
Miner empezó produciendo el debut en la dirección de Wes Craven, “La última casa la izquierda”, para más tarde ser uno de los productores asociados del clásico de terror “Viernes 13”. Precisamente, sus primeros pasos como director fueron las dos primeras secuelas de la saga de Jason Vorhees, con las que adquirió algo de experiencia en el campo del terror. Esto le permitió, años más tarde, dirigir el que sería uno de los títulos clave de su carrera, “House, una casa alucinante”, cinta que se convirtió en uno de esos clásicos del videoclub de los ochenta.
Después de una comedia adolescente con C. Thomas Howell y unos cuantos capítulos de la serie “Aquellos maravillosos años”, llegó, en 1989, otros de los films más destacables del director, “Warlock, el brujo”, la cinta que hoy nos ocupa.
El guión de esta película fue escrito por David Twohy (Pitch Black, Below, Las Crónicas de Ridick) que por aquel entonces firmaba con el nombre de D.T. Twohy y que un año antes ya había desarrollado el libreto de la segunda entrega de “Critters”.
La historia de “Warlock” es bastante interesante, y nos cuenta como en 1691, un hombre, Warlock, condenado a morir en la hoguera por brujería, logra escapar de su sentencia gracias a una fuerza misteriosa que lo arrebata de su celda y lo transporta a Los Ángeles de 1989. Una vez allí y a través de una médium, descubre que el propósito de su misión es el de reunir las tres partes de "El Gran Grimoire", el libro con el que conseguirá el poder de destruir la tierra. Pero su viaje a través del tiempo no se ha producido en solitario, y con él ha arrastrado a Redferne, único testigo de su desaparición y hombre que lo capturó en el pasado.
Redfenre se aliará con una joven víctima de Warlock para evitar que el brujo alcance su propósito, ya que de hacerlo, las fuerzas del mal se desatarán y la humanidad correrá un grave peligro.

Los primeros minutos de la cinta nos sitúan en 1691, momento en que vemos por primera vez a protagonista y antagonista juntos. Ambos son transportados trescientos años hacia adelante, al futuro, mediante una poderosa fuerza diabólica.
El primer encuentro de Warlock se producirá en casa de Kassandra (Lori Singer), quién adquirirá el rol femenino protagonista. Tras maldecirla con una vejez prematura, Kassandra descubrirá que sólo ayudando a Redfenere podrá romper dicho maleficio. Así es como el viajero del pasado y la joven del futuro unirán sus fuerzas para derrotar al malvado brujo, antes de que logre encontrar las tres partes de "El Gran Grimoire", un libro de hechizos que le permitirá abrir las puertas del infierno.
“Warlock, el brujo” es una producción de serie B llevada a cabo por un director no muy talentoso. Es por ello que pese a lo interesante de su argumento, la idea queda un tanto desaprovechada debido a la limitada capacidad narrativa de Miner y a la falta de medios con los que cuenta. En general, los enfrentamientos contra el brujo se antojan un poco sosos, ya no sólo porque los efectos especiales sean pobres y encima hayan quedado obsoletos (los vuelos de Warlock son, hoy día, muy risibles), sino porque le falta garra a la acción y sobre todo carisma tanto al villano como al héroe.
Sin embargo, no se puede negar que aún así, la cinta se hace entretenida, apostando por una rápida resolución de la trama -a Warlock no le cuesta mucho encontrar las partes del citado libro- y por unas cuantas escenas de acción en las que los discretos efectos especiales se adueñan de la función. Con esto nos basta para pasar un rato de entretenimiento frente a la pantalla, visionando uno de esos títulos de finales de los 80 al que el tiempo no le ha sentado tan bien como a otras de su misma década. Y es que da la sensación de que con semejante argumento se podía haber hecho mucho más.

La labor del reparto no es demasiado remarcable. pero sí efectiva El mejor parado de todos es Richard E. Grant, que encarna a Giles Redfenere. Julian Sands (Warlock) impone con su físico y su mirada gélida; y Lori Singer, que se dio a conocer en la serie “Fama” y acompañando a Kevin Bacon en “Footlose” o a Tom Hanks en “El hombre con un zapato rojo”, cumple con corrección su labor de “chica asustadiza cuya ayuda finalmente resultará indispensable para derrotar al malo”.
El trabajo de Miner es resolutivo pero poco excitante. Viendo sus últimos trabajos, no se puede decir que haya mejorado mucho como director, aunque tienes algunas cintas bastante majas, como la que nos ocupa, “House, una casa alucinante” o la más reciente, “Mandíbulas” (una serie B con cocodrilo gigante bastante simpática, o por lo menos en su momento me gustó). Y aunque actualmente sigue muy vinculado al género de terror (suyas son la mala pero entretenida “Halloween:H20” y “El día de los muertos”, última remake de un clásico de Romero), considero que su mejor trabajo como director fue, de lejos, la comedia romántico-fantástica “Eternamente joven”, una película de la que guardo gratos recuerdos.
“Warclock, el brujo” es una cinta curiosa, que entretiene en sus humildes pretensiones aunque no entusiasme en exceso, y que tiene una buena banda sonora del ya desaparecido Jerry Goldsmith. Por último, comentar que ya en los noventa tuvo dos secuelas más (Warlock 2: El Armageddón y Warlock 3: El Fin De La Inocencia), aunque no sería de extrañar que con la fiebre de los remakes, a Hollywood le dé ahora por hacer una revisión de este “clásico menor” de los 80, pues ya pocos clásicos quedan sin revisionar y/o mancillar. Potencial tiene, sólo faltaría encontrar un buen director y un reparto adecuado, porque la mejora en los fx la doy por hecha.