Así que tras rechazar la dirección del spin-off de
Silver Surfer para la citada productora, Proyas se embarcó en otro producto destinado a barrera las taquillas,
Knowing, película que ahora toca reseñar.
La historia de este film nos sitúa primeramente en 1959, en un colegio en el que los estudiantes depositan dentro de una cápsula del tiempo varios dibujos que representan el mundo que ellos creen que les esperará en un futuro. Lucinda, una de las niñas, en vez de realizar un dibujo, guarda en la cápsula un papel que ha llenado de números. Cincuenta años más tarde, en pleno aniversario del colegio, la cápsula del tiempo es desenterrada y Caleb (Chandler Canterbury), el hijo de John Koestler (Nicolas Cage), un profesor de astronomía viudo, acaba recibiendo la misteriosa nota de Lucinda. Pronto y de casualidad, su padre descubrirá que esos números esconden predicciones escalofriantes, algunas de las cuales han ido sucediendo con el paso de los años, y otras que están a punto de ocurrir.
A partir de ese momento, John tratará de averiguar qué hay detrás de tan misterioso papel, quién era Lucinda y cómo llegó a escribir esos números prediciendo catástrofes futuras. Y deberá resolver el enigma antes de que sea demasiado tarde…
La premisa de la cinta es bastante interesante, y en casi todo momento Proyas se mueve dentro del thriller fantástico como pez en el agua, manejando muy bien el suspense y haciendo uso de la pirotecnia cuando toca y sin abusar. El problema es que
llegado un punto, el guión empieza a hacer aguas por todos partes, y la única forma de resolver la papeleta es estirar un poco más el misterio y colarnos alguna otra escena espectacular para reactivar nuestro interés por la trama.
La mezcla de géneros (thriller, fantástico, ciencia ficción, catastrófico…)
no termina de encajar a la perfección, aunque Proyas hace todo lo posible para que el film no se hunda en un cúmulo de sin sentidos. La película va al grano nada más empezar. Una vez cae el dichoso papel en manos de John (Cage), éste resuelve el enigma que esconden los números en un santiamén, haciendo las comprobaciones pertinentes e informando del asunto a todo aquél que cree que puede ayudarlo, en menos de 24 horas. Como ya he indicado en la sinopsis, los números que escribió Lucinda en el papel predicen catástrofes que en esos cincuenta años han ido sucediendo en diferentes partes del mundo en las fechas que ella indicó, y otras tantas que aún están por suceder. Son esas venideras catástrofes, las que el personaje de Cage tratará de descifrar y evitar.

Ahí encontramos las primeras “
trampas” -por llamarlas de alguna manera-
del guión, pues las catástrofes aún por ocurrir, sucederán bien cerquita de donde está Cage (para así poderse desplazar en coche hacia el lugar de los futuros hechos)
y en un espacio de tiempo muy breve (toda la acción transcurre en cuestión de días). E
se apresuramiento en los acontecimientos le resta algo de credibilidad a la premisa, pero aún así resulta casi inevitable proceder de este modo, ya que de no ser así la trama se haría algo pesada y el suspense terminaría por agotarse demasiado pronto.
En el momento en que las cosas empiezan a ponerse feas (más aún si cabe), es cuando la intriga se deja un poco de lado y empieza la acción más frenética, con un Cage que va de arriba abajo intentando cuadrar las últimas piezas del puzle, y un vaivén de géneros que terminan por despistar al espectador.
Escenas catastrofistas con espectaculares efectos especiales, seres que parecen salidos de algún capítulo de Expediente X y huídas frenéticas por la autopista, son algunos de los ingredientes que conforman el tramo final de la película.El mayor problema es que todo el embrollo debería tener una sentido, un fin justificable, pero esto no es así, y las preguntas que cómo espectadores nos hacemos, parecen no tener respuestas coherentes.
SPOILER --- ¿Qué sentido tiene predecir tantas catástrofes si ni John ni nadie podrá evitarlas? (incluso su personaje llegar a hacerse esa misma pregunta en un momento del film) ¿Cuál es objetivo del papel con los números, aparte de asustar a Cage y ser totalmente inútil durante cincuenta años bajo tierra?
En cierto modo, su existencia puede deberse al intento, por parte de los “susurradores”, de que John comprenda que su rol no es el de salvador del mundo, si no el de liberador. Así pues, la única forma de convencerle quizás sea demostrándole que el fin del mundo es algo real y que el único modo de salvar a la humanidad es dejando que su hijo se marche con sus extraños salvadores. ¿Pero realmente la premisa del argumento era necesaria para llegar a ese fin, o no es más que un relleno para entretenernos sin cuestionarnos demasiado los por qués? Al fin y al cabo, a los niños los convencen sin problemas, y la resistencia de los padres no es, en ningún momento, un impedimento para llevárselos, ya que lo harán por las buenas o por las malas (en vistas de cómo los secuestran al final, no cabe duda de que el personaje de Cage no pinta nada en la historia, más que ser el catalizador través del cual nosotros la conocemos)
--- FIN SPOILERLa esencia de la trama no es más que una excusa para tener a un grupo de personajes pasando unos apuros intrascendentes, y poder meter, de poder medio, un par o tres de escenas impactantes para el disfrute del espectador más palomitero. Siendo así,
la labor de Proyas se nos antoja adecuada, ya que consigue mantener nuestra atención hasta el final. Pero el desenlace nos deja prácticamente indiferentes, ya que no sentimos apego por los personajes y todo lo que venga después, sabiendo ya de antemano como terminará todo, nos trae sin cuidado.
El suspense y un poco de espectacularidad mantiene nuestra mirada fija en la pantalla, pero una vez aclarado el misterio, lo único que nos queda son una par de escenas pretendidamente dramáticas, una secuencia destructiva impactante -aunque nada que no hayamos visto antes-
digna del mejor Roland Emmerich (que de seguro, tendrá la oportunidad de emularla con su “
2012”)
y unas escenas finales vistosas y muy oníricas (el “panfleto” religioso está presente en toda la película sin disimulo, y la estampita final con el
árbol de la ciencia del bien y del mal es ya toda una declaración de intenciones, que gustará más o menos dependiendo de vuestras creencias)
En cuanto al reparto, poco que decir. El hijo de John,
Chandler Canterbury, es un niño sabiondo, repelente e
inexpresivo como un robot sin pilas.
La labor de Rose Byrne no es muy destacable, aunque al final su personaje opta por la histeria, y termina cayéndonos mal.
Cage está en su línea; quizás algo mejor que en sus últimas apariciones en pantalla, pero muy lejos de ser el actor que una vez fue (de ahí que la relación padre-hijo que aquí vemos no resulte apenas creíble). De todas maneras, gracias a la labor de Proyas, podríamos considerar “Señales del futuro” uno de sus trabajos más decentes de los últimos años, pues
sin ser buena, entretiene y te hace olvidar esas caritas de perro apaleado que tantas veces nos pone el actor.
Por tanto,
“Knowing” se consume y se digiere tan fácilmente como se olvida. Suspense y algo de espectacularidad para una cinta que
empieza mejor que acaba, y que a mí me ha dejado más bien indiferente. Por ello ansío que llegue pronto el “Drácula: Year Zero” de Proyas, porque parece que de momento su cine va menguando en calidad, en vez de aumentar (claro que yo la culpa se la echaría a los guionistas, y no tanto a él)