestran síntomas de agotamiento/estancamiento), pero sí es más frecuente que uno se lleve una grata sorpresa con alguna cinta realizada aquí antes que con una hecha (o remakeada) al otro lado del charco. Y cada vez son más países los que se lanzan a la piscina produciendo películas de género. Así lo atestiguan Suecia y su aclamada “Déjame entrar” (aunque a mí, ni fu ni fa) o Finlandia con “Rare Exports: A Christmas Tale”, elegida como Mejor Película en el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges.
Pero si hay unos europeos que ahora están destacando más que nunca son los noruegos. “The Troll Hunter” (pendiente aún de visionado por mi parte) está siendo una de las sorpresas recientes, pero unos años atrás ya dieron la campanada con “Fritt vilt (Cold Prey)”, un slasher típico como todos los de su condición, pero muy bien resuelto. A éste le siguió una secuela que, contra todo pronóstico, resultó ser aún mejor que su predecesora, dando lugar a uno de los slashers más disfrutables de la temporada (y de la década, inclusive)
Y es que no es fácil que una segunda parte supere a la primera, y menos cuando se trata de cine de terror. Por eso, cuando se anunció una tercera –y a priori, innecesaria- entrega, nos temimos lo peor. ¿Serían capaces de superarse nuevamente o, por el contrario, estropearían lo que hasta el momento era una saga bastante efectiva y resultona? Servidor, desde luego, no las tenías todas consigo.
"Cold Prey 3" nos traslada 30 años atrás en el tiempo, en un hotel en las montañas, para ser testigos de los constantes maltratos sufridos por un niño a manos de su violento padrastro y ante la impotente -o más bien cobarde- mirada de su madre. El joven, harto de las palizas y de vivir en condiciones infrahumanas, decide tomarse la justicia por su cuenta. Una vez se ha deshecho de los causantes de su dolor, huye hacia los bosques en busca de un nuevo hogar, lejos de aquél que tan tristes recuerdos le trae.
Han pasado 12 años, y un grupo de jóvenes decide pasar el fin de semana en las montañas, atraídos por los acontecimientos y rumores acontecidos en el viejo hotel abandonado en el que, tiempo atrás, una pareja y su hijo desaparecieron sin dejar rastro. Desgraciadamente para ellos, ese niño se ha hecho mayor, y con él han crecido también sus instintos homicidas, hasta el punto de volverse incontrolables.
Dentro del subgénero slasher, “Cold Prey 2” tomó como referente directo “Halloween II: ¡Sanguinario!”, secuela del clásico de John Carpenter “La noche de Halloween”. Dos aspectos calaron hondo y se repitieron aquí: que los acontecimientos de dicha secuela transcurrieran inmediatamente después de lo ocurrido en su predecesora, y que toda la acción (o gran parte de la misma) se desarrollara en un hospital.


A partir de ahí, todos sabemos que tanto la saga de Michael Myers como las de sus semejantes se han ido alargando hasta la extenuación, resucitando a sus psychokiller tantas veces como el público lo demandara o los productores, ávidos de dinero fácil, lo ordenaran. Y uno de los miedos principales para con la saga noruega es que a ésta le ocurriera lo mismo.
Por eso se agradece que, aún cayendo en un recurso sobradamente conocido, esta tercera entrega se trate de una precuela. En parte porque podía colar que nuestro “asesino de las nieves” pudiera escapar de la muerte una vez, pero dos ya resultaría excesivo (y si ya empezamos así, las continuaciones son interminables)
Por tanto, lo que tenemos aquí es viaje a los orígenes del asesino, explicándonos el por qué de su gusto por despellejar a incautos excursionistas y por qué un viejo y entelarañado hotel es su escondrijo. Aunque hay que decir que no hacía falta toda una película para conocer estos detalles, ya que con las anteriores quedaba más o menos claro.
Por tanto, lo que tenemos aquí es viaje a los orígenes del asesino, explicándonos el por qué de su gusto por despellejar a incautos excursionistas y por qué un viejo y entelarañado hotel es su escondrijo. Aunque hay que decir que no hacía falta toda una película para conocer estos detalles, ya que con las anteriores quedaba más o menos claro.
De todas formas, Cold Prey 3 nos ofrece unos primeros minutos presentándonos la traumática infancia del susodicho asesino, para luego pasar a mostrarnos los inicios de su currículum homicida. Y sus primeras víctimas, como no podría ser de otra forma, son un grupo de jovenzuelos con ganas de pasarlo bien.
Como en todo slasher que se precie, y como evidentemente ocurría ya en las anteriores entregas, el psychokiller irá cepillándose uno a uno a los protagonistas. Por desgracia, tratándose precisamente de una precuela, el desenlace final lo damos prácticamente por asumido, es decir, SPOILER POR SI ACASO -- que el malo sobreviva (¡cómo no!) y que, presumiblemente, no habrá ningún superviviente para contar lo ocurrido y delatarle a los autoridades – FIN SPOILER POR SI ACASO Sin embargo, hay que destacar que los guionistas juegan con un as en la manga durante todo el rato, y saben emplearlo con eficacia justo en el momento más adecuado, consiguiendo que, aún sin mucha sorpresa, el final no se antoje demasiado tópico.
De todas formas, esta tercera parte tiene ciertas carencias respecto a sus predecesoras. Por un lado, se ha perdido una de las características primordiales de la saga: el paisaje nevado. Puede que no fuese una gran novedad, pero le otorgaba un sello distintivo y muy particular. Ahora, en cambio, el escenario es un bosque de otoño. Y eso ya lo hemos visto tropecientas veces. Además se recurre a los lugares (casitas destartaladas en el denso y profundo bosque, en medio de la nada) y situaciones más comunes de este tipo de historias.


Por otro lado, el hecho de ser una precuela obliga a cambiar de reparto, y en ese inevitable proceso se sacrifica a Ingrid Bolsø Berdal, la carismática protagonista y superviviente de los dos anteriores films. Y lo que es peor, no se ofrece un relevo a la altura. De hecho, la mayor parte del tiempo lo pasamos sin un claro protagonista o alguien que destaque por encima de los demás, debatiéndonos (o al menos yo) entre dos de las mozas presentes (muy bellas, eso sí) para averiguar cuál de ellas es la clara sustituta. Pero hasta bien llegado el final no parece que nadie asuma ese rol, y cuando lo hace, ya es un poco tarde y no compensa la espera (amén de que tampoco consigue hacerle sombra a Ingrid)
Esos son los dos aspectos que hacen de Cold Prey 3, una película inferior dentro de la trilogía. Se vuelve más rutinaria, más genérica; y el factor “tensión” es mucho más endeble. Y sin embargo, si se analiza de forma independiente a sus “hermanas”, no deja de ser un slasher entretenido y ciertamente efectivo.
Puede que las bajas expectativas y las destructivas críticas que llegué a ojear me hicieran temer lo peor y eso haya contribuido a que, una vez vista, el resultado no me haya parecido excesivamente decepcionante. Tampoco es para echar cohetes, pero dudo que defraude a los fans de los slashers, a menos que se tenga en muy alta estima las dos primeras. Y salvando los dos carencias arriba mencionadas, tampoco es que ésta esté muy lejos en calidad de la primera entrega de todas (a la segunda, eso sí, no le huele el cogote)
Valoración personal:
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