domingo, 27 de septiembre de 2009

"Los sustitutos" (2009) - Jonathan Mostow


El mundo del cómic se ha convertido en un gran filón que explotar en Hollywood. Además de las incesantes películas de superhéroes que se dan cita en nuestras carteleras año tras año (y las que están por llegar…), no son pocos los cómics y/o novelas gráficas de variada temática que terminan siendo adaptados a la gran pantalla. Y aunque no siempre los resultados sean satisfactorios, lo cierto es que debido a la imperante falta de ideas que existe hoy día en la industria cinematográfica (americana, concretamente), no es un mal recurso buscar ideas en otros formatos, además de los ya conocidos (novelas o videojuegos, por ejemplo)

La variedad de géneros es amplia, y eso implica que la procedencia de la historia sea lo de menos. Lo que importa es que el paso de la viñeta al fotograma no se resienta demasiado, y que una trama que funciona en papel, pueda funcionar también como película para el disfrute de los espectadores ajenos o no al formato original (que sea necesario conocer el cómic para entender o disfrutar de la adaptación, es un erróneo punto de partida)

Como fan incondicional de la ciencia-ficción y de Bruce Willis (actor infravalorado donde los haya), no podía dejar de ver “Surrogates”, una película basada en una miniserie de cinco cómics escrita y dibujada por Robert Venditti y Brett Weldele respectivamente. No obstante, el tráiler no me entusiasmó demasiado y el trío responsable de la adaptación, el director y los guionistas de la inefable “Terminator 3: La rebelión de las máquinas”, no me producía confianza alguna. Para colmo, el cúmulo de malas críticas que ha estado recibiendo tras su reciente estreno, terminaban de confirmar mis malos augurios.

Sin embargo, este fin de semana tocaba sesión de cine sí o sí, y a falta de mejores alternativas, la cinta del tito Willis ha sido quién se ha llevado mi dinerito.


Surrogates, traducida aquí como “Los Sustitutos”, versa sobre un futuro en donde los humanos viven aislados en sus casas interactuando con el mundo real a través de unos robots conocidos como “sustitutos/surrogates”. Estas máquinas les permiten una vida acomodada y segura, libre de daños, enfermedades, etc., y mediante las cuales pueden darse a conocer al mundo exterior con la apariencia que deseen (la mayoría de veces idealizada a través de bellos físicos)

Pero no todos están a favor de vivir de dicha forma, y por ello existen zonas en las que la gente sigue viviendo como antaño, rechazando vivir y sentir a través de frías máquinas, y luchando por conseguir erradicar los surrogates de la sociedad.

Cuando un par de sustitutos son “acribillados” en la calle, muriendo también sus controladores, se disparan todas las alarmas, más cuando uno de ellos era el hijo del creador de dichos robots. La investigación del caso corre a cargo de dos agentes del FBI, Tom Greer (Willis) y Peters (Radha Mitchell). Ambos tratarán de encontrar al culpable de dicho asesinato, y sobre todo, de encontrar el arma que es capaz de matar a la gente a través de su sustituto.

Desgraciadamente, el asunto se complica cuando el sustituto de Tom queda fuera de combate, viéndose el agente obligado a salir de casa y seguir las pistas como un humano cualquiera y con la vulnerabilidad que eso conlleva.


Debo decir que no he leído los cómics de Venditti y Weldele, con lo cual no puedo juzgar la fidelidad con la que se ha tratado esta adaptación. Pero eso no me impide afirmar que la idea argumental de la que parte la historia es muy buena, dentro del ámbito de la ci-fi, pero dando la sensación que no se han sabido explotar todas sus posibilidades, no al menos en su versión cinematográfica.

El tema de vivir a través de máquinas que interactúan por nosotros, y que a excepción de alimentarnos, dormir u otras necesidades fisiológicas, ejercen como nuestro propio yo en el mundo exterior en todo lo que supone nuestra vida diaria, es realmente muy interesante y no tan lejano a una realidad que hoy día vivimos. Programas como “Second life”, en la que el usuario hace vida (ficticia) a través de un avatar creado a su gusto para que le represente; o el propio internet en sí mismo, mediante el cual nos movemos bajo una identidad que puede corresponder o no con nuestra verdadera personalidad, son claros ejemplos de que cada vez más nos relacionamos a través de la tecnología.

La película, y por consiguiente, imagino que también la novela, es una especie de crítica a ese modo de vida pero llevado a un extremo; presentándonos un mundo en el que, como personas, no somos más que controladores de un “yo” artificial y adulterado con el que creemos vivir a salvo y felices (los índices de violencia se reducen, así como el crimen o las enfermedades venéreas)

El personaje de Willis es el prisma más o menos neutral a través del cual percibimos esa sociedad mecanizada. Y son sus ansias por volver a sentir por sí mismo y no a través de un robot, lo que nos hace dudar si esa evolución tecnológica nos lleva por un buen camino o no.

Ahora bien, centrándonos ya en términos estrictamente cinematográficos, cabe decir que la película, además de no aprovechar del todo las posibilidades que ofrece un planteamiento de estas características, tampoco funciona como producto de entretenimiento que es o pretende ser.

Para empezar, la trama policial es muy previsible, sabiendo en todo momento quién es el bueno y quién es el malo, por lo que el supuesto suspense que debería ofrecer dicha investigación se va al garete. Además, todo está resuelto de forma muy precipitada, y los pocos golpes de efectos (referentes al personaje de “El profeta” o los planes del “villano”), no terminan de satisfacer al espectador. Así pues, la parte de thriller queda algo desangelada respecto a una intriga que podía haber dado más de sí, colocando y uniendo mejor las diferentes partes del entramado.

Como vehículo de puro entretenimiento, es aún más decepcionante si cabe, puesto que las escenas de acción no sólo son escasas, algo que podría perdonarse si el resto tuviera algo más de chicha, , sino que además son realmente insulsas, y hasta en algunos casos, incluso cutres (esos super saltos que se pegan los sustitutos son algo cantosos para un blockbuster de este tipo)

Del buen hacer de Mostow en cuanto a planificación y rodaje de secuencias de acción se refiere, visto ya en anteriores films (lo poco rescatable de su secuela de Terminator son, precisamente, las secuencias más trepidantes) aquí no hay ni rastro. Lo poco que ofrece el director es poco vistoso y redundante.

Con semejante percal, el siempre eficiente Bruce Willis no puede hacer otra cosa que cumplir con la papeleta y hacernos más digerible este batiburrillo de películas de ci-fi ya vistas (Yo, Robot, Terminator y otras tantas pasadas por el túrmix). Y es que su personaje, al que se le intenta sin éxito dar cierta carga dramática, es lo único realmente rescatable de esta frustrada producción (la decisión que toma al final me recordó irremediablemente a la que toma Serpiente Plissken en los últimos minutos de “2013: Rescate en L.A.”)

Del resto del reparto poco hay que decir, salvo que el gran James Cromwell está bastante desaprovechado y que a Ving Rhames le ha tocado desempañar un rol un tanto ridículo. En cuanto a los otros personajes, estos podrían haber sido interpretados por cualquier otro grupo de actores y actrices, sin que el resultado se hubiera visto afectado en lo más mínimo.

“Los sustitutos” es otra de esas películas con un buen planteamiento altamente desaprovechado, cuyos resultados dejan bastante que desear en cualquiera de los géneros que pretende abarcar. Para los más transigentes, quizás pueda ser un pasable entretenimiento para una tarde aburrida, gracias sobre todo a la presencia de Willis, pero para los que veíamos aquí una de ci-fi con potencial para permanecer en el recuerdo, no podemos sino sentirnos algo engañados y decepcionados (del –inexistente- traje a lo James Bond que luce Willis en el cartel, mejor no comento nada)


Jonathan Mostow empezó con buen pie en el mundillo con apreciables cintas como “Breakdown” y “U-571”, pero se unión por segunda vez con este par de guionistas (perpetradores, además, de engendros como Catwoman), ha vuelto a jugar en su contra, y esta vez ni la acción salva su pobre dirección.



Valoración personal:

martes, 8 de septiembre de 2009

"Distrito 9" (2009) - Neill Blomkamp


Tras su frustrado intento de llevar a la gran pantalla una adaptación del famoso videojuego “Halo”, Neill Blomkamp se embarcó en la realización de “District 9”, una película de ci-fi basada en un cortometraje suyo titulado Alive in Joburg. Para llevarlo a cabo contó con la producción de Peter Jackson, el mismo que iba a producirle el citado proyecto, y que de tan impresionado que quedó al ver sus trabajos y cortos anteriores (por uno de ellos, referente a precisamente a Halo, fue premiado en el Cannes Lions de 2008), no dudó en apoyarle en su primera incursión en el mundo del cine.

Blomkamp, por tanto, no es un nombre muy conocido entre el público, pero ha trabajo como animador 3D para series como Stargate SG-1 o Smallville, además de dirigir anuncios publicitarios para marcas como Adidas o Citroën (suyo es el conocido spot del “Citroën C4 transformable”) Así que quizás “District 9”, una cinta mucho menos ambiciosa y costosa, sea la carta de presentación ideal para darse a conocer. Por otro lado, podría significar también un punto de inflexión para que en Hollywood le confíen proyectos de mayor calado (en sentido taquillero, entiéndase)

La historia que nos presenta en District 9 es la de una raza extraterrestre que permanece “refugiada” en Johannesbrugo, a las afueras de la ciudad, después de que veinte años atrás su nave espacial se quedara varada en nuestro planeta. Su llegada fue tan inesperada para los humanos como para los propios extraterrestres, que llegaron después de, al parecer, extraviarse en su camino. Ante la imposibilidad de devolverlos a su lugar de procedencia, las “gambas”, como así los llaman los residentes, fueron alojadas en un campamento, nombrado como Distrito 9, sufriendo el rechazo y desprecio de la población humana, y formando así su propio gueto marginal. Pero tras una longeva y no siempre apacible convivencia, las quejas de los vecinos han surtido efecto y los extraterrestres serán ahora trasladados a una zona más apartada. Es en este punto cuando surgirán problemas aún mayores, especialmente para Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), uno de los encargados de llevar a cabo dicho traslado.

La película empieza con una serie de entrevistas a modo de reportaje, algo que ya se dejó ver en algunos avances publicitarios, y que nos sumerge de un modo certero y muy realista en esta zona habitada por terrícolas y alienígenas. A través de una socióloga y demás testimonios, nos ponemos al día de quienes son los visitantes, cómo llegaron aquí o cómo se relacionan entre sí y con sus nuevos vecinos. Somos testigos también del recelo que provocó su llegada en los habitantes de la ciudad, y de la cada vez más insostenible situación que los tiene arrinconados en una especie de campo de concentración dejado de la mano de Dios.

Así que además de otorgarle un añadido realismo a la historia, Blomkamp utiliza esas entrevistas para poner en situación al espectador de una forma rápida y amena, además de presentarnos a Wikus Van De Merwe, un trabajador de una agencia especial dedicada a la atención de los extraterrestres, que será nuestra principal protagonista.


Este primer tramo es un pequeño preámbulo de lo que se nos mostrará luego, cámara en mano y manteniendo el tono documental, a través de Wikus, cuyas prioridades darán un trágico y rotundo vuelco tras un suceso inesperado que, por supuesto, no os voy a desvelar.

Precisamente, ésta es la parte más arriesgada e interesante de la película, huyendo lo máximo posible de los tópicos e incluso presentándonos a un personaje por el que no sentiremos otra cosa que antipatía. Todo ello formando un poderoso alegato contra el racismo, que queda patente en el deplorable estado en el que viven los extraterrestres y el trato abusivo y denigrante que reciben estos por parte de los humanos. De hecho, no es casualidad que la historia se desarrolle en Sudáfrica, que aparte de ser el país natal del director, fue también el paradigma de la discriminación y segregación racial y social que tuvo lugar durante el conocido apartheid. Los paralelismos no son mera coincidencia, y fue en Johannesburgo donde miles de negros fueron obligados a alojarse en áreas urbanas designadas por los blancos bajo sus propias leyes discriminatorias.

El tramo final es bien distinto. Aún intercalando de vez en cuando algunas entrevistas, la película abandona incluso el (inesperado) humor que se permitía al principio, para volverse mucho más pirotécnica a la vez que convencional. Explosiones y tiroteos a diestro y siniestro, a los que dan mucho juego las potentes armas alienígenas y algún que otro artefacto que parece sacado del manga/anime japonés (un mecha, para los entendidos). Eso sí, la acción está bien rodada y no marea demasiado pese al ya abusivo y reiterativo uso de la cámara al hombro al que muchos directores parecen prestarse últimamente. Se agradece además una calificación “R” que nos permite ver algún que otro desmembramiento y a mucho soldadito reventar en pedazos. Por tanto, ese segmento del film nos demuestra la capacidad de Blomkamp para poder ponerse al mando de cualquier blockbuster cañero que se presente en un futuro.

Pero no todo son virtudes, y aunque en los últimos minutos se intente dar un giro –demasiado forzado- a las acciones de Wickus, este sigue siendo un cretino y un personaje con el que el espectador no logra sentirse identificado. Y aunque quizás debiéramos buscar esa empatía en los extraterrestres (por aquello de ser los marginados), la aparición de estos es a veces demasiado trivial, y la “gamba” que acompaña a Wickus se queda en estatus de secundario poco favorecedor. A título personal, hubiera dado un mayor protagonismo a los alienígenas, o en todo caso, hacer que el personaje humano fuera un poco menos, detestable, ya que convertirlo en el clásico antihéroe es algo que no termina de cuajar del todo (tampoco es que sea necesario un buen samaritano ni mucho menos el típico niño que entable amistad con el E.T. de turno)

Esto no afecta a mi opinión sobre Sharlto Copley, quien realiza una interpretación más que convincente, acompañado por unos alienígenas digitales -y demás efectos- bastante conseguidos pese a su reducido presupuesto (30 millones… increíble-ble)

Así pues, la denuncia implícita en la historia tanto de racismo y de demagogia como de mezquinos intereses político-militares (las pruebas con los aliens y sus armas son una evidencia clara del potencial armamentístico que puede suponer para los gobiernos o el mercado negro) está conseguida pero se queda muy en la superficie. El peso dramático es notable pero no excelente, y termina diluyéndose entre tanta acción encasquetada hacia el desenlace.

Por tanto, “District 9” es una curiosa y original propuesta de ciencia-ficción que recuerda un poco a “Alien Nación”, en términos de convivencia alienígena, y a “V, los visitantes”, por aquello de denunciar un hecho de nuestra historia reciente a través de una alegoría fantástica (la serie de los lagartos era una clara metáfora del fascismo alemán de la II G.M.), sazonado todo con una pizca de “Enemigo Mío” y “La Mosca”. Sin duda, para los amantes del género (servidor se incluye), es una cita ineludible a las salas de cine, ya que no todos los días tenemos ci-fi de este calibre (más inteligente que la media, vaya); acompañada, por otro lado, de una acertadísima campaña viral que poco a poco ha ido levantando el interés del respetado cinéfilo. Ahora bien, no es ninguna obra maestra ni tampoco lo pretende, y tanta crítica inflada no hace otra cosa que perjudicarla. A veces se machacan películas sin piedad ni necesidad, y otras veces se ensalzan de forma exagerada. En este caso, no merecería ni lo uno ni lo otro. Digna y recomendable, que ya es muchos en estos tiempos.


P.D.: Y ahora a esperar a que “Moon”, “Pandorum” y “Avatar” cumplan también su propósito y que las expectativas no nos jueguen una mala pasada.



Valoración personal: